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25. Hechos 25, 26

Hechos Apostólicos es un estudio de la Edad Apostólica de la iglesia cristiana temprana. Es la continuación milagrosa de la obra de Jesús en el primer siglo, a través de la obra del Espíritu Santo y su iglesia. Presenta el ministerio de Pedro, de los doce apóstoles y de Pablo de Tarso, en su cumplimiento de la Gran Comisión desde el Día de Pentecostés hasta llevar el evangelio a Roma, el capital del mundo.

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53.

CAPITULO 28: A CESAR APELO

Léase Hechos 25-26.

Preguntas de Preparación

1. ¿Por qué pidieron los judíos a Festo que trajese a Pablo a Jerusalén?

2. ¿Cuál fue el resultado del juicio ante Festo?

3. ¿En qué forma presentó Pablo su defensa ante Agripa?

4.  ¿Cómo reaccionaron Festo y Agripa?

Introducción

Pablo había estado en la cárcel de Cesárea más de dos años cuando Félix fue relevado como gobernador de Judea. Félix dejó a Pablo en la cárcel, y su sucesor Festo heredó el caso.

1. El Juicio

Poco después de la llegada de Festo a Judea, éste salió de Cesárea, la sede de su gobierno, y subió a Jerusalén. Estando él allí, los líderes de los judíos pidieron que trajera a Pablo a Jerusalén para el juicio. En realidad, a ellos no les interesaba juzgarlo. Estaban buscando una oportunidad para tenderle una emboscada, y matarle. La enemistad de estos judíos era de muerte. Aun el transcurso de los años no la hizo menguar. No estarían satisfechos ellos sino con la muerte de Pablo.

Sin embargo, Festo no les concedió su petición. No pensaba él estar mucho tiempo en Jerusalén. Como ya iba a regresar a Cesárea, y como Pablo también estaba allá, les dijo a los judíos que enviaran a los acusadores de Pablo ante él allá en Cesárea.

Este nuevo juicio se desarrolló en forma muy parecida al an­terior ante Félix. Nuevamente los judíos hicieron acusaciones falsas, y Pablo las negó, señalando que no existían evidencias que los respaldaran. Festo no deseaba declarar libre a Pablo porque, al igual que Félix, no quería disgustar a los judíos, con los cuales tendría que tratar mientras fuera gobernador. Le pre­guntó a Pablo si quería subir a Jerusalén para ser juzgado. Sabiendo Pablo que no tendría un juicio imparcial en Jerusalén, encomendó su caso a César. Cuando un ciudadano romano ape­laba a César ningún tribunal inferior podía intervenir. Así Pablo quitó su caso de las manos de aquellos que le habían tratado en una forma tan injusta. El Señor le había prometido a Pablo que le sería testigo en Roma. Ahora, ya se vislumbra la forma en que Pablo habría de llegar ahí.

2. La Dificultad

Festo tenía ahora un problema en sus manos. Pablo había apelado a César. La responsabilidad de Festo era enviar a Pablo ante César. Pero no tenía cargos que presentar contra Pablo. Sabía que al emperador no le gustaría recibir a un prisionero al que no le habían formulado ningún cargo; pero tampoco podía pensar de qué crimen se podía acusar a Pablo.

Festo vio una oportunidad para obtener ayuda en esta difi­cultad al recibir de visita al Rey Agripa y Berenice. Festo pidió que Agripa le ayudara a buscar alguna acusación para poder mandar a Pablo a Roma, porque suponía que el rey, siendo des­cendiente de Herodes el Grande, sabía más que él acerca de los judíos.

Le agradó mucho a Agripa tener esta oportunidad. Al día siguiente, él juntamente con Brenice y todos los líderes civiles y militares de Cesárea, se reunieron en la sala de audiencias para escuchar a Pablo hablar por sí mismo.

3. La Defensa de Pablo

La defensa de Pablo en esta ocasión fue muy semejante a la que hizo ante el gentío de Jerusalén (cap. 22). Nuevamente vemos un ejemplo de cómo Pablo adaptaba su mensaje a sus oyentes. Pablo sabía que Agripa estaba enterado de las costum­bres y las controversias de los judíos. Explicó lo que le había sucedido, para que así Agripa entendiera la enorme diferencia que el evangelio de Jesucristo produce en la vida de un judío.

Pablo habló de sus raíces judías. Los judíos sabían de su vida anterior como niño y corno joven, y sabían de la vida que había llevado en Jerusalén. Sabían también, que Pablo había sido un judío muy estricto, uno de los fariseos. Y aún más: sabían que Pablo había encabezado la persecución de los cristianos. Y cuan­do mataban a los cristianos, "yo di mi voto", dice Pablo (26:10).

(Muchos eruditos han tomado este dato como signo de que Pablo, a pesar de su juventud, ya se había hecho miembro del Sanhedrín antes de su conversión). Inclusive, había viajado a Damasco, comisionado por el sumo sacerdote, para aprehender a los cristianos y traerlos cautivos a Jerusalén para un juicio. Pablo se presentó ante Agripa como un judío con mucho celo por la ley de Dios, y con el deseo de hacer la voluntad de Dios. Fue a causa de este deseo, que se había convertido en perseguidor de los cristianos.

¿Cómo fue transformado un perseguidor en un hombre que predicaba a Cristo? La respuesta está en la experiencia que Pablo tuvo en el camino a Damasco. Cristo se le apareció, y le convenció de que en verdad él era Jesús, a quien estaba per­siguiendo. Luego, este Jesús vivo y resucitado, comisionó a Pablo a ser su misionero entre los gentiles.

Conforme iba Pablo hablando sobre su experiencia cristiana, estaba entretejiendo en su defensa sus creencias cristianas. Note como sus creencias están conectadas con su vida cristiana. Pablo declaró que él creía en la esperanza de la promesa que Dios había dado a los padres. Declaró su fe en la resurrección de los muer­tos. Dijo que Cristo le había enviado para abrir los ojos a los gentiles "para que se conviertan de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí (Cristo), perdón de pecados y herencia entre los santifi­cados" (26:18). En esta declaración tenemos una presentación clara de la verdad de que los pecados de los hombres son perdo­nados únicamente por la fe en Cristo Jesús. Pablo, además, explicó a Agripa los acontecimientos de la muerte y la resurrec­ción de Cristo. Dijo que el Antiguo Testamento había profeti­zado que el Cristo había de sufrir, y habría de resucitar de los muertos, y que sería una luz a los judíos como a los gentiles. Estas creencias formaban el fundamento en la experiencia de Pablo.

Es fácil para nosotros hacer una separación entre nuestra fe y nuestra vida. A veces hablamos de una, a veces de la otra. Pero lo que Pablo aquí nos está demostrando es, que la mejor forma para testificar de Jesucristo es una combinación de las dos. Cuando hablamos acerca de lo que Cristo ha hecho por nosotros, podemos hablar con cierta autoridad. Pero es cuando presentamos la verdad del evangelio, relacionándola con nuestra propia experiencia, cuando mejor podemos dirigirles hacia Cristo, que es poderoso para salvarlos a ellos también.

4. La Reacción

La resurrección de Jesucristo era una verdad especialmente difícil de creer para los gentiles. Cuando Pablo habló de la re­surrección, Festo le interrumpió, "Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco" (26:24). Pablo no discutió con Festo. Simplemente dijo que no estaba loco sino que hablaba de verdad y de cordura. Desentendiéndose de Festo, se dirigió al rey, De­claró que sabía que el rey entendía de estas cosas, e invitó a que el rey Agripa creyese.

¿Por qué ignoró Pablo a Festo en aquel momento, y dirigió en vez su invitación a Agripa? Es porque se daba cuenta de que Festo aún no estaba listo para aceptar lo que le estaba diciendo, mientras que posiblemente Agripa sí. Por lo tanto, Pablo buscó la respuesta de Agripa que indicaría que éste había creído el testimonio de Pablo.

Pero Agripa aún no estaba listo para creer. No aceptó la invitación de Pablo de aceptar a Cristo. Regañó a Pablo con estas palabras, "por poco me persuades a ser cristiano". Pero Pablo insistió, declarando que ya sea en un tiempo corto o en uno largo, su único deseo para Agripa, como para todos los que le escuchaban, era que fuesen como él, menos en lo de las ca­denas. La cosa que más quería Pablo sobre todas las otras cosas, era que otros llegasen a conocer la gracia salvadora de Jesucristo.

Cuando terminó la entrevista con Pablo, Festo y Agripa con­ferenciaron, y llegaron a la conclusión de que Pablo no había hecho nada para merecer la muerte ni la prisión. En realidad, si no hubiera apelado a César, podía haber sido puesto en libertad.

54.

Comentario a Hechos de los Apóstoles
Capítulo 25

Los judíos de Jerusalén no se habían dado por vencidos. Todavía consideraban a Pablo su archienemigo y querían su muerte. Por esto, se aprovecharon de Festo, el nuevo gobernador, con el propósito de buscar una nueva oportunidad de llevar su complot a su término.

El juicio ante Festo (25:1-8)

Llegado, pues, Festo a la provincia, subió de Cesárea a Jerusalén tres días después. Y los principales sacerdotes y los más influyentes de los judíos se presentaron ante él contra Pablo, y le rogaron, pidiendo contra él, como gracia, que le hiciese traer a Jerusalén; preparando ellos una celada para matarle en el camino. Pero Festo respondió que Pablo estaba custodiado en Cesárea, adonde él mismo partiría en breve. Los que de vosotros puedan, dijo, desciendan conmigo, y si hay algún crimen en este hombre, acúsenle.
Y deteniéndose entre ellos no más de ocho o diez días, venido a Cesárea, al siguiente día se sentó en el tribunal, y mandó que fuese traído Pablo. Cuando éste llegó, lo rodearon los judíos que habían venido de Jerusalén, presentando contra él muchas y graves acusaciones, las cuales no podían probar; alegando Pablo en su defensa: Ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra César he pecado en nada.

Después de que Festo tomara posesión de su cargo en Cesárea, descansó un día y subió a Jerusalén. De inmediato los principales sacerdotes y los más influyentes de los judíos le informaron de sus acusaciones contra Pablo. A continuación, le rogaron con toda urgencia que mandara buscar a Pablo e hiciera que lo llevaran a Jerusalén. Nuevamente se había tramado una emboscada para matarlo en el camino.

Festo debe haber tenido información de su complot anterior, por lo que les contestó que Pablo estaba custodiado en Cesárea (cuidado), donde pronto iría él. Entonces les sugirió que aquellos que pudieran fueran con él. Si había algo delictivo (fuera de lugar, incorrecto) en Pablo, entonces ellos lo acusarían

Después de ocho o diez días, Festo bajó a Cesárea. Al día siguiente se sentó en el tribunal (el trono del juez, el asiento del juicio). Es decir, inició un nuevo juicio oficial e hizo que trajeran a Pablo

Los judíos de Jerusalén lo rodearon e hicieron numerosas acusaciones muy graves contra él. Pero no podían probar ninguna. Lucas no nos da detalles aquí, pero sin duda las acusaciones eran similares a las que Tértulo había hecho ante Félix. También hace un simple resumen de la defensa de Pablo en este momento. Pablo alegó que no había pecado en forma alguna contra la Ley judía, contra el Templo, ni contra el César, es decir, contra el gobierno romano. Más tarde, Festo indicará que Pablo dio testimonio de la muerte y resurrección de Cristo también (versículo 19)

Pablo apela al César (25:9-12)

Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, respondiendo a Pablo dijo:
¿Quieres subir a Jerusalén, y allá ser juzgado de estas cosas delante de mí? Pablo dijo:
Ante el tribunal de César estoy, donde debo ser juzgado. A los judíos no les he hecho ningún agravio, como tú sabes muy bien. Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehusó morir; pero si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A César apelo. Entonces Festo, habiendo hablado con el consejo, respondió: A César has apelado; a César irás
.

Entonces Festo, deseoso de congraciarse con los judíos, le preguntó a Pablo si estaría dispuesto a subir a Jerusalén para otro juicio ante él. Por supuesto, Pablo sabía lo que esto significaría. Es probable que sus amigos le hubieran informado del nuevo complot para asesinarlo en el camino. Al menos Lucas tenía conocimiento de él, y algunos más han de haberlo tenido

Pablo sabía que tenía un recurso para librarse de las garras de los dirigentes judíos. Todos los ciudadanos romanos tenían el derecho de apelar al César. Reconocía que la autoridad que respaldaba al tribunal o sede del juicio donde se sentaba Festo, era la del César. En su condición de ciudadano romano, se hallaba donde tenía derecho a ser juzgado. A los judíos, no les había hecho daño ni agravio alguno, como Festo sabía muy bien

Entonces Pablo expresó los motivos por los que apelaba al César. Si él era culpable y había hecho algo digno de la pena de muerte, no se negaría a morir (es decir, no objetaría la pena de muerte). No obstante, como no existía nada de todo aquello de lo que era acusado, nadie podía (tenía poder para) entregarlo a los judíos como un favor hacia ellos

Festo habló esto con su consejo provincial. Sin embargo, no le quedaba nada que hacer. Pablo había apelado al César; al César debía ir. Es probable que Festo .se alegrara de que el caso se hallara ahora fuera de sus manos

Festo le presenta el caso de Pablo a Agripa (25:13-22)

Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice vinieron a Cesárea para saludar a Festo. Y como estuvieron allí muchos días, Festo expuso al rey la causa de Pablo, diciendo: Un hombre ha sido dejado preso por Félix, respecto al cual, cuando fui a Jerusalén, se me presentaron los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo condenación contra él. A éstos respondí que no es costumbre de los romanos entregar alguno a la muerte antes que el acusado tenga delante a sus acusadores, y pueda defenderse de la acusación.
Así que, habiendo venido ellos juntos acá, sin ninguna dilación, al día siguiente, sentado en el tribunal, mandé traer al hombre. Y estando presentes los acusadores, ningún cargo presentaron de los que yo sospechaba, sino que tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su religión, y de un cierto Jesús, ya muerto, el que Pablo afirmaba estar vivo. Yo, dudando en cuestión semejante, le pregunté si quería ir a Jerusalén y allá ser juzgado de estas cosas. Mas como Pablo apeló para que se le reservase para el conocimiento de Augusto, mandé que le custodiasen hasta que le enviara yo a César. Entonces Agripa dijo a Festo: Yo también quisiera oír a ese hombre. Y él le dijo:
Mañana le oirás.

Algunos días más tarde, el rey Agripa (Herodes Agripa II, conocido también como M. Julio Agripa II, hijo del Herodes de Hechos 12), y Berenice, su hermana viuda, llegaron a Cesárea a presentarle sus respetos al nuevo gobernador de Judea. Agripa II había sido nombrado rey de Caléis, territorio situado entre las montañas del Líbano y el Antilíbano, en el año 48 d.C. Más tarde (53 d.C.) se convirtió en rey de la tetrarquía de Filipo, al este del mar de Galilea, y de Lisanio, al oeste y noroeste de Damasco. En el año 56 d.C., Nerón añadió a su reinado varias ciudades situadas alrededor del mar de Galilea

Puesto que pasaron allí muchos días, Festo le presentó el caso de Pablo a Agripa, con el deseo de consultarlo con él. Después de relatarle cómo los judíos de Jerusalén se le presentaron (presentaron cargos) contra Pablo y le pidieron una sentencia condenatoria, le dijo que se había negado a entregarles a Pablo como un favor y cómo los había reunido y puesto a Pablo en juicio. Entonces, como romano, se sorprendió de que no acusaran a Pablo de ninguna de las cosas malas de las que él suponía que lo acusarían. En cambio, tenían contra él ciertas cuestiones. Festo, pagano romano, las llamó "su superstición" (en el texto griego, deisidaimonías, "superstición", que Reina-Valera traduce por "religión"). También hablaban de un cierto Jesús que había sido ajusticiado, y Pablo afirmaba que estaba vivo

A pesar de lo que dijo, Festo no admitió que el motivo por el que quería que Pablo fuese a Jerusalén era para congraciarse con los judíos. Al contrario: le dijo a Agripa que lo que sucedía era que él había dudado en cuestión semejante. Entonces, puesto que Pablo se había negado a ir a Jerusalén, y había apelado al emperador, para que él fuera quien decidiera (el Augusto, un título que significaba "digno de ser reverenciado", usado aquí para referirse al emperador Nerón), Festo había ordenado que se le custodiase hasta que él lo pudiese enviar al César

Agripa le respondió diciendo que quería oír él mismo a Pablo. Esto complació a Festo, quien fijó el momento para el día siguiente

Festo presenta su caso (25:23-27)

Al otro día, viniendo Agripa y Berenice con mucha pompa, y entrando en la audiencia con los tribunos y principales hombres de la ciudad, por mandato de Festo fue traído Pablo. Entonces Festo dijo: Rey Agripa, y todos los varones que estáis aquí junto con nosotros, aquí tenéis a este hombre, respecto del cual toda la multitud de los judíos me ha demandado en Jerusalén y aquí, dando voces que no debe vivir más.
Pero yo, hallando que ninguna cosa digna de muerte ha hecho, y como él mismo apeló a Augusto, he determinado enviarle a él. Como no tengo cosa cierta que escribir a mi señor, le he traído ante vosotros, y mayormente ante ti, oh rey Agripa, para que después de examinarle, tenga yo qué escribir. Porque me parece fuera de razón enviar un preso, y no informar de los cargos que haya en su contra.

Al día siguiente llegaron Agripa y Berenice con gran pompa y ostentación. Es decir, vinieron vestidos con sus ropajes reales y acompañados de todos sus asistentes. Los tribunos y los hombres prominentes de Cesárea llegaron también

Después de que trajeran a Pablo, Festo se dirigió al rey Agripa y a los demás que se hallaban presentes, rogándoles que examinaran a este hombre respecto del cual toda la multitud de los judíos (de Jerusalén) le había demandado dando voces que no debía vivir más. De nuevo, declaró que no hallaba que Pablo hubiera hecho nada digno de muerte. No obstante, puesto que había apelado al César, había decidido enviarlo a él. Su problema era que no tenía nada cierto (digno de fiar) que escribirle a su señor (al César). Tenía la esperanza de que después de aquel interrogatorio ante Agripa, tendría algo que escribir. Le parecía nada razonable enviar un prisionero sin señalar en una carta cuáles eran las acusaciones que había contra él

55.

Comentario a Hechos de los Apóstoles
Capítulo 26

En la audiencia final ante Agripa, el libro de los Hechos presenta por tercera vez la narración de la conversión de Pablo, y da algunos detalles que no habían sido escritos anteriormente.

Pablo, el fariseo (26:1-11)

Entonces Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar por ti mismo. Pablo entonces, extendiendo la mano, comenzó así su defensa: Me tengo por dichoso, oh rey Agripa, de que haya de defenderme hoy delante de ti de todas las cosas de que soy acusado por los judíos. Mayormente porque tú conoces todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos; por lo cual te ruego que me oigas con paciencia.
Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio pasé en mi nación, en Jerusalén, la conocen todos los judíos; los cuales también saben que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo. Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio; promesa cuyo cumplimiento esperan que han de alcanzar nuestras doce tribus, sirviendo constantemente a Dios de día y de noche. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos. ¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos?
Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en la ciudades extranjeras.

Al recibir permiso de Agripa para hablar por sí mismo. Pablo extendió su mano y comenzó su defensa. Se declaró dichoso de poder defenderse ante Agripa, porque este rey era experto en todas las cosas relacionadas con las costumbres y los asuntos de los judíos. Por esto, le rogó que lo escuchara con paciencia. En realidad. Agripa era judío de religión, y se podía esperar de él que le preocuparan estas cosas.

Primeramente, Pablo señaló que todos los judíos conocían su estilo de vida, tanto en Tarso como en Jerusalén. Sabían que había vivido como fariseo, siguiendo la enseñanza de esta secta judía, la más estricta de todas. (Vea 2 Corintios 11:22; Galatas 1:13; Filipenses 3:5.)

Ahora, Pablo había sido llamado a juicio por causa de la esperanza de la promesa que Dios les había hecho a los patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob, y posiblemente otros ancestros de Israel). Esta promesa, dijo Pablo, "nuestras doce tribus" ' la esperaban alcanzar (como el destino que Dios les había dado) sirviendo (adorando) constantemente a Dios día y noche. La acusación de los judíos contra él tenía que ver con esta esperanza. ¿Por qué lo consideraría increíble el rey si Dios resucitaba a los muertos? Esto es, especialmente ahora, que Dios había levantado a Jesús de entre los muertos.

Pablo mismo había pensado que era necesario hacer muchas cosas contra el nombre (persona, naturaleza y autoridad) de Jesús de Nazaret; había puesto a muchos de los santos (los creyentes consagrados a Dios) en prisiones. Cuando los habían matado, él había votado contra ellos. 2 Había ido de sinagoga en sinagoga, castigando frecuentemente a los creyentes, tratando de obligarlos a blasfemar (esto es, a blasfemar el nombre de Jesús). En el texto griego se insinúa, sin embargo, que no logró hacer que blasfemaran.

Se había enfurecido de tal manera contra ellos, que los había perseguido hasta ciudades del extranjero. Más tarde, en 1 Timoteo 1:13, Pablo señalaría que había actuado ignorante de la verdad.

La conversión y la misión de Pablo (26:12-18)

Ocupado en esto, iba yo a Damasco con poderes y en comisión de los principales sacerdotes, cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
Yo entonces dije: ¿Quién eres. Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.

Entonces, Pablo volvió a relatar su conversión en el camino de Damasco. La expresión "Dura cosa te es dar coces contra el aguijón" era una frase usada corrientemente para expresar la oposición a Dios.

A partir del versículo 16, Pablo presenta la misión que recibiera de Cristo con mayor detalle. Jesús le señaló que se le había aparecido para ponerlo en la importante tarea de ser ministro (sirviente) y testigo "de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti", rescatándote de tu pueblo (los judíos) y de los gentiles (las naciones), a las cuales te envío para que les abras los ojos y los vuelvas de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios (el Dios verdadero), para que puedan recibir el perdón de los pecados.

Con el perdón, los gentiles recibirían una herencia entre aquellos que son santificados (tratados como santos, apartados para Dios como pueblo suyo dedicado a hacer su voluntad) por la fe en Cristo. ("Fe en mí" es una definición del tipo de fe que permanece firme en Cristo.)

De esta manera, Pablo mostró que el mismo Jesús le había encomendado la misión de llevar adelante su obra a los gentiles, como estaba profetizado por Isaías 42:6, 7 y 61:1, 2. Es decir, él compartiría la obra de Cristo.

El testimonio fiel de Pablo (26:19-23)

Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento. Por causa de esto los judíos, prendiéndome en el templo, intentaron matarme. Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder: Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles.

A continuación. Pablo declaró que no había sido desobediente a la visión (aparición) celestial. Aquí la palabra "visión" no significa una visión al estilo de los sueños, sino una aparición real en la que Jesús le habló en persona.

Su obediencia quedó demostrada en la forma en que les había declarado a los judíos en Damasco, Jerusalén y toda Judea, y también a \los gentiles, que debían arrepentirse (cambiar su mentalidad y sus actitudes fundamentales), volverse a Dios y hacer obras dignas de arrepentimiento. Por causa de este mensaje (en el que se incluían bendiciones para los gentiles) era por lo que los judíos lo habían apresado en el Templo y tratado de matarlo.

Entonces Pablo comenzó nuevamente a dar testimonio de Cristo. Por el auxilio de Dios había perseverado hasta aquel día, testificándoles tanto a grandes como a pequeños. Por supuesto que entre los grandes estaba incluido el rey Agripa.

Sin embargo, el testimonio de Pablo no se limitaba a su propia experiencia. Todo lo que estaba diciendo era solamente lo que los profetas y Moisés ya habían dicho que sucedería. En otras palabras, todo su mensaje estaba fundamentado en las Escrituras: Ellos eran los que habían declarado que el Cristo (el Mesías) debería sufrir; ellos habían mostrado cómo El, primicias de la resurrección entre los muertos, les anunciaría la luz al pueblo (los judíos) y a los gentiles (las naciones).

Festo y Agripa rechazan el evangelio (26:24-29)

Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco. Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura. Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón. ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano. Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!

Pablo predicó con poder. Festo sintió la convicción de su prédica y reaccionó contra ella interrumpiendo a Pablo. Gritando en voz alta, le dijo: "Estás loco. Pablo; las muchas letras te vuelven loco," Al hablar de "muchas letras" o "mucho conocimiento" se refería a las Escrituras de las que Pablo había estado hablando.

Con delicadeza y cortesía. Pablo replicó: "No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo (ungido por el Espíritu) palabras (griego, rhémata) de verdad y de cordura." El rey tenía conocimiento de aquellas cosas. Es decir, el rey podría verificarlas si quería hacerlo.

Después de esto. Pablo volvió su atención de nuevo al rey. Podía hablarle con toda confianza (libremente), porque estaba convencido de que no ignoraba nada de esto (ninguna de aquellas cosas había escapado a su conocimiento), ya que todo aquello (las realidades de la muerte y resurrección de Cristo y los acontecimientos del Evangelio) no se había hecho en algún rincón; eran cosas que se habían hecho en público y eran públicamente conocidas. Entonces, dirigiéndose a Agripa, Pablo le preguntó si creía en los profetas. Sin esperar respuesta, añadió que él sabía que creía.

De pronto, y con sorpresa. Agripa se dio cuenta de que Pablo estaba tratando de convertirlo. Al decir que Agripa creía en los profetas. Pablo estaba diciendo implícitamente que como consecuencia, tendría que creer lo que éstos decían sobre el Mesías, y esto haría que creyera lo que Pablo decía sobre Jesús. Sin embargo, parece que Agripa no estaba dispuesto a decir que creía en los profetas; tampoco lo estaba a decir que creía a Pablo.

La respuesta de Agripa ha sido traducida e interpretada de diversas maneras. Algunos manuscritos antiguos dicen literalmente: "Por poco me logras persuadir a que me convierta en cristiano." La versión inglesa King James y la castellana Reina-Valera toman esto como una admisión de que había sentido la fuerza de los argumentos de Pablo, y había faltado poco para que Pablo lo convenciera de que se hiciera cristiano.

Otros manuscritos antiguos dicen: "Por poco me persuades a actuar como cristiano", es decir, a hacer el papel de cristiano. Muchos escritores toman esto como un rechazo. Agripa no quería que Pablo lo usara para corroborar lo que afirmaba el Evangelio.

"Por poco" podría significar "casi" o "en pocas palabras". También podría significar "en poco tiempo". Por esto, algunos dicen que Agripa quería decir: "En resumen, que estás tratando de persuadirme a que me haga cristiano", y se limitan a interpretar su respuesta como una ironía: "¿Crees de verdad que en tan poco tiempo puedes persuadirme a que me haga cristiano (o actúe, o viva como cristiano)?" Aun hay otros que lo toman como un fuerte rechazo: "En resumen, tratas de persuadirme a que actúe (haga el papel de) como cristiano." Sea cual sea la traducción, lo que está claro es que Agripa estaba rechazando los esfuerzos de Pablo para convertirlo.

Sin embargo. Pablo se negó a sentirse desalentado. Por eso le contestó: "¡Quisiera Dios que por poco o por mucho (en poco o en mucho tiempo), no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy (esto es, cristianos como yo), excepto estas cadenas!" Es posible que en este momento Pablo levantara las manos para enseñar las cadenas que ataban sus muñecas.

Agripa reconoce la inocencia de Pablo (26:30-32)

Cuando había dicho estas cosas, se levantó el rey, y el gobernador, y Berenice, y los que se habían sentado con ellos; y cuando se retiraron aparte, hablaban entre sí, diciendo: Ninguna cosa digna ni de muerte ni de prisión ha hecho este hombre. Y Agripa dijo a Festo: Podía este hombre ser puesto en libertad, si no hubiera apelado a César.

Agripa ya había oído bastante. Al levantarse, indicó que la audiencia había terminado. Entonces, todos ellos salieron y comentaron lo oído. Todos estuvieron de acuerdo en que Pablo no había hecho nada que fuera digno de muerte ni de prisión; no había nada en la ley romana que pudiera tenerlo por culpable. En aquel momento, Agripa le dijo a Festo que Pablo podría haber sido liberado si no hubiera apelado al César.

Con esto se estaba diciendo implícitamente que el emperador vería la inocencia de Pablo y haría que se le pusiera en libertad. Aunque en el año 59 d.C. era Nerón el emperador, éste todavía no se había embarcado en ninguna campaña contra los cristianos. Bajo las leyes romanas de aquellos momentos, no era delito ser cristiano. Hasta la segunda prisión de Pablo, que está reflejada en 2 Timoteo, no se convertiría en un peligro bajo el dominio romano, el ser cristiano.

 

 
1. Hechos 1
2. Hechos 2,3
3. Hechos 4,5
4. Hechos 6,7
5. Hechos 8
6. Hechos 9a
7. Hechos 9b
8. Hechos 10
9. Hechos 11
10. Hechos 12
11. Hechos 13
12. Hechos 14
13. Sant./Gál.
14. Hechos 15
15. Hechos 16
16. Hechos 17
17. Hechos 18
18. Hechos 19
19. Cor./Rom.
20. Hechos 20
21. Hechos 21
22. Hechos 22
23. Hechos 23
24. Hechos 24
25. Hechos 25,26
26. Hechos 27
27. Hechos 28
 

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