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17. Hechos 18

Hechos Apostólicos es un estudio de la Edad Apostólica de la iglesia cristiana temprana. Es la continuación milagrosa de la obra de Jesús en el primer siglo, a través de la obra del Espíritu Santo y su iglesia. Presenta el ministerio de Pedro, de los doce apóstoles y de Pablo de Tarso, en su cumplimiento de la Gran Comisión desde el Día de Pentecostés hasta llevar el evangelio a Roma, el capital del mundo.

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37.

CAPITULO 19: MUCHO PUEBLO EN ESTA CIUDAD

Léase Hechos 18:1-28.

Preguntas de Preparación

1. ¿Qué tan efectivo fue el ministerio de Pablo en Corinto?

2. ¿A dónde fue Pablo después de salir de Corinto?

3. ¿Qué instrucción recibió Apolos en Efeso?

Introducción

La fiel predicación del evangelio en el mercado de Atenas había propiciado una invitación para hablar a los filósofos reu­nidos en el Areópago. La mayoría de aquellos filósofos recha­zaron el mensaje de Pablo; aunque algunos sí creyeron. Pablo entonces abandonó Atenas, y se dirigió hacia Corinto. Estas dos ciudades eran muy diferentes. Atenas era el centro de la cultura griega y de la enseñanza. Corinto que era puerto, era famoso en todo el imperio romano por su inmoralidad.

1. El Ministerio en Corinto

En Corinto, Pablo conoció a Aquila y a su mujer Priscila. Estos habían venido de Roma cuando a los judíos los habían ex­pulsado de aquella ciudad. Al igual que Pablo, su oficio era el de hacer tiendas. Pablo se hospedó con ellos, y trabajó con ellos mientras predicaba el evangelio en Corinto. Asistía los sábados a las sinagogas y hablaba a los judíos acerca de Cristo. Después de un tiempo, surgió entre los judíos la oposición a Pablo. Cuan­do ellos ya no quisieron escuchar el evangelio, Pablo "les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra pro­pia cabeza; yo limpio; desde ahora me iré a los gentiles" (v. 6). Pablo dejó de ir a la sinagoga, y predicó el evangelio en la casa de Tito Justo, que estaba junto a la sinagoga. No todos los judíos habían rechazado el mensaje. Crispo, el principal de la sinagoga, y muchos otros habían creído.

Por este tiempo, Pablo tuvo una visión. Se le apareció el Señor, quien le dijo, "No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre tí la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad" (w. 9-10). Pue­de parecer un poco extraño que ahora, cuando leemos que no había ninguna persecución, Pablo necesitaba esta palabra de aliento de parte del Señor. El miedo no es cosa que se siente sólo en momentos de mayor peligro. Pablo no era diferente en este sentido a nosotros. En el momento en que más necesitamos aliento, Dios nos lo da.

La visión también, sirvió como preparación para la persecu­ción que habría de venir en breve. Al entrar Galión como pro­cónsul, los judíos presentaron ante él una acusación contra Pablo. Sin embargo, Galión no atendió a los judíos, dándose cuenta de que a Pablo no se le acusaba de quebrantar alguna ley romana, sino simplemente de ofender a los judíos en asuntos religiosos. Sus decisiones de no escuchar siquiera a la acusación de los judíos fue una oportunidad para que los griegos expresasen su odio con­tra los judíos. Sostenes, que posiblemente fue nombrado el prin­cipal en la sinagoga después de la conversión al evangelio de Crispo, fue tomado en frente del palacio de gobierno y golpeado por los griegos, y el gobernador ni siquiera hizo caso de ello.

2. Después de Corinto

Cuando Pablo ya había estado en Corinto más de un año y medio, se despidió de los hermanos de ahí. Llevando a Aquila y a Priscila con él, inició su viaje de regreso a Siria. Antes de salir de Cencrea, que era el puerto de Corinto, se rapó la cabeza pues había hecho un voto. Pablo, el apóstol a los gentiles, se oponía cuando los judíos obligaban a los gentiles a obedecer la ley de Moisés; sin embargo él, en lo personal, no creía necesario abandonar todas las costumbres y prácticas de su pueblo.

Pablo se detuvo en Efeso y predicó el evangelio en la sina­goga judía. Los judíos estaban ansiosos de saber más sobre el evangelio, y pidieron que Pablo se quedara más tiempo con ellos. No le fue posible a Pablo permanecer más ahí, pero pro­metió regresar en una fecha no lejana. Dejó a Priscila y a Aquila ahí para que ellos siguiesen predicando el evangelio o instruyendo a los que habían creído.

Pablo navegó hasta Cesárea, donde subió a Jerusalén para saludar a la iglesia de ahí. Retornó a Antioquia de Siria, lugar donde comenzaban y terminaban sus viajes misioneros. No permaneció en Antioquia mucho tiempo, cuando nuevamente salió en otra de sus giras. Como en el segundo viaje, pasó por las regiones norteñas de Galacia y Frigia, y luego regresó a Efeso por la vía terrestre.

3. Apolos en Efeso

Después de que había salido Pablo de Efeso, llegó a esta ciudad un judío alejandrino llamado Apolos, y comenzó a ense­ñar a la gente. Era hombre de gran elocuencia. Creía en las Escrituras, pero no conocía el mensaje completo del Señor Jesu­cristo. Únicamente había aprendido el mensaje predicado por Juan el Bautista. Sin embargo, lo que sabía eso predicaba. Ahora bien, Priscila y Aquila llegaron a oirle cuando estaban en Efeso; dándose cuenta de cuánto le faltaba por saber, le ense­ñaron acerca del Señor Jesucristo y acerca del evangelio que pre­dicaba. En verdad, Apolos debe haber sido un hombre verda­deramente humilde, ya que vemos que consintió en que unos pobres hacedores de tiendas le enseñaran.

Apolos decidió luego que era mejor para él pasar a la región de Acaya. Quizá pensó que después de haber predicado en Efeso el mensaje de Juan el Bautista, sería difícil para el pueblo entender por qué ahora proclamaba un mensaje más completo. Llevando una carta de los hermanos en Efeso a los hermanos de Corinto, Apolos se dirigió a esta ciudad, y fue recibido por la iglesia. Predicó el mensaje que había recibido de Aquila y de Priscila, y así sirvió de mucho a la iglesia de Jesucristo ahí.

38.

Comentario a Hechos de los Apóstoles
Capítulo 18

¿Por qué se fue Pablo de Atenas, si había pensado esperar a Silas y a Timoteo allí? La Biblia no nos lo dice. Pero sí dejó un grupo de creyentes al irse, y el texto griego muestra que se separó de ellos con pesar.

Es posible que una de las razones por las que se marchó de Atenas fuera que no halló oportunidad de ejercer su oficio de fabricante de tiendas allí. Atenas no era un centro comercial. Pablo incluyó entre sus sufrimientos por el Señor, algunos tiempos en que no tuvo suficiente qué comer, esto es, momentos en que tuvo que ayunar a la fuerza, por motivos económicos (2 Corintios 11:27).

Otra razón para marcharse de Atenas puede haber sido la gran necesidad que había en Corinto. Esta próspera ciudad era un gran centro comercial. Había sido destruida en el año 146 a. C. y no había sido reconstruida hasta que Julio César no se interesó en ella, cien años más tarde. El la hizo una colonia romana, y nuevamente conoció la prosperidad. Pero también era centro de idolatría y de vida licenciosa. Los griegos habían inventado incluso una nueva palabra para expresar la inmoralidad sexual extrema y el desenfreno: "corintizar". Los corintios recibían alientos en su inmoralidad, de la adoración de la llamada "diosa del amor". Afrodita.

Priscila y Aquila (18:1-4)

"Después de estas cosas. Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas. Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos".

En Corinto, Pablo conoció a un matrimonio que se convertiría en parte del grupo de sus amigos más fieles y compañeros de trabajo en el Evangelio. El esposo, Aquila, era un judío cuya familia era de la provincia romana del Ponto (situada en el norte del Asia Menor, sobre el mar Negro, al este de Bitinia). Puesto que el nombre de Aquila era común entre los esclavos en Roma, hay alguna especulación sobre si cuando los romanos tomaron el Ponto, su familia fue capturada y vendida o entregada en esclavitud en Roma. Más tarde, muchos de los esclavos judíos habían sido liberados. Había una amplia clase de libertos en Roma que habían sido establecidos en negocios por sus antiguos amos, o que practicaban diversos oficios.

El nombre de la esposa de Aquila, Priscila, es un diminutivo o forma familiar de "Frisca" (2 Timoteo 4:19), lo que indica que era una dama romana de una de las clases superiores de la sociedad. Al menos es posible que fuera la hija del antiguo amo de Aquila. Quizá él la ayudara a creer en el único Dios verdadero el Dios de Israel. Después, cuando fue liberado, se casaron.

Hacía poco que habían llegado a Corinto procedentes de Italia. Claudio, el cuarto emperador romano, había ordenado que todos los judíos salieran de Roma. Pablo fue a ellos y encontró en su hogar un lugar donde vivir y ejercer su oficio, porque ellos también eran fabricantes de tiendas y habían podido establecer su negocio en Corinto con éxito.

Nada indica que Priscila y Aquila fueran cristianos antes de que Pablo los conociera, aunque es posible que tuvieran algún conocimiento del Evangelio. Si ya no eran creyentes, pronto los ganaría Pablo para el Señor. Así se convirtieron en fieles seguidores de Cristo. Podemos tener la seguridad de que lo acompañaban a la sinagoga todos los sábados y lo alentaban mientras él trataba de persuadir tanto a judíos como a gentiles.

Pablo se va a los gentiles (18:5-11)

"Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo.
Pero oponiéndose y blasfemando éstos, les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles.
Y saliendo de allí, se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la cual estaba junto a la sinagoga. Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados.
Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta dudad. Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios".

Después de que Silas y Timoteo llegaron a Corinto procedentes de Macedonia, Pablo se sintió urgido por la Palabra. Escribió 1 Tesalonicenses poco después de llegar ellos, porque le traían buenas noticias. En 1 Tesalonicenses 3:6-10 habla de esto. Timoteo le trajo buenas noticias sobre la fe y el amor de los creyentes de Tesalónica.

Los enemigos del Evangelio no habían tenido manera de apartarlos del Señor ni de Pablo. Durante las penosas circunstancias por las que pasaba y la aplastante presión de la persecución, el maravilloso informe sobre su fe y su constancia en el Evangelio le levantó el ánimo y alivió la presión de su apasionada preocupación por ellos, dándole nuevo valor para seguir adelante.

Según parece, hasta este momento, no había una respuesta notable al Evangelio en Corinto. Ahora sintió una presión tal por la Palabra, que comenzó a dar testimonio con una intensidad y un celo cada vez mayores. En todas partes declaraba que Jesús es el Mesías, el Profeta, Sacerdote y Rey ungido de Dios.

En la sinagoga, este aumento de intensidad en el mensaje de Pablo hizo que la mayoría de los judíos que no habían creído dejaran de sentir indiferencia y se alinearan contra el Evangelio. Hasta llegaron a blasfemar (no de Dios, sino de Pablo), usando un lenguaje abusivo y oponiéndose a Pablo, mientras hablaban toda suerte de cosas malas contra él y contra el Evangelio.

Aquello fue demasiado para Pablo, de manera que se sacudió los vestidos (el manto) contra ellos, como señal de que rechazaba sus blasfemias. Después, invocó la sangre de ellos sobre sus propias cabezas. Esto es, declaró que serían responsables por el juicio que Dios enviaría sobre ellos. Pablo les había hecho la advertencia, y estaba limpio. Por supuesto, ellos comprendían que se estaba refiriendo a la responsabilidad que Dios había puesto sobre Ezequiel, de que alertara al pueblo (Ezequiel 3:16-21). Pablo había hecho lo que le correspondía en cuanto a alertar a los judíos. Desde aquel momento (en Corinto) se volvería a los gentiles.

Entonces, se marchó de la sinagoga y fue a la casa contigua, que era de un gentil piadoso llamado Tito (o Titio) Justo. Allí comenzó a predicar el Evangelio.

Pablo, Silas y Timoteo no fueron los únicos en abandonar la sinagoga. Crispo, el principal de la sinagoga, tomó la decisión de creer en el Señor, y toda su casa, siguiendo su ejemplo, tomó esa misma decisión. (Vea 1 Corintios 1:16.) Muchos de los gentiles de Corinto creyeron también y fueron bautizados.

El Señor le confirmó a Pablo que había actuado correctamente. En visión de noche, Jesús) le dijo a Pablo que no temiera. La forma del griego usado aquí indica que Pablo estaba comenzando a temer que tendría que marcharse de Corinto, tal como lo había tenido que hacer en muchas otras ciudades al comenzar la persecución. Pero Jesús le dijo que debía seguir hablando la Palabra en Corinto, y no callar; Él estaba junto a Pablo y no permitiría que nadie pusiera su mano sobre él para hacerle mal, porque El tenía mucho pueblo en Corinto. Es decir, que muchos más aceptarían a Jesús y entrarían a formar parte del verdadero pueblo de Dios.

Con estas nuevas fuerzas, Pablo se quedó en Corinto un año y seis meses, enseñando la Palabra de Dios entre ellos. Durante todo aquel tiempo, no hubo violencia y nadie le hizo mal a Pablo, como se lo había prometido el Señor.

Llevado ante Galión (18:12-17)

"Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal, diciendo: Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley. Y al comenzar Pablo a hablar, Galión dijo a los judíos: Si fuera algún agravio o algún crimen enorme, oh judíos, conforme a derecho yo os toleraría. Pero si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros; porque yo no quiero ser juez de estas cosas. Y los echó del tribunal. Entonces todos los griegos, apoderándose de Sóstenes, principal de la sinagoga, le golpeaban delante del tribunal; pero a Galión nada se le daba de ello".

En la primavera del año 52 d.C., el Senado romano nombró un nuevo procónsul llamado Galión para el gobierno de la provincia de Acaya (Grecia). Los judíos incrédulos pensaron al parecer que podían aprovecharse de la falta de conocimiento de la situación que tenía el nuevo gobernante. Se levantaron de común acuerdo contra Pablo y lo llevaron ante el tribunal (el trono de juicio del gobernador). Los arqueólogos han descubierto este trono (bema) de juicio, hecho de mármol azul y blanco.

Acusaron a Pablo ante Galión de persuadir a los hombres a adorar a Dios en una forma contraria a la ley. Puesto que se hallaban ante un tribunal romano, es probable que quisieran decir que era contrario a la ley romana. Puesto que la ley romana aceptaba el judaísmo como religión legal, estos judíos incrédulos lo que estaban diciendo era que el cristianismo era diferente del judaísmo, y por lo tanto, ilegal.

Pablo estaba a punto de comenzar a hablar cuando Galión les respondió a los judíos. Tenía suficiente sentido común para darse cuenta de que no había crimen ni acto malvado de inmoralidad en todo aquello. Puesto que le pareció que la querella contra Pablo se debía solamente a cuestiones sobre palabras y nombres y su propia ley judía, les dijo que podían arreglar el asunto ellos mismos. El no quería ser juez de cosas así. Después los echó (o hizo que los echaran) del tribunal, que probablemente estuviera montado en una plaza pública abierta.

Esto complació a la multitud, porque los judíos no eran populares. Entonces, aprovechándose de la actitud de Galión, se apoderaron de Sóstenes, el nuevo principal de la sinagoga y comenzaron a golpearlo antes de que pudiera salir del tribunal. Galión, como ellos esperaban, no les prestó atención alguna. Consideraba que todo aquel asunto se hallaba fuera de su jurisdicción. De esta manera, los judíos que esperaban volver al gobernador en contra de Pablo, se encontraron todo lo contrario. Al principio había parecido como si la promesa que Jesús le había hecho a Pablo de que no le harían daño en Corinto no podría ser cumplida. Sin embargo, fueron los enemigos de Pablo y no él los que salieron golpeados.

Esto debe haber tenido un profundo efecto en Sóstenes. Pablo continuó en Corinto por un buen tiempo. Finalmente, Sóstenes debe haber cedido ante la verdad del Evangelio. En 1 Corintios 1:1, el hermano Sóstenes se une a Pablo en su saludo a los corintios. Aunque no lo podemos probar como totalmente seguro, debe ser el mismo Sóstenes. Sería improbable que hubiera otro Sóstenes prominente que fuera tan conocido para la iglesia de Corinto. ¡Verdaderamente, la gracia de Dios es maravillosa! El jefe de la oposición, un hombre que debe haber blasfemado de Pablo y del Evangelio él mismo, se convirtió en un hermano en el Señor. Con esta victoria ante Galión y la conversión de Sóstenes, debe haber habido más libertad que nunca para que los cristianos dieran testimonio de Cristo en Corinto.

De regreso a Antioquía (18:18-22)

"Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto. Y llegó a Efeso, y los dejó allí; y entrando en la sinagoga, discutía con los judíos, los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió, sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere. Y zarpó de Efeso. Habiendo arribado a Cesarea, subió para saludar a la iglesia, y luego descendió a Antioquía".

Después de algún tiempo (probablemente algunos meses). Pablo se embarco rumbo a Siria en la parte final de su segundo viaje misionero.

Se llevó a Priscila y a Aquila consigo. Como suele suceder, se nombra primero a Priscila. Da la impresión de que había sido dotada por el Espíritu para el ministerio, pero siempre hallamos a Aquila trabajando con ella. ¡Deben haber formado una formidable pareja!

En Cencrea, el puerto de Corinto, Pablo se hizo rapar el cabello, porque tenía hecho un voto. No se dan más explicaciones, pero probablemente fuera un voto nazareo modificado, un voto que expresaba una consagración completa a Dios y a su voluntad. El cabello era rapado siempre al terminar el período del voto. (Vea Números 6:1-21.)

Cuando llegaron a la gran ciudad de Efeso, Pablo se aparto de Priscila y Aquila. Esta vez el Espíritu Santo no le impidió predicar allí. Por tanto, se fue a la sinagoga y encontró judíos dispuestos a escuchar su presentación razonada del Evangelio. En realidad, querían que se quedara más tiempo, pero él no accedió. Sin embargo, en su despedida les prometió regresar, "si Dios quiere".

Después de desembarcar en Cesarea, subió a Jerusalén y le presentó sus respetos a la iglesia de allí. Es probable que les hiciera saber que había sido fiel en cumplir las instrucciones del Concilio relatado en Hechos 15. También le interesaba mantener buenas relaciones con ellos.

Desde Jerusalén, siguió a Antioquía de Siria, terminando de esa forma su segundo viaje misionero.

Comienza el tercer viaje misionero de Pablo (18:23)

"Y después de estar allí algún tiempo, salió, recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia, confirmando a todos los discípulos".

Pablo pasó algún tiempo en Antioquía animando y enseñando a la iglesia. Entonces se dirigió por tierra al norte en un viaje de 2.400 kilómetros a las regiones de Galacia y Frigia. Visitó una tras otra las iglesias fundadas en su primer y segundo viaje. Pablo nunca fundaba iglesias para después olvidarse de ellas. Siempre buscaba la manera de regresar para dar más enseñanza y confirmar y fortalecer a los discípulos. Es decir, que siempre se sentía tan preocupado o más por fortalecer a los nuevos creyentes, que por ayudarlos a ser salvos.

Apolos de Alejandría (18:24-28)

"Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios. Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído; porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo".

Alejandría, situada en la costa norte de Egipto, al oeste de la desembocadura del río Nilo, era la segunda ciudad del Imperio Romano, un importante puerto marítimo y el centro más grande de cultura e instrucción del imperio. Tenía una población judía numerosa en la parte nordeste de la ciudad. Eran helenistas (hablaban griego) y entre ellos se había producido la famosa Versión griega del Antiguo Testamento llamada "de los Setenta" (o "septuaginta").

Desde Alejandría llegó a Efeso un elocuente judío llamado Apolos (abreviación de Apolonio). No sólo era elocuente, sino que era muy instruido, un verdadero erudito, y era poderoso en el uso de las Escrituras. Ya había sido instruido oralmente en el camino del Señor Jesús, probablemente en Alejandría, su ciudad natal. Estaba tan lleno de entusiasmo con respecto a Jesús, que su espíritu se desbordaba literalmente cuando hablaba.

Sus enseñanzas también eran exactas. Tenía todos los datos correctos sobre la vida y el ministerio de Jesús, y también sobre su muerte y resurrección. Pero debe haber oído estos datos de boca de uno de los testigos de la resurrección de Cristo que, como muchos de los quinientos (1 Corintios 15:6), no fueron a Jerusalén y no estuvieron presentes cuando el Espíritu se derramó en el día de Pentecostés. Sin embargo, estaba entusiasmado con lo que sabía, y comenzó a hablar valientemente (demostrando que Jesús es el Mesías) en la sinagoga de Efeso.

Priscila y Aquila estaban presentes y lo oyeron. No le dijeron nada en la sinagoga, sino que lo tomaron aparte para darle más instrucción. El texto griego también señala que lo recibieron, y es probable que se lo llevaran a su casa. Entonces, le explicaron con más precisión el camino del Señor. La Biblia no dice aquí qué fue lo que le dijeron, pero el capítulo siguiente se refiere a doce discípulos que se hallaban en la misma situación, con la misma necesidad de instrucción, y allí sí se dan detalles.

Es interesante notar aquí que Juan Crisóstomo ("Juan, el de la boca de oro"), el pastor principal de la iglesia de Constantinopla alrededor del año 400 d.C., reconocía que Priscila había tomado la iniciativa en la instrucción que recibió Apolos. Los mejores eruditos del idioma griego están de acuerdo hoy en día. Apolos era un hombre culto e instruido. Ella debe haber sido también una mujer de buena educación y trato agradable. Las epístolas de Pablo nos muestran también que era, junto con su esposo, compañera de trabajo, de enseñanza y misionera.

Mirando más allá, podemos ver que Apolos debe haber recibido el bautismo en agua con la autoridad de Jesús (como en Mateo 28:18, 19). Después deben haber orado para que recibiera el bautismo en el Espíritu, como en Hechos 2:4.

Podemos ver la reacción positiva de Apolos en las cartas de recomendación que los hermanos cristianos de Efeso escribieron a favor suyo cuando quiso seguir rumbo a Grecia. En Grecia, su ministerio fue eficaz también. Se convirtió en canal de la gracia de Dios para ayudar a los creyentes. Hablaba con gran poder y refutaba vehementemente los argumentos de los judíos incrédulos, demostrándoles con las Escrituras que Jesús es el Mesías, el Cristo. Tal como Pablo dice en 1 Corintios 3:6, Apolos regó lo que Pablo había plantado, pero todo el tiempo era Dios quien daba el crecimiento.

 

 
1. Hechos 1
2. Hechos 2,3
3. Hechos 4,5
4. Hechos 6,7
5. Hechos 8
6. Hechos 9a
7. Hechos 9b
8. Hechos 10
9. Hechos 11
10. Hechos 12
11. Hechos 13
12. Hechos 14
13. Sant./Gál.
14. Hechos 15
15. Hechos 16
16. Hechos 17
17. Hechos 18
18. Hechos 19
19. Cor./Rom.
20. Hechos 20
21. Hechos 21
22. Hechos 22
23. Hechos 23
24. Hechos 24
25. Hechos 25,26
26. Hechos 27
27. Hechos 28
 

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