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39. Madurez / Defensa Consejería Pastoral presenta los elementos básicos del arte de aconsejar y define el lugar que esta actividad tiene dentro del ministerio pastoral. Considera los principios bíblicos y las bases psicológicas que sostienen a la consultoría pastoral. Examina casos reales tomados de la experiencia profesional de personas que pasan por dificultades vitales. Ofrece una guía de cómo dar orientación de manera sencilla y eficaz. Capitulo
8 La
evaluación del grado de madurez del aconsejado Ps. Fernando Alexis Jimenez
Hemos
avanzado de manera significativa sentando las bases de la Consejería
Pastoral. ¿Por que recién entramos en aspectos
de tanta importancia como la evaluación del grado de inmadurez de
una persona y aspectos que abordaremos en próximos capítulos como
complejos y sanidad interior? Porque brindar acompañamiento a quien
solicita
orientación no es un trabajo que debemos tomar a la ligera. Por el
contrario, debe obedecer a un proceso serio, solido y con objetivos
específicos. Recordemos
que aquellos que asumen el ejercicio de la Consejería Pastoral
deben reunir características esenciales: la
primera, ser alguien con quien se pueda tratar, dueño de una
mentalidad abierta -que no se escandalice por el sinnumero
de situaciones que deberá escuchar por parte de sus aconsejados--;
la segunda, manifestar sociabilidad, de
tal manera que quien solicita un consejo encuentre en el Consejero a
alguien que humanamente evalúa las circunstancias;
que no está para condenar sino para ayudar. Una
tercera característica es mostrarse asequible, y la cuarta, que
reviste particular importancia, es que demuestre verdadero
interés por el problema de aquél a quien brindará orientación. Si
priman la insensibilidad e indiferencia en el Consejero, su labor no
será eficaz. Además, por su condición de desinterés no reflejará
el caracter y el amor de Cristo que seguramente se manifestaría
hacia los demás siendo sensible
a los problemas, ansiedad, frustraciones y anhelos de su
interlocutor. Conversaciones
que revelan mucho Cuando
estamos hablando con la persona que solicito acompañamiento en
Consejería, las expresiones que utiliza son fundamentales ya que
nos permitirán ir conociendo aspectos que en apariencia pasan
inadvertidos y que están estrechamente relacionados con su grado de
madurez o inmadurez tanto en su personalidad como en su carácter. Primero, veamos algunas senates de inmadurez que es necesario tomar en cuenta: Un
carácter explosivo El
aconsejado al relatar aspectos sobre su cotidianidad compartirá
acerca de reacciones explosivas, que se producen con
facilidad y en la mayoría de los casos por asuntos insignificantes.
Sin duda nos encontramos con alguien que no tiene
manejo de sus emociones. Lo mas probable es que esta predisposición
para responder a lo que considera una provocación,
esté acompañada por la ansiedad e interés que le asisten de
resolver aquellas circunstancias o situaciones
que le afectan, con carácter inmediato y sin importarle que pueda
herir a terceras personas. Un
ejemplo específico lo ofrecen quienes se enojan porque su
interlocutor no comparte su forma de ver la vida y espera que -así
el haya cometido el error- sea su interlocutor quien admita las
fallas. Y en buena parte de los casos presiones
hasta lograr su objetivo. No dan un compás de espera en procura que
los asuntos se solucionen sino que se inclinan
por soluciones rápidas, aunque impliquen imposición de sus
opiniones. Autocompasión Sin
duda ha encontrado en personas que van en procura de su ayuda, a
hombres y mujeres que sienten que todos a su alrededor están en
contra y que son las víctimas inocentes de las circunstancias
adversas que deben enfrentar. Se sienten
frustrados porque no logran sus objetivos y atribuyen tal situación
a que todo el mundo conspira en su contra para tornarle un fracasado. Dependencia
de apoyo Se
manifiesta en quienes, a pesar de sus enormes potencialidades, jamás
asumen un compromiso hasta tanto encuentro voces de estímulo o de
apoyo. Se niegan a los cambios o tal vez a lo desconocido, porque
esperan que puedan compartir responsabilidad con otras personas.
Como una tortuga, se enfrascan en las condiciones difíciles que
están alrededor y caen, por tanto, en constantes períodos
depresivos. Una actitud madura Hemos
visto una cara de la moneda cuando hablamos del grado de madurez e
inmadurez de una persona. Vamos a mirar
la perspectiva que nos ofrece alguien maduro. Hay características
que le identifican: Autosuficiencia No
se trata de la actitud arrogante de quien cree que todo lo puede y
menosprecia a los demás, slno de aquel que conoce cuales son sus
potencialidades y cuales son las aptitudes y talentos que tal vez
tiene dormidas y puede desarrollar
con ayuda de Dios. Imagine
un competidor que tiene frente así el reto de correr dos kilómetros
en el menor tiempo posible. Si es alguien
"autosuficiente" marchará bajo el convencimiento de que
tiene todas las condiciones para lograrlo. Buenas
relaciones interpersonales Una
manifestacion evidente en la madurez tanto en el carácter como
personalidad de un individuo, la constituyen sus
buenas relaciones interpersonales. Desde la perspectiva cristiana
encontramos que se lleva bien con Dios, consigo
mismo y, por tanto, esta abierto a una buena interactuación con
quienes le rodean. Les acepta tal como son y reconoce que sus fallas,
son ante todo humanas y pueden corregirse. Se adapta por tanto a la
sociedad, la culture y
el ambiente que constituyen su entorno. Autodominio En
la medida que usted habla con alguien que pide ayuda a través de la
Consejería podrá descubrir si evidencia o experimenta
falta de autodominio, es decir, que sabe gobernar sus emociones, así
se vean exaltadas por situaciones ajenas
a su voluntad. Le caracteriza el equilibrio, como lo describe el apóstol
Pablo (2 Timoteo 1:7). En síntesis, no se deja mover por los
impulsós. Aceptación
de circunstancias difíciles Una
inclinación natural de todo ser humano es buscar la linea de la
menor resistencia, es decir, hacer el menor esfuerzo
posible. Inevitablemente nos gusta evadir los problemas y si miraran
en lo mas profundo de nuestro ser, descubrirían
que ansiamos que todo sea fácil, en particular las situaciones
complejas. Quien
ha alcanzado madurés no se rinde ante los obstáculos sino que
reconoce que en la vida, así como hay períodos de paz y de éxito,
también se experimentan períodos de sufrimiento, también se
presentan adversidades. Pese a ello no dan márgen a un revés
espiritual o en sus relaciones interpersonales. Interés
por el bienestar de los demás Una
última característica que cabe mencionar es el interes que
demuestra alguien maduro, por el bienestar de los demás.
Aprende a escuchar y procura ayudar, en la medida de sus
posibilidades, para que situaciones complicadas puedan ser resueltas. En
el próximo capítulo estudiaremos un aspecto apasionante: el
inconsciente y los mecanismos de defensa. Orientamos nuestros pasos
hacia la identificación de los problemas de fondo y las
alternativas que se ofrecen al aconsejado... Estoy convencido que no querrá perderse un elemento de tanta importance en el proceso de Consejeria Pastoral... Capítulo
9 Adentrándonos
en los mecanismos de defensa Hay
una dimensión de la personalidad que ejerce una poderosa influencia
en el comportamiento humano. Es el inconsciente.
A él están estrechamente ligados los mecanismos de defensa o de
escape de las personas. Para
tener una idea clara de lo que significa inconsciente, es necesario
que primero definamos que es consciente. Es aquella
área del ser humano en la que podemos racionalizar; la dimensión
en la que tenemos claridad de que esta ocurriendo
en nosotros y alrededor y también, el por que ocurre todo aquello. Inmediatamente
encontramos otra zona que llamaremos preconsiente, la cual se
compone de los conocimientos, experiencias e imágenes que hemos
percibido pero que hemos olvidado temporalmente. Con algo de
esfuerzo se pueden
recuperar y traerles a la parte consciente. Una
tercera área es el inconsciente. Es como una enorme bodega en la
que se guardan experiencias que tuvieron lugar
incluso en la niñez y que no son fáciles de recordar. Se trata de
impresiones que albergamos en forma de impulsos, pensamientos
incontrolados y recuerdos reprimidos, tanto activos como impulsivos. Están
ahí pero no emergen a la parte consciente de inmediato. ¿La
razón? La mente es como una inmensa grabadora.
Registra todo lo que alguien ve, hace y experimenta. Aunque
pareciera estar detenida, contiene todo un cúmulo de información
que aflora cuando menos lo esperamos. El
Señor Jesucristo, aunque no habló específicamente del consciente
o el inconsciente, dejó sentada una verdad que debemos recordar al
abordar este tema. El dijo: "De la abundancia del corazón
habla la boca. El que es bueno,
de la bondad que atesora en el corazón saca el bien, pero
el que es malo, de su maldad saca el mal" (Mateo
12:34b, 35. Nueva Versión Internacional). Es
evidente que hay un buen número de emociones, sentimientos y
pasiones en apariencia dormidas en cada quien y sin
que haya tornado conciencia de su existencia, pero que ejercen una
enorme influencia sobre su conducta. Es
fundamental sanar recuerdos Con
frecuencia el Consejero Pastoral se enfrenta casos sin aparente
explicación, en los que alguien reacciona de manera
inexplicable. Solo cuando se profundiza en el asunto nos damos
cuenta que sus actuaciones son producto de la
influencia que recibió en la niñez e incluso, antes de nacer. Las
experiencias quedaron grabadas en su ser y emergen. Por esa razón
no puede definir conscientemente por que razón obra así. También
hay conflictos dentro del hombre que surgen en medio de la batalla
que libra entre sus deseos y la disciplina
que le imponen su religión, su cultura y la sociedad en la que se
desenvuelve. Ante
esta situación puede huir de la realidad o enfrentarla. Quien
decide no enfrentar lo que ocurre consigo mismo acude a mecanismos
de defensa que le permiten resolver superficialmente el conflicto.
Puede ser negando, falsificando
o tergiversando la verdad de lo que le ocurre. Mecanismos
de defensa Sin
duda se pregunta, ¿Cuáles son los mecanismos de defensa que operan
en el hombre? Vamos a describirlos brevemente: Represion:
Mecanismo
que se manifiesta olvidando aquello que nos desagrada. La represión,
de manera inconsciente,
es acogida por el individuo para protegerse. Se guarda de los
recuerdos que le provocan dolor. En la mayoría de las ocasiones la represión
esta asociada a evitar una acción que generaría un sentimiento
de culpa o ansiedad, como por ejemplo, agredir a alguien así nos
esté causando daño. Desde
esta perspectivo, la represión es un mecanismo natural de defensa
que si bien es cierto es utilizada por quienes
desean huir de la realidad, libran a una persona de infinidad de
recuerdos que tornarían infeliz su existencia. Proyección:
Es el mecanismo al que acuden quienes se sienten incómodos por algún
defecto moral o cometer alguna
falta, y alivian su sentido de culpa atribuyendo su mal a otra
persona. Quien
se siente culpable experimenta alivio identificando en otros su
propia debilidad, así su señalamiento no tenga asidero.
Así por ejemplo quien está acostumbrando a engañar asume que son
los demás quienes engañan. También quien
enfrenta algún grado de infelicidad considera que los demas también
son infelices. El
mayor problema estriba en que es sumamente complejo ayudar a alguien
que no es consciente de su propia realidad.
Generalmente ocurre con quienes evaden su responsabilidad. Substitución:
Este mecanismo ocurre cuando la persona que enfrenta un problema con
algo o alguien no tiene el valor o quizá la oportunidad de
descargar su enojo contra la situación que despierta su malestar o
tal vez la persona, y
proyecta su contrariedad contra una tercera persona. Transferir sus
emociones no hace mas que provocar dolor a inocentes. Es así como
el esposo que ha sido tratado mal por parte de su jefe, llega a casa
y se desquita con la
esposa o quizá con los hijos. Sublimación:
Este mecanismo de defensa se refleja en quienes enfrentan instintos
e impulsos muy fuertes que no siempre
pueden expresar. Acuden en cambio a liberar esa energía en otras
actividades. De esa manera se sienten satisfechos. Rationalización:
Es el mecanismo a través del cual quien comete un error alude a
razones que justifican su obrar. Bien
sea por sus acciones negativas o por la incapacidad de hacer algo.
Todos los seres racionalizan sus actos, encontrando
excusas a favor para eludir la culpa. Quienes
se amparan en la rationalización tornan mas tolerables las
frustraciones de la vida. Pese a ello, se les impide
asumir la realidad. Y es apenas natural que, cuando no se asume la
realidad, no se dan pasos concretas orientados
a resolver la situación. Fantasía:
Este mecanismo de defensa es el preferido de quienes desean escapar
a sus frustraciones y limitaciones, imaginando
que son alguien diferente que si puede alcanzar desarrollo en
diferentes áreas. La fantasía no se puede negar
alivia las frustraciones pero aislan de la realidad y en este
sentido si son perjudiciales porque llevan al individuo
a vivir en un mundo de ensueño. Regresión:
Cuando niños no teníamos mayor responsabilidad y eran los adultos
quienes entraban a resolver nuestros problemas.
Así, quien acude a este mecanismo de defensa, lo que hace es asumir
una posición infantil para tratar de
eludir la situación. Sus
reacciones son ridículas y se manifiestan con gritos o reacciones
de mal humor ante lo que le desagrada. Ocurre generalmente con
personas de edad avanzada. Compensación:
Es un mecanismo de defensa al que acuden quienes compensan sus
limitaciones físicas, sociales o intelectuales desarrollando su
capacidad positiva. Es así como aquellos que no tienen un nivel de
desenvolvimiento intelectual
destacado, vuelcan sus esfuerzos a sobresalir en disciplinas como el
arte o tal vez el deporte. Generalmente
lo logran. Identificación:
Este mecanismo de defensa opera en quienes quieren replicar en su
vida las características de otra persona.
Si considera que alguien es exitoso en su desenvolvimiento, tratará
de asumir elementos de su personalidad.
El problema radica en quienes, pese al paso de los años, jamás
logran identificarse consigo mismos y andan
imitando a todos aquellos que admiran o que despiertan respeto o
autoridad en la sociedad, lugar de trabajo o
iglesia. Una
tarea final La
tarea ahora es que usted como Consejero estudie detenidamente cada
uno de estos mecanismos de defensa, utilizado
en muchos casos para escapar de la realidad, y aprender a
identificarlos en quienes vienen en procura de orientación. Solo de
esta manera podremos avanzar en el proceso de sanidad interior que
ocuparán nuestros próximos capitulos. Jimenez, Fernando Alexis, Manual de Consejería Pastoral, Ministerio de Evangelismo y Misiones "Heraldos de Vida", Usado con permiso. |
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