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 26. Expresiones 8

Consejería Pastoral presenta los elementos básicos del arte de aconsejar  y define el lugar que esta actividad tiene dentro del ministerio pastoral. Considera los principios bíblicos y las bases psicológicas que sostienen a la consultoría pastoral. Examina casos reales tomados de la experiencia profesional  de  personas que pasan por dificultades vitales. Ofrece una guía de cómo dar orientación  de manera sencilla y eficaz.

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Criar hijos sanos 

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TODOS LOS HIJOS SE QUIEREN IGUAL

     Así dicen los padres y las madres para expresar que no tienen preferencia por hijo alguno. A primera vista, parece ser una manifestación justa y solidaria. Sin embargo, en ocasiones, es profundamente injusta y generadora de rivalidades y celos entre los hermanos.

     El afecto de los padres y las madres es como un medicamento, cuya actividad beneficiosa está enmarcada en la llamada “ventana terapéutica”, por debajo de dicho umbral, el medicamento no ejerce efecto alguno y por encima, ocasiona efectos indeseables. El desamor paterno es dañino y el exceso de demostraciones de afecto también lo es. ¿Cómo se puede querer igual a hijos que son diferentes? ¿Cómo se puede querer igual a hijos que se comportan de manera desigual? En mi práctica profesional he visto a hijos delinquir para lograr de los padres las demostraciones de afecto y el apoyo dado a otro hijo que previamente lo había hecho. He tratado adolescentes cuya tentativa de suicidio fue para obtener de los padres lo que otro hijo obtuvo al intentar matarse. He escuchado a hijos valiosos lamentarse de no haber recibido de los padres las atenciones recibidas por su hermano, un alcohólico deteriorado.

     Todos los hijos no debieran quererse por igual, sino según su comportamiento familiar y social. Si usted tiene un hijo bueno, afable, noble, cumplidor de sus obligaciones, respetuoso, en fin, con muy buenas condiciones humanas y tiene otro que es impulsivo, agresivo, tomador de bebidas alcohólicas, transgresor del orden establecido, etc., ¿cuál de los dos merece mayores demostraciones de afecto? Evidentemente el primero, cuya conducta responsable le está dando a los padres una prueba suprema de amor. Y el tratamiento diferenciado pudiera contribuir a que el otro, si lo desea, modifique sus actitudes, pues con él se le está enviando el siguiente mensaje: “Si haces las cosas como se debe, recibirás más afecto”.

     Sé que puede haber muchas personas que no coincidan con esta manera de pensar, pero no se trata de ponernos de acuerdo, sino de reflexionar sobre el afecto que merecen nuestros hijos y cómo ello puede influir en su bienestar.

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YO VIVO PARA MIS HIJOS

     Esta declaración, escuchada a muchas personas, no cabe dudas de que es poco educativa.

     Los hijos son una responsabilidad social contraída por los padres de manera voluntaria. Pero usted y yo sabemos que no siempre sucede así, pues existen hijos no deseados o deseados unilateralmente, no planificados y en ocasiones utilizados como punta de lanza o gancho para atacar o atraer al otro cónyuge.

     En ciertas oportunidades los hijos se convierten en el centro de la vida de sus padres debido, no a las necesidades de aquellos, sino por las de estos últimos. Es decir, no es tanto lo que los hijos necesitan de los padres, sino lo que los padres necesitan de los hijos. Y es en esta situación cuando se puede escuchar con más frecuencia dicha expresión.

     Quienes la pronuncian, la cumplen literalmente, al pie de la letra, subordinando cualquier interés personal a los hijos. Si a los padres les hace falta alguna prenda de vestir y los hijos desean que se les compre alguna cosa, por muy inútil que parezca, ellos tomarán la decisión de renunciar a su proyecto para satisfacer el de los hijos.

     Si se trata de una madre soltera, con posibilidades de rehacer su vida, lograr su estabilidad emocional junto a un compañero idóneo, lo pospone “para no ponerle padrastro a los hijos” o porque ella no puede ser “más mujer que madre”. Estas posturas constituyen un grave error, pues se le transmite a la descendencia un mensaje distorsionado, una enseñanza equivocada, al subordinar constantemente los intereses de los progenitores a los de los hijos, obligándolos a despreocuparse de sus propios intereses.

     Si usted no se siente realizado como ser humano, es muy difícil que pueda hacer sentir realizados a los demás; si se olvida de sus necesidades, es paradójico querer enseñar a sus hijos que sean preocupados por ellos mismos. Si les enseña a limitarse la vida, cuando ellos sean padres y madres, también lo harán.

     Y lo peor es que habitualmente se cumple aquello de “los hijos crecen y se van”. Si ha vivido para ellos, cuando eso suceda, ¿para quién seguirá viviendo?

     Considero más adecuado sustituir la preposición “para” por “con” y el pronunciamiento quedaría así: “Yo vivo con mis hijos”, lo cual reflejaría mejor la realidad y cada cual estaría en su debido lugar.

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NO LLORES, PONTE FUERTE

      Estas palabras se pronuncian con frecuencia en situaciones en las que no se debiera, por ejemplo, en los momentos de sufrimiento intenso al fallecer un ser querido. Y es cuando le pedimos a esta persona, por lo general muy allegada, que no llore, que se ponga fuerte, como si el llanto fuera un signo de mojigatería, debilidad, pusilanimidad o cobardía, y no una reacción muy normal y saludable en determinadas ocasiones y no debe ser reprimido. Al contrario, facilitarlo, permitirlo, es muy beneficioso para el que sufre. El familiar se siente triste por la pérdida y tiene necesidad de expresar su pesar mediante el llanto inconsolable, desahogarse. Estas palabras que nos ocupan, obligan al afligido a coartar y esconder sus sentimientos, como si nada hubiera sucedido, dicho de otro modo, se le invita a comportarse como una persona anormal, pues no debe llorar cuando la situación lo demanda.

     Reprimir a alguien sus emociones y sentimientos puede provocar el llamado “duelo patológico”, que es un duelo prolongado o que se presenta cuando no es tiempo para ello, hasta el surgimiento de una enfermedad física, porque “la pena que no se derrama en lágrimas hace llorar a otros órganos”.

     En ocasiones me han traído a la consulta una persona en duelo de pocos días de evolución porque llora sin consuelo, apenas come alimentos, sólo los caldos y muy poco, permanece acostada y no desea hablar con nadie, excepto cuando le hablan del fallecido. ¿Usted no cree que sería más juicioso traerlo a mi consulta si estuviera risueña, feliz, contentísima porque se le murió su ser querido? Obviamente sí.

     A veces el llanto nos parece “muy lógico” y hasta un rasgo “apropiado” del carácter; sin embargo, es en realidad anormal y debe ser objeto de contención. Pensemos, por ejemplo, en alguien a quien se le llama la atención y eso le provoca llanto, asimismo llora cuando se discrepa de sus puntos de vista; o tiene que ser evaluada por sus directivos y antes de iniciarla prorrumpe en llanto delante de ellos; o ante un tribunal examinador cuando no se está seguro de las respuestas. Todos estos llantos no son normales, pues las situaciones no lo ameritan; sin embargo, a estas personas que hacen de él una manera, muy efectiva a veces, de comunicarse, no se les sugiere asistir a una consulta de psiquiatría.

     Al igual que el niño recién nacido expresa a través del llanto sus necesidades, hay adultos que hacen lo mismo, y para ellos llorar es su manera de enfrentar la vida: lloran si tienen problemas con el esposo, si el hijo les dijo algo indebido, si despiden a un ser querido que va de viaje, ante un melodrama si van al cine. Son los clásicos llorones, a los que sí hay que decirles: “No llores, ponte fuerte”.

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TIENES QUE PONER DE TU PARTE

     ¿Quién no ha oído esto alguna vez? ¿Cuántas veces muchos médicos, psiquiatras, psicólogos, enfermeras y hasta usted mismo, amigo lector, ha pronunciado estas palabras?

     A mi juicio, es una forma infeliz de suponer que la persona a la cual se le dice, no pone de su parte y el problema consiste en que todo el mundo siempre pone de su parte, pero unos, la parte que tienen que poner y otros no. Veamos un ejemplo esclarecedor:

     Usted ha perdido una relación valiosa y se siente triste, lloroso, pesimista, sin deseos de hacer cosa alguna, tampoco tiene apetito ni deseos de bañarse y no puede conciliar el sueño pues le viene constantemente a la mente el recuerdo del amor perdido. Considera no ir al trabajo en esas condiciones y decide ausentarse unos días para permanecer en casa. Esto pudiera ser una buena solución; sin embargo, al malestar lógico y por demás muy normal ante la pérdida amorosa, se añade la improductividad. Antes, tenía todo el tiempo de su jornada laboral fuera de lo que le aqueja o al menos con la mente ocupada en otras cosas; ahora cuenta con todo ese tiempo para pensar en la pérdida, en él o la que se fue. Pero además, ha dejado por algún tiempo el contacto social determinado por sus relaciones laborales, contacto muy necesario en tiempos difíciles; y a los problemas emocionales inherentes a la relación perdida, se han añadido las dificultades económicas y financieras por la ausencia al trabajo; sin tener en cuenta el efecto imitativo para personas que nos toman como modelo en sus actuaciones, fundamentalmente los hijos.

     Como puede darse cuenta en este ejemplo, está poniendo de su parte, pero de su parte mala, en detrimento de la parte buena que también tiene. Y en efecto, quizás no haya sido capaz de mantener una relación amorosa por diversos motivos, pero Sí es capaz de cumplir bien su jornada laboral, Sí es capaz de mantener relaciones armónicas con sus compañeros de trabajo o estudios, según sea el caso, Sí es capaz de ganarse su sustento con honradez, Sí puede ser socialmente útil, Sí puede contribuir a la economía familiar aunque se sienta triste e infeliz, Sí puede mostrarle a los demás que aunque no se siente bien, eso no es el fin del mundo y aún así es capaz de obtener éxitos en otras facetas de la vida.

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TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES. TODAS LAS MUJERES SON IGUALES

     Es posible que alguna vez haya manifestado esta idea, generalmente empleada por las mujeres, aunque también la he escuchado entre hombres desengañados en especial por una infidelidad conyugal, y es una gran MENTIRA.
Todos los hombres no son iguales, ni tampoco todas las mujeres lo son. Si así fuera, sería muy aburrido, un verdadero caos.

     Éste es un mecanismo defensivo desastroso, pues calificar a todos los seres humanos según la experiencia personal con uno de ellos es un grave error, cuyas consecuencias pueden limitar la adaptación del sujeto en forma significativa. Lo que le haya ocurrido una vez, no necesariamente tiene que repetirse con otra persona; no debe asumir posiciones defensivas ni comportarse en una nueva relación de la misma forma que lo hacía cuando no le fue bien, pues además de ser injusto, impedirá el establecimiento de la armonía junto a alguien que nada tiene que ver con su pasado.

     Pongamos por ejemplo el de aquel hombre con el cual malgastó los mejores años de su vida por tratarse de un alcohólico agresivo, amargada por sus escenas de violencia y celos y después le hacía sentir culpable, cuando llorando le decía que lo ayudara, y no lo dejara solo, pues se iba a suicidar. La nueva persona que usted ha conocido, aunque también ingiere bebidas alcohólicas, nunca lo hace en cantidades que le lleven a la embriaguez y se comporta dentro de límites socialmente aceptables; luego, no tiene porqué traspolar sus temores antiguos a esta nueva relación.

     Y aquella mujer que le peleaba, le reprochaba, le discutía y no le dejaba dormir pidiéndole explicaciones, nada tiene que ver con esta otra que apenas discute y cuando lo hace, regresa a la normalidad tan pronto le expresa lo que piensa.

     Entonces, no resulta un mecanismo sano generalizar las experiencias desagradables sufridas, más saludable es hacer lo contrario, es decir, generalizar las experiencias positivas para demostrarse que no es el único que tiene un problema, o ha tenido un desengaño amoroso, pues muchas personas, como usted y yo, los han tenido; y han logrado darle un nuevo sentido a sus vidas, en mejores condiciones psicológicas que antes, independientemente de cuán dramáticas fueran sus historias pasadas.

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Y SI ESTO HUBIERA OCURRIDO DIEZ AÑOS DESPUÉS

     Esta expresión quizás escuchada pocas veces, tiene, sin embargo, una utilidad nada despreciable.
Es habitual frente a una situación difícil, desagradable, la tendencia del ser humano a involucrarse afectivamente, en tal magnitud, que hace de ésta el centro de su existencia, su presente, el todo de su vida. Por otra parte, no es infrecuente la presencia en su mente de los tiempos pasados cuando la situación era muy diferente a lo que es hoy.

     Pongamos por ejemplo que usted ha tenido un fracaso amoroso y esa persona ocupa todo su pensamiento. Y es común recordar cuando se conocieron, los buenos tiempos pasados juntos, cuando comenzó él a cambiar con usted, los problemas posteriores, la ruptura matrimonial y el futuro incierto que le espera en su nueva condición. Este recuento es el que casi siempre se hace pero no quiere decir que sea el más correcto.

     Una de mis sugerencias a estas personas es que sean realistas. Esa relación se terminó, se acabó, llegó a su fin. Ya no tiene remedio. Pero en el análisis que se haga de lo ocurrido se debe hacer énfasis en su participación para que las cosas llegaran a esos extremos y con ello evitar incurrir en el futuro en los mismos errores.

    Otra sugerencia es sufrir, eso es aconsejable y no caiga en la equivocación de creer que un “clavo saca otro”, aunque es cierto en la carpintería, en las relaciones afectivas es un grave desacierto. Ningún hombre hace olvidar a otro hombre ni ninguna mujer hace que se olvide a otra mujer. Primero trate de recordar al amor perdido despojado de la afectividad que en el pasado le provocaba. Después, sí estará en condiciones de encontrar un nuevo amor.

     Una pregunta que siempre es conveniente hacerse en estos casos es la siguiente:

     ¿Y si esto hubiera ocurrido diez años después? Esa pregunta sería, en el juego de ajedrez, ganar tiempo, es decir, realizar una jugada sin comprometer nuestra posición estratégica en lo fundamental, pero nos permite esperar que el otro por necesidad realice un movimiento comprometedor para él o en ocasiones se pierde un tiempo para preparar mejores condiciones según lo que haga el adversario o de lo que podamos hacer nosotros.

     Con dicha pregunta se gana claridad para darnos cuenta de lo siguiente: si esta relación terminó y sufro mucho, ¿cuánto más hubiera sufrido si la relación tuviera diez años más? Si hoy siento afecto por esta persona, ¿cuánto afecto sentiría si hubiera compartido con ella ese tiempo?, si hoy estoy pesimista con respecto a mi futuro ¿cómo me sentiría si estuviera diez años más viejo, con menos posibilidades de conquistar?

     Un proverbio africano dice: “Los hombres maldicen a Dios por haber creado el tigre y yo lo bendigo por no darle alas”. ¿Se imagina usted un tigre volador?

Moraleja: Todo pudo haber sido peor, de ahí el valor de esta pregunta.

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Psicoterapia para aprender a vivir por Prof. Dr. Sergio Andrés Pérez Barrero. En este material se incluyen expresiones y consejos extraidos de la experiencia profesional del autor, con el objetivo de servir de ayuda a personas que pasan por dificultades vitales.

 
1. Naturaleza
2. Límites
3. Factores
4. Función
5. Técnicas
6. Entrevista
7. Pre-Matrimonial
8. Matrimonial
9. Juventud
10. Referencias
11. Aconsejamiento
12. Sin Bases
13. Un Vistazo
14. Anhelos 1
15. Anhelos 2
16. Problema
17. Telarañas
18. Modos/Metas
19. Expresiones 1
20. Expresiones 2
21. Expresiones 3
22. Expresiones 4
23. Expresiones 5
24. Expresiones 6
25. Expresiones 7
26. Expresiones 8
27. Consejos 1
28. Consejos 2
29 Consejos 3
30. Consejos4
31. Consejos 5
32. Consejos 6
33. Suicidio 1
34. Suicidio 2
35. Relaciones
36. Personalidad
37. Sentimientos
38. Escuchar
39. Madurez
40. Sanidad Interior
41. Obstáculos
42. Ocultismo
43. Textos 1
44. Textos 2
45. Textos 3
 

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