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  36. La Personalidad

Consejería Pastoral presenta los elementos básicos del arte de aconsejar  y define el lugar que esta actividad tiene dentro del ministerio pastoral. Considera los principios bíblicos y las bases psicológicas que sostienen a la consultoría pastoral. Examina casos reales tomados de la experiencia profesional  de  personas que pasan por dificultades vitales. Ofrece una guía de cómo dar orientación  de manera sencilla y eficaz.

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Capítulo 2 

Adentrándonos en el maravilloso mundo de la vida interior

 Ps. Fernando Alexis Jimenez

"Los cimientos son esendales para que una estructura pueda soportar varios pisos. En caso de que la cimentadon sea débil, inevitablemente se producirá un colapso y el edificio se vendrá a tierra". Con estas palabras un amigo ingeniero con quien dialogaba en la oficina, sustento la importancia de tener una base sólida en toda construcción.

Igual ocurre con nuestra vida. A menos que haya un buen basamento, experimentaremos trastornos que serán evidentes a todos. Enfrentaremos dolor y lo provocaremos en los demás.

Hace pocos días leí el libro "Relaciones Humanas Aplicadas" del sicoterapeuta Juan Francisco Gallo quien asegura que la situación no solo es preocupante sino que podría evitarse con una edificación personal y espiritual apropiada.

En su criterio: "Los complejos, la timidez, el nerviosismo, la preocupación, el temor, la agresividad y la inestabilidad de ánimo, son trastornos de la conducta originados en la mala formacíón de nuestra personalidad, o sea, que los materiales con los que está fundamentada son falsos y maleables" ("Relaciones Humanas Aplicadas", Pag. 21. Ediciones Paulinas. 1987. Santafe de Bogota. Colombia).

Considero que se trata de una ilustración que grafica dos elementos sobre los que debemos trabajar como preámbulo a una Consejería Cristiana eficaz, oportuna y bíblica: la Personalidad y la Conducta.

Para quién estudia psicología o quizá recibió asignaturas afines durante su formación académica en el Seminario o en el Instituto Bíblico, es fácil comprender de que se trata; sin embargo, como aspiramos tornar muy sencilla la enseñanza de tal manera que además de asequible a todo Pastor, Obrero o Líder que trabaja en la obra de Jesucristo, sea muy práctica, debemos comenzar por definir estos dos grandes conceptos de manera que los podamos comprender y asimilar con facilidad.

La Personalidad

Latinoamérica se vio sacudida hace algún tiempo con la noticia sobre un hombre que, comenzando la mañana y frente a su negocio de ferretería en una plaza de mercado, procedió a agredir con un destornillador a los transeuntes. No había razón aparente para su comportamiento.

Las autoridades reaccionaron con rapidez. Pese a ello no fue fácil detenerlo, es mas, era literalmente imposible. Seguía lanzando ataques con aquella herramienta.

Los intentos de un agente del orden por detenerlo degeneraron en una gresca hasta que un disparo zanjó las diferencias. El hombre murió.

Su tragedia había comenzado dos horas atrás. Apenas se sento a beberse un cafe en el desayuno, la esposa le recordó que debían tres meses de renta, a los hijos les habían devuelto dos veces de la escuela por estar atrasados en el pago de la colegiatura y, además, aquel día no tenían nada para el almuerzo. "iQue hago, mujer, si el negocio cada día va peor?", grito ofuscado al tiempo que echaba por el suelo el pocillo con café. Salió dando tremendo portazo. Estaba angustiado. La más mínima provocación desencadenó su ira irracional.

Alguien que presenció la escena resumió el asunto al decir: "A este pobre hombre lo mató la desesperación". Tenía razón. Estaba atravesando por un mal momento que se dimensionó como producto de problemas en su personalidad.

Un hombre de la antiguedad a quién se consideraba ejemplo, delante de Dios y de los hombres, la esencia misma de la rectitud, se encontró en un abrir y cerrar de ojos en una penosa situación: perdió sus posesiones, en un absurdo accidente murieron sus hijos y para coronar la sucesión de incidentes trágicos, evidenció una enfermedad que no podían controlar los médicos de la época.

Fue una presión externa enorme que golpeó su vida y, por ende, su personalidad. Presa de la desesperanza escribió: "Perezca el día en que yo nací, y la noche que dijo: "Un varón ha sido concebido". ¿Por que no morí yo al nacer, o expiré al salir del vientre? Porque ahora yo yacería tranquilo; dormiría, y entonces tendría descanso...¿Por que se da luz al que sufre, y vida al amargado de alma; a los que ansían la muerte, pero no

llega, y cavan por ella más que por tesoros; que se alegran sobremanera, y se regocijan cuando encuentran el sepulcro? Porque al ver mi alimento salen mis gemidos, y mis clamores se derraman como agua. Pues lo que temo viene sobre mí, y lo que me aterroriza me sucede. No tengo reposo ni estoy tranquilo, no descanso, sino que me viene tribulación" (Job 3:1, 11,20, 21, 24-26. La Biblia de las Américas).

¿Le resultan familiares estas reacciones? ¿Acaso ha tenido la oportunidad de apreciar actitudes así en amigos, familiares o tal vez en su propio ser? Si es así -como no dudo que haya ocurrido—hay problemas de personalidad tras los comportamientos errados descritos. Ese es el punto clave al que debe dirigirse el Consejero Cristiano. Ahora, para alcanzar mayor eficacia en la tarea, tanto de análisis como de acompañamiento con una orientación fundamentada en la Escritura, es necesario que definamos que es la Personalidad.

La forma mas sencilla de describir la personalidad es precisando que se trata del conjunto total de nuestras facultades físicas, mentales y emocionales, que a lo largo de la vida de cada ser han sido construídas a partir de vivencias, experiencias y aprendizajes tanto favorables como desfavorables, positivos y negativos.

Estos rasgos nos tornan distintos de las demás personas. Son algo único en cada hombre y mujer, porque igual, cada uno de nosotros es un mundo diferente. Sobre esa base, es natural que las reacciones difieran en las personas cuando reciben un estímulo igual. Por ejemplo: a Job, el personaje bíblico, le avisaron que había perdido sus propiedades y más aun: sus hijos. Se pronunció con calma ante quienes trajeron las malas noticias: "Desnudo sali del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor" (Job 1:22. La Biblia de las Américas).

Moisés, el profeta que guíado por Dios sacó a Israel de la esclavitud egipcia, también experimentó una situación delicada. Caminando en el desierto habían llegado a un lugar entre Elim y Sinaí. Tenían hambre y fatiga. "Y toda la congregación de los hijos de Israel, murmuró contra Moisés y contra Aarón en el desierto." Los dos siervos de Dios se llenaron de angustia. ¡Era toda una nación en su contra! Fueron al Señor en procura de ayuda. La calma retornó cuando Él se pronunció: "Entonces el Señor le dijo a Moisés: he aquí, haré llover pan del cielo para vosotros, y el pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de cada día, para ponerlos a prueba si andan o no en mi ley" (Éxodo 16:2, 4. La Biblia de las Américas).

Como podrá apreciar, mientras que Job guardó la calma y recurrió a Dios cuando las circunstancias se hicieron cada vez mas difíciles y minaron su confianza en el poder divino, en Moisés la reacción fue opuesta: inmediatamente buscó al Supremo Hacedor porque en ocasiones, fácilmente sucumbía a las presiones.

El ego, las circunstancias y la personalidad

Al primer concepto es esencial que le añadamos otro que está íntimamente ligado. Se trata del yo o del ego que hay en todo ser humano. Es lo que la Biblia llama espíritu. Vendría a ser el eje central de nuestra personalidad.

¿Ha observado con detenimiento las aspas de un ventilador al girar? Pues bien, si tomamos esta gráfica mental para ilustrar el asunto, diríamos que el yo es el punto central sobre el que la hélice da vueltas y vueltas.

Ahora, se preguntará usted, ¿que relación hay entre el ego y la personalidad? Para ilustrar la respuesta, tomaremos como ejemplo un cerillo. Sobre esta base, el ego es el trozo de madera o de papel encerado sobre el que se fija el fósforo. La acción de pasar el fósforo sobre una superficie corrugada para generar el fuego, vendría a ser como las circunstancias que ejercen influencia en el ego; y la llama sería, en este caso específico, la personalidad, es decir, lo que se produce al término de todo el proceso. Son tres elementos que estan estrechamente unidos entre si.

Un ser que tenga la cimentación necesaria para guardar equlíbrio frente al cúmulo de factores positivos y negativos que afectan su vida desde fuera, sin duda reaccionará con equilibrio. Por el contrario, quién tiene problemas en su personalidad, desencadenará reacciones impredecibles. ¿Comprende ahora el valor de la sana personalidad y por que razón el Consejero Cristiano debe tomar nota del asunto antes de brindar una orientación a quién le consulta su problema?

Ahora, ¿de qué manera influye el yo o el ego? Es como la página en blanco que tengo abierta en el computador. Esta vacía. Pero conforme voy escribiendo, tendrá un mensaje que usted podrá leer. Todo depende de la concatenación de términos, frases y párrafos que consigne allí. Bien podría escribir una novela costumbrista latinoamericana o, como lo estamos haciendo, un MANUAL DE CONSEJERÍA PASTORAL. El papel (en este caso el yo

o el ego) es el mismo en todos los casos, el resultado es el fruto de todo aquello que escriba (lo que llamaríamos personalidad, para el ejemplo que nos ocupa).

Hay algo más que debo agregar: nuestra personalidad no es estática; por el contrario, es dinámica. Jamás podemos decir que ya esta formada porque siempre está en proceso de formación. Se desenvuelve en actividad y evolución pero tambien puede manifestar deterioro cuando dejamos de lado cultivarla, orientarla y desarrollarla mediante el proceso constante de crecimiento personal y espiritual, y por supuesto, de sanidad interior.

En particular estas últimas palabras le invito para que las lea de nuevo y tome conciencia de que todo ser humano, cuando mediante una adecuada orientación, es encaminado a asumir y a avanzar en el proceso de transformación de Dios, puede cambiar. ¡No todo está perdido!

Satanás, nuestro adversario espiritual y quién mantiene al mundo cegado a la nueva oportunidad de vida que ofrece Dios gracias a la obra redentora del Señor Jesucristo, nos vende la idea de que no podemos cambiar y, cuando lo estamos logrando y por alguna razón fallamos, nos trae desánimo. Sin embargo en Jesucristo hay esperanza. El dijo: "Yo soy la puerta; si alguno entra por mí, será salvo; y entrará y saldrá y hallará pasto. El ladrón solo viene para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10: 9, 10).

El Consejero Cristiano debe conocer elementos esenciales que componen a todo ser humano. La gran diferencia es que no pretende ser psicólogo y menos competir con el sicoanalísta, sino brindar aconsejamiento con fundamento en los principios de vida que se hallan en las Escrituras.

Cuando tenemos una comprensión básica del yo o del ego, su relación con las circunstancias exteriores y de que manera se forma una personalidad, podemos afirmar que la personalidad se puede mejorar, transformar y perfeccionar.

La Conducta

Ahora, ¿como definimos la conducta? Es sencillo. Conducta es la manifestación de la personalidad. Podríamos decir que la conducta es el lenguaje o medio a través del cual se expresa la personalidad.

Si tenemos una personalidad que tiene conflictos y problemas, reflejaremos estas anomalías en nuestros hechos, es decir, en la conducta. Nadie que enfrente desórdenes tendrá una conducta equilibrada.

Hay un hecho que no podemos desconocer. Es el de personas que en apariencia son absolutamente calmadas y equilibradas, pero sorpresivamente tienen comportamientos que riñen con la imagen que nos habíamos formado. ¿Que ha ocurrido en tal situación? Que el individuo ha estado tratando de disimular y ocultar sus condiciones personales, antes que disponerse a superarlas. Cuando toma la determinación apropiada, es decir, volcarse al cambio de la mano del Señor Jesucristo, es posible mejorar y transformar el carácter, la personalidad y la conducta.

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Capítulo 3 

Los fundamentos de la personalidad

En Latinoamerica hay un refrán popular que encierra una profunda sabiduría. Dice: "Caras vemos, corazones no sabemos". La grandeza de su significación radica en que dentro de cada uno hay un mundo que solo Dios y cada quien conoce. Ese cosmos al que estudiaremos hoy como un nuevo paso en la Consejería Pastoral es la Personalidad y se afianza en nueve fundamentos.

Cuando aprendemos a conocerlos se facilita el proceso de identificación de la problemática que enfrenta una persona y, con ayuda de Dios, se logran establecer los pasos a seguir en el proceso de resolución de su conflicto interior.

¿Recuerda una definición sencilla de la Personalidad? Sin duda que si. No obstante recordémosla: Es la manifestación del individuo frente a los hechos de la vida.

Allí radica la importancia de que las personas tengan una aproximación clara respecto a su realidad. No olvide que aquel no sabe quién es en realidad, dificilmente podrá experimentar con éxito los estímulos --tanto positivos como negativos-- provenientes de su medio ambiente.

Mirándonos al espejo del alma

Parece curioso pero es real: todas las personas nos encontramos frente a tres facetas—diferentes una de la otra—en cuanto a lo que realmente somos. Son concepciones distintas de acuerdo a quién nos mira. ¿Cuáles son?

1.- La perspectiva que tenemos de nosotros mismos. Generalmente es una visión equivocada porque considerarnos tener más virtudes de las que efectivamente hemos cultivado.

2.- La perspectiva que los demás tienen de nosotros. Generalmente un concepto equivocado porque hay a quienes les caemos muy bien en el plano personal y también aquellos a quienes les parecemos "pesados" sin que hayamos hecho méritos para que tengan tal concepción nuestra. Puede darse también el caso inverso, en el que nos han idealizado de tal manera que tienen una extraordinaria imagen de nuestro comportamiento y, apenas fallamos, descubren la faceta real.

3.- La perspectiva de lo que realmente somos. Distinta de lo que nosotros creemos ser y de aquello que los demás creen que somos.

Ahora la tarea es llegar, con estos tres elementos, a un punto de equilibrio que nos permita identificar los errores, áreas y puntos débiles, aspectos en los que somos fuertes y de que manera podemos mejorar.

Es necesario conocernos

Lo que llamamos "Yo" o expresión de la Personalidad se conjuga en tres elementos. El apóstol Pablo los describió así al desear parabienes a los creyentes de Tesalónica: "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida del Señor Jesucristo" (1 Tesalonicenses 5:23).

Si observa el texto detenidamente, encontrará que siglos antes de que los expertos en psicología se pronunciaran, el apóstol tenía claros tres componentes de toda persona: espiritu -el que nos otorga Dios al darnos vida física y a través del cual nos podemos comunicar con El-; el alma -la capacidad pensante de todo ser, es decir, el elemento esencial que nos lleva a tener conciencia de que existimos, a razonar y tomar decisiones--, y por último el cuerpo, que es el revestimiento material en el que se anidan el espiritu y el alma.

jComo se construye la Personalidad?

La edificación de la Personalidad constituye todo un proceso en el que, como si estuviéramos levantando un muro, cada experiencia positiva o negativa, representa un ladrillo -único e irrepetible—pero a la vez de suma importancia

para que la estructura quede bien construida o tenga algunos puntos vulnerables. Levantada la muralla, se conjugan el "Yo" y la Personalidad. No olvide que el hombre es una unidad inseparable.

Es probable que diga: "Vamos despacio, Fernando, Explíqueme un poco más acerca del “Yo” y su significación en el ser". De acuerdo. El "Yo" concentra las facultades de expresión que se manifiestan como la razón, la imaginación, las emociones, los sentimientos y la voluntad, entre otros.

Un excelente complemento hacia el hombre que, como lo anota Pablo en la primera carta a los Tesalonicenses es "guardado irreprensible hasta la venida del Señor Jesucristo", lo constituye un adecuado cultivo de su personalidad. ¿De que manera? Mediante el afianzamiento de dos principios esenciales: el primero, equilibrio y, el segundo, organización.

Es probable que usted analice su comportamiento y razones que obra inequitativamente, sus reacciones no miden consecuencias y tiene una idea desacertada del medio que le rodea. A esta perspectiva suma el hecho de que no sabe a ciencia cierta quienes es, para donde va y que es lo que realmente espera de la vida. Si responde afirmativamente a estos segmentos que hemos identificado, sin duda usted necesita cultivar su personalidad para responder adecuadamente a las exigencies del medio ambiente.

La construcción de la Personalidad se cimienta en tres bases: la primera, los estímulos. Asi sean experiencias agradables o desagradables, si estamos preparados con una Personalidad estructurada, en la que Dios esta obrando, no nos causaran daño.

La segunda, el aprendizaje. Cada nuevo incidente que nos ocurre a diario debe llevarnos a aprender una lección. Y la tercera es la aceptación de las influencias positivas. Por naturaleza determinamos que consideramos favorable y cuales ocurrencias de la cotidianidad son desventuradas. Una Personalidad con fundamento no permitirá que lo negativo tome fuerza ante que lo positivo que hayamos aprendido. El apóstol Pablo lo describe de la siguiente manera: "No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal" (Romanos 12:21).

La renovación mental: el secreto

El apóstol Pablo escribió: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Romanos 12:2).

Los seres humanos tenemos una serie de paradigmas que van encasillado nuestro comportamiento sujetándolo a determinadas reacciones. incluso nuestros deseos obedecen a los clichés que el mundo nos enseñó, son los que traen realización personal, placer y satisfacción, así estén errados.

Alguién podrá pensar—por ejemplo-que escuchar música y beber toda la noche hasta caer exhausto es una manifestación de "haberlo pasado bien" mientras que otro, a quién no dudo que puedan considerarlo equivocado en sus apreciaciones, puede pensar que "una noche a todo dar" podría ser leer las Escrituras, meditar en ellas y orar.

Cuando iniciamos el cultivo de nuestra Personalidad es necesario someternos a una Reprogramación mental. Los cristianos la miramos desde la perspectiva de someternos al obrar de Dios cuando comprendemos que le pertenecemos a Aquel que murió en la cruz por nuestros pecados y nos dio una nueva vida. "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aqui todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17).

Hay quienes esbozan el método de impulsar la Reprogramación de nuestro ser a fuerza de la sugestión y la repetición de principios para que tomen forma en nosotros. La idea no es mala, pero tiene el fundamento necesario cuando esa transformación sea parte de nuestra entrega a Dios para que El obre en nosotros conforme a Su voluntad.

Recuerdos: no en el pasado ni en el future, en el presente

Hay algo bien interesante cuando estamos hablando de la Reprogramación. Son los recuerdos.

Cuando usted y yo evocamos un buen o mal momento, nuestro ser no identifica que acareció en el pasado ni determina la fecha, hora y lugar en que tuvo ocurrencia la escena. Trae al presente la imagen y revive la sensación grata, de dolor o de molestia que pudo producir aquel incidente.

Podemos anotar entonces que el "Yo" no vive ni en el pasado ni en el futuro sino en el presente. Y algo que pudo haber acontecido hace cinco años, al rememorarlo, puede avivar viejas heridas. Las experiencias negativas que evocamos pueden tornarse traumaticas. Sus estados emocionales y orgánicos se manifiestan como si estuviera atravesando nuevamente por la misma situación. De ahí la necesidad de que alguien que acude a Consejería Pastoral torne conciencia sobre la importancia de someterse a la Sanidad Interior que proviene de nuestro amado Dios y Padre.

Concluyamos para adentrarnos en los fundamentos: El "Yo" se expresa a través de la Personalidad. No son diferentes. La Personalidad a su vez se forma con los conocimientos del "Yo".

¿Que son los fundamentos?

La pregunta que nos asalta ahora es, ¿qué son los fundamentos de la Personalidad? Son los medios por los cuales recibimos estímulos internos y externos que contribuyen a la formación de la Personalidad. Representan los "materiales": componentes, pianos, estructuras y pilares de la Personalidad.

1.- La Herencia

Todos los seres humanos traemos una carta de información producto de las características físicas, orgánicas y glandulares que nos transmitieron nuestros padres. Las características dan forma a la parte física y biológica de la Personalidad.

Los padres o quienes tuvieron a su cargo nuestra formación primaria influyen en nuestra vida con aspectos positivos y negativos. Los primeros nos estimulan a la imitación a futuro, los segundos se convierten en la mayoría de los casos en experiencias traumáticas que deben ser sanadas.

Ahora, es necesario aclarar aquí que la Personaiidad no se transmite por herencia de una manera marcada sino ciertos rasgos básicos que pueden ser modificados por el ambiente que nos rodea. Lo que hacen los progenitores es servir de modelo básico en la formación incipiente de la Personalidad del niño.

2.- El Temperamento

Lo podemos definir como el conjunto de particularidades fisiológicas, morfológicas y glandulares que diferencian a los individuos entre si, determinando características particulares de reacción frente a los estímulos. Todo se relaciona con sus estados internos. Podemos decir que en el Temperamento es hereditario en alto grado. A el se asocian las tendencies impulsivas, afectivas y emotivas.

¿Es inmodificable? En absoluto. El Temperamento es susceptible de ser encausado. No podernos permitir—en nuestra condición de cristianos—que obre con los parámetros de siempre.

3.- Las Emociones

Las Emociones son hijas legítimas del Temperamento. Constituyen su forma de expresión. Aquel que educa sus Emociones incide directamente en su Temperamento y a la inversa. Las emociones se expresan en ciclos. Se les denomina "ciclos emocionales" que es menester aprender a conocer y a manejar.

Las Emociones se pueden conducir. Son susceptibles de "forjar estados de ánimo positivos" cuando llega la depresión o el desánimo, tal como lo leemos en el texto del apóstol Pablo: "Por nada esteís afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias, Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (Filipenses 4:6, 7),

Cuando nos sometemos al Señor se producen los cambios que por años anhelamos y que eran imposibles dependiendo de nuestras propias fuerzas.

4.- Los Instintos

Una definición sencilla de los Instintos podnamos orientarla al decir que se trata de la impulsión natural que domina el comportamiento de un ser humano. Constituyen una fuerza poderosa que amenta su satisfacción de una

manera imperiosa, por ejemplo el hambre, reaccionar frente al peligro de muerte y descansar, entre otros. Son eminentemente algo biológico que influye en el Temperamento y a su turno, el Temperamento en los Instintos.

5.- Los Factores Externos

¿Cuáles son los Factores Externos que influyen en la Personalidad?   Hay por lo menos tres. El primero es el medio ambiente vital, que es la concatenación de experiencias que ocurren en el individuo desde la niñez y que le afectan positiva o negativamente en su desarrollo físico, mental y emocional. Estos incidentes repercuten en su personalidad. Entre ellos podemos mencionar las manifestaciones de afecto, amor, comprensión y tolerancia de padres y allegados.

El segundo es el medio ambiente social en el que toman parte la sociedad en la que nos desenvolvemos y la cultura prevaleciente. Es la realidad con la cual se enfrenta el ser humano apenas tiene uso de razón; por tal motivo es necesario que se adapte a las circunstancias que le rodean. Es imperativo, entonces, que preparemos al niño para asumir las vivencias que pueden ser positivas o negatives afrontándolas con equilibrio.

El tercer y último factor sobresaliente es el medio ambiente ético en donde priman aspectos morales, la influencia que ejerce la religión y la formación educativa. Es una fase de suma importancia porque se afianzan los valores del ser humano.

6.- El Intelecto

Al Intelecto lo definimos como la capacidad de pensar, entender, comprender y aprender, Unos seres pueden desarrollar mas habilidades que otros, pero eso no significa que tengan mayor desarrollo de inteligencia que sus congéneres.

El Intelecto o Inteligencia influye y modifica la Personalidad. Aprender a pensar equivale a aprender a vivir bien. 7.- La Salud Integral

Ante todo en este estudio es necesario tener en cuenta que la Salud Integral debe ser física, mental y emocional. Cuando se produce un trastorno de la Personalidad, hay serias fallas en la salud. Es una enfermedad del alma o de la mente que debe ser atendida ya que pueden manifestarse como afecciones orgánicas.

8.- Las Experiencias

Se constituyen en la colección de vivencias que el individuo experimenta durante su existencia, bien sean positivas o negativas y quedan grabadas en nuestra mente. Aunque no seamos concientes, afectan nuestros actos. Al revisar el pasado recordamos las imágenes y que tipo de experiencias evocan, y a partir de allí es probable corregir la influencia que ejercieron en nosotros.

9.- El Carácter

El Carácter integra todos los fundamentos de la Personalidad y vendría a ser como el tronco de un árbol cuyas raíces son las bases que mencionamos anteriormente. El Carácter al igual que la Personalidad es susceptible de ser modificado con la ayuda de Dios.

Conocer nuestro mundo interior y lo que representa la Personalidad para nuestro ser, es esencial para quien ejerce la Consejería Pastoral. Primero, porque puede abrirse al mover de Dios con el propósito de que aplique los cambios que requiere, y segundo, porque podrá comprender facilmente que ocurre con aquellos que van en su búsqueda en procura de orientación.

Jimenez, Fernando Alexis, Manual de Consejería Pastoral, Ministerio de Evangelismo y Misiones "Heraldos de Vida", Usado con permiso.

 
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