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  7. Pre-Matrimonial

Consejería Pastoral presenta los elementos básicos del arte de aconsejar  y define el lugar que esta actividad tiene dentro del ministerio pastoral. Considera los principios bíblicos y las bases psicológicas que sostienen a la consultoría pastoral. Examina casos reales tomados de la experiencia profesional  de  personas que pasan por dificultades vitales. Ofrece una guía de cómo dar orientación  de manera sencilla y eficaz.

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7. Aconsejamiento Pre-marital

No podemos aceptar ya más, como lo hemos hecho en el pasado, que el querer casarse constituye el mayor requisito para el éxito en el matrimonio. ¡Que tontería la de pensar que el matrimonio, la más compleja de las relaciones interpersonales, puede tener éxito simplemente porque dos personas están enamoradas y quieren vivir juntas!

Parece que nuestra sociedad y también la iglesia han escogido el ignorar la realidad asombrosa de lo que está pasando a la institución del matrimonio en nuestros tiempos. No hay necesidad de mencionar la sombría estadística que nos da el número de divorcios y separaciones que ocurren diariamente. Sólo es necesario que admitamos que esto existe para tomar pronto la posición de que algo ten­drá que hacerse para parar el momentum del creciente concepto de inutilidad del matrimonio que amenaza aplas­tar nuestra sociedad.

Los expertos en ciencias sociales nos han estado diciendo por décadas que no hemos tomado en serio la preparación para el matrimonio. Su mensaje ha sido en gran parte ignorado, hasta hace poco. Lentamente hemos principiado a oír lo que nos han estado diciendo, y, como sociedad, estamos haciendo algunos débiles esfuerzos hacia una mejor preparación de las personas para el matrimo­nio.

Por lo general, la iglesia no tiene un historial en este campo del cual pueda estar orgullosa. Ha llegado la hora de que la iglesia deje de razonar que “ha estado haciendo su parte” meramente con proveer personas (pastor, músicos, y otros más) que tomen parte en las ceremonias de matrimonio, y los sitios en que puedan efectuarse la boda y la recepción. La iglesia tiene que tomar en serio la preparación para el matrimonio e iniciar programas y medios de ayuda a las personas que están para casarse, a fin que aumenten las posibilidades de éxito.

PREGUNTAS QUE TIENEN QUE CONTESTARSE

El pastor a veces tiene que responder algunas preguntas de sentido moralético respecto al propuesto matrimonio de ciertas personas. A medida que se atarea en aconsejamiento pre-marital con personas antes desconocidas para él, se encontrará con situaciones que le harán pensar profundamente y orar con fervor para decidir si debe oficiar en ciertos matrimonios. Algunas de estas decisiones ético-morales tienen que ver con preguntas como: (1) ¿Debe casar a personas que no son cristianas? (2) ¿Debe casar a una persona cristiana con otra que no lo es? (3) ¿Debe casar a personas con credos muy diferentes? (4) ¿Debe casar a personas menores de edad cuyo matrimonio no está aprobado por los padres de ambas? y (5) ¿Debe casar a personas divorciadas? (6) ¿Debe casar a personas con deficiencia mental? (7) ¿Debe casar a personas de distintas razas? (8) ¿Debe casar a personas a quienes no ha aconsejado?

Claro que algunas de estas preguntas no son ético-morales en sí mismas, pero pueden dar lugar a implicaciones ético-morales. Cada pastor tendrá que hacer su propia decisión a la luz de su propia conciencia y razón, así como por la guía del Espíritu Santo y la Biblia y, en cierto sentido, por las direcciones de su propia denominación.

DIFERENCIAS ENTRE CONSEJO MARITAL Y PRE-MARITAL

Aunque hay mucha semejanza entre aconsejar a los matrimonios, y a los que quieren casarse, hay también al­gunas diferencias muy marcadas. Algunas de éstas son:

1.            El aconsejamiento pre-marital lo inicia general­mente el pastor, mientras que el aconsejamiento a los ca­sados lo inicia el feligrés. Algunos expertos no creen que el aconsejamiento pre-marital deba llamarse “aconsejar” porque uno de los mayores elementos del consejo no está presente, es decir, el sentido de necesidad de parte del consultante. La mayoría de los que vienen buscando consejo pre-marital no sienten que lo necesitan. La verdad es que la mayoría de las parejas están en un estado de tal deleite que la idea de herirse o de hacerse sufrir les es enteramente remota. El pastor tendrá que darse cuenta de que esta actitud militará en contra de la efectividad de su tarea de aconsejamiento. Muchas parejas verán el consejo pre­marital como un estorbo para los planes de la boda que tienen que terminarse. Esta actitud no debe detener al pastor en su trabajo. Es de vital importancia, aunque no lo consideren así muchos de los aconsejados.

2.            El aconsejamiento a los comprometidos recalca el aspecto cognitivo en tanto que aconsejar matrimonios recalca la dimensión afectiva. Debido a que muchos de los que vienen por consulta antes de casarse no están sufriendo (como las personas casadas y con problemas críticos) se sigue que las sesiones de consejo enfocan más bien el área de lo cognoscitivo-racional. En una crisis matrimonial, lo afectivo (los sentimientos, las emociones) militan contra lo cognoscitivo (la percepción, la razón); por lo tanto, es menester que el cambio de sentimiento preceda al cambio de manera de pensar. En el aconsejamiento pre-marital, generalmente no está presente la dimensión negativa afec­tiva, lo cual quiere decir que las sesiones pueden proceder sobre una base más razonable y real.

3.            El aconsejamiento pre-marital emplea el método directo más de lo que se usa en el consejo marital. Cuando el pastor aconseja a los solteros, toma una parte activa en el proceso. Tiene ciertas metas que desea lograr y tiene métodos específicos que emplea para alcanzarlas. El hace casi toda la plática. En situaciones pre-maritales él pre­senta un programa, mientras que en el consejo marital lo deja aparecer. En las consultas con los futuros esposos el pastor es, primero que nada, un maestro (uno que da información); y con los casados es, al principio, un alumno, (uno que recibe información).

METAS PARA CONSEJO PRE-MARITAL

Es menester que el pastor tenga metas generales y específicas para sus consultantes en la consulta pre-marital. Las metas generales incluyen lo siguiente: (1) Un en­tendimiento de lo que el matrimonio quiere decir dentro del cuadro de la verdad bíblica y la teología cristiana; (2) un entendimiento de los problemas que afectan a los casados en la cultura contemporánea; y, (3) un entendimiento del concepto cristiano del valor de la personalidad humana. A medida que el pastor trata con estos amplios conceptos, trata de ampliar la perspectiva del consultante sobre la importancia del matrimonio a la luz de sus raíces bíblicas e históricas, de las presiones especiales impuestas sobre los matrimonios en nuestro tiempo, y del punto de vista del cristianismo sobre el valor de las personas. Todas estas metas son de vital importancia para edificar una filosofía sana del matrimonio.

Las metas específicas tienen su centro en las siguien­tes áreas: (1) Un entendimiento de la percepción del papel de cada cónyuge, en el matrimonio futuro; (2) un entendimiento de lo que cada cónyuge espera que el papel del otro sea; (3) un entendimiento de cómo cada uno de los novios evalúa los puntos fuertes y débiles del otro; (4) un entendimiento de los puntos fuertes y débiles potenciales del matrimonio propuesto; y, (5) un examen cuidadoso de los problemas particulares que pueden resultar.

La meta esencial y práctica de todo consejo pre-mari­tal es doble: (1) Capacitar a las parejas a resolver algunos de sus problemas maritales antes que éstos principien; y (2) dar a las parejas un conocimiento y experiencia en el arte de comunicación tan necesario en la formación de una relación satisfactoria.

LOS VALORES DEL ACONSEJAMIENTO PRE-MARITAL

Hay muchos valores en el aconsejamiento pre-marital si el pastor lo hace cuidadosa y constantemente. Uno de estos valores es la satisfacción que le atrae a él personalmente. Siente que ha hecho algo para elevar la institución del matrimonio en una sociedad que hoy día considera tan despreocupada y descuidadamente. Claro que no hay pas­tor que por sí solo pueda cambiar esta actitud de la socie­dad, pero cada uno puede experimentar la satisfacción interna de saber que ha hecho su parte para cambiar esta actitud. Y tendrá también la satisfacción de saber que ha jugado una parte vital para ayudar a las parejas con las cuales trabaja, a formar sus matrimonio sobre un fundamento más fuerte que lo que ellos solos podrían hacer de otro modo.

Los valores del consejo pre-marital son muchos para lo futuros matrimonios. Uno de estos valores es la adquisi­ción de un mejor punto de vista de la naturaleza de la ins­titución del matrimonio, y de lo que significa el matrimo­nio dentro de la tradición cristiana. Desafortunadamente, muchas personas que están por casarse no han tomado el tiempo para estudiar el significado de esta relación, ni han evaluado seriamente las exigencias que el matrimonio hará de ellos. Y como hemos notado antes, la mayoría de las parejas en vías de casarse están al tanto sólo de dos cosas: (1) De que están enamorados; y (2) de que quieren pasar sus vidas juntos. Y aunque estos dos aspectos ten­drán que estar presentes si el matrimonio va a tener éxito, estos dos factores no garantizan por sí solos ese éxito. El considerar las implicaciones del matrimonio con una ter­cera persona permitirá a la pareja acercarse al matrimonio en una forma más apegada a la realidad.

Otro valor del consejo pre-marital es que le permite a cada cónyuge captar un mejor entendimiento de él mis­mo. Esto resulta cuando el pastor los ayuda a evaluar su propia personalidad, en términos de móviles, actitudes y carácter. Si se hace bien, el consejo pre-marital puede ser para cada cónyuge, un proceso de revelación propia con­forme su pastor le ayude a confrontar los niveles más pro­fundos de su propio ser. Y aunque este proceso puede ser doloroso, no tiene que amenazar al individuo, si éste sabe que su pastor está en verdad interesado en su bienestar, en el de su compañera y de su futura relación.

Un valor de gran importancia es el conocimiento que cada uno de los futuros cónyuges gana acerca del otro en el proceso de aconsejamiento. El pastor tiene que ayudar a ambos a adquirir un mejor entendimiento de los moldes de pensamiento de cada uno. Ellos quedarán sorprendidos de lo poco que saben de ellos mismos. Algunas parejas sienten que conocerse incluye sólo saber las fechas biográfi­cas de cada uno. Pero el perímetro de la persona va más allá de esta información real. Es posible saber todo acerca de la persona sin conocerla. En realidad, las dimensiones más grandes de lo que significa una persona están más allá de los límites de los datos biográficos. A través del examen experto, pero delicado, del pastor, los novios prin­cipiarán a ganar una mayor claridad de los límites de la personalidad del otro.

Otro valor práctico del consejo pre-marital es que las parejas pueden ver el valor del arte de la comunicación y experimentarla. Esto es la técnica que ambos tendrán que desarrollar si el matrimonio va a sobrevivir.

Y otro valor qué considerar es que esto ha puesto a la pareja en una mejor condición de evaluar su futuro matrimonio. En muchos casos, las parejas pronostican su futuro sobre bases de información incompleta o incorrecta. Pero al ayudar a las parejas a extender su caudal de conoci­miento de cada uno de ellos y de lo que es la relación del matrimonio, el pastor les permite establecer mejores bases sobre las cuales vaticinar cómo resultará su matrimonio.

Finalmente, un gran valor en el consejo pre-marital es que ayuda a las personas a determinar si en realidad están haciendo una buena decisión en cuanto a su matrimonio. Algunos quizás piensen que el consejo pre-marital viene muy tarde para impedir que se lleve a cabo un matri­monio infeliz. Sin embargo, en algunas ocasiones sí logra impedirlo, y lo hace mediante un proceso doble: (1) se pos­pone la boda, y después (2) se cancela el matrimonio.

Aunque no es la tarea del pastor el hacer cambiar a los novios de opinión en cuanto a casarse, sí es su deber ayudarles completamente a determinar si están listos para el matrimonio. Si después de su ayuda experta y gentil las personas ven que todavía no tienen una base adecuada para establecer un matrimonio, el pastor les ha salvado de indecible dolor y ansiedad.

A través del proceso de conversación con un consejero comprensivo, la persona puede descubrir los temores escondidos acerca de su compañero, que principian a salir. Comienza a ver a su novio o novia más objetivamente. Cierta joven, quien después decidió no casarse, encontró que en el proceso de conversación, algunos temores acerca de su novio principiaron a “salir”. Notemos la forma en que los descubrió.

—El no es persona orientada hacia individuos (ella sí lo era) sino hacia “cosas”.

—Me asusta porque es tan “voluble”.

—Es tan independiente que tal vez no me necesite.

Aunque no puede decirse que no hubiera tenido esta intuición sin el consejo, es probable que el proceso de acon­sejamiento le haya ayudado a ver lo que de otro modo no hubiera visto, y que la capacitó para cambiar su decisión a tiempo.

LIMITACIONES DEL CONSEJO PRE-MARITAL

Aunque hay muchos valores del consejo pre-marital, no hemos de dejar de mencionar algunas de sus limitaciones. Una de las más serias es que muchas personas están tan ciegas por el amor (o lo que ellas creen que es amor) que no pueden entrar en consejo pre-marital con el menor sentido, de objetividad. A las personas que están atrapa­das en esta “leve psicosis” no se les puede ayudar gran cosa, no le hace qué tan grande sea el grado de técnica o capacidad del pastor-consejero.

Los dos factores de tiempo y momento adecuado afec­tan seriamente el valor del consejo pre-marital en cualquier situación dada. Quizás el pastor no tenga el tiempo que necesita adecuadamente para la consulta adecuada con los futuros esposos. Y quizás esto sea por su mucho trabajo, o porque quizás las personas implicadas no le dan suficiente tiempo para aconsejarlas adecuadamente antes de la boda. El momento oportuno es otra cosa importante. Esto de ser oportuno tiene que ver con el punto preciso de la relación en que el pastor principia como consejero. Si la fecha se ha fijado, las invitaciones han sido enviadas, y los familiares que viven lejos están ya en camino para la boda, ¡es seguro que el pastor ya no puede hacer un tra­bajo serio en este caso! Y de seguro es muy improbable que ocurra la cancelación de la boda bajo estas circunstancias, aún si ambas partes tienen hondas dudas acerca del matri­monio. Se espera que la selección del tiempo para el consejo pre-marital se haga con bastante tiempo de anticipa­ción, para que el trabajo sea adecuado y pueda obtenerse bajo las circunstancias más ideales.

Otra limitación del consejo pre-marital, es que tiene tan poco valor para las personas que carecen de madurez. (La falta de madurez no se calcula por los años de vida. Hay personas que son jóvenes sólo una vez y otras que tienen falta de madurez toda la vida). Estas personas son incapaces para ver el matrimonio (o cualquier otra cosa) objetivamente. Cualquier problema que se les presente, rápidamente se lo quitan con la actitud y respuesta de “nosotros podemos arreglarlo”. (Un pastor sensible quizá tenga que determinar si ha de endosar una boda con su participación, cuando en los dos hay evidencias de falta de madurez).

METODO DE PROCEDIMIENTOS

El pastor que desea hacer un trabajo satisfactorio de aconsejamiento pre-marital debe pensar cuando menos en tres sesiones: (1) Una con la mujer; (2) una con el hombre; (3) una con los dos. En cada una de las sesiones el pastor desarrollará cuatro funciones principales: (1) Escuchar, (2) preguntar, (3) analizar, y (4) enseñar.

1.            Escuchar. Como en otros tipos de consulta, el pastor necesita oír lo que se dice y lo que no se dice. Solamente oyendo cuidadosamente, el pastor puede tener una vista interior válida acerca de los verdaderos sentimientos y re­laciones personales de su consultante con su futuro compa­ñero. Aunque el pastor quizás haga toda la conversación en esta situación, es imperativo que cuando él escucha, lo haga con tanta pericia que pueda obtener una información adecuada de datos precisos. Estos serán usados después al llevar a cabo la función de analizar.

2.            Preguntar. La destreza en hacer preguntas permite al pastor el tipo de información que necesita para ayudar a las personas a prepararse para el matrimonio. Las pre­guntas se dirigirán a los dos amplios campos de realidades y sentimientos. El campo de realidades tendrá que ver con aspectos como los de cómo se conocieron, qué tanto tiempo tienen de conocerse, qué tanto tiempo tienen de ser novios y cuándo planean casarse. Las preguntas entonces podrán cambiar a un nivel más profundo de sentimientos. Este campo tiene que ver con cuestiones como las verdaderas sensaciones del consultante acerca del matrimonio, las de­mandas de éste, su percepción acerca de su compañero como marido o esposa, y sus sentimientos acerca de su capacidad de ser compañero idóneo en el matrimonio.

El pastor no debe vacilar en preguntarles a sus consultantes cómo se sienten acerca de cada aspecto de la relación matrimonial, incluyendo cosas tales como dónde vivi­rán, en qué clase de casa, qué tantos niños quieren y a qué iglesia asistirán, si la esposa trabajará fuera del hogar (por cuánto tiempo, qué tanto ganará, y qué clase de trabajo tendrá), cómo usarán su tiempo libre, en dónde encontra­rán sus amistades, cómo desarrollarán sus relaciones sociales y qué piensan ellos acerca del trabajo de su compañero, y si tienen planes para seguir estudiando. Debe también examinar la actitud del futuro cónyuge hacia los familiares políticos, el dinero y el sexo. Y conforme el pastor escudri­ña los niveles profundos de los sentimientos de sus feligre­ses, obtiene la cantidad y tipo de información que necesita para proceder al análisis.

3.            Analizar. Después de que los datos se han seleccionado y analizado, el pastor está listo para una sesión combinada (o sesiones) con las parejas. En algunos casos habrá diferencia sobre cómo cada uno de los novios percibe ciertos aspectos de su futuro matrimonio. Estos son campos a los que hay que darles una atención cuidadosa, du­rante la sesión combinada. Es en este tiempo cuando los dos necesitan que se les enseñe la importancia de la comunicación. Y también proveerá una oportunidad para que ellos principien a desarrollar un nuevo y mejor modo de comunicarse sus sentimientos el uno al otro.

4.            Enseñar. Finalmente, el pastor principia la función de la enseñanza. La cantidad y el tipo de enseñanza que ha de hacerse, serán determinados por lo que el pastor ha descubierto en sus sesiones individuales de consejo. Los campos más amplios cubiertos en su enseñanza, incluirán el punto de vista cristiano del matrimonio, la condición del matrimonio en la cultura contemporánea, el uso respon­sable del sexo, las diferencias básicas entre la hombría y la feminidad (muchos sienten que entienden el sexo opuesto, pero en verdad no), y el arte de la comunicación. Como parte de su función de enseñanza el pastor debe prepararse a recomendar y prestar libros y artículos en áreas en que los futuros esposos necesitan entendimiento. Es también importante que el pastor señale el valor de un examen médico para la futura esposa, y tal vez para los dos.

CONCLUSION

Un trabajo completo en consejo pre-marital quizás abarque más de tres sesiones, pero esto es el mínimo. Aun­que esto lleva mucho tiempo y es agotador, es menos que el aconsejamiento a los casados. Si el pastor hace bien su trabajo de consejero pre-marital, quizás se esté ahorrando ya sea para él o para algún otro consejero, otras sesiones de trabajo y aconsejamiento de matrimonio, más tarde. Por supuesto, el mayor significado de todo esto es que el consejo pre-marital ayuda a las parejas a formar la clase de relaciones que sean sólidas y satisfactorias.

Hamilton, James D., El ministerio del pastor consejero, Casa Nazarena de Publicaciones, 1979, wesley.nuu.edu

 
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