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8. Apoyo Visual![]() Oratoria es el arte de hablar en público con elegancia para persuadir, convencer, educar o informar a un auditorio. Se dan principios básicos de la comunicación, la pedagogía y la homilética para presentar discursos, conferencias, seminarios y sermones. 22a.
Medios de apoyo visual
El orador puede apoyar el discurso utilizando distintos
medios visuales: pizarra, transparencia, pantalla del ordenador,
etc. Sirven para captar la atención del público (rompen la
monotonía). Facilitan la comprensión. Enriquecen la presentación. Ayudan a transmitir una imagen de profesionalidad. Dan seguridad al orador (cuenta con material de apoyo).
El orador tiene que saber cuándo y cómo emplear estos
medios visuales. Pueden servir de apoyo al discurso (ayudan a captar la
atención del público) o pueden suponer un obstáculo (distraen). En su uso debe primar la simplicidad: Se utilizan para clarificar y hacer más comprensible
la exposición; esto sólo se consigue con imágenes sencillas (si
son complejas y difíciles de interpretar, en lugar de aclarar
confunden más). Se deben utilizar imágenes con colores: permiten
resaltar los más relevante, remarcar las diferencias y hacen que la
imagen resulte más atractiva. Este material de apoyo debe ser eso, un apoyo al
discurso, y no convertirse en la base de la presentación. No pueden restar protagonismo al orador. Si se va a utilizar material de apoyo, hay que
emplearlo ya en los ensayos. En los ensayos hay que recrear las condiciones en las
que se va a desarrollar la intervención. El uso de este material de apoyo requiere una práctica que sólo con el ensayo se consigue. Puede ocurrir que al contar el orador con material de
apoyo se sienta más tranquilo y le lleve a desatender el ensayo: no
se puede caer en este error. Hay que tener prevista la posibilidad de que en el
momento de la intervención no funcione el proyector. Para evitar una situación tan difícil como ésta (por
remota que parezca) el orador, además de preparar el discurso
contando con estos elementos de apoyo, debe ensayarlo también sin
la ayuda de los mismos. Es decir, tiene que estar preparado para, si es
necesario, desarrollar su discurso sin emplear estos apoyos visuales.
La pantalla o pizarra se situará en el centro del
escenario para facilitar su visión desde todos los ángulos. Mientras explica la imagen, el orador se situará al
lado de la pantalla para que el público pueda verle al tiempo que
sigue la explicación, sin tener que ir mirando de un sitio a otro (podría
llegar a perder la atención en el orador). El orador, mientras explica la imagen, estará mirando
al público y no de espalda contemplando la pizarra o la pantalla. Si se van a proyectar transparencias o se van a
realizar demostraciones en la pizarra, se debería indicar al público
al comienzo de la intervención que a la salida van a recibir copia
de este material. Se trata de evitar que se pasen toda la sesión tomando
apuntes, ya que le impediría presta la atención debida. Veamos algunos elementos de apoyo. a) Pizarra Permite desarrollar una explicación paso a paso. Sólo se empleará con grupos reducidos (no más de 40
personas). Cuando se utiliza hay que tener en cuenta: Escribir con letra clara y grande, que sea fácil de
entender. Es conveniente utilizar varios colores: por ejemplo
azul y rojo (uno para escribir y otro para subrayar). Mientras se escribe, hay que situarse en un lateral
para tapar lo menos posible. Ir leyendo lo que se vaya escribiendo (facilita su
seguimiento). Una vez que se termine de escribir, uno se volverá rápidamente
hacia la audiencia, colocándose al lado de la pizarra. 22b.
Medios de apoyo visual b) Transparencias Entre sus ventajas se pueden señalar: Se pueden utilizar con audiencias más numerosas
(70-100 personas). A diferencia de la pizarra permite tener el material ya
preparado. Al servir de apoyo al orador, le ayuda a eliminar una
de sus principales preocupaciones (la posibilidad de quedarse con la
mente en blanco). En la preparación de transparencias debe primar la
sencillez, hay que ir "al grano". Tan sólo se recogerán las ideas principales (máximo
3 / 4 líneas por transparencias), que el orador se encargará de
desarrollar. La transparencia no es un resumen del discurso. Hay que
evitar las transparencias abigarradas que no comunican nada y que
resultan difíciles de seguir. Letra clara y grande, que su lectura sea fácil. Utilizar colores para destacar las ideas principales. No se puede dejar de comentar ninguna idea que aparezca
en la transparencia, ya que si no automáticamente la atención del
público se dirigiría a ella (si hay un punto que no es importante
es mejor eliminarlo de la transparencia). Si se proyecta un gráfico hay que explicarle a la
audiencia que significa, cómo se interpreta (a veces son difíciles
de seguir). En los gráficos hay que jugar con las escalas para
resaltar el mensaje que se quiere transmitir. Antes de comenzar la sesión hay que conocer cómo
funciona el proyector, comprobar que está bien enfocado y que las
transparencias se pueden ver desde toda la sala. El proyector se colocará de manera que no dificulte la
visión a nadie del público. Sólo se encenderá en el momento en el que se vayan a
proyectar transparencias y se apagará cada vez que se produzca una
pausa (un proyector encendido produce un ruido molesto y su luz
resulta incómoda). Las transparencias estarán perfectamente ordenadas
para que el orador pueda localizar fácilmente aquella que necesite.
A medida que se vayan proyectando se irán apilando con
cuidado por si más tarde se quisiera volver a proyectar alguna de
ellas. Cada vez que se proyecta una nueva transparencia se darán
unos segundos al público para que le pueda dar una primera lectura,
antes de comenzar a comentarla. Mientras se proyectan las transparencias, el orador se
situará al lado de la pantalla, señalando y comentando los puntos
que en ellas se recogen. El orador no debe limitarse a leer la transparencia. No hay que olvidar que la transparencia es tan sólo un
material de apoyo. Se utilizará exclusivamente cuando sea
conveniente, sin abusar de su número. c) Proyección de la pantalla del ordenador Ofrece un enorme potencial de comunicación. Transmite una imagen muy profesional. Se puede utilizar con un número indeterminado de
personas, ya que la imagen se puede proyectar en diferentes
monitores o pantallas repartidos por la sala. La capacidad de jugar con las formas, los fondos, los
colores, la animación, etc., es formidable. Debe primar la sencillez: proyectar imágenes fáciles
de entender (evitar imágenes recargadas). El orador debe conocer perfectamente su uso, con vistas
a que durante la intervención no encuentre dificultades y pueda
concentrarse en el discurso. La explicación debe desarrollarse a una velocidad que
permita al público su fácil seguimiento. Con este sistema se corre el riesgo de ir proyectando
pantalla tras pantalla, sin que al público le de tiempo a situarse.
También se corre el riesgo de preparar una intervención
muy profesional, pero al mismo tiempo muy fría y distante. 23.
Fichas de apoyo Cuando uno habla en público, si se limita a leer el
discurso resultará muy aburrido (falta de espontaneidad y de
improvisación). Es recomendable improvisar, aunque en este caso se
corre el riego de quedarse en blanco (situación temida por
cualquier orador). Esto se puede evitar llevando fichas de apoyo. Por una parte se dispone de un guión que recoge los
puntos que uno quiere tratar, reduciendo al mínimo la posibilidad
de olvidos. Da seguridad al orador y le ayuda a calmar los nervios. Por otra parte, le permite desarrollar el discurso
sobre la marcha (improvisar). Esto le facilita introducir nuevas
ideas, resultar más espontáneo. El uso de fichas de apoyo es especialmente aconsejable
en intervenciones de cierta duración (más de 30 minutos). Confiar únicamente en la memoria implica correr un
riesgo excesivo (quedarse en blanco, perder la línea argumental,
olvidar tratar algunos de los puntos principales, etc.). En la preparación de las fichas de apoyo conviene
tener en cuenta: Utilizar letra grande, clara, que sea fácil de leer
con un simple vistazo. Deben ser muy escuetas, recogiendo palabras claves,
ideas básicas, etc, que sirvan de guía al orador. Hay que evitar
fichas muy recargadas que dificulten su rápida consulta. Se escribirán por una sola cara, para no tener que
darles la vuelta (resulta más discreto). Es conveniente utilizar papel duro, de tamaño
cuartilla o menor, ya que son más fáciles de manejar y se arrugan
menos. Las fichas se dispondrán de manera ordenada e irán
numeradas, para evitar que se puedan desordenar y no sepa el orador
cual es la que viene a continuación. En los ensayos se deben utilizar las fichas de apoyo
que más adelante se van a emplear en la intervención (permite
familiarizarse con su uso). No hay que esconder las fichas de apoyo, fingiendo que
no se utilizan. El público entiende perfectamente que es natural que
el orador se sirva de un pequeño guión para desarrollar su
discurso. Se irán pasando discretamente y se irán amontonando
en un lateral (sin darles la vuelta). Aunque se preparen fichas de apoyo para la introducción
y la conclusión, habría que tratar de no tener que recurrir a
ellas. Son las dos partes más importantes del discurso y es
preferible desarrollarlas de memoria, para poder poner todo el énfasis
en su exposición (mirar una nota, aunque sea un instante, resta
espontaneidad). 24.
Captar la atención del público El orador debe tratar de acercar el discurso a la
audiencia, de romper distancias. Tiene que intentar ganarse al público, con
independencia de que éste coincida o no con las tesis defendidas. Esto ayuda a captar su atención y a predisponerle
favorablemente hacia los puntos de vista del orador. Al público se le gana con amabilidad y simpatía. Saludar al público tan sólo subir al estrado, mirándole,
agradeciéndole sinceramente su presencia. Agradecer públicamente la presencia de alguna persona
o grupo que se haya desplazado desde lejos. Mostrar una imagen amable (en la expresión, en la voz).
Mirar al público (permite fortalecer la comunicación).
Contar anécdotas que resulten cercanas (que afecten a
gente que el público conoce, que hayan tenido lugar en dicho
localidad, etc.). Introducir en el discurso toques finos de humor (humaniza
el discurso, lo acerca al público); tienen cabida aunque se esté
tratando un tema serio (ayuda a quitarle dramatismo). Si hay un intermedio aprovecharlo para departir con el
público asistente. Al final de la intervención volver a dar las gracias
por la atención prestada. También uno se puede ganar al público dándole
participación, evitando que el discurso sea un mero monólogo. Planteando preguntas o dándoles a ellos la posibilidad
de preguntar. El orador deberá estar permanentemente vigilante de la
reacción del público, tratando de detectar inmediatamente
cualquier señal de pérdida de atención (mirar al reloj, leer un
papel, hablar con el vecino, etc.). Si la desconexión se mantiene, será cada vez más difícil
volver a captar su atención (al público le resultaría muy difícil
retomar el hilo del discurso aunque quisiera), de ahí la necesidad
de reaccionar inmediatamente. Cambiando el tono, enfatizando, contando una anécdota, proyectando una transparencia, formulando una pregunta o incluso haciendo una pausa (si la intervención va a ser larga). |
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