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12. Hechos 14 Hechos Apostólicos es un estudio de la Edad Apostólica de la iglesia cristiana temprana. Es la continuación milagrosa de la obra de Jesús en el primer siglo, a través de la obra del Espíritu Santo y su iglesia. Presenta el ministerio de Pedro, de los doce apóstoles y de Pablo de Tarso, en su cumplimiento de la Gran Comisión desde el Día de Pentecostés hasta llevar el evangelio a Roma, el capital del mundo. 25.
CAPITULO
11: DIOSES HAN DESCENDIDO
Léase
Hechos 14. Preguntas
de Preparación 1.
¿Cómo fue recibido el evangelio en Asia Menor? 2.
¿Qué persecuciones afrontaron los apóstoles? 3.
¿Cómo cuidaron Pablo y Bernabé a los nuevos convertidos? Introducción La
primera predicación del evangelio en Asia Menor tuvo mucho éxito.
En Antioquia fueron muchos los que creyeron. Sin embargo, la ofensa
de la cruz también estaba presente. En su mayoría, los judíos
rechazaron el evangelio, y persiguieron a Pablo y a Bernabé hasta
que éstos tuvieron que huir de la ciudad. 1.
Iconio Los
apóstoles viajaron rumbo al oriente hasta llegar a la ciudad de
Iconio. Entraron a la sinagoga y predicaron el evangelio ahí. Y
nuevamente el Señor bendijo su ministerio, y muchos creyeron,
tanto de los judíos como de los gentiles. También aquí los judíos
no creyentes pusieron trabas; pero a pesar de ello los apóstoles
continuaron predicando en Iconio. El Señor manifestó su bendición
al permitirles que obrasen milagros en este lugar y parece que su
trabajo tuvo mucho éxito. Sin
embargo, los judíos que no quisieron aceptar el evangelio siguieron
causando problemas, hasta el punto que la ciudad quedó dividida
entre aquellos que creyeron a los apóstoles y los que se opusieron.
Las autoridades estuvieron al lado de los judíos incrédulos, y
dieron permiso para un plan de apedrear a los apóstoles. Pero Pablo
y Bernabé supieron del plan, y lograron salir de la ciudad, antes
de que se atentara contra sus vidas. 2.
Listra De
Iconio, los misioneros cruzaron la frontera a Licaonia. Allí
predicaron tanto en las ciudades, como en el campo rural. La
mayor parte de su trabajo lo realizó en las ciudades, especialmente
en Listra. Después de haber estado predicando un buen tiempo ahí,
obraron un milagro semejante al de Pedro y Juan en Jerusalén (cap.
3). Pablo recibió un don muy especial del Espíritu Santo para
poder entender el corazón del cojo de nacimiento. Supo que este
hombre tenía fe como para ser sanado, tanto en su cuerpo como en su
espíritu. Es cierto que los milagros siempre son obras
sobrenaturales de Dios, pero pocas veces se realiza a menos que haya
fe. Esto muestra la relación muy íntima que existe entre la
salvación y los milagros de sanidad —para ambos casos es
necesario el don de la fe. La
reacción del pueblo fue típicamente pagana. Ellos estaban seguros
de que Pablo y Bernabé "eran dioses bajo la semejanza de
hombres (que) han descendido a nosotros" (v. 11). La gente de
Listra adoraba al dios Zeus, un dios griego que entre los romanos se
conocía como Júpiter. Hermes, en su religión era un dios que
siempre acompañaba a Zeus (entre los romanos se le conocía como
Mercurio —(véase una enciclopedia si es posible). Pensaron, pues,
que Pablo y Bernabé eran nada menos que estos mismos dioses.
Inmediatamente comenzaron los preparativos para un culto pagano de
adoración. Al principio, los misioneros no entendieron lo que
estaba pasando, porque la gente hablaba en su idioma local. Pero
cuando al fin entendieron la razón de tanta actividad, enérgicamente
intentaron detenerlos; lo cual lograron al fin, pero sólo después
de una lucha difícil. Los
judíos incrédulos tanto de Antioquia como de Iconio, no contentos
con haber sacado a Pablo y Bernabé de sus respectivas ciudades,
los persiguieron hasta Listra. Aquí ellos tenían posibilidad de
llevar a cabo lo que habían planeado en Iconio. Esta gente, que
unas horas antes estaba lista para adorarles como dioses, de un
momento a otro quedaron convencidos por los judíos para apedrearles.
Se nota aquí el mismo cambio sorprendente que hubo en el pueblo de
Jerusalén respecto a la persona de Cristo. Los enemigos de Pablo lo
apedrearon hasta dejarle por muerto, y luego arrastrándolo le
sacaron de la ciudad. Estando rodeado por sus discípulos
entristecidos, volvió en sí, se incorporó y regresó a la
ciudad. El uso de la palabra "discípulos" aquí en este
capítulo nos da a entender que aun en este lugar Dios había
bendecido la predicación de su Palabra. Entre estos
discípulos
seguramente estaban Timoteo, su madre y su abuela. 3.
El Viaje de Regreso Al
día siguiente, Pablo y Bernabé salieron de Listra y fueron hacia
Derbe. Aquí predicaron por un tiempo, y también hicieron muchos
discípulos entre el Pueblo. Luego, decidieron regresar a
Antioquia de Siria, a la iglesia que les había enviado en este
viaje misionero. Habían viajado hacia el poniente a través de
Chipre, viraron para el norte hasta llegar a Antioquia de Pisidia, y
luego viajaron en dirección del oriente. Al llegar a Derbe, se
encontraban muy cerca de "Las Puertas de Cilicia", un paso
entre las montañas muy conocido, y que les hubiera conducido
directamente hacia Tarso, ciudad natal y hogar de Pablo de Tarso;
hubiera sido un viaje corto para regresar a Antioquia de Siria. Si
se toma en cuenta el trato que habían recibido en las ciudades
donde habían pasado, nadie les culparía si hubieran decidido
regresar por esta vía más corta. Pero
Pablo y Bernabé estaban muy preocupados por los nuevos discípulos
que habían conquistado, y fue por eso que regresaron por la misma
ruta en que habían venido, o sea, por Listra, Iconio y Antioquia de
Pisidia. Para hacer esto, necesitaban muchísimo valor. Pero lo
hicieron porque sabían que los recién convertidos tenían
necesidad, tanto del estímulo espiritual, como de ser organizados.
Enseñaron a los discípulos nuevos a permanecer firmes en la fe
pese a las persecuciones, pues los cristianos deben entrar en el
Reino de Dios a través de muchas tribulaciones. Además, los
misioneros instalaron ancianos en las iglesias que se habían
formado, quienes podían guiar y ayudar a estos nuevos creyentes
en las tribulaciones que los esperaban. Al
llegar Pablo y Bernabé nuevamente a Perge, predicaron ahí, aunque
parece que no lo habían hecho en el viaje de venida. Algunos
eruditos de la Biblia sugieren que no lo habían hecho porque cuando
cruzaron la primera vez era la época de calor, y la gente salía de
la ciudad buscando la frescura de las montañas. Ahora encontraron
a la ciudad ya en plena actividad como de costumbre, por lo que se
detuvieron a predicar. De
Perge regresaron por barco a Antioquia de Siria. Reunieron a la
iglesia y presentaron un informe de sus experiencias en viaje. Había
sido ésta la iglesia que los había comisionado y enviado como sus
misioneros, y ahora Pablo y Bernabé rinden su informe de trabajo como sus representantes. Permanecieron en
Antioquia por algún tiempo, probablemente continuando los trabajos
que habían estado haciendo y que habían dejado al ser llamados
para ir de misioneros.
26. Comentario
a Hechos de los Apóstoles La
predicación en Antioquía de Pisidia, la reacción mayor por parte
de los gentiles y la persecución posterior, establecieron todo un
estilo. En gran parte o en su totalidad, todo esto se fue repitiendo
prácticamente en todas las ciudades que Pablo visitaba en sus
viajes misioneros. Iconio,
Listra y Derbe (14:1-7) "Aconteció
en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y
hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y
asimismo de griegos. Mas los judíos que no creían excitaron y
corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. Por
tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo,
confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su
gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales
y prodigios. Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban
con los judíos, y otros con los apóstoles. Pero cuando los judíos
y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a
afrentarlos y apedrearlos, habiéndolo sabido, huyeron a Listra y
Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, y allí
predicaban el evangelio". Iconio
estaba a unos cien kilómetros al este y un poco al sur de Antioquía
de Pisidia, en una meseta de algo más de mil metros de elevación.
Al llegar allí. Pablo y Bernabé se dirigieron primero a la
sinagoga. Como de ordinario, se les dio oportunidad para hablar.
Lucas no recoge su sermón. Sólo señala que hablaron, como
acostumbraban; esto es, tal como habían hecho en Antioquía de
Pisidia. El
resultado fue similar. Una gran multitud, tanto de judíos como de
griegos (gentiles de habla griega) creyó (y por supuesto, todos
fueron bautizados en agua y en el Espíritu Santo). Entonces, como
antes, los judíos que no creían (los desobedientes, rebeldes), en
su celo excitaron a los gentiles y corrompieron sus ánimos (almas,
deseos) contra los hermanos (los nuevos creyentes que ahora eran
discípulos de Jesús y miembros de su Cuerpo.) No
obstante, en este caso los judíos no pudieron conseguir mucho apoyo
de los gentiles al principio. Por esto. Pablo y Bernabé se
detuvieron en Iconio mucho tiempo. Hablaban con denuedo, confiados
en el Señor Jesús. Mientras ellos hacían esto, el Señor daba
testimonio a la Palabra (mensaje) de su gracia concediendo que se
hiciesen señales y prodigios por sus manos. Así fue como los
reconocieron como agentes de Cristo, que hacían su obra con su
autoridad. Sin
embargo, al cabo de algún tiempo, la gente de la ciudad se hallaba
fuertemente dividida. Algunos estaban con los judíos (que no habían
creído). Otros se mantenían junto a los apóstoles. Fue entonces
cuando se juntaron gentiles y judíos con los gobernantes de sus
sinagogas con intenciones hostiles. Su propósito era tratar a los
apóstoles de forma ultrajante y apedrearlos a morir. Sin embargo,
el texto griego no quiere decir que hubiera ningún intento real,
sino solamente la intención y la instigación para llevarlo a cabo. Pero
los apóstoles tuvieron noticias de la conspiración y huyeron. No
porque tuvieran miedo, sino porque había otros lugares donde se
necesitaba su ministerio. Así fue como siguieron a Listra y Derbe,
ciudades licaonias situadas en la parte sur de la provincia romana
de la Galacia. Listra, al igual que Iconio, tenía la categoría de
colonia militar romana y la responsabilidad de velar por los
intereses de Roma y vigilar los caminos romanos. En Listra, los apóstoles
predicaban (seguían predicando) el Evangelio (diciendo las buenas
nuevas). Lo que sigue nos da un ejemplo de cómo Pablo les predicaba
a los gentiles que no tenían conocimiento de las Escrituras. La
sanidad de un hombre imposibilitado de los pies (14:8-18) "Y
cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies,
cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a
Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para
ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él
saltó, y anduvo. Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho,
alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la
semejanza de hombres han descendido a nosotros. Ya Bernabé llamaban
Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la
palabra. Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la
ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y
juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios. En
Listra, Pablo no fue a una sinagoga, como tenía por costumbre. Quizá
no hubiera ninguna. En cambio, parece haber ido a la plaza del
mercado, o a una plaza abierta dentro de la ciudad, junto a sus
puertas (como lo indica el versículo 13); allí comenzó a predicar.
Entre los que estaban oyendo, se hallaba un hombre lisiado. Para
llamar la atención a lo desesperado que era su caso, la Biblia
utiliza la repetición. Era cojo de nacimiento, y jamás había
andado. Pablo fijó los ojos en el hombre mientras éste escuchaba,
y vio que tenía fe para ser sanado. Entonces animó a la fe del
hombre a actuar, ordenándole con voz muy alta que se levantara
derecho sobre sus pies. La
orden de Pablo captó la atención de la multitud. Cuando los que
estaban allí vieron que el hombre saltaba y comenzaba a caminar,
comenzaron a gritar. Sin embargo, aunque conocían el griego que
Pablo estaba usando, en su emoción se volvieron a su lenguaje
licaonio nativo, que Pablo y Bernabé no comprendían. El
milagro les hizo creer (eran gentiles paganos) que los dioses
griegos habían descendido, tomando forma de seres humanos. Así fue
como comenzaron a llamarle Día (o Dios) a Bernabé, una forma del
nombre del dios griego del cielo, Zeus, quien había sido
identificado por los romanos con su dios Júpiter, y por este pueblo
con el dios principal de los licaonios. Entonces, puesto que Pablo
era el que hablaba ("el que llevaba la voz cantante"), lo
llamaron Hermen (Hermes), que era el mensajero y heraldo de los
dioses, especialmente de Dios (Zeus, Júpiter). Hermes era
identificado por los romanos con su dios Mercurius (Mercurio). Actuando
consecuentemente, el pueblo hizo lo que creía que era adecuado a
las circunstancias. Se puso en contacto con el sacerdote de Dios,
cuyo templo se hallaba frente a la ciudad. El trajo toros (las víctimas
más costosas que podían ofrecer en sacrificio). Estos estaban
adornados con guirnaldas y fueron llevados hasta las puertas, donde
se reunió la multitud, deseosa de hacer el sacrificio. En
los versículos 12 y 14, se nombra en primer lugar a Bernabé
nuevamente, porque como Dios (Zeus, Júpiter), él era el más
importante, a quien iba dirigido el sacrificio. Finalmente, es
probable que alguien les explicara en griego lo que estaba
sucediendo. Cuando los apóstoles oyeron y comprendieron esto,
rasgaron sus ropas (en señal de lamentación y de congoja).
Mientras lo hacían, se lanzaron entre la multitud dando voces,
tratando de detenerlos declarando que eran seres humanos con
sentimientos semejantes a los de ellos y una naturaleza como la de
ellos. Habían llegado a predicar el Evangelio para que se
convirtieran de aquellas vanidades (cosas irreales, inútiles, estériles)
al Dios vivo. Como
estos gentiles no tenían conocimiento de las Escrituras, Pablo no
identificó a Dios como el Dios de Israel, ni apeló al Antiguo
Testamento y a sus profecías sobre el Mesías. Sin embargo, sí usó
lenguaje bíblico, y los hizo remontarse a la época de la creación.
Dios es el Dios que hizo todas las cosas, que en las edades pasadas
había dejado a todas las gentes andar por sus propios caminos (en
contraste con los caminos de Dios). Sin embargo, no se había dejado
a sí mismo sin testimonio. Había hecho el bien, dándoles lluvias
del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría
los corazones humanos. Aun
así, a duras penas pudieron los apóstoles detener a la multitud
para que no llevara a cabo su propósito de ofrecerles sacrificios. Pablo
apedreado (14:19, 20) "Entonces
vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a
la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de
la ciudad, pensando que estaba muerto. Pero rodeándole los discípulos,
se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con
Bernabé para Derbe". El
versículo 20 señala que Pablo y Bernabé se quedaron en Listra el
tiempo suficiente para que un cierto número de personas creyeran y
se convirtieran en discípulos (y, siempre, fueran bautizados en
agua y en el Espíritu Santo, según Hechos 2:4). Pero los judíos
de Antioquía de Pisidia (a unos 160 kilómetros de distancia), que
lo habían sacado de su ciudad, y algunos de Iconio (a unos 50 kilómetros)
que habían querido apedrearlo a morir, tuvieron noticia del éxito
de Pablo en Listra. Llegaron a la ciudad, y persuadieron a las
multitudes paganas a que los ayudaran, o al menos les permitieran
llevar a cabo su plan. (Es posible que algunos paganos se hubieran
sentido deshonrados cuando Pablo y Bernabé no les permitieron
ofrecerles sacrificios: por eso les prestaron oídos a los enemigos
de Pablo.) Esta
vez sí apedrearon a Pablo y arrastraron su cuerpo fuera de la
ciudad, pensando que estaba muerto. Está claro en el texto que no
estaba muerto realmente, aunque estaba inconsciente y debe haber
estado fuertemente magullado por todo el cuerpo. Sin duda alguna,
también tenía huesos rotos. Tan
pronto como se fue la multitud, los creyentes rodearon a Pablo. Sin
duda, esperaban ayuda de Dios, y Dios no los defraudó. De pronto,
en lo que ha de haber parecido como una resurrección. Pablo se
levantó, evidentemente, sanado por completo, y regresó a la ciudad
con ellos. Pero, conociendo el estado de ánimo de la multitud, él
y Bernabé salieron al día siguiente rumbo a Derbe (identificada
actualmente con unas ruinas situadas a unos cien kilómetros de
Listra en dirección sudeste, cerca de la frontera de la provincia
romana de Galacia). Confirmando
los ánimos de los creyentes (14:21-25) "Y
después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos
discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía,
confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que
permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través
de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y
constituyeron ándanos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos,
los encomendaron al Señor en quien habían creído. Pasando luego
por Pisidia, vinieron a Panfilia. "Y habiendo predicado la
palabra en Perge, descendieron a Atalia". Según
parece, en Derbe tampoco había sinagoga. O sea, que Pablo y Bernabé
deben haber predicado el Evangelio en forma muy similar a la
utilizada en Listra, pero sin la oposición de los judíos, puesto
que los enemigos de Pablo creían que estaba muerto. Después
de haber hecho un número considerable de discípulos, fundando así
una iglesia creciente, regresaron valientemente a Listra, Iconio y
Antioquía de Pisidia. Sin embargo, esta vez no agitaron a los judíos.
Es evidente que no hicieron trabajo evangelístico, dejándolo a los
creyentes del lugar. Esta vez su ministerio iba dirigido a la
Iglesia. En cada lugar, confirmaban (fortalecían y solidificaban)
los ánimos (las almas) de los discípulos. También los exhortaban
y los animaban a permanecer en la fe. En este punto, el griego es
muy fuerte. Les decían que debían mantener la fe, permaneciendo en
ella, esto es, viviendo según los principios del Evangelio. También
los exhortaban a compartir el sufrimiento de los apóstoles y a
aceptar el hecho de que a través de muchas tribulaciones (persecuciones,
aflicciones, sufrimientos) era necesario entrar en el reino (ponerse
bajo el gobierno y la autoridad de Dios). Puesto
que los creyentes necesitaban organización para poder trabajar
juntos y realizar la obra del Señor, los apóstoles constituyeron
("ordenaron") entonces ándanos (supervisores,
superintendentes, presidentes de la congregación o asamblea) en
cada lugar. Sin embargo, no fue aquello una ordenación, en el
sentido actual de la palabra. La palabra griega es jeirotonésantes,
donde jeir es la palabra griega traducida mano; la palabra
entera significa que llevaron a cabo una elección a mano alzada. Cuando
fueron escogidos los siete del capítulo 6, los apóstoles señalaron
las cualidades necesarias y el pueblo hizo la selección de los diáconos.
Podemos estar seguros de que lo mismo sucedió ahora. Pablo debe
haber señalado las cualidades necesarias, que recogería por
escrito más tarde en 1 Timoteo 3:1-7 y en Tito 1:6-9. Entonces, la
asamblea local escogió las personas por medio de una elección (sin
duda, después de un tiempo de oración durante el cual buscaron
todos la orientación del Espíritu Santo para que los ayudara a
decidir quién cumplía mejor con las condiciones propuestas). Al
principio, los ancianos eran hombres llenos del Espíritu escogidos
de entre los miembros de la congregación local. No fue sino muchos
años después cuando las iglesias comenzaron a sentir la necesidad
de llamar pastores-maestros que pudieran ser también la cabeza
ejecutiva de la asamblea, y que combinaran el oficio de anciano (llamado
también obispo y presbítero) con el ministerio de pastor-maestro,
recibido de Dios. En el siglo primero, se esperaba de los ancianos
que fueran "aptos para enseñar", y eran los responsables
de que hubiera enseñanza. Pero podían llamar a otros que tuvieran
el ministerio de pastor-maestro dado por el Señor, y los dones del
Espíritu necesarios como complemento. No tenían que enseñar ellos
mismos. El hecho de que Pablo diga: "Los ancianos que gobiernan
bien, sean tenidos por dignos de doble honor (honorarios),
mayormente los que trabajan en predicar y enseñar" (1 Timoteo
5:17), nos demuestra que no todos trabajaban en la Palabra y en la
enseñanza. Pero, a medida que fue pasando el tiempo, se fueron
dando cuenta cada vez más de que tenían necesidad de un ministerio
de enseñanza persistente en la iglesia local, y fue natural que
pensaran en hacer dirigentes suyos a estos ancianos. Así se fue
desarrollando gradualmente la idea moderna de un pastor que es también
el que preside el grupo. Antes
de que Pablo y Bernabé siguieran a otra ciudad, siempre pasaban un
tiempo en oración y ayuno con los creyentes. Después los
encomendaban (como algo precioso y de valor) al cuidado y la
salvaguardia del Señor (Jesús) en quien habían creído (y seguían
creyendo). Por supuesto, habían creído inicialmente en la visita
anterior de Pablo. Desde
Antioquía de Pisidia, siguieron a través de Pisidia, de regreso a
Panfilia y Perge, evangelizando en todos los lugares en que les era
posible, a medida que avanzaban. En Perge, predicaron la Palabra sin
oposición ni maltrato alguno, según se ve. Evidentemente, no habían
predicado allí cuando habían desembarcado y Marcos se había
apartado de ellos. Después de establecer la Iglesia allí,
siguieron a Atalia, el puerto marítimo de Perge. El
informe en Antioquía de Siria (14:26-28) "De
allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados
a la grada de Dios para la obra que habían cumplido. Y habiendo
llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuan grandes cosas había
hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a
los gentiles. Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos". Desde
Atalia navegaron a Antioquía de Siria. Allí habían sido
entregados a la gracia de Dios para hacer la obra que ahora habían
terminado. En esta visita. Pablo y Bernabé sintieron que habían
realizado el ministerio para el cual el Espíritu los había enviado
en Hechos 13:2-4. Por
tanto, reunieron a la iglesia y le informaron todo cuanto Dios había
hecho con ellos. Es decir, contaron cuan grandes cosas Dios hacía
mientras ellos colaboraban con El. También, cómo les había
abierto una puerta a la fe a los gentiles. (El griego dice "una
puerta" y no "la puerta".) Entonces, los dos apóstoles
se quedaron "mucho tiempo" con los discípulos. O sea, que
volvieron a asumir su ministerio de enseñanza y ayudar en la
asamblea de los creyentes durante varios meses, posiblemente tanto
como un año.
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