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16. Hechos 17 Hechos Apostólicos es un estudio de la Edad Apostólica de la iglesia cristiana temprana. Es la continuación milagrosa de la obra de Jesús en el primer siglo, a través de la obra del Espíritu Santo y su iglesia. Presenta el ministerio de Pedro, de los doce apóstoles y de Pablo de Tarso, en su cumplimiento de la Gran Comisión desde el Día de Pentecostés hasta llevar el evangelio a Roma, el capital del mundo. 34.
CAPITULO
17: AL DIOS NO CONOCIDO
Léase
Hechos 17:1 -34. Preguntas
de Preparación 1.
¿En qué forma causó problema la envidia en Tesalónica? 2.
¿Cómo fue recibido el evangelio en Berea? 3.
¿Qué tipo de testimonio dio Pablo en Atenas? Introducción Al
ser obligados Pablo y Silas a salir de Filipos, se fueron hacia el
poniente para continuar la evangelización de Macedonia. Como era su
costumbre, Pablo fue a las ciudades más importantes y predicó en
ellas. Una vez establecida una iglesia, ésta podría extenderse a
la región alrededor y Pablo podría usar su tiempo y su energía
para llevar el evangelio a nuevas regiones. 1.
En Tesalónica Tesalónica
quedaba a unos ciento sesenta kilómetros al poniente de Filipos.
Era una ciudad importante en un lugar estratégico. Poco después
de estar establecida ahí la iglesia, Pablo escribió una carta en
la que dijo: "Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada
la Palabra de Dios, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también
en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido" (1Ts. 1:8).
Esta información habla no solamente de la fe de los cristianos en
Tesalónica, sino también indica que lo que sucedió, pronto se
supo; por todas partes. Tesalónica era una ciudad muy importante
para evangelizar. Pablo
siguió su costumbre de usar la sinagoga de los judíos para empezar
su trabajo. Por tres sábados seguidos habló en ella, y algunos judíos
y griegos creyeron. Lucas menciona únicamente estas tres semanas
y luego relata la persecución que los judíos incitaron. Pero
Pablo, en su carta, les recuerda que él hizo trabajo manual entre
ellos "de noche y de día para no ser gravoso a ninguno de
vosotros" (2:9). Esto sugiere que él quedó ahí un tiempo más
largo. Por sus cartas, también se ve que él enseñó todas las doctrinas de la fe, y no es
probable que él haya hecho todo esto en sólo tres semanas. El
éxito de su ministerio trajo la oposición de parte de los judíos,
quienes instigaron un alboroto, pagando a unos "ociosos hombres
malos" para que les ayudaran. Como no encontraron ni a Pablo ni
a Silas, tomaron a Jasón, en cuya casa estaba hospedado Pablo, y
le llevaron ante las autoridades. Era
falsa la acusación formulada en contra de los cristianos. "Todos
estos contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey,
Jesús" (17:7). Describieron a los apóstoles como aquellos
"que trastornan el mundo entero" (17:6). ¡Qué bien dicho!
El mundo está efectivamente "de cabeza" a causa del
pecado; pero para el incrédulo esta situación le parece normal. Así
que cuando el evangelio sitúa las cosas correctamente, parece que
se ha trastornado el mundo. Esta afirmación de los acusadores es
un tributo al evangelio de Cristo, y a la predicación de los apóstoles. Fue
necesario que Jasón y los demás diesen una fianza. Probablemente
tuvo que depositar dinero que quizá se perdiera si había otro escándalo
semejante, por causa de la fe cristiana. Los discípulos enviaron
entonces a Pablo y a Silas de noche a Berea, un pueblo más pequeño,
no muy lejano. 2.
En Berea Sin
desanimarse por lo sucedido en Tesalónica, los apóstoles
predicaron en la sinagoga en Berea. Aquí fueron recibidos en una
manera muy distinta. Los judíos de Berea estaban muy impresionados
por la explicación que los apóstoles dieron del Antiguo Testamento,
y se pusieron a estudiar las Escrituras para determinar de la verdad
del mensaje cristiano. La
noticia del éxito de Pablo y Silas en Berea no tardó en llegar a
Tesalónica. Los judíos, no conformes con haber sacado a los apóstoles
de Tesalónica, vinieron a Berea y alborotaron a la gente de ahí.
Parecía inminente una repetición del alboroto de Tesalónica.
Entonces los creyentes —pues el Señor había bendecido el
ministerio de los apóstoles en Berea— enviaron a Pablo por barco
a Atenas. 3.
En Atenas Silas
y Timoteo se quedaron en Berea cuando Pablo partió. Pero
cuando los bereanos que acompañaron a Pablo hasta Atenas se disponía
a regresar a casa, Pablo les pidió que dijeran a Silas y a Timoteo
que se reunieran con él en Atenas. Los
griegos tenían una religión politeísta, o sea, que tenían muchos
dioses. Aún hoy hablamos del "Pantheon Griego" (Pantheon
significa "todos los dioses"). Por lo tanto, en toda
ciudad griega había muchos ídolos y altares de toda clase. Así
era en Atenas. Al pasear Pablo por la ciudad y ver tantos altares,
no pudo quedarse callado y habló con el pueblo de Atenas acerca de
sus dioses. Pablo era celoso del honor del único verdadero Dios, el
Padre de Jesucristo. El no podía ver a los hombres adorando a otros
dioses. El
testimonio constante de Pablo llegó al conocimiento de algunos de
los filósofos atenienses. Atenas se consideraba a sí misma como el
primer centro de la cultura, y todos los atenienses y los
extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban
sino en decir o en oír algo nuevo (17:21). Los filósofos trajeron
a Pablo al Areópago, el tribunal de la ciudad al aire libre. Parece
que también era el centro usado para las discusiones filosóficas.
Aquí, los filósofos le pidieron a Pablo que explicara sus enseñanzas. El
discurso de Pablo muestra con cuanta sabiduría él pudo adaptar su
mensaje a su auditorio. Cuando él hablaba a los judíos, él podía
suponer que sus oyentes conocían el Antiguo Testamento; aquí él
estaba dirigiendo a paganos, por lo tanto no usó el Antiguo
Testamento. Comenzó su discurso hablando sobre la creación, y
mostró que Dios, que está sobre todas las cosas y que controla
todas las cosas, no puede ser representado por imágenes. En las
sinagogas Pablo usaba la historia de Israel para introducir al
evangelio; aquí él principió por llamar la atención de los
atenienses a cierto altar levantado "a un dios no conocido".
Sin embargo, aunque empezó su discurso hablando de cosas que sus
oyentes bien podían aprobar, no comprometió su mensaje. Presentó
el evangelio puro. Declaró que Dios ahora exige el arrepentimiento,
que Dios juzgará al mundo por medio de Cristo, y que la resurrección
de Cristo señala el juicio venidero. La
reacción a su discurso no fue gran cosa. "Cuando oyeron lo de
la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían:
Ya te oiremos acerca de esto otra vez" (17:32). El evangelio es
locura para los gentiles (1 Co. 1:23). No obstante algunos creyeron,
inclusive un miembro del Areópago. Aunque "no muchos sabios
según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles" (1
Co. 1:26), sin embargo Dios tiene su pueblo en cada nivel de la
sociedad. Así es que, es menester predicar el evangelio a todos los
hombres, tanto a los ricos como a los pobres, los de mucha fama como
a los desconocidos.
35. Comentario
a Hechos de los Apóstoles Pablo,
Silas y Timoteo, después de salir de Filipos, tomaron rumbo oeste,
por la Vía Egnatia. Los dos poblados siguientes, de un tamaño
regular, cada uno de ellos a un día de viaje, al parecer no tenían
sinagoga judía. De manera que recorrieron ciento sesenta kilómetros
desde Filipos hasta Tesalónica, la ciudad más importante de la
Macedonia antigua, y todavía hoy una ciudad notable. Había sido
fundada en el año 315 a.C., y su fundador, Casandro, le había
puesto este nombre en honor de su esposa, que era medio hermana de
Alejandro Magno. Los
Judíos primero (17:1-9) "Pasando
por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una
sinagoga de los judíos. Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y
por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y
exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el
Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien
yo os anuncio, decía él es el Cristo. Y algunos de ellos creyeron,
y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran
número, y mujeres nobles no pocas. Nuevamente
Lucas nos hace fijar la atención en la costumbre que tenía Pablo
de ir primero a los judíos para aprovechar su fondo cultural y las
oportunidades de enseñar que le daban en la sinagoga. Durante tres
sabbaths consecutivos. Pablo les predicó, siguiendo sin duda el
mismo esquema que en Antioquía de Pisidia (Hechos 13:16-41). Como
siempre, abrió las Escrituras que profetizaban sobre el Mesías,
explicándolas en todo detalle. Es decir, las exponía de tal manera
que mostraban con claridad que el propósito de Dios con respecto al
Mesías era que sufriera y se levantara de nuevo de entre los
muertos. Como lo había hecho también en Antioquía, les demostraba
que ninguna de estas profecías se podía aplicar a nadie, sino a
Jesús. Por tanto, "este Jesús" es verdaderamente el Mesías,
el Cristo, el Profeta, Sacerdote y Rey ungido por Dios. Algunos
de los judíos creyeron (se convencieron de que Jesús es el Mesías
y obedecieron al Evangelio, de manera que fueron bautizados en agua
y en el Espíritu Santo). Estos se unieron a Pablo y a Silas. También
lo hizo un gran número de griegos piadosos, entre los cuales había
un buen número de esposas de hombres importantes de la ciudad. De
esta forma, el número de gentiles convertidos fue mucho mayor que
el de judíos creyentes. En 1
Tesalonicenses 2:1-13 aparece una descripción más detallada del
ministerio de Pablo y Silas en estos momentos. Su predicación y su
ministerio fueron muy eficaces. Aunque fueron tratados en forma
ultrajante en Filipos, esto no los hizo tímidos ni miedosos. En
Tesalónica predicaron de una forma abierta, libre y valiente, con
la pureza de intención característica de los siervos de Jesucristo.
También fueron delicados con los nuevos convertidos, a los que les
manifestaron todas las formas de amor y cuidado posibles. Sin
embargo, se mantuvieron firmes en sus exigencias de justicia y los
animaron a todos a vivir de una manera digna del Dios que los había
llamado a su propio reino y su propia gloria. Los
judíos que rechazaron el mensaje de Pablo, se sintieron frustrados
muy pronto, por el número cada vez mayor de gentiles que estaban
aceptando el Evangelio. Estos judíos se rebelaron contra lo que
Dios estaba haciendo, y llegaron a prohibirles a Pablo y a su compañía
(obstaculizarles, evitar que lo hicieran) hablarles a los gentiles
con vistas a su salvación (1 Tesalonicenses 2:14-16). Cuando
vieron que los gentiles seguían respondiendo al Evangelio y no les
prestaban atención, estos judíos incrédulos se dedicaron a
instigar un tumulto. Primeramente, tomaron consigo a un grupo de
ociosos de la plaza del mercado que siempre estaban dispuestos a
unirse a cualquier agitador que apareciera. Después, con su ayuda,
reunieron una multitud y prepararon un alboroto que llevó al pánico
a toda la ciudad. Entonces, fueron a casa de Jasón y, tomándolo
por sorpresa, trataban de sacar a Pablo y Silas a donde estaba el
populacho. Evidentemente, la noticia ya les había llegado a los apóstoles,
y se habían marchado de allí para dirigirse a otro lugar de la
ciudad. Como
Pablo y Silas no se hallaban allí, la muchedumbre arrastró a Jasón
y a algunos de los demás creyentes ante los gobernantes (politarcas).
Eran cinco o seis, y eran los magistrados principales de la ciudad. Mesías,
explicándolas en todo detalle. Es decir, las exponía de tal manera
que mostraban con claridad que el propósito de Dios con respecto al
Mesías era que sufriera y se levantara de nuevo de entre los
muertos. Como lo había hecho también en Antioquía, les demostraba
que ninguna de estas profecías se podía aplicar a nadie, sino a
Jesús. Por tanto, "este Jesús" es verdaderamente el Mesías,
el Cristo, el Profeta, Sacerdote y Rey ungido por Dios. Algunos
de los judíos creyeron (se convencieron de que Jesús es el Mesías
y obedecieron al Evangelio, de manera que fueron bautizados en agua
y en el Espíritu Santo). Estos se unieron a Pablo y a Silas. También
lo hizo un gran número de griegos piadosos, entre los cuales había
un buen número de esposas de hombres importantes de la ciudad. De
esta forma, el número de gentiles convertidos fue mucho mayor que
el de judíos creyentes. En 1
Tesalonicenses 2:1-13 aparece una descripción más detallada del
ministerio de Pablo y Silas en estos momentos. Su predicación y su
ministerio fueron muy eficaces. Aunque fueron tratados en forma
ultrajante en Filipos, esto no los hizo tímidos ni miedosos. En
Tesalónica predicaron de una forma abierta, libre y valiente, con
la pureza de intención característica de los siervos de Jesucristo.
También fueron delicados con los nuevos convertidos, a los que les
manifestaron todas las formas de amor y cuidado posibles. Sin
embargo, se mantuvieron firmes en sus exigencias de justicia y los
animaron a todos a vivir de una manera digna del Dios que los había
llamado a su propio reino y su propia gloria. Los
judíos que rechazaron el mensaje de Pablo, se sintieron frustrados
muy pronto, por el número cada vez mayor de gentiles que estaban
aceptando el Evangelio. Estos judíos se rebelaron contra lo que
Dios estaba haciendo, y llegaron a prohibirles a Pablo y a su compañía
(obstaculizarles, evitar que lo hicieran) hablarles a los gentiles
con vistas a su salvación (1 Tesalonicenses 2:14-16). Cuando
vieron que los gentiles seguían respondiendo al Evangelio y no les
prestaban atención, estos judíos incrédulos se dedicaron a
instigar un tumulto. Primeramente, tomaron consigo a un grupo de
ociosos de la plaza del mercado que siempre estaban dispuestos a
unirse a cualquier agitador que apareciera. Después, con su ayuda,
reunieron una multitud y prepararon un alboroto que llevó al pánico
a toda la ciudad. Entonces, fueron a casa de Jasón y, tomándolo
por sorpresa, trataban de sacar a Pablo y Silas a donde estaba el
populacho. Evidentemente, la noticia ya les había llegado a los apóstoles,
y se habían marchado de allí para dirigirse a otro lugar de la
ciudad. Como
Pablo y Silas no se hallaban allí, la muchedumbre arrastró a Jasón
y a algunos de los demás creyentes ante los gobernantes (politarcas).
Eran cinco o seis, y eran los magistrados principales de la ciudad. Como
de costumbre, la acusación no reveló la razón real de que
quisieran deshacerse de Pablo y Silas. Los judíos que no habían
creído y sus compañeros de conspiración los acusaban de
trastornar todo el mundo habitado. Esta era una expresión usada
para hablar de los agitadores políticos o los revolucionarios que
habían causado problemas en todos los demás lugares, y que
trastornaban, no sólo el estado de cosas, sino todo. También
acusaron a Jasón de recibir a estos enredadores en su casa y
reunirse con ellos para practicar cosas contrarias a los decretos
del César, diciendo que hay otro rey (en realidad, un emperador
rival). Jesús. El
pueblo y los politarcas se alborotaron al oír estas cosas. En parte,
es posible que su problema estuviera en que conocían a Jasón y a
muchos de los demás convertidos y no habían visto evidencia alguna
de actividad política. También es probable que las creyentes que
eran esposas de los hombres principales tuvieran entre ellas a la
esposa de uno o más de estos politarcas. Es
evidente que los politarcas no tomaron muy en serio los cargos, pero
para satisfacer a la multitud, obtuvieron fianza de Jasón y de los
demás que habían sido traídos ante ellos. Es probable que esto
signifique que Jasón y sus amigos dieron esa fianza como garantía
de que Pablo y Silas saldrían de la ciudad y no regresarían, para
que no hubiera más tumultos. Esto sería usado más tarde por Satanás
para obstaculizar el regreso de Pablo. (Vea 1 Tesalonicenses 2:17,
18.) Quizá
Pablo se refiera a este incidente también cuando dice que los
Tesalonicenses recibieron "la Palabra en medio de gran
tribulación, con gozo del Espíritu Santo" (1 Tesalonicenses
1:6). Seguramente, los judíos incrédulos habían comenzado a
causar problemas algún tiempo antes del incidente de Jasón, De
hecho. Pablo señala que desde el principio, él habló el Evangelio
(las buenas nuevas) de Dios allí "en medio de gran oposición"
(1 Tesalonicenses 2:2). Después, cuando Pablo quiso regresar. Satanás
se lo impidió, probablemente sacando a relucir la cuestión de la
fianza. Así fue como Pablo no pudo regresar cuando quiso hacerlo. Los
nobles hermanos de Berea (17:10-15) "Inmediatamente,
los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y
ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y
éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues
recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día
las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Así que creyeron
muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos
hombres. Cuando los judíos de Tesalónica supieron que también en
Berea era anunciada la palabra de Dios por Pablo, fueron allí, y
también alborotaron a las multitudes. Pero inmediatamente los
hermanos enviaron a Pablo que fuese hada el mar; y Silas y Timoteo
se quedaron allí. Y los que se habían encargado de conducir a
Pablo le llevaron a Atenas; y habiendo recibido orden para Silas y
Timoteo, de que viniesen a él lo más pronto que pudiesen, salieron". Los
hermanos cristianos vieron lo crueles y decididos que eran los judíos
incrédulos. Por eso no quisieron correr riesgos. De noche, enviaron
a Pablo y Silas a Berea, unos ochenta kilómetros en dirección
suroeste, sobre el camino de Grecia. Se hallaba fuera de la Vía
Egnatia, el camino principal que habían seguido anteriormente, por
lo que los creyentes deben haber pensado que estarían más seguros
allí. Los
de Berea reaccionaron de manera muy distinta. En lugar de rechazar
el mensaje de Pablo, recibieron la Palabra con todo tipo de ansiedad,
celo y entusiasmo. Más importante aún: examinaban diariamente
las Escrituras, escudriñándolas como abogados que investigaran
un caso, para ver si aquellas cosas eran así. Gracias
a su actitud y a su asiduidad en escudriñar las Escrituras, dice la
Biblia que eran más nobles que los judíos de Tesalónica. En aquel
lugar, habían creído algunos de los judíos. Los otros sólo
dejaron que sus antiguos prejuicios los guiaran y reaccionaron
contra el Evangelio. En cambio, en Berea creyeron muchos de los judíos,
probablemente la mayoría. No se levantó oposición entre ellos. Por
haber escudriñado las Escrituras, estos judíos de Berea no sólo
sientan un ejemplo para todos nosotros, sino que no tuvieron
necesidad de que Pablo les llamara la atención más tarde, como
hizo con muchas otras iglesias. Muchos
gentiles creyeron también, tanto mujeres de posición honorable en
la sociedad, como hombres. Aunque
la sinagoga de Berea no causó problemas, la noticia de lo eficaz
que era la proclamación del Evangelio por Pablo en aquel lugar
alcanzó a los judíos de Tesalónica. Estos se fueron a Berea
entonces, e hicieron lo mismo que habían hecho en su ciudad.
Sacudieron y alborotaron a las multitudes, tratando de levantar la
violencia del populacho contra Pablo. Antes
de que le pudieran hacer daño alguno, los hermanos cristianos de
Berea se apresuraron a sacar a Pablo en dirección al mar Egeo,
probablemente con la intención de enviarlo lejos en algún barco.
Silas y Timoteo se quedaron para seguir enseñándoles a los
creyentes y dándoles ánimo. Los
que conducían a Pablo, cambiaron después de dirección,
probablemente porque los judíos de Tesalónica estaban tramando
algo más, y recibieron alguna noticia de ello. De manera que todos,
o parte del grupo, llevaron a Pablo a Atenas. Entonces, él los envió
de vuelta con una orden para Silas y Timoteo, que debían ir a él
lo más pronto que pudiesen. La
espera en Atenas (17:16-21) "Mientras
Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la
ciudad entregada a la idolatría. Así que discutía en la sinagoga
con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que
concurrían. Y algunos filósofos de los epicúreos y de los
estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir
este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses;
porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección.
Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber
qué es esta nueva enseñanza de que hablas? Pues traes a nuestros oídos
cosas extrañas. Queremos, pues, saber que quiere decir esto. Porque
todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna
otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo". Atenas
era una ciudad famosa por su Acrópolis y por todos sus templos. Sin
embargo, ya en aquella época había perdido su gloria anterior. Ya
carecía de importancia política. Su antigua hegemonía en cultura
y educación había pasado a la ciudad de Alejandría, en Egipto. No
obstante, Atenas seguía cultivando la memoria de su pasado. Sus
templos seguían siendo hermosos ejemplos de lo mejor de la
arquitectura griega. Dondequiera que Pablo miraba, la ciudad estaba
repleta de ídolos, y esto hizo que su espíritu se enardeciera (casi
"se llenara de ira") dentro de él. Como
siempre. Pablo fue primero a la sinagoga en el sabbath y les predicó
a los judíos y a los gentiles piadosos que estaban allí. Pero
también se sentía preocupado por el resto de los gentiles. Todos
los días, hablaba con los que se encontraba en la plaza del mercado.
Allí, algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos se
enzarzaron en una discusión con él. Los
epicúreos eran los seguidores de Epicuro (342-270 a.C.). Este decía
que la Naturaleza es la suprema maestra, y nos proporciona las
sensaciones, los sentimientos y las expectaciones para probar la verdad.
Al decir sentimientos, se refería al placer y al dolor. Decía que
se podían usar estos sentimientos para distinguir entre el bien y
el mal que nos rodean. También enseñaba que los dioses eran
incapaces de airarse, indiferentes ante la debilidad humana, y no
intervenían ni participaban en los asuntos humanos. De esta manera
negaba la posibilidad de los milagros, la profecía y la providencia
divina. Al principio, cuando Epicuro hablaba de "placer",
quería referirse a la verdadera felicidad. Primeramente, sus
seguidores se limitaban a buscar una vida tranquila, libre de
temores, dolores e ira. Más tarde, algunos de ellos hicieron de los
placeres sensuales la meta de la vida. Los
estoicos eran seguidores de Zenón de Citio (335-263 a.C.). Este creía
en un poder creador y hacía del deber, la razón (o acuerdo con la
razón divina), y la autosuficiencia la meta de la vida. Exhortaba a
sus seguidores a aceptar las leyes de la naturaleza y de la
conciencia, y a tratar de ser indiferentes al placer, el dolor, el
gozo y el pesar. Algunos
de estos filósofos fueron muy despectivos con el Evangelio de
Pablo, y lo llamaron "palabrero", literalmente "recogedor
de semillas". Este término se usaba también en el lenguaje
popular para hablar de los parásitos y los plagiarios ignorantes.
Después, como predicaba las buenas nuevas de Jesús y de la
resurrección, decían que parecía que estaba proclamando nuevos
dioses, o mejor, demonios extranjeros. Al
parecer, sentían que las enseñanzas de Pablo eran peligrosas para
sus ideas y filosofías, porque lo tomaron y lo llevaron ante el
Concilio del Areópago, la corte suprema de Atenas. Esta corte se
reunía anteriormente en la colina de Ares (colina de Marte), un
cerro rocoso situado frente a la Acrópolis. Hay algunas evidencias
de que se reunía en una columnata del mercado público en los
tiempos del Nuevo Testamento, pero retenía el mismo nombre. El
concilio preguntó cortésmente cuál era el significado de esta
nueva enseñanza que los tenía perplejos. Esta petición no tenía
nada de extraña. Todos los atenienses, así como los extranjeros
que vivían en la dudad, se pasaban todo el tiempo libre diciendo y
oyendo cosas nuevas. El
mensaje dirigido al Concilio de la colina de Marte (17:22-34) "Entonces
Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones
atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando
y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual
estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis,
pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. El Dios que hizo el
mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de
la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es
honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él
es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas: Y de una
sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten
sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los
tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios,
si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente
no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos
movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también
han dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios,
no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o
piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios,
habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda
a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha
establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por
aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle
levantado de los muertos. De
pie en medio del Concilio, Pablo comenzó sabiamente en forma
positiva. Las palabras que dice al principio, podrían ser
traducidas como afirmando que los atenienses eran "demasiado
supersticiosos". Sin embargo, es mucho mejor la traducción
nuestra, que da el sentido de "muy religiosos", o sea, muy
respetuosos con sus dioses. Después,
Pablo usó la inscripción que había en un altar de Atenas como
oportunidad para hablar sobre el único Dios verdadero, en contraste
con sus muchos dioses. El "Dios desconocido" de su altar,
al que adoraban sin conocerlo, es el Creador y Señor de cielo y
tierra. Por tanto, es demasiado grande para habitar en santuarios
hechos por manos de hombres. Esta verdad también la comprendían
Salomón (1 Reyes 8:27) y los profetas (Isaías 57:15; 66:1). ¡Qué
contraste tan grande con los pequeños dioses de Atenas, cuyos ídolos
ellos bañaban y fingían alimentar! El
Dios verdadero no necesita que cuiden de él manos humanas (que lo
traten, como un médico atendería a un paciente), como si El
necesitara algo. ¿Cómo podría necesitar de algo o de algún
cuidado? Él es quien da a todos vida, aliento y todas las cosas.
Como señala Santiago 1:17, todo buen don y todo don perfecto viene
de lo alto, de Él. Dios
también hizo de una sangre (es decir, de Adán, de un solo linaje
sanguíneo) todas las naciones de la humanidad, para que habitaran
en toda la faz de la tierra. (Algunos manuscritos antiguos omiten la
palabra "sangre" del versículo 26.) Todos somos parte de
la raza de Adán, y nadie tiene motivo para algún orgullo especial
de ascendencia o raza. Dios fijó también el orden de los tiempos
de la humanidad (ocasiones, oportunidades) y los límites de su
habitación; esto es, separando la tierra seca de las aguas (Génesis
1:9, 10). Con
esto. Pablo no quiere decir que la humanidad no pueda o no deba
moverse de un lugar a otro. Todos los pueblos lo han hecho en mayor
o menor escala. Más bien. Pablo quería decir que Dios lleva a la
humanidad a los lugares y los momentos en los que tenga oportunidad
de buscarle, "si en alguna manera, palpando, puedan hallarle".
(Compare con Romanos 1:20, 21.) En
realidad, no debería ser difícil hallarlo, porque, como Pablo diría
a continuación. Él no está lejos de cada uno de nosotros. "Porque
en él vivimos, y nos movemos, y somos (existimos, tenemos nuestro
ser)". Esta declaración es una cita de uno de los poetas
antiguos, posiblemente Minos o Epiménedes de Creta. Como uno de sus
propios poetas (Aratus de Cilicia) había dicho, "linaje suyo
somos". Puesto
que es linaje del Dios verdadero (en el sentido de que ha sido
creado a imagen suya), sería totalmente irrazonable para el hombre
pensar que la naturaleza divina es oro, plata o piedra, escultura de
arte y de imaginación o pensamientos de seres humanos. Este es uno
de los puntos fuertes de la enseñanza del Antiguo Testamento. Vea
Salmo 115:4-8; 135:15-18; Isaías 40:18-22; 41:24; 44:9-17. Toda
esta idolatría demostraba ignorancia sobre cómo es Dios realmente.
Los tiempos de aquella ignorancia, Dios en su misericordia y
paciencia los había pasado por alto. Pero ahora (por medio del
Evangelio), anunciaba a todos los seres humanos de todos los lugares
que debían arrepentirse, es decir cambiar de mentalidad y de
actitud hacia Dios, y volverse a El a través de Cristo y del
Evangelio. Este arrepentimiento es urgente, porque Dios ha
establecido un día en el cual va a juzgar la tierra habitada en
justicia por medio de un Hombre que El ha nombrado. Es decir, que
hay un día de juicio que se aproxima y Dios ha revelado quién será
el Juez. (Compare con Daniel 7:13; Juan 5:22, 27). La realidad de la
venida de este día y de que no habrá escapatoria posible. Dios la
garantizaba con el hecho de que había resucitado a aquel Hombre (Jesús)
de entre los muertos. La
mención de la resurrección de los muertos provocó de inmediato
las burlas de algunos, especialmente del grupo de los epicúreos,
con toda seguridad. Estos se negaban a creer que dios alguno pudiera
mostrar ira, y tampoco creían en milagros. Por esto, muchos se
burlaron de Pablo con palabras de escarnio y gestos. Otros, que
parecían tener deseo de conocer la verdad, dijeron: "Ya te
oiremos acerca de esto otra vez." Estas
sesiones del Concilio del Areópago estaban abiertas al público.
Algunos hombres sí creyeron y se juntaron con Pablo, aceptando el
Evangelio. Entre ellos se hallaba Dionisio, miembro del Concilio y
por tanto un personaje muy importante en Atenas. Una mujer (prominente)
llamada Dámaris, y otros más, se unieron con ellos y creyeron. Este
es el segundo registrado por escrito de los sermones de Pablo a los
gentiles que no tenían fondo cultural ni conocimiento de las
Escrituras del Antiguo Testamento. En Listra, había usado un
enfoque similar, al llamar su atención hacia Dios como Creador (Hechos
14:15-17). Pero en este momento, se dan más detalles sobre su forma
de enfocar el asunto. Con
los judíos, que afirmaban creer en las Escrituras, Pablo siempre
fundamentaba sus razonamientos en el Antiguo Testamento. Pero con
gentiles como aquellos, el Espíritu Santo lo guiaba a usar un
enfoque diferente. Su razonamiento seguía fundándose en las Escrituras,
pero comenzaba donde estaban sus oyentes y los conducía hasta el
punto en que podía presentarles el Evangelio. En los tiempos
recientes, los misioneros han tenido que hacer lo mismo. Un
misionero que se hallaba en las selvas del Amazonas con los indios,
descubrió que no podía comenzar con Juan 3:16. No tenían ninguna
palabra para decir "amor". El único mundo que conocían
eran el valle y el río tributario donde vivían. Así que comenzó
con la creación y los fue conduciendo gradualmente hasta el momento
en que pudieran comprender la verdad sobre Jesús. Algunos
escritores suponen que Pablo se desilusionó con los resultados de
su manera de enfocar las cosas esta vez. Dicen que fue esa desilusión
la que hizo que les dijera a los corintios: "Me propuse no
saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste
crucificado" (1 Corintios 2:2). Pero esto no quiere decir que
Pablo no dijera nada sobre las demás verdades. Más bien quería
decir que deseaba ver, experimentar y vivir al Cristo crucificado. También
parece probable que algunos de los judíos y de los gentiles
piadosos de la sinagoga de Atenas creyeran y que estos otros que habían
creído se unieran a ellos. Pablo se referiría más tarde a la casa
de Estéfanas, llamándola "las primicias de Acaya" (1
Corintios 16:15), pero es posible que esto se deba a que Atenas era
considerada una ciudad independiente y libre, y no parte de la Acaya
(Grecia). Lucas
no proporciona más detalles, pero se ve claramente que Pablo dejó
al menos un pequeño cuerpo de creyentes, una asamblea, al irse de
Atenas. La tradición dice que Dionisio el areopagita fue su primer
pastor (anciano, obispo).
36.
CAPITULO
18: NO QUEREMOS QUE IGNORÉIS Léase
I y II
Tesalonicenses Preguntas
de Preparación 1.
¿Cuál es el fondo histórico para I y II Tesalonicenses? 2.
¿Por qué escribió Pablo estas cartas? 3.
¿Cuáles doctrinas se enseñan en estas cartas? 4.
¿Cuáles consejos da Pablo en estas cartas para la vida cristiana
diaria? Introducción Cuando
Pablo se vio obligado a salir de Tesalónica por causa de la oposición
de los judíos, partió para Berea donde su ministerio tuvo una
acogida buena. Mas los judíos de Tesalónica lo siguieron hasta
Berea, y le obligaron nuevamente a abandonar este lugar. De Berea,
Pablo siguió hasta Atenas. Pero su preocupación por los
cristianos tesalonicenses hizo que enviara a Timoteo a Macedonia
para ver cómo estaban. Al regresar Timoteo con buenas noticias
acerca de la iglesia en Tesalónica, Pablo escribió estas cartas. 1.
Fecha y Lugar Tanto
la primera carta como la segunda a los tesalonicenses se escribieron
desde Corinto, cuando Pablo estaba en su segundo viaje misionero,
entre los años 50 y 53 d.C. 2.
Propósito Pablo
escribió estas cartas con el propósito de animar a los
tesalonicenses en su fe cristiana; de informarles sobre la segunda
venida de Cristo, y de instruirles en el vivir diario cristiano. 3.
Bosquejo I
Tesalonicenses
Capítulos I.
Gratitud por la fe de los tesalonicenses
1 II.
Confirmación
del amor de Pablo hacia los Tesalonicenses
1-3 III.
Instrucciones
para la vida cristiana
4:1-12 IV.
Enseñanza
sobre la segunda venida de Cristo
4:13-5:11 V.
Más
instrucciones ara la vida cristiana
5:12-28 II
Tesalonicenses
Capítulos I.
Evidencias presentes del juicio venidero
1 II.
Acontecimientos
futuros conducentes a la segunda
venida de Cristo
2 III.
Requisitos
presentes para el trabajo fiel
3 4.
Contenido Tema
Principal Las
cartas de Pablo a los tesalonicenses a veces se les llama las cartas
escatológicas, porque tratan mucho acerca de la escatología (los
acontecimientos en los últimos días). A través de ambas cartas
hay muchas referencias a la segunda venida de Cristo y al juicio
venidero. También hay algunos pasajes importantes en los cuales
Pablo habla justamente sobre este tema. Los hermanos tesalonicenses
estaban pensando en lo que podría sucederles a aquellos creyentes
que ya habían muerto. Pablo les aseguró que al volver Cristo, los
creyentes muertos habrán de resucitar y se encontrarán con Cristo
en el aire. Luego, aquellos creyentes que aún viven, serán
arrebatados para encontrarse con Cristo y con sus hermanos
resucitados. En
1 Tesalonicenses 5:1-11 Pablo habla sobre la pregunta de cuándo será
la segunda venida de Cristo. Les recuerda a los tesalonicenses que
esta segunda venida no es algo a que se le pueda dar una fecha
exacta. Cristo vendrá, no cuando los hombres le estén esperando,
sino como ladrón en la noche. En
2 Tesalonicenses 1:6-10 Pablo habla sobre aquéllos que están
persiguiendo a los creyentes. Tiene palabras duras acerca del juicio
de Dios que vendrá sobre ellos. Debemos tener presente que a
segunda venida de Cristo no sólo será un tiempo de mucha gloria y
bendición para el pueblo de Dios. También será un tiempo de
juicio y de castigo para aquéllos que se han puesto en contra de
Dios y de su iglesia. Luego,
en 2 Tesalonicenses 2:1-12, Pablo explica acerca del "hombre de
pecado", que también tiene el nombre "anticristo". Algunos
de los tesalonicenses temían que ya hubiera tenido lugar la
resurrección. Pero Pablo les aseguró que la segunda venida de
Cristo no se efectuaría, sino hasta que "el hombre de pecado"
fuera revelado. Este anticristo se exaltará a sí mismo como Dios.
Más cuando Cristo viniere, el lo matará "con el espíritu de
su boca" (2:8). No importa cuan fuertes sean los poderos del
maligno; nunca podrán resistir ante el poderío de Dios. Otras
Doctrinas A
pesar de que Pablo había tenido un ministerio relativamente breve
entre los tesalonicenses, sin embargo pudo darles un buen
entendimiento de la doctrina cristiana. A través de sus cartas,
hace referencia a muchas doctrinas. Habla acerca de Dios, de la
elección divina, del llamamiento eficaz, de la conversión, de la
santificación, además de la segunda venida de Cristo, la
resurrección y el juicio final. Pablo
recalca en ambas cartas la soberana obra de Dios en la salvación de
su pueblo. Como los tesalonicenses habían recibido la predicación
del evangelio de parte de Pablo, éste sabía que el Espíritu Santo
había obrado en sus corazones. Estaba seguro de que Dios les había
escogido para sí mismo. Pablo dice (1 Ts. 5:9), "Porque no nos
ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de
nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea
que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él". Y en
2 Tesalonicenses 2:13 les vuelve a recordar que Dios les había
escogido para ser salvos, para ser santificados por medio del Espíritu,
y para tener fe en la verdad. Asuntos
Prácticos Pablo
nunca estaba satisfecho con sólo enseñar la doctrina cristiana. Su
meta no era solamente que los hombres conocieran acerca de la verdad
de Dios, sino que esta verdad tuviera como resultado un cambio en
sus vidas. Los cristianos tesalonicenses vivían en una sociedad
donde el divorcio y la inmoralidad sexual eran problemas de primer
orden. Por ello, Pablo les exhortó mucho sobre este tema y les instó
a que vivieran felizmente con sus propios maridos y esposas (1 Ts.
4:1-8). Una
de las muestras más grandes del cristianismo, es el amor fraternal.
Los tesalonicenses ya habían demostrado tener este amor el uno para
con el otro. Pablo les hace un llamado para que continúen en este
amor hacia el prójimo, y para que lo aumenten (1 Ts. 4:9-10). Pablo
también los instruyó para ser diligentes y fieles trabajadores
en aquellas vocaciones a que Dios les había llamado. Siempre
existe el peligro de que pensemos en el evangelio como algo
completamente divorciado de nuestro trabajo cotidiano. Pablo nunca
pensó así. Una de las características de un cristiano verdadero
es, que hace bien el trabajo que Dios le ha dado para hacer. En 2
Tesalonicenses, Pablo trata ampliamente este tema. Parece que
algunos hermanos habían malentendido la enseñanza de Pablo sobre
la segunda venida de Cristo. Estaban tan confiados en que Cristo
vendría en cualquier momento, que habían dejado de trabajar y se
habían convertido en ociosos. Por lo tanto, Pablo advirtió de que
"Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma" (2 Ts. 3:10). 5.
Conclusión Estas
cartas, escritas a aquellos que eran todavía tiernos en su fe,
sirven para recordar a la iglesia la forma en que Pablo trabajaba.
Fue evangelista, como también maestro. No sólo llamaba a los
hombres a tener fe en Cristo, sino que también les enseñaba acerca
de él. Además de esto, Pablo fue un pastor. Era su deseo ferviente
que aquéllos que habían sido convertidos a través de su
ministerio, viviesen vidas que trajeran honra y gloria al Señor
Jesucristo, a quien él servía.
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