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25. Hechos 25, 26 Hechos Apostólicos es un estudio de la Edad Apostólica de la iglesia cristiana temprana. Es la continuación milagrosa de la obra de Jesús en el primer siglo, a través de la obra del Espíritu Santo y su iglesia. Presenta el ministerio de Pedro, de los doce apóstoles y de Pablo de Tarso, en su cumplimiento de la Gran Comisión desde el Día de Pentecostés hasta llevar el evangelio a Roma, el capital del mundo. 53.
CAPITULO
28: A CESAR APELO
Léase
Hechos 25-26. Preguntas
de Preparación 1.
¿Por qué pidieron los judíos a Festo que trajese a Pablo a
Jerusalén? 2.
¿Cuál fue el resultado del juicio ante Festo? 3.
¿En qué forma presentó Pablo su defensa ante Agripa? 4.
¿Cómo reaccionaron Festo y Agripa? Introducción Pablo
había estado en la cárcel de Cesárea más de dos años cuando Félix
fue relevado como gobernador de Judea. Félix dejó a Pablo en la cárcel,
y su sucesor Festo heredó el caso. 1.
El Juicio Poco
después de la llegada de Festo a Judea, éste salió de Cesárea,
la sede de su gobierno, y subió a Jerusalén. Estando él allí,
los líderes de los judíos pidieron que trajera a Pablo a Jerusalén
para el juicio. En realidad, a ellos no les interesaba juzgarlo.
Estaban buscando una oportunidad para tenderle una emboscada, y
matarle. La enemistad de estos judíos era de muerte. Aun el
transcurso de los años no la hizo menguar. No estarían satisfechos
ellos sino con la muerte de Pablo. Sin
embargo, Festo no les concedió su petición. No pensaba él estar
mucho tiempo en Jerusalén. Como ya iba a regresar a Cesárea, y
como Pablo también estaba allá, les dijo a los judíos que
enviaran a los acusadores de Pablo ante él allá en Cesárea. Este
nuevo juicio se desarrolló en forma muy parecida al anterior ante
Félix. Nuevamente los judíos hicieron acusaciones falsas, y Pablo
las negó, señalando que no existían evidencias que los
respaldaran. Festo no deseaba declarar libre a Pablo porque, al
igual que Félix, no quería disgustar a los judíos, con los cuales
tendría que tratar mientras fuera gobernador. Le preguntó a
Pablo si quería subir a Jerusalén para ser juzgado. Sabiendo Pablo
que no tendría un juicio imparcial en Jerusalén, encomendó su
caso a César. Cuando un ciudadano romano apelaba a César ningún
tribunal inferior podía intervenir. Así Pablo quitó su caso de
las manos de aquellos que le habían tratado en una forma tan
injusta. El Señor le había prometido a Pablo que le sería testigo
en Roma. Ahora, ya se vislumbra la forma en que Pablo habría de
llegar ahí. 2.
La Dificultad Festo
tenía ahora un problema en sus manos. Pablo había apelado a César.
La responsabilidad de Festo era enviar a Pablo ante César. Pero no
tenía cargos que presentar contra Pablo. Sabía que al emperador no
le gustaría recibir a un prisionero al que no le habían formulado
ningún cargo; pero tampoco podía pensar de qué crimen se podía
acusar a Pablo. Festo
vio una oportunidad para obtener ayuda en esta dificultad al
recibir de visita al Rey Agripa y Berenice. Festo pidió que Agripa
le ayudara a buscar alguna acusación para poder mandar a Pablo a
Roma, porque suponía que el rey, siendo descendiente de Herodes
el Grande, sabía más que él acerca de los judíos. Le
agradó mucho a Agripa tener esta oportunidad. Al día siguiente, él
juntamente con Brenice y todos los líderes civiles y militares de
Cesárea, se reunieron en la sala de audiencias para escuchar a
Pablo hablar por sí mismo. 3.
La Defensa de Pablo La
defensa de Pablo en esta ocasión fue muy semejante a la que hizo
ante el gentío de Jerusalén (cap. 22). Nuevamente vemos un ejemplo
de cómo Pablo adaptaba su mensaje a sus oyentes. Pablo sabía que
Agripa estaba enterado de las costumbres y las controversias de
los judíos. Explicó lo que le había sucedido, para que así
Agripa entendiera la enorme diferencia que el evangelio de
Jesucristo produce en la vida de un judío. Pablo
habló de sus raíces judías. Los judíos sabían de su vida
anterior como niño y corno joven, y sabían de la vida que había
llevado en Jerusalén. Sabían también, que Pablo había sido un
judío muy estricto, uno de los fariseos. Y aún más: sabían que
Pablo había encabezado la persecución de los cristianos. Y cuando
mataban a los cristianos, "yo di mi voto", dice Pablo
(26:10). (Muchos
eruditos han tomado este dato como signo de que Pablo, a pesar de su
juventud, ya se había hecho miembro del Sanhedrín antes de su
conversión). Inclusive, había viajado a Damasco, comisionado por
el sumo sacerdote, para aprehender a los cristianos y traerlos
cautivos a Jerusalén para un juicio. Pablo se presentó ante Agripa
como un judío con mucho celo por la ley de Dios, y con el deseo de
hacer la voluntad de Dios. Fue a causa de este deseo, que se había
convertido en perseguidor de los cristianos. ¿Cómo
fue transformado un perseguidor en un hombre que predicaba a Cristo?
La respuesta está en la experiencia que Pablo tuvo en el camino a
Damasco. Cristo se le apareció, y le convenció de que en verdad él
era Jesús, a quien estaba persiguiendo. Luego, este Jesús vivo y
resucitado, comisionó a Pablo a ser su misionero entre los
gentiles. Conforme
iba Pablo hablando sobre su experiencia cristiana, estaba
entretejiendo en su defensa sus creencias cristianas. Note como sus
creencias están conectadas con su vida cristiana. Pablo declaró
que él creía en la esperanza de la promesa que Dios había dado a
los padres. Declaró su fe en la resurrección de los muertos.
Dijo que Cristo le había enviado para abrir los ojos a los gentiles
"para que se conviertan de las tinieblas a la luz y de la
potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí
(Cristo), perdón de pecados y herencia entre los santificados"
(26:18). En esta declaración tenemos una presentación clara de la
verdad de que los pecados de los hombres son perdonados únicamente
por la fe en Cristo Jesús. Pablo, además, explicó a Agripa los
acontecimientos de la muerte y la resurrección de Cristo. Dijo
que el Antiguo Testamento había profetizado que el Cristo había
de sufrir, y habría de resucitar de los muertos, y que sería una
luz a los judíos como a los gentiles. Estas creencias formaban el
fundamento en la experiencia de Pablo. Es
fácil para nosotros hacer una separación entre nuestra fe y
nuestra vida. A veces hablamos de una, a veces de la otra. Pero lo
que Pablo aquí nos está demostrando es, que la mejor forma para
testificar de Jesucristo es una combinación de las dos. Cuando
hablamos acerca de lo que Cristo ha hecho por nosotros, podemos
hablar con cierta autoridad. Pero es cuando presentamos la verdad
del evangelio, relacionándola con nuestra propia experiencia, cuando mejor podemos dirigirles
hacia Cristo, que es poderoso para salvarlos a ellos también. 4.
La Reacción La
resurrección de Jesucristo era una verdad especialmente difícil de
creer para los gentiles. Cuando Pablo habló de la resurrección,
Festo le interrumpió, "Estás loco, Pablo; las muchas letras
te vuelven loco" (26:24). Pablo no discutió con Festo.
Simplemente dijo que no estaba loco sino que hablaba de verdad y de
cordura. Desentendiéndose de Festo, se dirigió al rey, Declaró
que sabía que el rey entendía de estas cosas, e invitó a que el
rey Agripa creyese. ¿Por
qué ignoró Pablo a Festo en aquel momento, y dirigió en vez su
invitación a Agripa? Es porque se daba cuenta de que Festo aún no
estaba listo para aceptar lo que le estaba diciendo, mientras que
posiblemente Agripa sí. Por lo tanto, Pablo buscó la respuesta de
Agripa que indicaría que éste había creído el testimonio de
Pablo. Pero
Agripa aún no estaba listo para creer. No aceptó la invitación de
Pablo de aceptar a Cristo. Regañó a Pablo con estas palabras,
"por poco me persuades a ser cristiano". Pero Pablo
insistió, declarando que ya sea en un tiempo corto o en uno largo,
su único deseo para Agripa, como para todos los que le escuchaban,
era que fuesen como él, menos en lo de las cadenas. La cosa que más
quería Pablo sobre todas las otras cosas, era que otros llegasen a
conocer la gracia salvadora de Jesucristo. Cuando
terminó la entrevista con Pablo, Festo y Agripa conferenciaron, y
llegaron a la conclusión de que Pablo no había hecho nada para
merecer la muerte ni la prisión. En realidad, si no hubiera apelado
a César, podía haber sido puesto en libertad.
54. Comentario a Hechos de los Apóstoles Los
judíos de Jerusalén no se habían dado por vencidos. Todavía
consideraban a Pablo su archienemigo y querían su muerte. Por esto,
se aprovecharon de Festo, el nuevo gobernador, con el propósito de
buscar una nueva oportunidad de llevar su complot a su término. El juicio ante Festo (25:1-8) Llegado, pues, Festo a la provincia, subió de Cesárea a Jerusalén tres días
después. Y los principales sacerdotes y los más influyentes de los
judíos se presentaron ante él contra Pablo, y le rogaron, pidiendo
contra él, como gracia, que le hiciese traer a Jerusalén;
preparando ellos una celada para matarle en el camino. Pero Festo
respondió que Pablo estaba custodiado en Cesárea, adonde él mismo
partiría en breve. Los que de vosotros puedan, dijo, desciendan
conmigo, y si hay algún crimen en este hombre, acúsenle. Después
de que Festo tomara posesión de su cargo en Cesárea, descansó un
día y subió a Jerusalén. De inmediato los principales sacerdotes
y los más influyentes de los judíos le informaron de sus
acusaciones contra Pablo. A continuación, le rogaron con toda
urgencia que mandara buscar a Pablo e hiciera que lo llevaran a
Jerusalén. Nuevamente se había tramado una emboscada para matarlo
en el camino. Festo
debe haber tenido información de su complot anterior, por lo que
les contestó que Pablo estaba custodiado en Cesárea (cuidado),
donde pronto iría él. Entonces les sugirió que aquellos que
pudieran fueran con él. Si había algo delictivo (fuera de lugar,
incorrecto) en Pablo, entonces ellos lo acusarían Después
de ocho o diez días, Festo bajó a Cesárea. Al día siguiente se
sentó en el tribunal (el trono del juez, el asiento del juicio). Es
decir, inició un nuevo juicio oficial e hizo que trajeran a Pablo Los
judíos de Jerusalén lo rodearon e hicieron numerosas acusaciones
muy graves contra él. Pero no podían probar ninguna. Lucas no nos
da detalles aquí, pero sin duda las acusaciones eran similares a
las que Tértulo había hecho ante Félix. También hace un simple
resumen de la defensa de Pablo en este momento. Pablo alegó que no
había pecado en forma alguna contra la Ley judía, contra el Templo,
ni contra el César, es decir, contra el gobierno romano. Más tarde,
Festo indicará que Pablo dio testimonio de la muerte y resurrección
de Cristo también (versículo 19) Pablo apela al César (25:9-12) Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, respondiendo a Pablo
dijo: Entonces
Festo, deseoso de congraciarse con los judíos, le preguntó a Pablo
si estaría dispuesto a subir a Jerusalén para otro juicio ante él.
Por supuesto, Pablo sabía lo que esto significaría. Es probable
que sus amigos le hubieran informado del nuevo complot para
asesinarlo en el camino. Al menos Lucas tenía conocimiento de él,
y algunos más han de haberlo tenido Pablo
sabía que tenía un recurso para librarse de las garras de los
dirigentes judíos. Todos los ciudadanos romanos tenían el derecho
de apelar al César. Reconocía que la autoridad que respaldaba al
tribunal o sede del juicio donde se sentaba Festo, era la del César.
En su condición de ciudadano romano, se hallaba donde tenía
derecho a ser juzgado. A los judíos, no les había hecho daño ni
agravio alguno, como Festo sabía muy bien Entonces
Pablo expresó los motivos por los que apelaba al César. Si él era
culpable y había hecho algo digno de la pena de muerte, no se negaría
a morir (es decir, no objetaría la pena de muerte). No obstante,
como no existía nada de todo aquello de lo que era acusado, nadie
podía (tenía poder para) entregarlo a los judíos como un favor
hacia ellos Festo
habló esto con su consejo provincial. Sin embargo, no le quedaba
nada que hacer. Pablo había apelado al César; al César debía ir.
Es probable que Festo .se alegrara de que el caso se hallara ahora
fuera de sus manos Festo le presenta el caso de Pablo a Agripa (25:13-22) Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice vinieron a Cesárea para
saludar a Festo. Y como estuvieron allí muchos días, Festo expuso
al rey la causa de Pablo, diciendo: Un hombre ha sido dejado preso
por Félix, respecto al cual, cuando fui a Jerusalén, se me
presentaron los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos,
pidiendo condenación contra él. A éstos respondí que no es
costumbre de los romanos entregar alguno a la muerte antes que el
acusado tenga delante a sus acusadores, y pueda defenderse de la
acusación. Algunos
días más tarde, el rey Agripa (Herodes Agripa II, conocido también
como M. Julio Agripa II, hijo del Herodes de Hechos 12), y Berenice,
su hermana viuda, llegaron a Cesárea a presentarle sus respetos al
nuevo gobernador de Judea. Agripa II había sido nombrado rey de Caléis,
territorio situado entre las montañas del Líbano y el Antilíbano,
en el año 48 d.C. Más tarde (53 d.C.) se convirtió en rey de la
tetrarquía de Filipo, al este del mar de Galilea, y de Lisanio, al
oeste y noroeste de Damasco. En el año 56 d.C., Nerón añadió a
su reinado varias ciudades situadas alrededor del mar de Galilea Puesto
que pasaron allí muchos días, Festo le presentó el caso de Pablo
a Agripa, con el deseo de consultarlo con él. Después de relatarle
cómo los judíos de Jerusalén se le presentaron (presentaron
cargos) contra Pablo y le pidieron una sentencia condenatoria, le
dijo que se había negado a entregarles a Pablo como un favor y cómo
los había reunido y puesto a Pablo en juicio. Entonces, como romano,
se sorprendió de que no acusaran a Pablo de ninguna de las cosas
malas de las que él suponía que lo acusarían. En cambio, tenían
contra él ciertas cuestiones. Festo, pagano romano, las llamó
"su superstición" (en el texto griego, deisidaimonías,
"superstición", que Reina-Valera traduce por "religión").
También hablaban de un cierto Jesús que había sido ajusticiado, y
Pablo afirmaba que estaba vivo A
pesar de lo que dijo, Festo no admitió que el motivo por el que
quería que Pablo fuese a Jerusalén era para congraciarse con los
judíos. Al contrario: le dijo a Agripa que lo que sucedía era que
él había dudado en cuestión semejante. Entonces, puesto que Pablo
se había negado a ir a Jerusalén, y había apelado al emperador,
para que él fuera quien decidiera (el Augusto, un título que
significaba "digno de ser reverenciado", usado aquí para
referirse al emperador Nerón), Festo había ordenado que se le
custodiase hasta que él lo pudiese enviar al César Agripa
le respondió diciendo que quería oír él mismo a Pablo. Esto
complació a Festo, quien fijó el momento para el día siguiente Festo presenta su caso (25:23-27) Al otro día, viniendo Agripa y Berenice con mucha pompa, y entrando en la
audiencia con los tribunos y principales hombres de la ciudad, por
mandato de Festo fue traído Pablo. Entonces Festo dijo: Rey Agripa,
y todos los varones que estáis aquí junto con nosotros, aquí tenéis
a este hombre, respecto del cual toda la multitud de los judíos me
ha demandado en Jerusalén y aquí, dando voces que no debe vivir más. Al
día siguiente llegaron Agripa y Berenice con gran pompa y ostentación.
Es decir, vinieron vestidos con sus ropajes reales y acompañados de
todos sus asistentes. Los tribunos y los hombres prominentes de Cesárea
llegaron también Después
de que trajeran a Pablo, Festo se dirigió al rey Agripa y a los demás
que se hallaban presentes, rogándoles que examinaran a este hombre
respecto del cual toda la multitud de los judíos (de Jerusalén) le
había demandado dando voces que no debía vivir más. De nuevo,
declaró que no hallaba que Pablo hubiera hecho nada digno de muerte.
No obstante, puesto que había apelado al César, había decidido
enviarlo a él. Su problema era que no tenía nada cierto (digno de
fiar) que escribirle a su señor (al César). Tenía la esperanza de
que después de aquel interrogatorio ante Agripa, tendría algo que
escribir. Le parecía nada razonable enviar un prisionero sin señalar
en una carta cuáles eran las acusaciones que había contra él
55. Comentario
a Hechos de los Apóstoles En la
audiencia final ante Agripa, el libro de los Hechos presenta por
tercera vez la narración de la conversión de Pablo, y da algunos
detalles que no habían sido escritos anteriormente. Pablo,
el fariseo (26:1-11) Entonces
Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar por ti mismo. Pablo
entonces, extendiendo la mano, comenzó así su defensa: Me tengo
por dichoso, oh rey Agripa, de que haya de defenderme hoy delante de
ti de todas las cosas de que soy acusado por los judíos. Mayormente
porque tú conoces todas las costumbres y cuestiones que hay entre
los judíos; por lo cual te ruego que me oigas con paciencia. Al
recibir permiso de Agripa para hablar por sí mismo. Pablo extendió
su mano y comenzó su defensa. Se declaró dichoso de poder
defenderse ante Agripa, porque este rey era experto en todas las
cosas relacionadas con las costumbres y los asuntos de los judíos.
Por esto, le rogó que lo escuchara con paciencia. En realidad.
Agripa era judío de religión, y se podía esperar de él que le
preocuparan estas cosas. Primeramente,
Pablo señaló que todos los judíos conocían su estilo de vida,
tanto en Tarso como en Jerusalén. Sabían que había vivido como
fariseo, siguiendo la enseñanza de esta secta judía, la más
estricta de todas. (Vea 2 Corintios 11:22; Galatas 1:13; Filipenses
3:5.) Ahora,
Pablo había sido llamado a juicio por causa de la esperanza de la
promesa que Dios les había hecho a los patriarcas (Abraham, Isaac y
Jacob, y posiblemente otros ancestros de Israel). Esta promesa, dijo
Pablo, "nuestras doce tribus" ' la esperaban alcanzar (como
el destino que Dios les había dado) sirviendo (adorando)
constantemente a Dios día y noche. La acusación de los judíos
contra él tenía que ver con esta esperanza. ¿Por qué lo
consideraría increíble el rey si Dios resucitaba a los muertos?
Esto es, especialmente ahora, que Dios había levantado a Jesús de
entre los muertos. Pablo
mismo había pensado que era necesario hacer muchas cosas contra el
nombre (persona, naturaleza y autoridad) de Jesús de Nazaret; había
puesto a muchos de los santos (los creyentes consagrados a Dios) en
prisiones. Cuando los habían matado, él había votado contra ellos.
2 Había ido de sinagoga en sinagoga, castigando frecuentemente a
los creyentes, tratando de obligarlos a blasfemar (esto es, a
blasfemar el nombre de Jesús). En el texto griego se insinúa, sin
embargo, que no logró hacer que blasfemaran. Se
había enfurecido de tal manera contra ellos, que los había
perseguido hasta ciudades del extranjero. Más tarde, en 1 Timoteo
1:13, Pablo señalaría que había actuado ignorante de la verdad. La
conversión y la misión de Pablo (26:12-18) Ocupado
en esto, iba yo a Damasco con poderes y en comisión de los
principales sacerdotes, cuando a mediodía, oh rey, yendo por el
camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol,
la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. Y habiendo caído
todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en
lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te
es dar coces contra el aguijón. Entonces,
Pablo volvió a relatar su conversión en el camino de Damasco. La
expresión "Dura cosa te es dar coces contra el aguijón"
era una frase usada corrientemente para expresar la oposición a
Dios. A
partir del versículo 16, Pablo presenta la misión que recibiera de
Cristo con mayor detalle. Jesús le señaló que se le había
aparecido para ponerlo en la importante tarea de ser ministro (sirviente)
y testigo "de las cosas que has visto, y de aquellas en que me
apareceré a ti", rescatándote de tu pueblo (los judíos) y de
los gentiles (las naciones), a las cuales te envío para que les
abras los ojos y los vuelvas de las tinieblas a la luz y de la
potestad de Satanás a Dios (el Dios verdadero), para que puedan
recibir el perdón de los pecados. Con
el perdón, los gentiles recibirían una herencia entre aquellos que
son santificados (tratados como santos, apartados para Dios como
pueblo suyo dedicado a hacer su voluntad) por la fe en Cristo.
("Fe en mí" es una definición del tipo de fe que
permanece firme en Cristo.) De
esta manera, Pablo mostró que el mismo Jesús le había encomendado
la misión de llevar adelante su obra a los gentiles, como estaba
profetizado por Isaías 42:6, 7 y 61:1, 2. Es decir, él compartiría
la obra de Cristo. El
testimonio fiel de Pablo (26:19-23) Por
lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino
que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén,
y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se
arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de
arrepentimiento. Por causa de esto los judíos, prendiéndome en el
templo, intentaron matarme. Pero habiendo obtenido auxilio de Dios,
persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a
grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés
dijeron que habían de suceder: Que el Cristo había de padecer, y
ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz
al pueblo y a los gentiles. A
continuación. Pablo declaró que no había sido desobediente a la
visión (aparición) celestial. Aquí la palabra "visión"
no significa una visión al estilo de los sueños, sino una aparición
real en la que Jesús le habló en persona. Su
obediencia quedó demostrada en la forma en que les había declarado
a los judíos en Damasco, Jerusalén y toda Judea, y también a \los
gentiles, que debían arrepentirse (cambiar su mentalidad y sus
actitudes fundamentales), volverse a Dios y hacer obras dignas de
arrepentimiento. Por causa de este mensaje (en el que se incluían
bendiciones para los gentiles) era por lo que los judíos lo habían
apresado en el Templo y tratado de matarlo. Entonces
Pablo comenzó nuevamente a dar testimonio de Cristo. Por el auxilio
de Dios había perseverado hasta aquel día, testificándoles tanto
a grandes como a pequeños. Por supuesto que entre los grandes
estaba incluido el rey Agripa. Sin
embargo, el testimonio de Pablo no se limitaba a su propia
experiencia. Todo lo que estaba diciendo era solamente lo que los
profetas y Moisés ya habían dicho que sucedería. En otras
palabras, todo su mensaje estaba fundamentado en las Escrituras:
Ellos eran los que habían declarado que el Cristo (el Mesías)
debería sufrir; ellos habían mostrado cómo El, primicias de la
resurrección entre los muertos, les anunciaría la luz al pueblo (los
judíos) y a los gentiles (las naciones). Festo
y Agripa rechazan el evangelio (26:24-29) Diciendo
él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco,
Pablo; las muchas letras te vuelven loco. Mas él dijo: No estoy
loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de
cordura. Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también
hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto;
pues no se ha hecho esto en algún rincón. ¿Crees, oh rey Agripa,
a los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por
poco me persuades a ser cristiano. Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que
por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que
hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas! Pablo
predicó con poder. Festo sintió la convicción de su prédica y
reaccionó contra ella interrumpiendo a Pablo. Gritando en voz alta,
le dijo: "Estás loco. Pablo; las muchas letras te vuelven
loco," Al hablar de "muchas letras" o "mucho
conocimiento" se refería a las Escrituras de las que Pablo había
estado hablando. Con
delicadeza y cortesía. Pablo replicó: "No estoy loco,
excelentísimo Festo, sino que hablo (ungido por el Espíritu)
palabras (griego, rhémata) de verdad y de cordura." El rey tenía
conocimiento de aquellas cosas. Es decir, el rey podría
verificarlas si quería hacerlo. Después
de esto. Pablo volvió su atención de nuevo al rey. Podía hablarle
con toda confianza (libremente), porque estaba convencido de que no
ignoraba nada de esto (ninguna de aquellas cosas había escapado a
su conocimiento), ya que todo aquello (las realidades de la muerte y
resurrección de Cristo y los acontecimientos del Evangelio) no se
había hecho en algún rincón; eran cosas que se habían hecho en público
y eran públicamente conocidas. Entonces, dirigiéndose a Agripa,
Pablo le preguntó si creía en los profetas. Sin esperar respuesta,
añadió que él sabía que creía. De
pronto, y con sorpresa. Agripa se dio cuenta de que Pablo estaba
tratando de convertirlo. Al decir que Agripa creía en los profetas.
Pablo estaba diciendo implícitamente que como consecuencia, tendría
que creer lo que éstos decían sobre el Mesías, y esto haría que
creyera lo que Pablo decía sobre Jesús. Sin embargo, parece que
Agripa no estaba dispuesto a decir que creía en los profetas;
tampoco lo estaba a decir que creía a Pablo. La
respuesta de Agripa ha sido traducida e interpretada de diversas
maneras. Algunos manuscritos antiguos dicen literalmente: "Por
poco me logras persuadir a que me convierta en cristiano." La
versión inglesa King James y la castellana Reina-Valera toman esto
como una admisión de que había sentido la fuerza de los argumentos
de Pablo, y había faltado poco para que Pablo lo convenciera de que
se hiciera cristiano. Otros
manuscritos antiguos dicen: "Por poco me persuades a actuar
como cristiano", es decir, a hacer el papel de cristiano.
Muchos escritores toman esto como un rechazo. Agripa no quería que
Pablo lo usara para corroborar lo que afirmaba el Evangelio. "Por
poco" podría significar "casi" o "en pocas
palabras". También podría significar "en poco tiempo".
Por esto, algunos dicen que Agripa quería decir: "En resumen,
que estás tratando de persuadirme a que me haga cristiano", y
se limitan a interpretar su respuesta como una ironía: "¿Crees
de verdad que en tan poco tiempo puedes persuadirme a que me haga
cristiano (o actúe, o viva como cristiano)?" Aun hay otros que
lo toman como un fuerte rechazo: "En resumen, tratas de
persuadirme a que actúe (haga el papel de) como cristiano."
Sea cual sea la traducción, lo que está claro es que Agripa estaba
rechazando los esfuerzos de Pablo para convertirlo. Sin
embargo. Pablo se negó a sentirse desalentado. Por eso le contestó:
"¡Quisiera Dios que por poco o por mucho (en poco o en mucho
tiempo), no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen,
fueseis hechos tales cual yo soy (esto es, cristianos como yo),
excepto estas cadenas!" Es posible que en este momento Pablo
levantara las manos para enseñar las cadenas que ataban sus muñecas. Agripa
reconoce la inocencia de Pablo (26:30-32) Cuando
había dicho estas cosas, se levantó el rey, y el gobernador, y
Berenice, y los que se habían sentado con ellos; y cuando se
retiraron aparte, hablaban entre sí, diciendo: Ninguna cosa digna
ni de muerte ni de prisión ha hecho este hombre. Y Agripa dijo a
Festo: Podía este hombre ser puesto en libertad, si no hubiera
apelado a César. Agripa
ya había oído bastante. Al levantarse, indicó que la audiencia
había terminado. Entonces, todos ellos salieron y comentaron lo oído.
Todos estuvieron de acuerdo en que Pablo no había hecho nada que
fuera digno de muerte ni de prisión; no había nada en la ley
romana que pudiera tenerlo por culpable. En aquel momento, Agripa le
dijo a Festo que Pablo podría haber sido liberado si no hubiera
apelado al César. Con
esto se estaba diciendo implícitamente que el emperador vería la
inocencia de Pablo y haría que se le pusiera en libertad. Aunque en
el año 59 d.C. era Nerón el emperador, éste todavía no se había
embarcado en ninguna campaña contra los cristianos. Bajo las leyes
romanas de aquellos momentos, no era delito ser cristiano. Hasta la
segunda prisión de Pablo, que está reflejada en 2 Timoteo, no se
convertiría en un peligro bajo el dominio romano, el ser cristiano.
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