Consejería Pastoralpresenta los elementos
básicos del arte de aconsejar ydefine el lugar que esta
actividad tiene dentro del ministerio pastoral. Considera los
principios bíblicos y las bases psicológicas que sostienen a la
consultoría pastoral. Examina casos reales tomados de la
experiencia profesional de personas que pasan por dificultades
vitales. Ofrece una guía de cómo dar
orientación de manera sencilla y eficaz.
Las fobias
PARA DEJAR EL
HÁBITO DE FUMAR
Mucho se ha escrito sobre el mal hábito de fumar y las
repercusiones sobre la salud del fumador y de quienes le rodean.
También se han propuesto múltiples técnicas terapéuticas que incluyen
fármacos, parches de nicotina, gomas de mascar con esa sustancia,
psicoterapias de los más diversos tipos, individuales y en grupos,
etc. En esta oportunidad no voy a referirme a ninguna de ellas en
específico, sino daré algunos consejos que pudieran ser de utilidad
para quienes padecen una habituación nicotínica o tabaquismo, como se
le conoce en la literatura científica. Ellos me sirvieron para dejar
de fumar hace tres años, y poniéndolos a disposición de los fumadores
estoy cumpliendo otro de los pasos reafirmadores de la decisión de
abandonar este mal hábito que es ayudar a otros aquejados del mismo
problema.
1. Debe darse cuenta de que padece
tabaquismo, pues muchas personas consideran que fuman porque les
gusta, porque no les hace daño, porque les calma los nervios, porque
les quita el apetito y no los hace engordar, y un largo etcétera,
capaz de incluir las más disímiles justificaciones, lo cual es común
a todas las habituaciones. Y estas justificaciones son autoengaños.
Usted tiene un problema de salud ni más ni menos.
2. Dése cuenta de su autodestrucción, de su “espíritu suicida a
largo plazo”, al fumar su salud se daña y le produce, antes que
cáncer, una serie de molestias a nivel de la boca, el aparato
respiratorio, el corazón, las arterias, el estómago, los órganos
sexuales, los nervios periféricos, en fin, en todo el cuerpo, lo
cual disminuye su calidad de vida.
3. No piense todo el tiempo que se propondrá dejar de fumar. Muchas
personas dicen: “No voy a fumar más”. Eso es funesto, pues quien
dice tal cosa comenzará a boicotear su decisión con reflexiones como:
“¿Tú sabes lo que significa que más nunca pueda fumarme un cigarrito?”
“¿Y cuándo me tome un buchito de café?” “¿Y cuándo me tome un trago?”.
Y otras similares que irán minando la decisión tomada a tan largo
plazo. Esta expresión es un error, suprímala.
4. Es necesario tener reales deseos de abandonar ese mal hábito. Si
no está preparado para dejar de fumar es preferible que no lo
intente, pues de hacerlo sin estar en realidad decidido, volverá a
fumar y esa “recaída” le servirá de justificación sobre lo difícil
que resulta “dejar el vicio”, porque lo intentó y no lo logró. Eso
reforzará su adicción.
Pero además, ese aparente fracaso le dará un sentimiento de
ineficacia, de no tener voluntad que será reforzado por quienes le
rodean y le hará incrementar el consumo de cigarrillos.
5. Una vez decidido, prepárese psicológicamente para sentirse mal,
para sentirse irritable, somnoliento, intranquilo, con deseos de
fumar muy intensos, que son los síntomas del llamado Síndrome de
supresión, siempre presentes con mayor o menor intensidad cuando se
suspende de pronto un tóxico al cual se está habituado. Pero también
es necesario saber que esos malestares, al igual que el deseo de
fumar, pasan. Son intensos, pero pasajeros. Continúe manteniendo su
decisión, a pesar de ellos; y ese mal rato pasará y habrá ganado una
batalla más en su lucha.
6. Si fuma sólo satisface el deseo momentáneo de quitarse el
malestar que le está ocasionando no hacerlo, pero mientras más
tiempo lo haga, mayores serán los malestares cuando se decida a
dejarlo. Es común a cualquier habituación que los síntomas de
supresión sean más intensos mientras mayor sea el transcurso en
contacto con el tóxico y si se incrementa su cantidad.
7. Si satisface ese deseo momentáneo estará posponiendo la toma de
su decisión más sensata, dejar de fumar, que favorecerá su salud y
la de los suyos.
8. Piense en no fumar hoy. A usted no le debe interesar mañana, pues
esa fecha nunca llegará. Mañana será hoy. Su vida está formada por
muchos hoy y ningún mañana.
Antiguamente en Cuba se podía leer en algún establecimiento privado:
“Hoy no fío, mañana sí”. Y mañana encontraba el mismo cartel con el
mismo mensaje, porque ese mañana en el que se fiaba no llegaba nunca.
Siempre era hoy. Este consejo tiene mucho que ver con esa frase. La
única diferencia es que evitamos hacer referencia al mañana. A eso
se denomina abstinencia de veinticuatro horas en el tratamiento del
alcoholismo, otra habituación patológica.
9. No baje la guardia y mantenga al enemigo (el cigarro) lejos de
usted. Por tanto, con los enemigos no se “coquetea”. Desaparezca los
ceniceros, bote las colillas, deshágase de las cajetillas que todo
fumador guarda, evite los lugares donde se fuma y a los fumadores
aunque sean sus amigos o familiares. Si ellos están en la sala,
usted se va para el patio.
10. Aprenda a decir NO, pues como fumador que es, le brindarán
cigarros y esa debe ser su respuesta, sin dar muchas explicaciones,
no está obligado a ello.
11. Lea sobre técnicas para dejar de fumar que complementarán su
decisión y le harán sentir más seguro.
12. Debe autoestimularse, autopremiarse por lo logrado. Se puede
comprar algún regalo con el dinero ahorrado por su decisión de dejar
el mal hábito.
13. Ayude a otros a dejar de fumar, ínstelos a, igual que lo ha
hecho usted, enfrentar la vida sin cigarros.
14. Evalúe sus progresos en salud (respira mejor, no tose en las
mañanas, es sexualmente más capaz, no tiene dolor en las piernas, ni
peste a cigarros en el aliento, ni quemaduras en las ropas, ni
manchas de nicotina en manos y dientes, etc.).
15. NO OLVIDE QUE ES UN FUMADOR HASTA QUE SE MUERA. No sea
autosuficiente y crea que porque lleva diez años sin fumar ya está
curado. Yo no lo creo. Más fácil es considerarse un fumador
abstinente y evitar llevarse el primer cigarrillo a la boca.
16. Disfrute de los comentarios favorables de sus familiares y
amigos sobre usted, su nueva imagen, su voluntad por vencer su
habituación, su capacidad para tomar una decisión a tiempo, y otros
muchos halagos que le harán.
Recuerde: si hay una
cosa útil que usted puede hacer es dejar de fumar.
PARA HACER FRENTE AL ESTRÉS
El estrés es una sensación desagradable: la persona puede
experimentar tensión, apremio, autoexigencia desmesurada, inquietud y
zozobra. Para enfrentarlo se necesitan disímiles mecanismos de
adaptación que permitan evitar la sobrecarga emocional que la vida
moderna demanda. A continuación les expongo diversas sugerencias que
pudieran ser de utilidad en ese empeño.
1. Es imprescindible pensar
positivamente, lo cual mejorará su estado anímico y lo preparará
para emprender cualquier tarea por complicada que sea. No es lo
mismo decirse: “Esta tarea que debo enfrentar es tediosa y aburrida”,
que darle el enfoque siguiente: “Aunque esta tarea no resulta
agradable, otras veces la he realizado sin problema alguno. Hoy, sin
lugar a dudas, puedo volver a hacerla”.
2. Trate de delimitar el problema a uno de sus aspectos más
importantes. Si tiene una serie de cosas que realizar recuerde esto:
Primero lo primero.
3. Trate de generalizar sus reacciones afectivas para evitar una
opinión desfavorable sobre sí mismo. Ante un temblor de tierra usted
siente miedo, deseos de salir corriendo, de orinar y defecar. Piense
que cientos de miles de personas han tenido sensaciones muy
similares a las suyas cuando han estado expuestos a un temblor de
tierra y usted no es una excepción.
4. Se hace necesario aprender a enfrentarse a los síntomas del
estrés, reconózcalos, aunque molestos, no se trata de síntomas
graves que pueden poner en peligro su vida. Si siente angustia, su
corazón latirá más rápido que de costumbre. Si esto le provoca temor
de sufrir un ataque cardíaco, el propio temor incrementará los
latidos de su corazón y con ellos su miedo a la inminencia de este
supuesto ataque, quedará así cerrado el círculo vicioso:
palpitaciones-temor-aumento de las palpitaciones-temor.
Una opción es, al sentir las palpitaciones, comenzar a respirar
suave y profundamente, lo cual le proporcionará una sensación de
tranquilidad y relajación, normalizará sus latidos cardíacos. Es de
mucha utilidad dejar de imaginar posibles riesgos que pudieran
ocurrir si los síntomas continúan, pues éstas son reacciones
corporales normales.
5. Trate de encontrar diversas alternativas para hacer frente al
estrés, como dejar de hacer lo que está haciendo, dar un pequeño
paseo, hacer una broma, ir al cuarto de baño y lavarse la cara con
agua fría, respirar hondo y relajarse, hacer una llamada telefónica
a algún amigo para saludarse, etc. Cuando se sienta menos tensionado,
continúe su labor.
6. Acepte las presiones externas que puedan limitar su rendimiento.
Pudiera usted decirse más o menos lo siguiente: “Teniendo en cuenta
todo el tiempo dedicado a esta actividad y lo agotado que estoy
sintiéndome, creo haberla hecho bastante bien. He acabado casi todo
menos una tarea, por lo que debo tomarme un descanso para continuar
mañana”.
7. Debe reforzarse usted mismo apreciando lo bien que se puede
sentir cuando es capaz de manejar el estrés con estas simples
medidas, que seguramente serán enriquecidas con su creatividad.
PARA HACER MÁS GRATA NUESTRA VIDA
COTIDIANA
Cuando estaba realizando este libro, le pregunté a mi pequeño
hijo de siete años, sobre qué debía escribir para que los seres
humanos aprendieran a vivir mejor. Con la sinceridad característica de
la infancia, él me dijo lo siguiente: “No pegar los pies en las
paredes”, “no subirse en los árboles”, “no tumbarle los nidos a los
pajaritos”, “no echar basura en las playas porque se contaminan”, “no
matar los perros callejeros”, “no maltratar los ómnibus”, “no tirarle
piedras a los pajaritos porque se mueren”, “no tirar piedras por las
calles porque pueden romper un cristal de un carro o una ventana de
una casa”, “no darle latigazos a las plantas ni arrancarles las hojas”,
“no quitarle la pintura a las paredes”, etc.
Al preguntarle dónde aprendió
todo eso me contestó: “En el mundo en que vivimos”.
Efectivamente, esa es una
asignatura impartida en las escuelas primarias de nuestro país, a mi
juicio, de una importancia capital por la sensibilidad que despierta
en los niños hacia la naturaleza y la propiedad social.
El hombre, por muchos mecanismos
reactivo-adaptativos adecuados que posea, vive en un determinado
entorno y si no lo cuida, le hace la vida poco saludable, aburrida,
triste. Debemos desarrollar una mentalidad ecológica y con un
compromiso social que permita a las generaciones futuras vivir en un
mundo habitable.
Y la actitud de los mayores
contribuirá a que los hijos la imiten, pues los hechos dicen más que
las palabras. Por eso nunca será tarde para evitar llenar nuestro
entorno de desperdicios cuando existen depósitos habilitados para
ellos; nunca será tarde para aprender a admirar las rosas en las
plantas sin tomarlas, pues si cada ciudadano toma una flor de los
jardines, la ciudad se queda sin rosas; nunca será tarde para asumir
la responsabilidad con los animales afectivos a nuestro cargo y su
descendencia, y evitar lanzarlos a la calle para morir de hambre,
transmitir enfermedades y llevar una verdadera “vida de perros”; nunca
será tarde para cuidar lo que es de todos como son las instalaciones
deportivas, los teléfonos públicos, las calles y avenidas, los
hospitales y las escuelas, las playas y los ríos, el aire que
respiramos.
No seremos verdaderos seres
humanos si no nos comportamos como el más evolucionado de los
mamíferos superiores y si no hacemos una utilización adecuada de ese
privilegiado órgano que es el cerebro humano. Y nuestro crecimiento y
desarrollo debe insertarse armónicamente en el entorno del cual somos
una parte importante pero no la única.
Otros seres vivos también tienen
su espacio entre nosotros y debemos respetarlos mediante una actitud
protectora de la flora y la fauna, lo cual contribuirá a incrementar
la espiritualidad y la admiración del ser humano por lo bello. Y por
igual deben respetarse y cuidarse las obras de los hombres, que son
parte importante de la historia de un país, como los edificios, los
parques, los monumentos, las bibliotecas y sus libros, los cines y sus
asientos. Y todo lo que se repite se convierte en un hábito, bueno o
malo; si practicamos todos los días alguno de los buenos hábitos
descritos con antelación, llegará a formar parte de nuestra
personalidad, de nuestra cultura.
Psicoterapia para aprender a vivir por Prof. Dr. Sergio
Andrés Pérez Barrero. En este material se
incluyen expresiones y consejos extraidos de la experiencia
profesional del autor, con el objetivo de servir de ayuda a personas
que pasan por dificultades vitales.