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  38. El Escuchar

Consejería Pastoral presenta los elementos básicos del arte de aconsejar  y define el lugar que esta actividad tiene dentro del ministerio pastoral. Considera los principios bíblicos y las bases psicológicas que sostienen a la consultoría pastoral. Examina casos reales tomados de la experiencia profesional  de  personas que pasan por dificultades vitales. Ofrece una guía de cómo dar orientación  de manera sencilla y eficaz.

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Capítulo 6 

Escuchar: clave de la Consejería Pastoral 

 Ps. Fernando Alexis Jimenez

Hace algun tlempo leí una nota del periódico en la que se informaba sobre un servicio muy especial que ofrecía una agencia en España. Consistia en Consultorios a los cuales acudian las personas para -simplemente- ser escuchadas.

A decir verdad tenían tantas emociones represadas en su interior, que el mayor anhelo era encontrar a alguien dispuesto a oirles. Se liberaban de sus frustraciones, temores, estados de desesperanza, angustia y sinnúmero de sentimientos que los ahogaban por momentos.

Lo sorprendente es la enorme demanda del servicio. El periodista relataba que decenas de personas apartaban cita con antelación.

¿Ha experimentado la sensación de tranquilidad que le embarga cuando logra descargase de una pesada carga que considera insufrible? Sin duda que si. Lo sorprendente es que basto que alguien estuviera dispuesto a atenderle y, por supuesto, a interesarse con sinceridad en sus problemas.

El Consejero y su papel cuando escucha

La Consejería Pastoral reviste singular importancia para la Iglesia. Los estudios revelan la existencia de gran número de denominaciones en las que llegan almas con regularidad a los pies de Cristo pero, en breve, abandonan el lugar. ¿La razón? Adolecen de quien se interese de corazón por los nuevos convertidos. Pero hay algo más: quienes llegan a las iglesias generalmente enfrentan problemas y andan en búsqueda de respuestas a sus interrogantes y, ¡no hay quien los escuche y atienda!

El Consejero debe preocuparse por las personas. Dios mismo lo manifestó así cuando se refiere al cuidado que tiene por su pueblo: "Como pastor pastorea a su rebaño; recoge en brazos a los corderitos, en el seno los lleva, y trata con cuidado a las pandas" (Isaías 40:11 Biblia de Jerusalen), y también: "Buscare la oveja perdida, tornará a la descarriada, curará a la herida, confortará a la enferma..." (Ezequiel 34:16 Biblia de Jerusalén).

Un ministerio en la iglesia no será eficaz en la medida en que el bienestar de las almas no representen preocupación en nuestro corazón; si las miramos con indiferencia, iremos en contraria de una actitud que identificaba al Señor Jesucristo.

En cierta ocasión "... al desembarcar, vio a mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas" (Marcos 6:34 Biblia de Jerusalén).

Una primera tarea, entonces, es sentir compasión por todas las personas que no tienen a Cristo como su único y suficiente Salvador. De lo contrario, debemos pedir a Dios en oración por millares de hombres y mujeres que parten a la eternidad sin Jesús el Señor en sus corazones. La segunda tarea, desarrollar un principio fundamental en nuestra condición de consejeros, y es aprender a escuchar.

Dominar la tendencia de hablar

Una tendencia comun entre quienes ocupamos cierto grado de responsabilidad o liderazgo en la iglesia, es que hablamos más de lo que escuchamos.

Es cierto que en los evangélios hallamos diversas escenas en las que el Señor Jesús es quien asume una actitud proactiva al intervenir, pero hay que tomar nota del buen número de diálogos que sostenía con las personas, a quienes escuchaba con detenimiento.

Quiero aludir a dos ejemplos específicos. El primero, el encuentro que sostiene con una mujer, la samaritana. La historia la ubicamos en el Evangelio de Juan, capítulo 4, versículos del 1 al 26. La segunda, la breve aunque profunda conversación que sostuvo con una mujer adúltera. También se encuentra en el relato de Juan. Quienes deseaban apedrearla, tras la intervención del Maestro, se alejaron. "... y se quedó Jesús con la mujer, que seguía en media. Incorporándose Jesús le dijo: Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado? Ella respondió: Nadie, Señor. Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más" (Juan 8:9-11. Biblia de Jerusalén).

Usted y yo tenemos que asumir este principio: permanecer en atenta escucha.

Cuando nos encontramos frente a alguien que viene en procura de orientación con fundamento en principios bíblicos, además de amabilidad debemos expresar el deseo que tenemos de oirle. Hay que darle plena libertad para que se exprese, sin poner límites, los cuales podrían estar representados en mirar constantemente el reloj o quiza, preguntar por el intercomunicador a la secretaria si ha llegado alguien a buscarnos.

Aunque parezca gracioso, son estrategias que utilizan algunas personas que se desenvuelven en el campo de la Consejería para hacer entender con actitudes y gestos, que el tiempo del interlocutor ha terminado o, al menos, que está llegando a su límite.

Como ya hemos visto una serie de elementos relacionados con el ser humano y su mundo interior, lo esencial es que usted asuma la disposición de oír a quien tiene enfrente con el propósito de reunir los elementos de juicio que le ayuden en el proceso de diagnóstico.

Mientras habla la persona que solicitó aconsejamiento, mírela con detenimiento y vaya tomando apuntes. Haga el mayor número posible de anotaciones: me refiero a los hechos y detalles que, aunque luzcan intrascendentes a primera vista, pueden resultar de significativa importancia.

Dos métodos de diagnóstico

Cuándo estamos tomando anotaciones, es probable que nos hayamos inclinado por uno de los dos grandes métodos de aconsejamiento.

Indistintamente de cual hayamos elegido, a llegar el mayor número de información sobre el entorno y los incidentes que rodean a quien pidió orientación, es esencial.

Veamos de cuales métodos hablamos:

1.- Método Directivo o de Direccionamiento.

2.- Método no Directivo.

¿En que consisten? Vamos a describirlos brevemente. El Método Directive es aquella técnica en la cual el Consejero asume un papel similar al del medico, es decir, toma la información del paciente que obtiene mediante la formulación de preguntas, hace el diagnóstico con fundamento en su evaluación y prescribe el remedio. Es una de las más utilizadas en la Consejería.

El segundo metodo es el no Directive. Este toma elementos del psicoanálisis cuyo mayor exponente fue el médico austriaco Sigmund Freud. Quien hace las veces de Consejero escucha al paciente, analiza cada detalle, aplica principios orientados a comprender la situación por la que atraviesa el aconsejado, y le ayuda a identificar cual es la solución mas apropiada de acuerdo con su caso.

¿Cuántas sesiones deben emplearse?

Usted debera emplear cuantas sesiones considere oportunas. Puede que con la primera entrevista -la cual generalmente dura entre cuarenta y cinco minutos o una hora-, considere que tiene todos los elementos necesarios para orientarle. Sin embargo no olvide que en la Consejería Cristiana -a diferencia de la psicología- median la oración, la sanidad interior y la orientación con base en los principios trazados por la Biblia. Por tanto, no debe apresurarse.

Usted debe estudiar la integralidad del individuo y no permitir que lo muevan las apariencias. Es importante que tome tiempo para orar por el asunto y tener claridad respecto al direccionamiento que brindara.

Deberá revisar los apuntes. Lo hará con sumo cuidado. No tenga afan al hacerlo. De su habilidad en este aspecto depende la eficacia de su trabajo como ministro cristiano en el área de la Consejería.

Su tarea, al termino de este capítulo, es desarrollar con ayuda de Dios el principio de escuchar. Póngalo en práctica con sus compañeros de trabajo, con su familia y, en general, con quienes le rodean. Tómese el trabajo de oir antes de hablar. ¡Se sorprenderá de los resultados!

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Capítulo 7 

La necesidad de estar bien

Con la diferencia de los términos utilizados, la persona que tenía frente a mi revolviéndose las manos con desesperación, estaba repitiendo las palabras del apóstol Pablo: "Porque yo se que en mi, es decir, en mi naturaleza débil, no reside el bien; pues aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer" (Romanes 7:18, 19. Versión Popular).

Alguién que va junto con su familia a la iglesia en mitad de semana y el día domingo. Un buen empleado en el taller de mecánica para el que labora. Un compañero excepcional, en criterio de quienes comparten el sitio de trabajo. Un vecino con virtudes, distinto de los demas, presto a colaborar.

Sin embargo con raptos de ira, reacciones que dejan sorprendidos a familiares y amigos: unas veces de temor, otras de agresividad y otras más de indiferencia, aun cuando el mundo se esté cayendo a pedazos a su lado.

-He pensado en el suicidio; creo que es la única salida. No hay forma de encuentre paz en mi existencia. -me dijo después que analizamos la situación con detenimiento.

Volvimos a las páginas de la Biblia. Al fin y al cabo el no habia acudido a nadie distinto que a un pastor, amigo y, para el caso específico que nos ocupaba, un Consejero Cristiano como lo es usted o quizá está en camino de serlo.

El Señor Jesucristo dijo hace ya muchos siglos y, nos dice hoy día: "... yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10. Versión Popular).

Dios nos ama. Quiere lo mejor para nosotros. Y sin duda hay algo que quiere satisfacer en cada uno: la sensación permanente y real de bienestar. Es lo que todas las personas, si usted realizara una encuesta respecto a que desean, le responderían sin dudarlo. iA quién no le gustaría vivir a gusto, sintiéndose bien? Dudo que a alguién o, tal vez, a muy pocas personas.

Necesidades básicas

Cuando alguien busca su ayuda como Consejero Cristiano, es el primer aspecto que debe considerar: aquella persona, en lo mas íntimo de su corazón, desea esfar bien. ¿Por qué solicitan ayuda? Porque sienten amenazado el propósito de estar y sentirse bien.

Todo ser humano tiene necesidades sociales, físicas y sicológicas que deben satisfacerse para que gocen de una buena salud mental. ¿Cuáles son algunas de ellas? La aprobación por parte de quienes le rodean; sentirse seguro y con manejo del entorno en el que se desenvuelve; la satisfacción de conquistar nuevas metas y de realizarse en aquello que desean.

No hay absolutamente que rechace la aceptación de alguien o de un grupo, en el que se valore apropiadamente su individualidad, se le respete y se le conciba como alguien digno.

Ahora, entre las necesidades físicas hallamos la de alimentarse, el bienestar en cuanto a salud y cubrir sus necesidades sexuales (aunque pareciera que hay quienes consideran que este no constituye un aspecto que pueda ser considerado como "necesidad" natural en todo individuo). Y en último renglón están las necesidades sicológicas entre las que identificamos el anhelo de felicidad, de ser libre para actuar y de liberar sus capacidades para alcanzar aquellas metas que guardan en su corazón.

Cuando no logran atenderse los anteriores aspectos y muchos otros que no enumeré porque haría interminable la lista, se presentan en la persona estados de tendencia o desequilibrio. Es lo que suele llamarse "un problema psicológico", y desde la perspective cristiana sería una situación de "desorden" que debe atenderse en la integralidad de su ser involucrando a Dios, quién nos creó y por tanto, puede obrar la reparación donde quiera que se hayan registrado dificultades, bien en la parte consciente o inconsciente.

Un mundo único con sus particularidades

Todo ser humano es alguien único, con una cosmovisión muy particular del mundo que le rodea y, por tanto, con una forma singular de asumir las cosas. Hay quienes no se afectan, por ejemplo, si llueve y se desatan relámpagos y 

truenos. Otros por el contrario se sienten aterrorizados. El ejemplo nos señala la individualidad de cada uno y la forma como asume las cosas.

¿Por que actúan o reaccionan de determinada forma los individuos tan distintos de otros? Por tres razones en particular: La primera, por conductas inconscientes; la segunda, por los complejos que subyacen dentro de si, muchos de los cuales toman forma por experiencias pasadas, y la tercera, por las expectativas que tienen en cuanto al futuro.

¿Por qué mencionar estas particularidades? Porque cuando usted tenga enfrente a alguien que busca orientación, esos son los primeros elementos que debe considerar:

1.- La individualidad de cada cual, con sus componentes físicos y sicológicos. 2.- Sus condiciones particulares de ver y asumir la vida.                                  3.- El hecho de que cada uno es un mundo.

Lo que experimenta en el ámbito psicológico una persona, le afecta en la dimensión física y se puede reflejar en dolores de cabeza, temores en apariencia injustificados que le generan sudoración o dolor estomacal, úlceras, asma, fatiga o probablemente alérgicas.

Su misión: aconsejar acertadamente

¿Comprende la enorme responsabilidad que le asiste? Ante sus ojos está alguien muy particular. Debe tomar nota de todos los aspectos que aborda durante la conversación, identificar detalles, tener claro que indistintamente de los errores que haya cometido, esta buscando ayuda.

En cumplimiento de su misión, en su condición de Consejero se orientará a disminuir el impacto de las emociones destructivas en el individuo que pide orientación.

¿Cuáles? Enojo, angustia, ideas preconcebidas de que quitarse la vida es la única solución. Solo de esta manera podrá pensar con lucidez y encontrará -con la ayuda y poder de Dios—el camino a la solución del problema que enfrenta.

Usted llevará al aconsejado a valorarse como persona, quitándole toda concepción de que "no vale la pena" y, paso a paso conforme va ayudando a despejar el estado de ánimo que le asiste, le ayudará a identificar cuál es el verdadero problema.

Supongamos que alguien consulta porque tiene problemas en el hogar. Su inquietud es que, desde que está la suegra en casa, tiene problemas constantes con la esposa. En su criterio, es la esposa con quien tiene dificultades y por tanto ella es la "culpable".

El asunto, como podrá notarlo con calma, no está en el cónyuge de aquel individuo sino en la importancia de resolver el verdadero problema: ¿que hacer con la suegra que interfiere en la relación de pareja?

En quién consulta usted ayudará a que identifique cuando es el culpable, asuma la responsabilidad y se comprometa en la búsqueda de alternativas o salidas a la situación que enfrenta.

Ayudará al asesorado a utilizar sus recursos interiores y a echar mano de los de Dios en los momentos de crisis. No podrá depender siempre ni del pastor ni del Consejero.

Hasta aquí hemos avanzado en algo de suma importancia: la relación entre el Consejero Cristiano y el aconsejado. Hasta tanto tengamos claro que aquella persona a quien estamos asesorado es sumamente importante, alguien a quien Dios amó hasta tal punto que envio a su Hijo Jesús a morir por sus pecados, es improbable que tomemos con responsabilidad el problema que enfrenta y le encaminemos hacia las soluciones, con fundamento en los principios biblicos.

Concluyo este capítulo recordando un hecho anecdótico que junto con mis compañeros de curso en el Seminario donde curse la carrera de teología, nos llevó a dimensionar la enorme responsabilidad que encierra la Consejería Cristiana.

Fernando, un companero de asignatura, estaba sumamente emocionado con los principios de Consejería que estaba recibiendo. ¡Y quería aconsejar a todo el mundo! Sentía que reunía las capacidades, como persona pero también como profesional, para brindar orientación.

En cierta ocasión fue a aconsejar a una joven que iba a la iglesia pero atravesaba por períodos depresivos constantes.

Fernando hizo gala de todos sus conocimientos e inició el proceso. La jóven que hasta entonces estaba llorando, secó sus lágrimas y dijo: "Ya regreso, voy al baño". Mi amigo suponía que todo iba bien. "Estoy en camino de ser un buen consejero", razonaba. Al percatarse que la chica demoraba demasiado, alertó a sus familiares. Cuando fueron a ver que ocurría encontraron a la chica sangrando! Se había cortado las venas.

El remedio, en este caso, resultó peor que la enfermedad. Y aunque lograron salvar a la joven, es evidente que se requirió tomar una medida salomónica: cambiar de Consejero...

Jimenez, Fernando Alexis, Manual de Consejería Pastoral, Ministerio de Evangelismo y Misiones "Heraldos de Vida", Usado con permiso.

 
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