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13. Conducción
de grupos![]() Oratoria es el arte de hablar en público con elegancia para persuadir, convencer, educar o informar a un auditorio. Se dan principios básicos de la comunicación, la pedagogía y la homilética para presentar discursos, conferencias, seminarios y sermones. 6. Conducción de grupos
Propósito
de la Unidad: al término de
la unidad el participante será capaz de ubicar la tipología de los
capacitandos y las características que los distinguen, asimismo
habrá experimentado como mantener la atención de estos. CARACTERÍSTICAS El trabajo con grupos es
realmente apasionante, dado que existe un intercambio de
experiencias, se propician discusiones enriquecedoras y se
retroalimenta la información que cada uno posee. Un grupo es un conjunto de
personas que se reúnen con un objetivo común. En el caso de la
capacitación en las empresas, se trabaja con grupos cuyo número de
participantes varía según las necesidades que se detectan. Cada
participante tiene especiales características, por lo que el manejo de grupos resulta una
compleja tarea para el instructor, quien ha de ser el responsable de
la conducción del aprendizaje, el cual no se logrará sin una integración
grupal. La integración grupal puede lograrse mediante la
utilización de técnicas o dinámicas grupales. TIPOS DE GRUPOS Ruidoso: murmuraciones y conversaciones en voz baja,
provocan que el instructor y
el resto de los compañeros se distraigan. Recomendaciones:
el instructor debe estar muy
atento a este tipo de interrupciones. Dirija la mirada a los participantes que conversan. Lanzarles
alguna pregunta o pararse muy cerca de ellos. Si el ruido es
generalizado quizá lo más conveniente sea cambiar a una técnica
mucho más participativa o hacer un receso. Silencioso: si el grupo muestra un total silencio, investigue
las causas. Puede haber fallado el proceso de ruptura de la
tensión, no existe confianza para participar o bien no les interesa
suficientemente el tema. Es recurrente también que la presencia de
algún directivo inhiba al resto de los participantes. Recomendaciones:
el uso de técnicas
más participativas reforzará la integración. Investigar
las causas; actúe. Indiferente: no les interesa el seminario ni sus
contenidos. Los temas tratados fueron simples y son conocidos por el
grupo. No hubo nada nuevo. Se tiene la certeza de estar perdiendo el
tiempo. Recomendaciones: Previo al curso, investigue el nivel y
experiencia de los participantes. Manifieste su disposición por
incorporar temas de interés de los participantes con el
contenido del curso. Cambie de técnica para motivar la participación. Maneje
ejemplos adecuados a las necesidades de la empresa y puestos. Agresivo: la actitud autoritaria y prepotente del
instructor, provoca una reacción
agresiva y hostil del grupo hacia el mismo instructor y la
sesión se convierte en una lucha de fuerzas que no conducen sino al
fracaso del curso. Algunas veces se combina la agresión con la ironía
y provoca la deserción de participantes. Recomendaciones: Actuar
con sencillez, modestia y humildad, pues habrá que recordar
que no es el poseedor total de la verdad y que también está
aprendiendo con el grupo. Participativo: este es el grupo ideal que desearía el instructor para desarrollar un curso.
Si se señala lo que realmente interesa al grupo, si se conocen sus
motivaciones, si se utilizan las técnicas adecuadas y se evalúan
constantemente, se garantiza el interés y participación de cada
uno de los componentes del grupo. Recomendaciones: Aproveche al máximo la participación,
manteniendo el interés de los asistentes. MANEJO DE GRUPOS DIFÍCILES; ¿ QUE HACER ? Cuando un instructor
se encuentra frente a un grupo y tiene que captar la atención
y despertar al aprendizaje, no
solamente tiene que ser motivador y conocer las características
que cada participante adopta y como tratarlos individual y
gradualmente, también debe adquirir las habilidades para sobreponer las distintas situaciones que se presentan en
la conducción de un evento. Las situaciones que se experimentan en el proceso de capacitación son múltiples;
ya que la gama de experiencias, expectativas, resistencias,
prejuicios y de conocimientos en un grupo de adultos es muy diversa. A)
¿Qué hacer cuando se pierde el control de la sesión? Si el control se pierde
cuando el instructor es quien está en uso de la palabra puede hacer
una pausa prolongada para que con el silencio que se hace
queden en evidencia los causantes de esta situación para
inmediatamente poder continuar la sesión. También puede
dirigir la mirada en forma directa y prolongada a los mismos
desatentos, procurando hacerlo con cordialidad y en cierta forma que
los haga volver a la temática tratada. Dirigir
una pregunta al participante más influyente; Esto puede traer al orden nuevamente. Hacer una
pregunta directa al causante del desvío o control grupal. Introducir
una variante en la metodología;
cambiando de técnica, empleando el rotafolio, hacer un resumen o
utilizar la ayuda visual que capte nuevamente la atención. Llamar
al orden con certeza,
pero con tacto. Si el desorden es muy grande,
hacer un receso. B)
Cuando los asistentes se salen del tema Emplear
las preguntas directas,
cuestionando de que manera lo discutido se relaciona con el tema a
tratar y dirigir nuevamente la conversación sobre la temática
central. Realizar
un resumen y volver a centrar el tema principal, procurando destacar algún punto en particular. Hacer un planteamiento
de la sesión destacando el plan a seguir en el tiempo que
resta para concluir el tema buscando la adhesión del grupo,
volviendo nuevamente al camino. C)
Cuando el grupo no habla Centrar
el tema, estimular el
intercambio de puntos de vista y dirigir una pregunta directa a un
miembro del grupo que conozca la respuesta o haya tenido experiencia
en el tema cuestionado. Separarse
ligeramente del tópico principal y sutilmente introducir otro de
interés actual con el cual están relacionados los
asistentes y paulatinamente volverlos al tema. Dirigir
una pregunta abierta de carácter general, preferentemente alguna que despierte al grupo.
Demostrar verdadero interés cuando surja alguna inquietud o
sugerencia por parte de algún participante. D)
Cuando no aceptan conclusiones del instructor Guiar de nuevo la discusión
proponiendo el mismo planteamiento pero con diferentes palabras. E)
Cuando alguien se opone Utilizar preguntas
directas que comprometan al participante oponente a que
fundamente su punto de vista y proponga alternativas de solución. Invitar
al experto a que cuestione los puntos de vista de quien se opone y que son fundamente las propuestas dadas por
el instructor (cuando el experto es además aliado). F)
Cuando alguien objeta habitualmente Buscar
cuales son las posibles razones que
lo hacen actuar de esa manera. Esto puede hacerse con preguntas de
sondeo en forma abierta frente al grupo, o bien en forma personal
aprovechando los recesos. Si sus objeciones son dirigidas al grupo,
rebotar su inconformidad al mismo grupo, dejando que este lo
presione. Usar
preguntas de rebote, solicitándole
que nos diga sus soluciones concretas a la problemática analizada. Hacer
más evidente sus argumentos,
resaltándolos con otras palabras y luego seguir adelante (no
engancharse). G)
Cuando la presencia de un supervisor jerárquico se impone al grupo Atenderlo de manera cordial,
pero tratarlo al
mismo tiempo como un miembro
más del grupo. Procurar no
poner a los participantes en alguna situación embarazosa frente a
su supervisor. Recordarle que no
tome notas frente al grupo, pues los asistentes pueden
interpretarlo como que está registrando y evaluando sus
intervenciones y esto puede provocar que traten de lucirse o que
guarden silencio. 6. Conducción de grupos (cont) Tiplogías de los participantes y como tratarlos El instructor debe adoptar
un papel diferente al maestro, quien se desenvuelve en situaciones más
formales y frente a auditorios distintos. En el caso del instructor
las motivaciones de este auditorio obedecen a la obtención de
conocimientos generales para aplicaciones a largo plazo. El
instructor por lo tanto debe centrar sus actividades al logro del
aprendizaje grupal, si el instructor sabe como descubrir, enfrentar
y aprovechar esas tipologías que son entre otras las siguientes: El
que participa demasiado:
esta conducta en un
participante se considera positiva, pues generalmente aporta
información productiva y útil para el desarrollo del tema y bien
canalizada puede enriquecer el aprendizaje del grupo. El
contreras abierto: es
aquella persona que desde el
inicio de la sesión se manifiesta en desacuerdo con el instructor y/o
con los miembros del grupo. Cerrado
o silencioso: esa conducta es
mas delicada que la del contreras abierto, pues no externaliza la
causa de su desacuerdo. Es más
problemático, usa la comunicación no verbal para manifestar
su inconformidad. El
contreras silencioso:
puede también contagiar al grupo con sus actitudes o causarles
malestar. Y muchas veces contagiar al grupo con más facilidad que
el abierto. Se manifiesta en
la forma de sentarse y sobre todo con los movimientos de desacuerdo. El
experto: es el personaje
que sabe tanto o más que el
instructor sobre la materia objeto de estudio. Puede ser muy
valioso para el desarrollo del curso si el instructor lo pone de su
lado y lo sabe aprovechar. El
platicador: es la persona
que constantemente
interrumpe ya sea charlando con sus vecinos o por medio de
expresiones o ruidos que distraen la atención del grupo. El
distraído: para ubicar al
distraído hay que estar muy atento en todos los detalles, ya que
esta conducta se puede esconder cuando aparentemente una persona está
atenta tomando notas, pero su atención está en otro asunto
distinto al tema tratado. El
dormido: este es un caso
grave pues es indicio de que el participante está agotado o que
como instructor no estamos haciendo lo correcto. El
ignorante: esta tipología
se refiere al participante
que no reúne los requisitos en cuanto a conocimientos y
experiencia para asistir al curso, fue mal seleccionado o muchas
veces se encuentra presente porque no tiene otra cosa que hacer o
está en sustitución del titular quien por estar ocupado no pudo
asistir al evento. Este personaje interviene torpemente o contesta
inadecuadamente cuando se le pregunta y en general se encuentra
desubicado, puede ser pasivo o activo. El
ignorante pasivo: generalmente
es el novato quien no conoce el tema o el trabajador de nuevo
ingreso que no tiene experiencia en el puesto. Puede ser también
que no se sienta parte del grupo o que el grupo lo rechace por lo
que su participación es muy limitada. El
ignorante activo: se
encuentra con más peligro de caer en el ridículo pues interviene
torpemente. El
sabanitas: es aquel
participante que siempre
llega tarde o que en los recesos se incorpora al grupo después
de que la sesión se ha iniciado. El
palero: es aquel
participante que es afín con nuestra manera de pensar y que desde
el inicio se manifiesta de
forma directa o indirecta de acuerdo con el instructor. El
zorro: este
es el personaje más peligroso pues es una combinación de
experto y contreras. Sugerencias para su manejo: Identificarlo lo antes posible y estar prevenido sobre como actuar con él. Ubicarlo cerca de nosotros y procurar seguir con la exposición y procurar colocarnos frecuentemente detrás de él. Asignarle alguna tarea específica como observador o como vocero del grupo en algún ejercicio. |
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