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17. Hechos 18 Hechos Apostólicos es un estudio de la Edad Apostólica de la iglesia cristiana temprana. Es la continuación milagrosa de la obra de Jesús en el primer siglo, a través de la obra del Espíritu Santo y su iglesia. Presenta el ministerio de Pedro, de los doce apóstoles y de Pablo de Tarso, en su cumplimiento de la Gran Comisión desde el Día de Pentecostés hasta llevar el evangelio a Roma, el capital del mundo. 37.
CAPITULO
19: MUCHO PUEBLO EN ESTA CIUDAD
Léase
Hechos 18:1-28. Preguntas
de Preparación 1.
¿Qué tan efectivo fue el ministerio de Pablo en Corinto? 2.
¿A dónde fue Pablo después de salir de Corinto? 3.
¿Qué instrucción recibió Apolos en Efeso? Introducción La
fiel predicación del evangelio en el mercado de Atenas había
propiciado una invitación para hablar a los filósofos reunidos
en el Areópago. La mayoría de aquellos filósofos rechazaron el
mensaje de Pablo; aunque algunos sí creyeron. Pablo entonces
abandonó Atenas, y se dirigió hacia Corinto. Estas dos ciudades
eran muy diferentes. Atenas era el centro de la cultura griega y de
la enseñanza. Corinto que era puerto, era famoso en todo el imperio
romano por su inmoralidad. 1.
El Ministerio en Corinto En
Corinto, Pablo conoció a Aquila y a su mujer Priscila. Estos habían
venido de Roma cuando a los judíos los habían expulsado de
aquella ciudad. Al igual que Pablo, su oficio era el de hacer
tiendas. Pablo se hospedó con ellos, y trabajó con ellos mientras
predicaba el evangelio en Corinto. Asistía los sábados a las
sinagogas y hablaba a los judíos acerca de Cristo. Después de un
tiempo, surgió entre los judíos la oposición a Pablo. Cuando
ellos ya no quisieron escuchar el evangelio, Pablo "les dijo,
sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia
cabeza; yo limpio; desde ahora me iré a los gentiles" (v. 6).
Pablo dejó de ir a la sinagoga, y predicó el evangelio en la casa
de Tito Justo, que estaba junto a la sinagoga. No todos los judíos
habían rechazado el mensaje. Crispo, el principal de la sinagoga, y
muchos otros habían creído. Por
este tiempo, Pablo tuvo una visión. Se le apareció el Señor,
quien le dijo, "No temas, sino habla, y no calles; porque yo
estoy
contigo,
y ninguno pondrá sobre tí la mano para hacerte mal, porque yo
tengo mucho pueblo en esta ciudad" (w. 9-10). Puede parecer
un poco extraño que ahora, cuando leemos que no había ninguna
persecución, Pablo necesitaba esta palabra de aliento de parte del
Señor. El miedo no es cosa que se siente sólo en momentos de mayor
peligro. Pablo no era diferente en este sentido a nosotros. En el
momento en que más necesitamos aliento, Dios nos lo da. La
visión también, sirvió como preparación para la persecución
que habría de venir en breve. Al entrar Galión como procónsul,
los judíos presentaron ante él una acusación contra Pablo. Sin
embargo, Galión no atendió a los judíos, dándose cuenta de que a
Pablo no se le acusaba de quebrantar alguna ley romana, sino
simplemente de ofender a los judíos en asuntos religiosos. Sus
decisiones de no escuchar siquiera a la acusación de los judíos
fue una oportunidad para que los griegos expresasen su odio contra
los judíos. Sostenes, que posiblemente fue nombrado el principal
en la sinagoga después de la conversión al evangelio de Crispo,
fue tomado en frente del palacio de gobierno y golpeado por los
griegos, y el gobernador ni siquiera hizo caso de ello. 2.
Después de Corinto Cuando
Pablo ya había estado en Corinto más de un año y medio, se
despidió de los hermanos de ahí. Llevando a Aquila y a Priscila
con él, inició su viaje de regreso a Siria. Antes de salir de
Cencrea, que era el puerto de Corinto, se rapó la cabeza pues había
hecho un voto. Pablo, el apóstol a los gentiles, se oponía cuando
los judíos obligaban a los gentiles a obedecer la ley de Moisés;
sin embargo él, en lo personal, no creía necesario abandonar todas
las costumbres y prácticas de su pueblo. Pablo
se detuvo en Efeso y predicó el evangelio en la sinagoga judía.
Los judíos estaban ansiosos de saber más sobre el evangelio, y
pidieron que Pablo se quedara más tiempo con ellos. No le fue
posible a Pablo permanecer más ahí, pero prometió regresar en
una fecha no lejana. Dejó a Priscila y a Aquila ahí para que ellos
siguiesen predicando el evangelio o instruyendo a los que habían
creído. Pablo
navegó hasta Cesárea, donde subió a Jerusalén para saludar a la
iglesia de ahí. Retornó a Antioquia de Siria, lugar donde
comenzaban y terminaban sus viajes misioneros. No permaneció en
Antioquia mucho tiempo, cuando nuevamente salió en otra de sus
giras. Como en el segundo viaje, pasó por las regiones norteñas de
Galacia y Frigia, y luego regresó a Efeso por la vía terrestre. 3.
Apolos en Efeso Después
de que había salido Pablo de Efeso, llegó a esta ciudad un judío
alejandrino llamado Apolos, y comenzó a enseñar a la gente. Era
hombre de gran elocuencia. Creía en las Escrituras, pero no conocía
el mensaje completo del Señor Jesucristo. Únicamente había
aprendido el mensaje predicado por Juan el Bautista. Sin embargo, lo
que sabía eso predicaba. Ahora bien, Priscila y Aquila llegaron a
oirle cuando estaban en Efeso; dándose cuenta de cuánto le faltaba
por saber, le enseñaron acerca del Señor Jesucristo y acerca del
evangelio que predicaba. En verdad, Apolos debe haber sido un
hombre verdaderamente humilde, ya que vemos que consintió en que
unos pobres hacedores de tiendas le enseñaran. Apolos
decidió luego que era mejor para él pasar a la región de Acaya.
Quizá pensó que después de haber predicado en Efeso el mensaje de
Juan el Bautista, sería difícil para el pueblo entender por qué
ahora proclamaba un mensaje más completo. Llevando una carta de los
hermanos en Efeso a los hermanos de Corinto, Apolos se dirigió a
esta ciudad, y fue recibido por la iglesia. Predicó el mensaje que
había recibido de Aquila y de Priscila, y así sirvió de mucho a
la iglesia de Jesucristo ahí.
38. Comentario
a Hechos de los Apóstoles ¿Por
qué se fue Pablo de Atenas, si había pensado esperar a Silas y a
Timoteo allí? La Biblia no nos lo dice. Pero sí dejó un grupo de
creyentes al irse, y el texto griego muestra que se separó de ellos
con pesar. Es
posible que una de las razones por las que se marchó de Atenas
fuera que no halló oportunidad de ejercer su oficio de fabricante
de tiendas allí. Atenas no era un centro comercial. Pablo incluyó
entre sus sufrimientos por el Señor, algunos tiempos en que no tuvo
suficiente qué comer, esto es, momentos en que tuvo que ayunar a la
fuerza, por motivos económicos (2 Corintios 11:27). Otra
razón para marcharse de Atenas puede haber sido la gran necesidad
que había en Corinto. Esta próspera ciudad era un gran centro
comercial. Había sido destruida en el año 146 a. C. y no había
sido reconstruida hasta que Julio César no se interesó en ella,
cien años más tarde. El la hizo una colonia romana, y nuevamente
conoció la prosperidad. Pero también era centro de idolatría y de
vida licenciosa. Los griegos habían inventado incluso una nueva
palabra para expresar la inmoralidad sexual extrema y el desenfreno:
"corintizar". Los corintios recibían alientos en su
inmoralidad, de la adoración de la llamada "diosa del amor".
Afrodita. Priscila
y Aquila (18:1-4) "Después
de estas cosas. Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Y halló a
un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de
Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que
todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, y como era del
mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el
oficio de ellos era hacer tiendas. Y discutía en la sinagoga todos
los días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos". En
Corinto, Pablo conoció a un matrimonio que se convertiría en parte
del grupo de sus amigos más fieles y compañeros de trabajo en el
Evangelio. El esposo, Aquila, era un judío cuya familia era de la
provincia romana del Ponto (situada en el norte del Asia Menor,
sobre el mar Negro, al este de Bitinia). Puesto que el nombre de
Aquila era común entre los esclavos en Roma, hay alguna especulación
sobre si cuando los romanos tomaron el Ponto, su familia fue
capturada y vendida o entregada en esclavitud en Roma. Más tarde,
muchos de los esclavos judíos habían sido liberados. Había una
amplia clase de libertos en Roma que habían sido establecidos en
negocios por sus antiguos amos, o que practicaban diversos oficios. El
nombre de la esposa de Aquila, Priscila, es un diminutivo o forma
familiar de "Frisca" (2 Timoteo 4:19), lo que indica que
era una dama romana de una de las clases superiores de la sociedad.
Al menos es posible que fuera la hija del antiguo amo de Aquila.
Quizá él la ayudara a creer en el único Dios verdadero el Dios de
Israel. Después, cuando fue liberado, se casaron. Hacía
poco que habían llegado a Corinto procedentes de Italia. Claudio,
el cuarto emperador romano, había ordenado que todos los judíos
salieran de Roma. Pablo fue a ellos y encontró en su hogar un lugar
donde vivir y ejercer su oficio, porque ellos también eran
fabricantes de tiendas y habían podido establecer su negocio en
Corinto con éxito. Nada
indica que Priscila y Aquila fueran cristianos antes de que Pablo
los conociera, aunque es posible que tuvieran algún conocimiento
del Evangelio. Si ya no eran creyentes, pronto los ganaría Pablo
para el Señor. Así se convirtieron en fieles seguidores de Cristo.
Podemos tener la seguridad de que lo acompañaban a la sinagoga
todos los sábados y lo alentaban mientras él trataba de persuadir
tanto a judíos como a gentiles. Pablo
se va a los gentiles (18:5-11) "Y
cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado
por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos
que Jesús era el Cristo. Después
de que Silas y Timoteo llegaron a Corinto procedentes de Macedonia,
Pablo se sintió urgido por la Palabra. Escribió 1 Tesalonicenses
poco después de llegar ellos, porque le traían buenas noticias. En
1 Tesalonicenses 3:6-10 habla de esto. Timoteo le trajo buenas
noticias sobre la fe y el amor de los creyentes de Tesalónica. Los
enemigos del Evangelio no habían tenido manera de apartarlos del Señor
ni de Pablo. Durante las penosas circunstancias por las que pasaba y
la aplastante presión de la persecución, el maravilloso informe
sobre su fe y su constancia en el Evangelio le levantó el ánimo y
alivió la presión de su apasionada preocupación por ellos, dándole
nuevo valor para seguir adelante. Según
parece, hasta este momento, no había una respuesta notable al
Evangelio en Corinto. Ahora sintió una presión tal por la Palabra,
que comenzó a dar testimonio con una intensidad y un celo cada vez
mayores. En todas partes declaraba que Jesús es el Mesías, el
Profeta, Sacerdote y Rey ungido de Dios. En la
sinagoga, este aumento de intensidad en el mensaje de Pablo hizo que
la mayoría de los judíos que no habían creído dejaran de sentir
indiferencia y se alinearan contra el Evangelio. Hasta llegaron a
blasfemar (no de Dios, sino de Pablo), usando un lenguaje abusivo y
oponiéndose a Pablo, mientras hablaban toda suerte de cosas malas
contra él y contra el Evangelio. Aquello
fue demasiado para Pablo, de manera que se sacudió los vestidos (el
manto) contra ellos, como señal de que rechazaba sus blasfemias.
Después, invocó la sangre de ellos sobre sus propias cabezas. Esto
es, declaró que serían responsables por el juicio que Dios enviaría
sobre ellos. Pablo les había hecho la advertencia, y estaba limpio.
Por supuesto, ellos comprendían que se estaba refiriendo a la
responsabilidad que Dios había puesto sobre Ezequiel, de que
alertara al pueblo (Ezequiel 3:16-21). Pablo había hecho lo que le
correspondía en cuanto a alertar a los judíos. Desde aquel momento
(en Corinto) se volvería a los gentiles. Entonces,
se marchó de la sinagoga y fue a la casa contigua, que era de un
gentil piadoso llamado Tito (o Titio) Justo. Allí comenzó a
predicar el Evangelio. Pablo,
Silas y Timoteo no fueron los únicos en abandonar la sinagoga.
Crispo, el principal de la sinagoga, tomó la decisión de creer en
el Señor, y toda su casa, siguiendo su ejemplo, tomó esa misma
decisión. (Vea 1 Corintios 1:16.) Muchos de los gentiles de Corinto
creyeron también y fueron bautizados. El Señor
le confirmó a Pablo que había actuado correctamente. En visión de
noche, Jesús) le dijo a Pablo que no temiera. La forma del griego
usado aquí indica que Pablo estaba comenzando a temer que tendría
que marcharse de Corinto, tal como lo había tenido que hacer en
muchas otras ciudades al comenzar la persecución. Pero Jesús le
dijo que debía seguir hablando la Palabra en Corinto, y no callar;
Él estaba junto a Pablo y no permitiría que nadie pusiera su mano
sobre él para hacerle mal, porque El tenía mucho pueblo en Corinto.
Es decir, que muchos más aceptarían a Jesús y entrarían a formar
parte del verdadero pueblo de Dios. Con
estas nuevas fuerzas, Pablo se quedó en Corinto un año y seis
meses, enseñando la Palabra de Dios entre ellos. Durante todo aquel
tiempo, no hubo violencia y nadie le hizo mal a Pablo, como se lo
había prometido el Señor. Llevado
ante Galión (18:12-17) "Pero
siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron de común
acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal, diciendo: Este
persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley. Y al comenzar
Pablo a hablar, Galión dijo a los judíos: Si fuera algún agravio
o algún crimen enorme, oh judíos, conforme a derecho yo os toleraría.
Pero si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley,
vedlo vosotros; porque yo no quiero ser juez de estas cosas. Y los
echó del tribunal. Entonces todos los griegos, apoderándose de Sóstenes,
principal de la sinagoga, le golpeaban delante del tribunal; pero a
Galión nada se le daba de ello". En la
primavera del año 52 d.C., el Senado romano nombró un nuevo procónsul
llamado Galión para el gobierno de la provincia de Acaya (Grecia).
Los judíos incrédulos pensaron al parecer que podían aprovecharse
de la falta de conocimiento de la situación que tenía el nuevo
gobernante. Se levantaron de común acuerdo contra Pablo y lo
llevaron ante el tribunal (el trono de juicio del gobernador). Los
arqueólogos han descubierto este trono (bema) de juicio, hecho de mármol
azul y blanco. Acusaron
a Pablo ante Galión de persuadir a los hombres a adorar a Dios en
una forma contraria a la ley. Puesto que se hallaban ante un
tribunal romano, es probable que quisieran decir que era contrario a
la ley romana. Puesto que la ley romana aceptaba el judaísmo como
religión legal, estos judíos incrédulos lo que estaban diciendo
era que el cristianismo era diferente del judaísmo, y por lo tanto,
ilegal. Pablo
estaba a punto de comenzar a hablar cuando Galión les respondió a
los judíos. Tenía suficiente sentido común para darse cuenta de
que no había crimen ni acto malvado de inmoralidad en todo aquello.
Puesto que le pareció que la querella contra Pablo se debía
solamente a cuestiones sobre palabras y nombres y su propia ley judía,
les dijo que podían arreglar el asunto ellos mismos. El no quería
ser juez de cosas así. Después los echó (o hizo que los echaran)
del tribunal, que probablemente estuviera montado en una plaza pública
abierta. Esto
complació a la multitud, porque los judíos no eran populares.
Entonces, aprovechándose de la actitud de Galión, se apoderaron de
Sóstenes, el nuevo principal de la sinagoga y comenzaron a
golpearlo antes de que pudiera salir del tribunal. Galión, como
ellos esperaban, no les prestó atención alguna. Consideraba que
todo aquel asunto se hallaba fuera de su jurisdicción. De esta
manera, los judíos que esperaban volver al gobernador en contra de
Pablo, se encontraron todo lo contrario. Al principio había
parecido como si la promesa que Jesús le había hecho a Pablo de
que no le harían daño en Corinto no podría ser cumplida. Sin
embargo, fueron los enemigos de Pablo y no él los que salieron
golpeados. Esto
debe haber tenido un profundo efecto en Sóstenes. Pablo continuó
en Corinto por un buen tiempo. Finalmente, Sóstenes debe haber
cedido ante la verdad del Evangelio. En 1 Corintios 1:1, el hermano
Sóstenes se une a Pablo en su saludo a los corintios. Aunque no lo
podemos probar como totalmente seguro, debe ser el mismo Sóstenes.
Sería improbable que hubiera otro Sóstenes prominente que fuera
tan conocido para la iglesia de Corinto. ¡Verdaderamente, la gracia
de Dios es maravillosa! El jefe de la oposición, un hombre que debe
haber blasfemado de Pablo y del Evangelio él mismo, se convirtió
en un hermano en el Señor. Con esta victoria ante Galión y la
conversión de Sóstenes, debe haber habido más libertad que nunca
para que los cristianos dieran testimonio de Cristo en Corinto. De
regreso a Antioquía (18:18-22) "Mas
Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se
despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y
Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho
voto. Y llegó a Efeso, y los dejó allí; y entrando en la sinagoga,
discutía con los judíos, los cuales le rogaban que se quedase con
ellos por más tiempo; mas no accedió, sino que se despidió de
ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén
la fiesta que viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios
quiere. Y zarpó de Efeso. Habiendo arribado a Cesarea, subió para
saludar a la iglesia, y luego descendió a Antioquía". Después
de algún tiempo (probablemente algunos meses). Pablo se embarco
rumbo a Siria en la parte final de su segundo viaje misionero. Se
llevó a Priscila y a Aquila consigo. Como suele suceder, se nombra
primero a Priscila. Da la impresión de que había sido dotada por
el Espíritu para el ministerio, pero siempre hallamos a Aquila
trabajando con ella. ¡Deben haber formado una formidable pareja! En
Cencrea, el puerto de Corinto, Pablo se hizo rapar el cabello,
porque tenía hecho un voto. No se dan más explicaciones, pero
probablemente fuera un voto nazareo modificado, un voto que
expresaba una consagración completa a Dios y a su voluntad. El
cabello era rapado siempre al terminar el período del voto. (Vea Números
6:1-21.) Cuando
llegaron a la gran ciudad de Efeso, Pablo se aparto de Priscila y
Aquila. Esta vez el Espíritu Santo no le impidió predicar allí.
Por tanto, se fue a la sinagoga y encontró judíos dispuestos a
escuchar su presentación razonada del Evangelio. En realidad, querían
que se quedara más tiempo, pero él no accedió. Sin embargo, en su
despedida les prometió regresar, "si Dios quiere". Después
de desembarcar en Cesarea, subió a Jerusalén y le presentó sus
respetos a la iglesia de allí. Es probable que les hiciera saber
que había sido fiel en cumplir las instrucciones del Concilio
relatado en Hechos 15. También le interesaba mantener buenas
relaciones con ellos. Desde
Jerusalén, siguió a Antioquía de Siria, terminando de esa forma
su segundo viaje misionero. Comienza
el tercer viaje misionero de Pablo (18:23) "Y
después de estar allí algún tiempo, salió, recorriendo por orden
la región de Galacia y de Frigia, confirmando a todos los discípulos". Pablo
pasó algún tiempo en Antioquía animando y enseñando a la iglesia.
Entonces se dirigió por tierra al norte en un viaje de 2.400 kilómetros
a las regiones de Galacia y Frigia. Visitó una tras otra las
iglesias fundadas en su primer y segundo viaje. Pablo nunca fundaba
iglesias para después olvidarse de ellas. Siempre buscaba la manera
de regresar para dar más enseñanza y confirmar y fortalecer a los
discípulos. Es decir, que siempre se sentía tan preocupado o más
por fortalecer a los nuevos creyentes, que por ayudarlos a ser
salvos. Apolos
de Alejandría (18:24-28) "Llegó
entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría,
varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este había sido
instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso,
hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque
solamente conocía el bautismo de Juan. Y comenzó a hablar con
denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le
tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios. Y
queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron
a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de
gran provecho a los que por la gracia habían creído; porque con
gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando
por las Escrituras que Jesús era el Cristo". Alejandría,
situada en la costa norte de Egipto, al oeste de la desembocadura
del río Nilo, era la segunda ciudad del Imperio Romano, un
importante puerto marítimo y el centro más grande de cultura e
instrucción del imperio. Tenía una población judía numerosa en
la parte nordeste de la ciudad. Eran helenistas (hablaban griego) y
entre ellos se había producido la famosa Versión griega del
Antiguo Testamento llamada "de los Setenta" (o "septuaginta"). Desde
Alejandría llegó a Efeso un elocuente judío llamado Apolos (abreviación
de Apolonio). No sólo era elocuente, sino que era muy instruido, un
verdadero erudito, y era poderoso en el uso de las Escrituras. Ya
había sido instruido oralmente en el camino del Señor Jesús,
probablemente en Alejandría, su ciudad natal. Estaba tan lleno de
entusiasmo con respecto a Jesús, que su espíritu se desbordaba
literalmente cuando hablaba. Sus
enseñanzas también eran exactas. Tenía todos los datos correctos
sobre la vida y el ministerio de Jesús, y también sobre su muerte
y resurrección. Pero debe haber oído estos datos de boca de uno de
los testigos de la resurrección de Cristo que, como muchos de los
quinientos (1 Corintios 15:6), no fueron a Jerusalén y no
estuvieron presentes cuando el Espíritu se derramó en el día de
Pentecostés. Sin embargo, estaba entusiasmado con lo que sabía, y
comenzó a hablar valientemente (demostrando que Jesús es el Mesías)
en la sinagoga de Efeso. Priscila
y Aquila estaban presentes y lo oyeron. No le dijeron nada en la
sinagoga, sino que lo tomaron aparte para darle más instrucción.
El texto griego también señala que lo recibieron, y es probable
que se lo llevaran a su casa. Entonces, le explicaron con más
precisión el camino del Señor. La Biblia no dice aquí qué fue lo
que le dijeron, pero el capítulo siguiente se refiere a doce discípulos
que se hallaban en la misma situación, con la misma necesidad de
instrucción, y allí sí se dan detalles. Es
interesante notar aquí que Juan Crisóstomo ("Juan, el de la
boca de oro"), el pastor principal de la iglesia de
Constantinopla alrededor del año 400 d.C., reconocía que Priscila
había tomado la iniciativa en la instrucción que recibió Apolos.
Los mejores eruditos del idioma griego están de acuerdo hoy en día.
Apolos era un hombre culto e instruido. Ella debe haber sido también
una mujer de buena educación y trato agradable. Las epístolas de
Pablo nos muestran también que era, junto con su esposo, compañera
de trabajo, de enseñanza y misionera. Mirando
más allá, podemos ver que Apolos debe haber recibido el bautismo
en agua con la autoridad de Jesús (como en Mateo 28:18, 19). Después
deben haber orado para que recibiera el bautismo en el Espíritu,
como en Hechos 2:4. Podemos
ver la reacción positiva de Apolos en las cartas de recomendación
que los hermanos cristianos de Efeso escribieron a favor suyo cuando
quiso seguir rumbo a Grecia. En Grecia, su ministerio fue eficaz
también. Se convirtió en canal de la gracia de Dios para ayudar a
los creyentes. Hablaba con gran poder y refutaba vehementemente los
argumentos de los judíos incrédulos, demostrándoles con las
Escrituras que Jesús es el Mesías, el Cristo. Tal como Pablo dice
en 1 Corintios 3:6, Apolos regó lo que Pablo había plantado, pero
todo el tiempo era Dios quien daba el crecimiento.
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