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  1. Naturaleza

Consejería Pastoral presenta los elementos básicos del arte de aconsejar  y define el lugar que esta actividad tiene dentro del ministerio pastoral. Considera los principios bíblicos y las bases psicológicas que sostienen a la consultoría pastoral. Examina casos reales tomados de la experiencia profesional  de  personas que pasan por dificultades vitales. Ofrece una guía de cómo dar orientación  de manera sencilla y eficaz.

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El Ministerio del Pastor Consejero por James D. Hamilton

1. La Naturaleza del Pastor Consejero

El ministro contemporáneo tiene muchas oportunidades para involucrarse en un amplio campo de actividades consejeras en su pastorado. Buscan su consejo personas de todas edades, angustiadas con muchos y variados problemas. No hay ministro que pueda negarse a aconsejar a menos que se encierre en su cuarto de estudio.  Con fre­cuencia el ministro tiene la responsabilidad de un grupo grande de personas con diferentes antecedentes, personas que luchan con perturbadoras dificultades emocionales de toda clase.

El pastor no es un psicólogo, no obstante, se le busca para dar consejo como si lo fuera. No es un consejero por vocación, pero se supone que ayude en este campo. No es un consejero en asuntos educativos, pero con frecuencia los jóvenes vienen a él con problemas de sus estudios. Tampoco es un psiquiatra; pero algunas veces confronta pro­fundos problemas de personas que necesitan atención de un psiquiatra, y por esto, debe conocer las manifestaci­nes de estos problemas para que pueda aconsejarlos inteligentemente.

Sobre todas las cosas, tendrá que saber aconsejar a personas con problemas religiosos, y por lo tanto debe ser un perito en este campo hasta donde le sea posible.

LA NECESIDAD DE UN PASTOR CONSEJERO

Esta es una edad compleja. Es una edad de crisis y tensión en que la industria y la maquinaria aprietan a los individuos dentro de su engranaje confrontándolos con problemas de varios grados y magnitud.  Decisiones forzo­sas son la regla más bien que la excepción y estas decisio­nes causan profundas implicaciones interpersonales. El hombre moderno no puede vivir aislado. Esto quiere decir que sus acciones y reacciones, más que en ningún otro tiempo en la historia, afectan las acciones y reacciones de sus prójimos. Un gran número de personas se tambalea ante el impacto de “la vida” y sus miles de problemas; sienten la necesidad de ayuda y consejo. Claro que no todos ellos buscarán el consejo del ministro, pero muchos sí lo harán. Es por esto que el pastor debe esforzarse en ser un consejero competente que pueda satisfacer las necesi­dades de las personas que acuden a él con sus problemas.

El consejo pastoral es tan viejo como el ministerio.  Holman dijo: La curación de las almas—el cuidado espiritual de los miembros de una congregación—es una función antigua de la iglesia cristiana y del ministro. Quizás el mayor aspecto fundamental de la labor ministerial haya sido siempre su tra­bajo con individuos miembros de su congregación. En contac­to personal íntimo con su pueblo, el pastor ha procurado ayudar al tentado, renovar espiritualmente al derrotado, asegurar al penitente de su perdón, confortar al preocupado, dirigir al perplejo, dar valor al enfermo y afligido, y en una multitud de maneras, ver cómo enfrentarse con las necesida­des puramente particulares de los que componen su congregación.

Siempre ha sido la labor del pastor funcionar como mediador entre el hombre y sus problemas. El escritor Wood dice que no es cuestión de si el ministro ha de acon­sejar o no, sino qué tan bien lo hará. Dice que el 87 por ciento de los laicos creen que la técnica en aconsejar ha de ser parte de la preparación del ministro.

¿QUE ES EL ACONSEJAMIENTO PASTORAL?

El consejero pastoral es muy diferente de otros tipos de dirección terapéutica, pues incluye una dimensión reli­giosa. “El propósito del aconsejamiento espiritual es traer a personas de ambos sexos dentro de una sana relación con Dios, y dirigirlos dentro de una vida abundante.” “Salvar,” en griego quiere decir sanar o hacer completo; por lo tanto, salvación es salud, racionalidad, libertad de todo desperfecto o mancha que deforme la personalidad humana y que impida la amistad con Dios.

El elemento de cambio en nuestra sociedad tiene sus implicaciones para el consejo pastoral. El cambio no es un fenómeno nuevo; siempre ha estado presente. Por siglos los filósofos se han estado preguntando, “¿Qué, en medio de todo cambio, no cambia?” La respuesta es, “nada”. Heráclito, hace siglos, dijo: “Uno no puede pararse en el mis­mo río dos veces”. Con esto, quiso afirmar la vieja idea del cambio. Todas las sociedades pasadas han tenido que hacer frente a los cambios, pero la nuestra está pasando por cambios más rápidos y complejos que nunca. Goldstein se permite observar que los líderes sociales serán instru­mentos para afectar las formas de adaptación que la socie­dad necesita tener al afrontar el cambio. Esto quiere decir que el pastor consejero que sirve como líder social, tiene que estar equipado para servir a las familias de su iglesia como un consejero sabio bajo las complicadas condiciones causadas por los cambios tan rápidos. Hulme dice: “Las características de nuestra era que llevan a las personas a buscar la sombra protectora del aislamiento, también ori­ginan disturbios emocionales que les obligan a buscar un consejero.

Muchos que confrontan este complejo mundo carecen de preparación para resolver los problemas que resultan de esta complejidad. Los que tienen una orientación religiosa van con su pastor en busca de ayuda. Esto hace que se vuelva una labor del ministro, el ayudarles a adoptar una actitud saludable y adecuada hacia la vida. Es necesario desarrollar dentro de ellos la fortaleza humana que, junto con los recursos divinos, los prepare para enfrentarse con las demandas de un mundo altamente complejo. Esto quiere decir, que la función de la relación del consejero será doble: (1) “fortalecer el ego, el yo, o las funciones cons­cientes de la persona a través de las cuales se obtienen los procesos de integración y madurez” (la dimensión huma­na) y (2) “apropiar los recursos espirituales que Dios da” (la dimensión divina).

El pastor consejero tendrá que recordar que las heri­das emocionales que el individuo ha sufrido han venido a través de relaciones incorrectas con personas emocionalmente significativas. Estas heridas quizá puedan ser curadas por otra persona quien, también sea emocionalmente significativa. En muchos casos, será el pastor quien ayudará con su ministerio de consejo a estos individuos lastimados. “Con frecuencia las personas que vienen a consultar un ministro han perdido la fe en ellos mismos, tanto como en Dios, y en sus semejantes”. El ministro tendrá que ayudar a reconstruir esa confianza para obtener una más clara perspectiva.

El aconsejamiento pastoral y la psiquiatría se parecen, pero no son sinónimos. La psiquiatría, aunque no se opone necesariamente al aspecto religioso, no depende de él para su diagnosis o tratamiento. El aconsejamiento pastoral, por el otro lado, se basa fundamentalmente sobre una perspectiva e interpretación religiosa. Conscientemente trata de desarrollar en el individuo una relación con Dios que le dé acceso a los recursos espirituales que brotan de El. Bonneli caracteriza la tarea del pastor de esta manera:

El ministro que conduce a hombres y mujeres hasta un contacto vivo con Dios, que les enseña cómo usar su Biblia pa­ra desarrollo espiritual, cómo meditar, cómo orar, cómo desarrollar una fuerte y radiante fe, contribuirá un estimable ser­vicio a las mentes y cuerpos de sus feligreses y también a sus espíritus.

Una verdadera situación de aconsejamiento no existe necesariamente cuando el pastor y un feligrés se ponen a conversar juntos. Aconsejar no es solamente un intercam­bio de palabras. Es menester que haya una necesidad de la que se dé cuenta el que busca consejo y que se dé también cuenta de que necesita ayuda para la solución del proble­ma que le preocupa. Hiltner escribe:

Una verdadera situación de aconsejamiento existe cuando el feligrés reconoce que algo anda mal, y siente que esto de al­gún modo tiene que ver con él y está convencido de que alguna persona profesionista pueda tal vez ayudarle, no dándole la respuesta sino ayudándole a esclarecerla él mismo.

Así pues, aconsejar es una relación interpersonal en la que el pastor y el feligrés se concentran en aclarar los sentimientos y problemas de este último, relación en que los dos comprenden que es esto lo que se empeñan en lo­grar. Y será necesario que el ministro ayude a quien busca su ayuda a vencer sus conflictos y tensiones internas, ayudándole a hablar de sus problemas a fin de que sean examinados críticamente. Cuando esto se ha logrado, ya hay una verdadera situación de aconsejamiento.

REQUISITOS PERSONALES

Stolz dice, “La personalidad del pastor mismo es de primera importancia en su trabajo. Para un buen servicio pastoral, la madurez y una perspectiva saludable de la vida son esenciales”. El indica que cuando un ciego guía a otro ciego, los resultados son desastrosos para ambos.

Mientras más maduro emocionalmente sea el pastor, mayor será su facultad de entender y aceptar lo que sus feligreses le expresan. Si él no está bajo presión por la vida, y si puede comunicar su madurez y saludable modo de ver a sus feligreses, ellos lo buscarán para que les ayude a resolver sus problemas. Bonneil dijo que ningún pastor podía adecuadamente ministrar a las más profundas nece­sidades del corazón humano si no ha aprendido a tratar efectivamente con las suyas.

En un sentido, la marca de su propia adaptación será su capacidad de atraer a su gente. Esto se obtendrá con su propia vida, no solamente invitando a la gente a venir a él con sus necesidades: “Una persona no puede comunicar los más profundos e íntimos aspectos de su vida a otra, a menos de que tenga un sentido de seguridad, confianza y fe en ella.” Esto es absolutamente esencial si el consejo ha de llevarse a cabo. Las personas acudirán al pastor sólo si confían en él y si ven en él la madurez que desearían ellos.

De primera importancia en evaluar las cualidades per­sonales del pastor es una consideración de su capacidad de entenderse él mismo—sus actitudes, sus móviles, y su carácter. Sócrates expresó: “Conócete a ti mismo”. Este debe ser el objetivo de cada pastor. Sin este conocimiento propio las cualidades y capacidades del pastor serán de muy poco valor. Hiltner dice:

Es de gran importancia conocer a su feligrés, su inmensa realidad e individualidad única. Pero tal vez sepamos todo lo que se puede saber de los feligreses y todavía no hayamos po­dido establecer una relación fructífera de consejo… He lle­gado a sentir que aprender cuáles son nuestras actitudes en aconsejar es el más sutil pero más importante aspecto de nues­tra labor.

FILOSOFIA Y VALORES DEL ACONSEJAMIENTO

En 1955, Cribbin hizo un estudio minucioso de dos­cientos libros de texto y artículos para aprender el lugar de la filosofía y los valores de esta clase de aconsejar. Lo que sigue es un resumen de los principios filosóficos que él descubrió en su investigación:

1.            Aconsejar se basa en el reconocimiento de la dig­nidad y valor del individuo y su derecho a una ayuda per­sonal en tiempos de necesidad.

2.            El aconsejamiento se centra en el paciente, y está al tanto del mayor desarrollo de la persona total y una completa realización de sus potencialidades para fines individuales y sociales.

3.            El aconsejar es un proceso continuo, con orden entre sus fases y educativo.

4.            Aconsejar tiene una responsabilidad ante la socie­dad como también a los individuos.

5.            El consejero debe respetar el derecho de cada per­sona para aceptar o rechazar la ayuda y los servicios que ofrece.

6.            La actividad está orientada a la cooperación, no a la compulsión.

7.            El aconsejar implica asistencia dada a personas pa­ra que hagan decisiones, planes e interpretaciones sabias y decisiones y ajustes en las situaciones críticas de la vida.

8.            El aconsejamiento demanda un estudio compren­sivo del individuo en su cultura local, con el uso de cada técnica científica posible.

9.            El aconsejar debe confiarse sólo a los que están naturalmente dotados para la tarea y tienen la preparación y la experiencia necesarias.

10.          El énfasis del aconsejamiento está en ayudar al individuo a darse cuenta y actualizar lo mejor de lo que él es para solucionar problemas, ya sean problemas de él mismo, o de la escuela o de otras instituciones.

11.          El aconsejar debe evaluarse continuamente en for­ma científica por lo que se refiere a su efectividad.

ACONSEJAR PARA LOGRAR UN CAMBIO

El propósito final de aconsejar es efectuar un cambio en el aconsejado. Lo que sigue son algunos cambios especí­ficos que el pastor ayudará a sus feligreses a obtener:

1.            Reducción de ansiedad. Esto hace que la persona redirija su energía hacia la solución de su problema inme­diato, en lugar de usarla para alimentar su ansiedad.

2.            Lograr una mayor objetividad. El aconsejar sirve para disminuir la subjetividad a través de la clarificación del problema y un entendimiento de la relación del aconse­jado hacia este problema.

3.            Un adelanto en motivación. Esto resulta cuando uno principia a ver que hay base para una verdadera espe­ranza de que su problema puede ser resuelto.

4.            La capacidad de realizar pruebas de estado emocio­nal. Esto se logrará cuando uno aprende el por qué de el qué que le causa el problema.

5.            Una capacidad creciente para evaluar y confrontar la culpa. Esto resulta cuando uno aprende a examinar la validez de su culpa (no todos los sentidos de culpa son váli­dos), y trata con ellos de un modo constructivo tanto en la dimensión humana, como en la divina.

6.            Un creciente concepto de él mismo. Esto se obtiene efectuando una relación más cercana entre la percepción de sí mismo y sus experiencias propias.

7.            Una creciente destreza en sus relaciones interpersonales. Esto se efectúa de dos modos: (1) Una experiencia franca con el pastor y en relación de aconsejamiento; y (2) experimentando franqueza con otros en las situaciones de su vida.

8.            Una creciente capacidad para trabajar, para amar, y para ser. Estos resultados se obtienen cuando la persona aprende a dirigir sus energías e intereses, partiendo de una inútil subjetividad hacia una liberadora objetividad.

9.            Una creciente confianza al enfrentarse al futuro. Esto resulta cuando uno tiene la experiencia del “dulce sabor de la victoria” en tratar con un problema serio, lo cual le da la creencia de que puede, con la ayuda de Dios, resolver los problemas que vengan en el futuro.

10.          Un mejor concepto de Dios y un mayor entendi­miento de su amoroso carácter. Esto resulta cuando el pastor ayuda a su feligrés a aceptar verdaderamente al Dios de la Biblia y a descartar, si la tiene, una opinión de Dios basada en sus propios sentimientos.

11.          Una creciente semejanza a Cristo en actitud y comportamiento. Esto se obtiene cuando uno aprende a prac­ticar los preceptos de nuestro Señor tanto en la dimensión intrapersonal como en la interpersonal.

12.          Una capacidad creciente para expresar la fe cris­tiana en el servicio. Esto se efectúa aprendiendo a entender que somos salvos para servir.

Hamilton, James D., El ministerio del pastor consejero, Casa Nazarena de Publicaciones, 1979, wesley.nuu.edu

 
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8. Matrimonial
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10. Referencias
11. Aconsejamiento
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