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36. La Personalidad Consejería Pastoral presenta los elementos básicos del arte de aconsejar y define el lugar que esta actividad tiene dentro del ministerio pastoral. Considera los principios bíblicos y las bases psicológicas que sostienen a la consultoría pastoral. Examina casos reales tomados de la experiencia profesional de personas que pasan por dificultades vitales. Ofrece una guía de cómo dar orientación de manera sencilla y eficaz. Capítulo 2 Adentrándonos en el maravilloso mundo de la vida interior Ps. Fernando Alexis Jimenez
"Los
cimientos son esendales para que una estructura pueda soportar
varios pisos. En caso de que la cimentadon sea
débil, inevitablemente se producirá un colapso y el edificio se
vendrá a tierra". Con
estas palabras un amigo ingeniero
con quien dialogaba en la oficina, sustento la importancia de tener
una base sólida en toda construcción. Igual
ocurre con nuestra vida. A menos que haya un buen basamento,
experimentaremos trastornos que serán evidentes
a todos. Enfrentaremos dolor y lo provocaremos en los demás. Hace
pocos días leí el libro "Relaciones Humanas Aplicadas"
del sicoterapeuta Juan Francisco Gallo quien asegura que
la situación no solo es preocupante sino que podría evitarse con
una edificación personal y espiritual apropiada. En
su criterio: "Los complejos, la timidez, el nerviosismo, la
preocupación, el temor, la agresividad y la inestabilidad
de ánimo, son trastornos de la conducta originados en la mala
formacíón de nuestra personalidad, o sea,
que los materiales con los que está fundamentada son falsos y
maleables" ("Relaciones Humanas Aplicadas", Pag. 21.
Ediciones Paulinas. 1987. Santafe de Bogota.
Colombia). Considero
que se trata de una ilustración que grafica dos elementos sobre los
que debemos trabajar como preámbulo
a una Consejería Cristiana eficaz, oportuna y bíblica: la
Personalidad y la Conducta. Para
quién estudia psicología o quizá recibió asignaturas afines
durante su formación académica en el Seminario o en
el Instituto Bíblico, es fácil comprender de que se trata; sin
embargo, como aspiramos tornar muy sencilla la enseñanza
de tal manera que además de asequible a todo Pastor, Obrero o Líder
que trabaja en la obra de Jesucristo,
sea muy práctica, debemos comenzar por definir estos dos grandes
conceptos de manera que los podamos
comprender y asimilar con facilidad. La
Personalidad Latinoamérica
se vio sacudida hace algún tiempo con la noticia sobre un hombre
que, comenzando la mañana y frente
a su negocio de ferretería en una plaza de mercado, procedió a
agredir con un destornillador a los transeuntes.
No había razón aparente para su comportamiento. Las
autoridades reaccionaron con rapidez. Pese a ello no fue fácil
detenerlo, es mas, era literalmente imposible. Seguía
lanzando ataques con aquella herramienta. Los
intentos de un agente del orden por detenerlo degeneraron en una
gresca hasta que un disparo zanjó las diferencias.
El hombre murió. Su
tragedia había comenzado dos horas atrás. Apenas se sento a
beberse un cafe en el desayuno, la esposa le recordó
que debían tres meses de renta, a los hijos les habían devuelto
dos veces de la escuela por estar atrasados en
el pago de la colegiatura y, además, aquel día no tenían nada
para el almuerzo. "iQue hago, mujer, si el negocio cada
día va peor?", grito ofuscado al tiempo que echaba por el
suelo el pocillo con café. Salió dando tremendo portazo.
Estaba angustiado. La más mínima provocación desencadenó su ira
irracional. Alguien
que presenció la escena resumió el asunto al decir: "A
este pobre hombre lo mató la desesperación". Tenía razón.
Estaba atravesando por un mal momento que se dimensionó como
producto de problemas en su personalidad. Un
hombre de la antiguedad a quién se consideraba ejemplo, delante de
Dios y de los hombres, la esencia misma de la
rectitud, se encontró en un abrir y cerrar de ojos en una penosa
situación: perdió sus posesiones, en un absurdo accidente murieron
sus hijos y para coronar la sucesión de incidentes trágicos,
evidenció una enfermedad que no podían controlar los médicos de
la época. Fue
una presión externa enorme que golpeó su vida y, por ende, su
personalidad. Presa de la desesperanza escribió: "Perezca
el día en que yo nací, y la noche que dijo: "Un varón ha
sido concebido". ¿Por que no morí yo al nacer,
o expiré al salir del vientre? Porque ahora yo yacería tranquilo;
dormiría, y entonces tendría descanso...¿Por
que se da luz al que sufre, y vida al amargado
de alma; a los que ansían la muerte, pero no llega, y cavan
por ella más que por tesoros; que se alegran sobremanera, y se
regocijan cuando encuentran el sepulcro? Porque al ver mi
alimento salen mis gemidos, y mis clamores se derraman como agua.
Pues lo que temo
viene sobre mí, y lo que me aterroriza me sucede. No tengo reposo
ni
estoy tranquilo, no descanso, sino que
me viene tribulación" (Job 3:1, 11,20, 21, 24-26. La Biblia de
las Américas). ¿Le resultan familiares estas
reacciones? ¿Acaso ha tenido la oportunidad de apreciar actitudes
así en amigos, familiares o tal vez en su propio ser? Si es así -como no dudo que haya
ocurrido—hay problemas de personalidad tras los
comportamientos errados descritos. Ese es el punto clave al que debe
dirigirse el Consejero Cristiano. Ahora, para alcanzar mayor
eficacia en la tarea, tanto de análisis como de acompañamiento con
una orientación fundamentada
en la Escritura, es necesario que definamos que es la Personalidad. La
forma mas sencilla de describir la personalidad es precisando que se
trata del conjunto total de nuestras facultades
físicas, mentales y emocionales, que a lo largo de la vida de cada
ser han sido construídas a partir de vivencias,
experiencias y aprendizajes tanto favorables como desfavorables,
positivos y negativos. Estos rasgos nos tornan distintos de las demás
personas. Son algo único en cada hombre y mujer, porque igual, cada
uno de
nosotros es un mundo diferente. Sobre esa base, es natural que las
reacciones difieran en las personas cuando
reciben un estímulo igual. Por ejemplo: a Job, el personaje
bíblico, le avisaron que había perdido sus propiedades y
más aun: sus hijos. Se pronunció con calma ante quienes trajeron
las malas noticias: "Desnudo sali del vientre de mi madre
y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó; bendito
sea el nombre del Señor" (Job 1:22. La Biblia de las Américas). Moisés, el profeta que guíado por Dios sacó a
Israel de la esclavitud egipcia, también experimentó una
situación delicada.
Caminando en el desierto habían llegado a un lugar entre Elim y
Sinaí. Tenían hambre y fatiga. "Y toda la
congregación de los hijos de Israel, murmuró contra Moisés y
contra Aarón en el desierto." Los dos siervos de Dios se
llenaron de angustia. ¡Era toda una nación en su contra! Fueron al
Señor en procura de ayuda. La calma
retornó cuando Él se pronunció: "Entonces el Señor le dijo
a Moisés:
he aquí, haré llover pan del cielo para
vosotros, y el pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de
cada día, para ponerlos a prueba si andan o no en mi ley" (Éxodo 16:2, 4. La Biblia
de las Américas). Como
podrá apreciar, mientras que Job guardó la calma y recurrió a
Dios cuando las circunstancias se hicieron cada vez
mas difíciles y minaron su confianza en el poder divino, en Moisés
la reacción fue opuesta: inmediatamente buscó al Supremo Hacedor porque
en ocasiones, fácilmente sucumbía a las presiones. El
ego, las circunstancias y la personalidad Al
primer concepto es esencial que le añadamos otro que está
íntimamente ligado. Se trata del yo o del ego que hay
en todo ser humano. Es lo que la Biblia llama espíritu. Vendría a
ser el eje central de nuestra personalidad. ¿Ha
observado con detenimiento las aspas de un ventilador al girar? Pues
bien, si tomamos esta gráfica mental para ilustrar
el asunto, diríamos que el yo es el punto central sobre el que la
hélice da vueltas y vueltas. Ahora, se preguntará usted, ¿que relación hay entre el ego y
la personalidad? Para ilustrar la respuesta, tomaremos
como
ejemplo un cerillo. Sobre esta base, el ego es el trozo de
madera o de papel encerado sobre el que se fija el fósforo. La
acción de pasar el fósforo sobre una superficie corrugada para
generar el fuego, vendría a ser como las circunstancias que
ejercen influencia en el ego; y la llama sería, en este caso
específico, la personalidad, es decir,
lo que se produce al término de todo el proceso. Son tres elementos
que estan estrechamente unidos entre si. Un
ser que tenga la cimentación necesaria para guardar equlíbrio
frente al cúmulo de factores positivos y negativos que
afectan su vida desde fuera, sin duda reaccionará con equilibrio.
Por el contrario, quién tiene problemas en su personalidad,
desencadenará reacciones impredecibles. ¿Comprende ahora el valor
de la sana personalidad y por que razón el Consejero
Cristiano debe tomar nota del asunto antes de brindar una
orientación a quién le consulta su problema? Ahora, ¿de qué manera influye el yo o el
ego? Es como la página en blanco que tengo abierta en el
computador. Esta vacía. Pero conforme voy escribiendo, tendrá un
mensaje que usted podrá leer. Todo depende de la concatenación de
términos, frases y párrafos que consigne allí. Bien podría
escribir una novela costumbrista latinoamericana
o, como lo estamos haciendo, un MANUAL DE CONSEJERÍA PASTORAL. El
papel (en este caso el yo o el ego) es
el mismo en todos los casos, el resultado es el fruto de todo
aquello que escriba (lo que llamaríamos personalidad, para
el ejemplo que nos ocupa). Hay
algo más que debo agregar: nuestra personalidad no es
estática; por el contrario, es dinámica. Jamás podemos decir
que ya esta formada porque siempre está en proceso de formación.
Se desenvuelve en actividad y evolución pero tambien puede manifestar
deterioro cuando dejamos de lado cultivarla, orientarla y
desarrollarla mediante el proceso constante de crecimiento personal
y espiritual, y por supuesto, de sanidad interior. En
particular estas últimas palabras le invito para que las lea de
nuevo y tome conciencia de que todo ser humano, cuando mediante una
adecuada orientación, es encaminado a asumir y a avanzar en el
proceso de transformación de
Dios, puede cambiar. ¡No todo está perdido! Satanás, nuestro adversario espiritual y quién mantiene al mundo cegado
a la nueva oportunidad de vida que ofrece Dios gracias a la obra
redentora del Señor Jesucristo, nos vende la idea de que no podemos
cambiar y, cuando lo estamos
logrando y por alguna razón fallamos, nos trae desánimo. Sin
embargo en Jesucristo hay esperanza. El dijo: "Yo
soy la puerta; si alguno entra por mí,
será salvo; y entrará y saldrá y hallará pasto. El ladrón
solo viene para robar y matar y destruir; yo he venido para
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:
9, 10). El
Consejero Cristiano debe conocer elementos esenciales que componen a
todo ser humano. La gran diferencia es que no pretende ser psicólogo y menos competir con el
sicoanalísta, sino brindar aconsejamiento con fundamento en los
principios de vida que se hallan en las Escrituras. Cuando tenemos una comprensión básica del yo o
del ego, su relación con las circunstancias exteriores y de que manera
se forma una personalidad, podemos afirmar que la personalidad se
puede mejorar, transformar y perfeccionar. La
Conducta Ahora, ¿como definimos la conducta? Es
sencillo. Conducta es la manifestación de la personalidad.
Podríamos decir que la conducta es el lenguaje o medio a través del
cual se expresa la personalidad. Si tenemos una personalidad que
tiene conflictos y problemas, reflejaremos estas anomalías en
nuestros hechos, es decir, en la conducta. Nadie que enfrente
desórdenes tendrá una conducta equilibrada. Hay
un hecho que no podemos desconocer. Es el de personas que en
apariencia son absolutamente calmadas y equilibradas,
pero sorpresivamente tienen comportamientos que riñen con la imagen
que nos habíamos formado. ¿Que
ha ocurrido en tal situación? Que el individuo ha estado tratando
de disimular y ocultar sus condiciones personales, antes que
disponerse a superarlas. Cuando toma la determinación apropiada, es
decir, volcarse al cambio
de la mano del Señor Jesucristo, es posible mejorar y transformar
el carácter, la personalidad y la conducta.
Capítulo 3 Los fundamentos de la personalidad En
Latinoamerica hay un refrán popular que encierra una profunda
sabiduría. Dice: "Caras vemos, corazones no sabemos".
La
grandeza de su significación radica en que dentro de cada uno hay
un mundo que solo Dios y cada quien conoce. Ese cosmos al que
estudiaremos hoy como un nuevo paso en la Consejería Pastoral es la
Personalidad y se afianza en nueve fundamentos. Cuando
aprendemos a conocerlos se facilita el proceso de identificación de
la problemática que enfrenta una persona
y, con ayuda de Dios, se logran establecer los pasos a seguir en el
proceso de resolución de su conflicto interior. ¿Recuerda
una definición sencilla de la Personalidad? Sin duda que si.
No obstante recordémosla: Es la manifestación
del individuo frente a los hechos de la vida. Allí
radica la importancia de que las personas tengan una aproximación
clara respecto a su realidad. No olvide que aquel
no sabe quién es en realidad, dificilmente podrá experimentar con
éxito los estímulos --tanto positivos como negativos--
provenientes de su medio ambiente. Mirándonos
al espejo del alma Parece
curioso pero es real: todas las personas nos encontramos frente a
tres facetas—diferentes una de la otra—en cuanto
a lo que realmente somos. Son concepciones distintas de acuerdo a
quién nos mira. ¿Cuáles son? 1.-
La perspectiva que tenemos de nosotros mismos. Generalmente es una
visión equivocada porque considerarnos tener
más virtudes de las que efectivamente hemos cultivado. 2.-
La perspectiva que los demás tienen de nosotros. Generalmente un
concepto equivocado porque hay a quienes les
caemos muy bien en el plano personal y también aquellos a quienes
les parecemos "pesados" sin que hayamos hecho
méritos para que tengan tal concepción nuestra. Puede darse también
el caso inverso, en el que nos han idealizado
de tal manera que tienen una extraordinaria imagen de nuestro
comportamiento y, apenas fallamos, descubren la faceta real. 3.-
La perspectiva de lo que realmente somos. Distinta
de lo que nosotros creemos ser y de aquello que los demás creen
que somos. Ahora
la tarea es llegar, con estos tres elementos, a un punto de
equilibrio que nos permita identificar los errores, áreas
y puntos débiles, aspectos en los que somos fuertes y de que manera
podemos mejorar. Es
necesario conocernos Lo
que llamamos "Yo" o expresión de la Personalidad
se conjuga en tres elementos. El apóstol Pablo los describió así
al desear parabienes a los creyentes de Tesalónica: "Y el
mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo
vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible
para la venida del Señor Jesucristo" (1 Tesalonicenses
5:23). Si
observa el texto detenidamente, encontrará que siglos antes de que
los expertos en psicología se pronunciaran, el apóstol
tenía claros tres componentes de toda persona: espiritu -el
que nos otorga Dios al darnos vida física y a través
del cual nos podemos comunicar con El-; el alma -la capacidad
pensante de todo ser, es decir, el elemento esencial que nos lleva a
tener conciencia de que existimos, a razonar y tomar decisiones--, y
por último el cuerpo, que
es el revestimiento material en el que se anidan el espiritu y el
alma. jComo
se construye la Personalidad? La
edificación de la Personalidad constituye todo un proceso en
el que, como si estuviéramos levantando un muro, cada experiencia
positiva o negativa, representa un ladrillo -único e irrepetible—pero
a la vez de suma importancia para
que la estructura quede bien construida o tenga algunos puntos
vulnerables. Levantada la muralla, se conjugan el
"Yo" y la Personalidad. No
olvide que el hombre es una unidad inseparable. Es
probable que diga: "Vamos despacio, Fernando, Explíqueme un
poco más acerca del “Yo” y su significación en el ser".
De
acuerdo. El "Yo" concentra las facultades de
expresión que se manifiestan como la razón, la imaginación, las
emociones, los sentimientos y la voluntad, entre otros. Un
excelente complemento hacia el hombre que, como lo anota Pablo en la
primera carta a los Tesalonicenses es "guardado
irreprensible hasta la venida del Señor Jesucristo", lo
constituye un adecuado cultivo de su personalidad.
¿De que manera? Mediante el afianzamiento de dos principios
esenciales: el primero, equilibrio y, el segundo,
organización. Es
probable que usted analice su comportamiento y razones que obra
inequitativamente, sus reacciones no miden consecuencias y tiene una
idea desacertada del medio que le rodea. A esta perspectiva suma el
hecho de que no sabe
a ciencia cierta quienes es, para donde va y que es lo que realmente
espera de la vida. Si responde afirmativamente a estos segmentos que
hemos identificado, sin duda usted necesita cultivar su personalidad
para responder
adecuadamente a las exigencies del medio ambiente. La
construcción de la Personalidad se cimienta en tres bases: la
primera, los estímulos. Asi sean experiencias agradables
o desagradables, si estamos preparados con una Personalidad
estructurada, en la que Dios esta obrando, no
nos causaran daño. La
segunda, el aprendizaje. Cada nuevo incidente que nos ocurre a
diario debe llevarnos a aprender una lección. Y la
tercera es la aceptación de las influencias positivas. Por
naturaleza determinamos que consideramos favorable y cuales
ocurrencias de la cotidianidad son desventuradas. Una Personalidad
con fundamento no permitirá que lo negativo tome fuerza ante
que lo positivo que hayamos aprendido. El apóstol Pablo lo describe
de la siguiente manera:
"No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el
mal" (Romanos 12:21). La
renovación mental: el secreto El
apóstol Pablo escribió: "No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta" (Romanos
12:2). Los
seres humanos tenemos una serie de paradigmas que van encasillado
nuestro comportamiento sujetándolo a determinadas
reacciones. incluso nuestros deseos obedecen a los clichés que el
mundo nos enseñó, son los que traen
realización personal, placer y satisfacción, así estén errados. Alguién
podrá pensar—por ejemplo-que escuchar música y beber toda la
noche hasta caer exhausto es una manifestación de "haberlo
pasado bien" mientras que otro, a quién no dudo que puedan
considerarlo equivocado en sus
apreciaciones, puede pensar que "una noche a todo dar" podría
ser leer las Escrituras, meditar en ellas y orar. Cuando
iniciamos el cultivo de nuestra Personalidad es necesario
someternos a una Reprogramación mental. Los cristianos
la miramos desde la perspectiva de someternos al obrar de Dios
cuando comprendemos que le pertenecemos a Aquel que murió en la
cruz por nuestros pecados y nos dio una nueva vida. "De modo
que si alguno está
en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aqui
todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17). Hay
quienes esbozan el método de impulsar la Reprogramación de nuestro
ser a fuerza de la sugestión y la repetición de principios para
que tomen forma en nosotros. La idea no es mala, pero tiene el
fundamento necesario cuando esa transformación sea parte de nuestra
entrega a Dios para que El obre en nosotros conforme a Su voluntad. Recuerdos:
no en el pasado ni en el future, en el presente Hay
algo bien interesante cuando estamos hablando de la Reprogramación.
Son los recuerdos. Cuando
usted y yo evocamos un buen o mal momento, nuestro ser no identifica
que acareció en el pasado ni determina la fecha, hora y lugar en
que tuvo ocurrencia la escena. Trae al presente la imagen y revive
la sensación grata,
de dolor o de molestia que pudo producir aquel incidente. Podemos
anotar entonces que el "Yo" no vive ni en el pasado ni en
el futuro sino en el presente. Y algo que pudo haber acontecido hace
cinco años, al rememorarlo, puede avivar viejas heridas. Las
experiencias negativas que evocamos
pueden tornarse traumaticas. Sus estados emocionales y orgánicos se
manifiestan como si estuviera atravesando nuevamente por la
misma situación. De ahí la necesidad de que alguien que acude a
Consejería Pastoral torne conciencia sobre la importancia de
someterse a la Sanidad Interior que proviene de nuestro amado
Dios
y Padre. Concluyamos
para adentrarnos en los fundamentos: El "Yo" se
expresa a través de la Personalidad. No son diferentes.
La Personalidad a su vez se forma con los conocimientos del "Yo". ¿Que
son los fundamentos? La
pregunta que nos asalta ahora es, ¿qué son los fundamentos de la Personalidad?
Son los medios por los cuales recibimos
estímulos internos y externos que contribuyen a la formación de la
Personalidad. Representan los "materiales":
componentes, pianos, estructuras y pilares de la Personalidad. 1.-
La Herencia Todos
los seres humanos traemos una carta de información producto de las
características físicas, orgánicas y glandulares que nos
transmitieron nuestros padres. Las características dan forma a la
parte física y biológica de la Personalidad. Los
padres o quienes tuvieron a su cargo nuestra formación primaria
influyen en nuestra vida con aspectos positivos y
negativos.
Los primeros nos estimulan a la imitación a futuro, los segundos se
convierten en la mayoría de los casos
en experiencias traumáticas que deben ser sanadas. Ahora,
es necesario aclarar aquí que la Personaiidad no se
transmite por herencia de una manera marcada sino ciertos
rasgos básicos que pueden ser modificados por el ambiente que nos
rodea. Lo que hacen los progenitores es servir
de modelo básico en la formación incipiente de la Personalidad del
niño. 2.-
El Temperamento Lo
podemos definir como el conjunto de particularidades fisiológicas,
morfológicas y glandulares que diferencian a los
individuos entre si, determinando características particulares de
reacción frente a los estímulos. Todo se relaciona
con sus estados internos. Podemos decir que en el Temperamento es
hereditario en alto grado. A el se asocian
las tendencies impulsivas, afectivas y emotivas. ¿Es
inmodificable? En absoluto. El Temperamento es susceptible de
ser encausado. No podernos permitir—en nuestra
condición de cristianos—que obre con los parámetros de siempre. 3.-
Las Emociones Las
Emociones son hijas legítimas del Temperamento. Constituyen
su forma de expresión. Aquel que educa sus Emociones incide
directamente en su Temperamento y a la inversa. Las emociones
se expresan en ciclos. Se les denomina
"ciclos emocionales" que es menester aprender a
conocer y a manejar. Las
Emociones se pueden conducir. Son susceptibles de "forjar
estados de ánimo positivos" cuando llega la depresión
o el desánimo, tal como lo leemos en el texto del apóstol Pablo: "Por
nada esteís afanosos, sino sean conocidas
vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con
acción de gracias, Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos
en Cristo Jesús"
(Filipenses 4:6, 7), Cuando
nos sometemos al Señor se producen los cambios que por años
anhelamos y que eran imposibles dependiendo
de nuestras propias fuerzas. 4.-
Los Instintos Una definición sencilla de los Instintos podnamos
orientarla al decir que se trata de la impulsión natural que domina
el comportamiento de un ser humano. Constituyen una fuerza poderosa
que amenta su satisfacción de una manera imperiosa, por ejemplo el hambre,
reaccionar frente al peligro de muerte y descansar, entre otros. Son
eminentemente
algo biológico que influye en el Temperamento y a su turno,
el Temperamento en los Instintos. 5.-
Los Factores Externos ¿Cuáles
son los Factores Externos que influyen en la Personalidad?
Hay por lo menos tres. El primero
es el medio ambiente vital, que
es la concatenación de experiencias que ocurren en el individuo
desde la niñez y que le afectan positiva o negativamente en su desarrollo
físico, mental y emocional. Estos incidentes repercuten en su personalidad.
Entre ellos podemos mencionar las manifestaciones de afecto, amor,
comprensión y tolerancia de padres y allegados. El
segundo es el medio ambiente social en el que toman parte la
sociedad en la que nos desenvolvemos y la cultura prevaleciente.
Es la realidad con la cual se enfrenta el ser humano apenas tiene
uso de razón; por tal motivo es necesario que se adapte a las
circunstancias que le rodean. Es imperativo, entonces, que
preparemos al niño para asumir las vivencias que pueden ser
positivas o negatives afrontándolas con equilibrio. El
tercer y último factor sobresaliente es el medio ambiente ético
en donde priman aspectos morales, la influencia que
ejerce la religión y la formación educativa. Es una fase de suma
importancia porque se afianzan los valores del ser
humano. 6.-
El Intelecto Al
Intelecto lo definimos como la capacidad de pensar, entender,
comprender y aprender, Unos seres pueden desarrollar
mas habilidades que otros, pero eso no significa que tengan mayor
desarrollo de inteligencia que sus congéneres. El
Intelecto o Inteligencia influye y modifica la Personalidad.
Aprender a pensar equivale a aprender a vivir bien. 7.- La
Salud Integral Ante
todo en este estudio es necesario tener en cuenta que la Salud
Integral debe ser física, mental y emocional. Cuando
se produce un trastorno de la Personalidad, hay serias fallas
en la salud. Es una enfermedad del alma o de la mente que debe ser
atendida ya que pueden manifestarse como afecciones orgánicas. 8.-
Las Experiencias Se
constituyen en la colección de vivencias que el individuo
experimenta durante su existencia, bien sean positivas o
negativas y quedan grabadas en nuestra mente. Aunque no seamos
concientes, afectan nuestros actos. Al revisar el pasado recordamos las imágenes
y que tipo de experiencias evocan, y a partir de allí es probable
corregir la influencia
que ejercieron en nosotros. 9.-
El Carácter El
Carácter integra todos los fundamentos de la Personalidad
y vendría a ser como el tronco de un árbol cuyas raíces
son las bases que mencionamos anteriormente. El Carácter al
igual que la Personalidad es susceptible de ser modificado
con la ayuda de Dios. Conocer
nuestro mundo interior y lo que representa la Personalidad para
nuestro ser, es esencial para quien ejerce la Consejería Pastoral. Primero, porque puede abrirse
al mover de Dios con el propósito de que aplique los cambios que
requiere, y segundo, porque podrá comprender facilmente que ocurre
con aquellos que van en su búsqueda en procura
de orientación. Jimenez, Fernando Alexis, Manual de Consejería Pastoral, Ministerio de Evangelismo y Misiones "Heraldos de Vida", Usado con permiso. |
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