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Seminario Reina Valera
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3. Discurso
e Idea Clave![]() Oratoria es el arte de hablar en público con elegancia para persuadir, convencer, educar o informar a un auditorio. Se dan principios básicos de la comunicación, la pedagogía y la homilética para presentar discursos, conferencias, seminarios y sermones. 7.
Duración de la intervención
La duración de la intervención condiciona la
preparación del discurso. No es lo mismo preparar una intervención de 5 minutos
que una de hora y media. Cuando se prepara un discurso hay que intentar
ajustarse a un tiempo algo inferior al que uno tiene previsto, ya
que durante el mismo es frecuente que uno tienda a extenderse (saludos,
agradecimientos, alguna anécdota improvisada, etc.) Siempre es preferible quedarse corto que sobrepasar el
tiempo asignado. El público agradece la brevedad. Hay que tener presente la posibilidad de que en el último
momento los organizadores del acto modifiquen la duración de la
intervención, bien ampliándola (porque un conferenciante no haya
podido asistir), bien recortándola (porque el acto marche con
retraso). El orador debería llevar preparado material adicional
(otros argumentos, anécdotas, ejemplos, transparencias, etc.) por
si tuviera que hablar más tiempo del previsto. También debe tener identificadas partes del discurso
que se puedan omitir, para el caso contrario en el que se recorte el
tiempo de la intervención. Durante el discurso hay que controlar el tiempo (tener
un reloj a la vista que se pueda mirar discretamente), tratando de
que la intervención se vaya desarrollando según lo previsto,
evitando agotar el tiempo con el discurso todavía por la mitad. No hay que olvidar que una de las partes principales
del mismo es la conclusión, a la que hay que dedicar el tiempo
necesario para poder desarrollarla convenientemente. Si el discurso es extenso el orador no debería confiar
únicamente en su memoria ya que corre el riesgo de olvidar algún
punto fundamental o, peor aún, de quedarse en blanco. Es conveniente en este caso llevar preparadas fichas de
apoyo que le pueden servir de guía a lo largo de su exposición. Por último, una idea que hay que tener siempre
presente: El orador sólo se extenderá en la medida en la que
tenga algo interesante que decir, lo que no debe hacer bajo ningún
concepto es tratar de "rellenar" el tiempo con información
carente de interés (al público no se le puede aburrir). En este caso es preferible hablar con los organizadores
del acto y comunicarles que el tiempo asignado es demasiado extenso
para el tema que se va a tratar. 8.
Discurso La elaboración del discurso, aún siendo determinante,
constituye tan sólo una primera etapa de la preparación del acto
(y puede que no la más complicada). Cuando se prepara un discurso hay que tener muy claro
cuál es su objetivo, qué es lo que se pretende conseguir (informar,
motivar, divertir, advertir, etc.). En primer lugar hay que definir el tema de la exposición.
Esto puede venir ya indicado por los organizadores del acto (aunque
uno siempre podrá darle su propia orientación) o puede que uno
tenga libertad para elegirlo. Definido el tema, hay que determinar la idea clave que
se quiere transmitir y sobre la que va a girar toda la argumentación.
Por ejemplo, se va a hablar sobre el sector del vino en
España y se quiere transmitir la idea de su falta de proyección
internacional. Una vez seleccionada la idea clave, hay que buscar
argumentos en los que apoyarla. Para ello lo mejor es dar rienda
suelta a la imaginación ("lluvia de ideas") e irlas
anotando a medida que vayan surgiendo. Este proceso puede durar algunos días (hay que dar
tiempo a la imaginación; las ideas surgen inesperadamente). Una vez que se dispone de una lista de posibles
argumentos hay que seleccionar los 4 o 5 más relevantes (y no más).
Hay que tener presente que en un discurso la capacidad
de retención que tiene el público es limitada y que difícilmente
va a ser capaz de asimilar más de 4 o 5 conceptos. Tratar de apoyar la idea clave con muchos argumentos a
lo único que lleva es a que el público termine sin captar lo
esencial (los árboles no dejarían ver el bosque). Una vez que se han seleccionado esos pocos argumentos
que se van a utilizar hay que desarrollarlos en profundidad. Se
utilizarán conceptos, datos, ejemplos, citas, anécdotas, notas de
humor (se pueden incluir aunque el tema tratado sea muy serio). El discurso se estructura en tres partes muy definidas:
Introducción (plantea el tema que se va a abordar y la
idea que se quiere transmitir). Desarrollo (se presentan los distintos argumentos que
sustentan la idea). Conclusión (se resalta nuevamente la idea y se
enumeran someramente los argumentos utilizados). El discurso no tiene por qué ser una pieza literaria,
lo que sí debe primar es la claridad. Al ser escuchado (y no leído) el público no tiene
tiempo de analizar detenidamente el lenguaje utilizado, la
estructura de las frases, etc. Además, en el supuesto de no entender una frase no va
a tener la posibilidad de volver sobre ella. Todo ello lleva a que en el discurso deba emplearse un
lenguaje claro y directo, frases sencillas y cortas. Hay que
facilitarle al público su comprensión. Para terminar, señalar algunos aspectos importantes: Independientemente del tema que se vaya a tratar, hay
que procurar que el discurso resulte atractivo, novedoso, ágil, con
gancho, bien fundamentado, interesante (aunque el tema abordado sea
tan árido como, por ejemplo, "La reforma fiscal durante la II
República). Debe primar siempre la idea de la brevedad (el público
lo agradece). La brevedad no implica que el discurso tenga que ser
necesariamente corto, sino que no debe extenderse más allá de lo
estrictamente necesario (ir "al grano", evitar rodeos que
tan sólo dificultan la comprensión y terminan aburriendo). Siempre es preferible quedarse corto que pasarse. 9.
Idea clave Como se ha comentado en la lección anterior, el
discurso girará sobre una idea principal (idea clave), que resume
el punto de vista del orador sobre el tema tratado. Hablar en público constituye una oportunidad que no se
puede desaprovechar: Un grupo de personas, más o menos numeroso, está
pendiente de lo que uno les va a decir, por ello hay que ser
enormemente selectivo en la idea que se quiere transmitir. No se puede perder esta oportunidad tratando temas
marginales o menos relevantes. El orador tiene que ser capaz de ir al núcleo del
asunto. Es preferible centrarse en un solo mensaje que quede
claro que abordar distintas ideas que al final sólo produzcan
confusión. Cuando se habla en público hay que ser muy conciso,
evitar la dispersión, ya que la capacidad de retención del público
es limitada. Para definir la idea clave uno debe tomarse un periodo
de reflexión y hasta que no esté convencido de la misma no
comenzará a desarrollar su discurso. Esta idea principal se expresa en la introducción (para
que el público sepa cual es la posición que se va a defender), se
argumentará durante el desarrollo y se destacará nuevamente en la
conclusión. El objetivo del orador es que cuando termine su intervención el público conozca perfectamente cual es su opinión y los argumentos en los que se basa. |
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