Bienvenido | Inscripciones | Orientación | Donar al seminario - su ofrenda hace este ministerio posible | |
![]() |
Seminario Reina Valera
|
|
![]() |
![]() |
15. La Oración Modelo![]() Vida Espiritual ilumina la manera práctica de incorporar la espiritualidad a la vida personal y el ministerio. Se estudia el poder de la oración ilustrada a través de las Escrituras como base de una vida verdaderamente victoriosa en comunión con la voluntad de Dios. LA ORACION MODELO by Ray C.
Stedman
Hemos observado la vida de oración de
nuestro Señor Jesús a través de los ojos de un discípulo, al que
no se nombra, que estaba contemplándole orar. Al ver a Jesús
orando, espero que se sintamos, como le sucedió a este discípulo,
cuyo nombre no nos ha sido revelado, la maravillosa convicción de
que la oración era el secreto de esta extraordinaria vida, que era
tanto el aspecto más natural como el más necesario de su
existencia. Espero, además, que cada uno de nosotros se haya hecho
y se siga haciendo eco aún hoy del clamor urgente y sincero de este
discípulo y que digamos: "Señor, enséñanos a orar. En respuesta a dicha petición Jesús les
dio lo que ha sido denominada La Oración Modelo, algo acerca de lo
cual hallamos un breve relato en Lucas 11, versículos 2-4: El les dijo: "Cuando oréis, decid:
Padre nuestro, que estás en los cielos: Santificado sea tu nombre,
venga tu reino; sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también
en la tierra. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy; y perdónanos
nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todos los que
nos deben y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
(Lucas 11:2-4, Reina Valera Actualizada) Se dará usted cuenta de que este relato es
ligeramente diferente a la forma más conocida de Mateo que, sin
duda, fue pronunciada en una ocasión diferente. (Jesús repetía
con frecuencia ciertas grandes verdades de las que habló durante su
ministerio.) En cualquiera de sus dos formas, la Oración del Señor
es suficientemente importante y amplia como para cubrir todas
nuestras vidas. Es como un poderoso arco iris que recorre nuestras
vidas, desde el nacimiento hasta la muerte, y reúne en él todos
los variados colores de nuestras vidas. Esta oración posee dos evidentes
divisiones, destacadas por el uso de dos pronombres: La primera parte se centra en Dios, usando
el pronombre tu: "Venga tu reino, sea hecha tu voluntad. La segunda parte tiene que ver con el
hombre y el pronombre que se aplica tiene que ver con nosotros:
"danos hoy nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados,
no nos dejes caer en tentación. Para empezar vamos a limitarnos a esas tres
primeras declaraciones, que se centran alrededor de la persona, el
carácter y el ser de Dios. Estoy seguro de que no es casualidad que
Jesús exprese, invariablemente, la oración de esta forma. El
primer lugar se lo concede a aquellas cosas que tienen que ver con
Dios algo que, sin duda, expone una debilidad fatídica en nuestras
propias oraciones, que con tanta frecuencia empiezan por nosotros
mismos. ¿No es ese nuestro problema? Pasamos apresuradamente y casi
de inmediato a una serie de peticiones y súplicas que están
relacionadas con nuestros problemas, nuestras necesidades y aquello
que nos molesta, y eso sirve para centrar nuestra atención sobre lo
que nos está preocupando y para incrementar nuestra conciencia de
nuestra carencia. Tal vez sea ese el motivo por el que con
frecuencia acabamos más deprimidos y frustrados que cuando
empezamos, pero Jesús nos muestra otra manera de hacerlo. Debemos
comenzar con Dios, echando un vistazo lento, tranquilo y fijando de
modo confiado los ojos en él, contemplando su grandeza y su
ardiente anhelo por dar, su incansable paciencia y ese amor que no
tiene fin. Entonces, como es natural, lo primero que recibimos al
orar es un espíritu de paz y no tenemos necesidad de dejarnos
dominar por el pánico y pronunciar un torrente de palabras. Es por ello que esta oración, que sirve de
modelo, comienza con una palabra familiar "Padre. ¡Permítanme
enfatizar que es "Padre y no "Papito”! Existe una
reverencia en cuanto a la palabra Padre que está totalmente ausente
de algunas expresiones actuales de paternidad y, sin duda, esta es
la nota que el Señor quiere que captemos al comenzar nuestro
estudio de esta oración, pues es esencial que sepamos a quién le
estamos orando. Cuando oramos no estamos hablando acerca de Dios, no
estamos participando en un diálogo teológico. Estamos hablando con
Dios. Vamos a hablar directamente con él y, por lo tanto, es
esencial que entendamos a quién le estamos hablando. Nuestro Señor
lo resume todo en esta maravillosa y descriptivas palabra y nos dice
que la verdadera oración debe empezar con el concepto de Dios como
Padre. Eso elimina de inmediato toda otra serie de
conceptos y nos muestra que la oración, la verdadera oración, no
se dirige nunca al Presidente del Comité de Bienestar y Auxilio
Social. Hay ocasiones en las que nuestras oraciones parecen tener
ese tono, acudimos a Dios como si esperásemos una limosna. Queremos
que nos caiga algo en el regazo, que estamos convencidos de que
necesitamos, y al hacer la súplica lo único que estamos haciendo
es releer el formulario prescrito. Tampoco dirigimos nuestra oración al Jefe
de la Agencia de Investigaciones. No debe de ser nunca sencillamente
una confesión de nuestras faltas y pecados, con la esperanza de que
podamos alcanzar la misericordia del tribunal. Ni es tampoco una
apelación al Secretario del Tesoro, como si fuese una especie de
genio de la Banca, al que acudimos con la esperanza de interesar en
financiar nuestros proyectos. La oración es algo que debemos hacer
a un Padre, que tiene un corazón de padre, el amor de un padre y la
fortaleza de un padre, y la primera y más auténtica nota de la
oración debe ser nuestro reconocimiento de que nos estamos
presentando ante semejante clase de padre. Debemos escucharle y
acudir ante él como hijos, con confianza y sencillez, con la
absoluta sinceridad de un niño, de lo contrario no es una oración. Alguien ha hecho notar que esta palabra
padre responde a todas las cuestiones filosóficas acerca de la
naturaleza de Dios. Un padre es una persona y, por lo tanto, Dios no
es una fuerza ciega tras la maquinaria inescrutable del universo. Un
padre puede oír y Dios no es sencillamente un ser impersonal,
distante a todos nuestros problemas y nuestros sufrimientos. Y sobre
todo, un padre está predispuesto por su amor y su relación a
prestar oído atento y cuidadoso a lo que le dice su hijo. Así es
Dios. No hay duda alguna de que un hijo puede esperar obtener una
respuesta de un padre. Nuestro Señor continua enseñándonos más
acerca de cómo es un padre en la parábola que sigue a esta oración
y, sin duda, el sentido de todo ello es que Dios está interesado en
lo que tenemos que decir. Por lo tanto, se espera que un padre nos
responda. No solo debemos dirigirnos a Dios como
Padre, es decir, pronunciando la palabra con nuestros labios, sino
que debemos de creer que es un Padre, porque todo cuanto Dios pone a
disposición de la humanidad debe siempre llegar a nosotros por
medio de la fe, debiendo siempre actuar en nuestras vidas por medio
de esa confianza. La fe y la confianza implican invariablemente un
compromiso de la voluntad, un conmoverse de la parte más profunda
de nuestra naturaleza y por lo tanto, cuando llega el momento de
orar, si empezamos dirigiéndonos a Dios como "Dios poderoso,
"Gran Creador o "Principio de todo Ser esas palabras ponen
de manifiesto nuestra tremenda ignorancia y nuestra incredulidad. ¡La
más grande autoridad, en lo que a la oración se refiere, dice que
Dios es un padre! Alguien ha sugerido que podemos combinar
los extremos de la persuasión teológica evidente actualmente en
nuestro país, los Estados Unidos, con esta oración: "¡Que el
Fundamento de Nuestro Ser nos bendiga muy bien! Como es natural, esa
oración es absurda. Cuando yo llego a casa no quiero que mis hijos
me reciban con temor y me digan: "Oh, grande y terrible pastor
de la Iglesia Peninsula Bible, bienvenido a casa. Sería un insulto
para mi corazón de padre. Lo que quiero, por supuesto, es que mis
hijos me traten como a un padre. No es nunca una oración hasta que
reconozcamos que acudimos a la presencia de un padre paciente y
tierno. Esa es la primera clave de lo que es la auténtica oración. La segunda es la de la renuncia: "hágase
tu voluntad. Estoy seguro de que esa es la petición que hace que la
mayoría de nosotros nos convirtamos en hipócritas porque podemos
decir "Padre con una gratitud sincera, pero cuando decimos
"hágase tu voluntad lo decimos sabiendo y sintiéndonos
culpables por ello conscientes de que, al orar, hay aspectos de
nuestra vida que no nos sometemos a su voluntad y respecto a los
cuales, además, no queremos someternos a su voluntad. Cuando
decimos "hágase tu voluntad estamos diciendo en oración:
"que toda mi vida sea fuente de deleite para ti y rinda honor
al nombre que llevo, que es tu nombre. Hágase tu voluntad. Es la
mismo que hallamos en la oración de David al final de uno de sus
maravillosos salmos: "sean gratos los dichos de mi boca y la
meditación de mi corazón delante de ti, oh Señor. Roca mía y
Redentor mío. (Salmos 19:14) Eso es orar y decir "sea hecha tu
voluntad. El problema consiste en que con harta
frecuencia sabemos que existen importantes aspectos de nuestra vida
que no sometemos a su voluntad. Existen ciertos monopolios, que nos
hemos reservado a nosotros mismos, aspectos privilegiados a los que
no queremos renunciar, en los que el nombre de nuestro jefe o de
nuestra novia o novio o algún otro ser querido significan mas para
nosotros que el nombre de Dios, pero cuando oramos así, si es que
somos sinceros, si es que somos abiertos y honestos en nuestra oración
realmente estamos diciendo: "Señor, te abro todos los rincones
de mi vida, quiero sacar cada uno de los esqueletos para que tú los
examines. Sea hecha tu voluntad. No podemos tener ningún contacto
con Dios, no puede haber ninguna manifestación de su poder, ningún
experimentar realmente la gloriosa fragancia y la maravilla de Dios
obrando en una vida humana hasta que oremos de verdad y el segundo
requisito de la auténtica oración es que digamos "sea hecha
tu voluntad. Pero no solamente somos conscientes de que
en cada uno de nosotros existen aspectos en los que no reverenciamos
el nombre de Dios ni nos sometemos a su voluntad, en los que él no
puede escribir su nombre, sino que además somos plenamente
conscientes de que en lo profundo de nuestro ser ninguno somos
capaces de vivir de este modo, por mucho que nos esforcemos e
intentemos complacerle en cada uno de los aspectos de nuestra vida,
ya que existe una terrible debilidad, un fallo que, no sabemos cómo,
hace que no podamos alcanzar la meta. Incluso cuando realizamos
esfuerzos sobrehumanos somos incapaces de conseguirlo, pero el
lector se dará cuenta de que esta oración no ha sido expresada
sencillamente como una confesión o una expresión de
arrepentimiento ante el Padre. No debemos de orar como lo hacemos
con tanta frecuencia, diciendo: "Padre, ayúdame a ser bueno o
"ayúdame a ser mejor. ¿No resulta sencillamente asombroso que
en toda esta oración modelo no encontremos ni una sola expresión
de un deseo de pedir ayuda para la santificación de nuestra vida?
Eso que tanto nos preocupa y que viene a ser objeto de preocupación
en las Escrituras, no se refleja para nada en esta oración. No, Jesús
hace que centremos nuestra atención en el Padre y no en nosotros
mismos. Esta frase "hágase tu voluntad es, en realidad, una súplica
y un clamor de confianza impotente y mediante ese clamor nos ponemos
en pie y decimos: "Padre, no solo sé que hay aspectos de mi
vida en los que no me estoy sometiendo a tu voluntad, sino que sé
que solamente tú puedes hacerlo posible y estoy dispuesto a
quedarme callado y permitir que el gran Dios Santo sea de verdad el
primero en mi vida. Cuando oramos de este modo, descubrimos que el
resto cae por su propio peso, por así decirlo. El hombre que permite que Dios sea su Señor
y se somete totalmente a él es atraído, de manera totalmente
espontanea, a un gran proceso de aprendizaje y se convierte en una
persona diferente. Martin Lutero dijo en cierta ocasión: "No
puedes pedirle a una piedra que está al sol que esté caliente
porque se calentará por sí misma. Cuando decimos: "Padre, no
hay ningún aspecto de mi vida acerca del cual no estoy dispuesto a
que me hables, no hay ningún aspecto que desee ocultarte, mi vida
sexual, mi vida laboral, mi vida social, mis estudios, el tiempo que
dedico a la diversión, mis periodos de vacaciones están ante ti
eso es decir "hágase tu voluntad. Cuando oramos de esta manera
descubriremos que Dios entrará en los lugares más oscuros de
nuestra vida, en los que la peste es en ocasiones demasiado fuerte
incluso como para que nosotros mismos la soportemos y los limpiará
y pondrá orden, haciendo que sean aptos para convertirse en Su
morada. "Si caminamos en luz nos dice Juan (lo cual no quiere
decir que ya no tengamos pecado, sino que Dios todo lo ve) "Pero
si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado. (1ª
Juan 1:7) El tercer clamor de la verdadera oración
tiene que ver, una vez más, con Dios y es una súplica llena de
esperanza: "venga tu reino. Esto viene a ser como un suspiro
que procede del cielo. ¿Quién de nosotros no siente nostalgia de
vez en cuando, quién no anhela ser libre de lo aburrido e insensato
de la vida y está dispuesto a experimentar la gloria acerca de la
cual leemos en la Biblia. O puede ser, como debiera serlo, una súplica
para que el cielo descienda a la tierra. Es decir, "venga tu
reino queriendo decir que los reinos de este mundo se conviertan en
los reinos de nuestro Señor y de su Mesías. Eso es lo que cantamos
en el himno "Jesús reinará. Jesús reinará siempre que el sol sus
sucesivos recorridos cubra; su reino se extiende de una orilla a
otra, hasta que las lunas dejen de ocultarse y menguar. Hay mucho en las Escrituras acerca de esto
y ¿quién de nosotros no está harto de la sinrazón enfermiza de
la guerra y la pobreza, la desgracia y la desesperación humana y no
desea ardientemente que llegue ese día, cuando Dios gobernará en
justicia sobre toda la tierra? Pero estoy convencido de que esta oración
es mucho más que eso. Es algo más que una mirada prolongada y
anhelante al futuro, ya sea en la tierra o fuera de ella. Es un
clamor para que la voluntad de Dios sea hecha por todas partes, por
todos los medios, siendo en estos momentos la sangre, el sudor y las
lágrimas. Es decir "que venga tu reino mediante lo que yo
estoy sufriendo en este momento. Eso es lo que significa esta oración.
Las Escrituras nos revelan una verdad que el hombre nunca podría
descubrir por sí mismo, pero que resulta perfectamente evidente al
contemplar la vida a través de las lentes de la Palabra de Dios y
es que Dios establece su reino en secreto, por así decirlo. Cuando
es menos evidente que él está obrando es, con frecuencia, el
momento en que más está llevando a cabo. Cuando menos conscientes
somos de su obra, al mirar atrás, nos damos cuenta de que fue,
precisamente, cuando él realizó la obra más extensa de todas.
Tras el entramado de la tragedia y la desesperación, Dios está con
frecuencia levantando su imperio de amor y de gloria. En medio de
estas pruebas, penurias, decepciones, sufrimientos intensos y
desastres, cuando nos creemos que Dios permanece callado y nos ha
abandonado, cuando sentimos que Dios ha retirado su mano y ya no
sentimos la amistad de su presencia, con frecuencia Dios está
haciendo las cosas más grandes que jamás podamos imaginar. Hace unos días nos sentamos un joven y yo
y me contó la historia de su vida. Había tenido un terrible
accidente, que había dejado una señal física en él, pero un
matrimonio destrozado le había dejado aun una huella más honda. Se
había criado en un ambiente de iglesia y, antes de que sucediesen
algunas de estas cosas, su actitud era la de juzgar a los demás,
considerándose a sí mismo muy santo, adoptando una actitud de
desprecio piadoso a aquellos que no podían verse libres de
sufrimientos y de problemas, pero me dijo: "¿sabe una cosa? La
humillación de mi divorcio fue un duro golpe que hizo que cambiase
radicalmente mi actitud hipócrita. Sé que nunca hubiera sentido el
gozo que tengo ahora ni habría entendido el propósito de Dios si
no me hubiese convertido en una estadística de divorcio. Es por
medio de estas situaciones como Dios construye su reino. ¡Qué glorioso misterio es este! Dios se mueve de manera misteriosa para
llevar a cabo sus maravillas; Deja sus huellas en el mar, y cabalga
sobre la tormenta. Oh vosotros, sus temerosos santos, tened
valor de nuevo; esas nubes a las que tanto teméis están colmadas
de misericordias, y se convertirán en bendiciones alrededor de tu
cabeza. ¿Existe alguna liturgia o ritual en la
iglesia que nos lo exprese de manera más elocuente que la Santa
Cena? Nos reunimos para partir el pan y beber de la copa del vino,
ambos símbolos del dolor, de la angustia y el sufrimiento, de la
amarga muerte por la que tuvo que pasar nuestro Señor. Pero, como
escribe Cowper: En lo profundo de las insondables minas de
su habilidad que nunca falla Atesora sus brillantes designios, y
lleva a cabo Su soberana voluntad. Dios llama la luz de en medio de las
tinieblas, de la desesperación a la esperanza. De la muerte viene
la resurrección y la resurrección no es posible sin la muerte, la
esperanza no es posible sin la desesperación ni la luz sin las
tinieblas. Por medio de la derrota, nace el reino de los cielos en
los corazones humanos y eso es lo que significa la oración. "Oh, Señor, no soy más que un pobre
niño. No entiendo los misterios de la vida y no conozco los caminos
de los hombres del mundo, pero Señor, te pido en oración, que por
medio de estas circunstancias en las que me encuentro, de los
problemas que actualmente hallo a mi paso, de estas luchas, pueda
venir tu reino. El elemento que opera la transformación es
la oración, sencilla como la de un niño, confiada, que surge de
una necesidad indefensa de un niño que conmueve el corazón de un
padre. Oración Padre, con cuanta frecuencia mal
interpretamos la vida, a pesar de que tú tanto te has esforzado por
mostrarnos sus secretos. ¿Cuántas veces, Padre, nos hemos rebelado
contra ti y lo que tú estabas haciendo en nuestra vida, por causa
de un insensato resentimiento? ¿Cuántas veces nos hemos alejado
hastiados, desesperados o amargados? Y a pesar de ello, ¿acaso no
hemos sido conscientes de que tú has estado obrando con amor,
durante esos periodos de resentimiento, de una vergüenza que nos
quemaba las entrañas, de amargura, a fin de enseñarnos la verdad y
hacer que entendiésemos la realidad, a fin de traernos de nuevo a
tu amante corazón? Señor, hacemos esta gran oración que Jesús
nos enseñó a hacer, Padre, sea hecha tu voluntad, venga tu reino. En el nombre de Jesús, amen.
Título: La Oración Modelo Copyright © 1995 Discovery Publishing un
ministerio de la Iglesia Peninsula Bible. Este archivo de datos es
propiedad exclusiva de Discovery Publishing, un ministerio de la
Iglesia Peninsula Bible. Solo puede copiarse en su totalidad con el
fin de circularlo gratis. Todas las copias de este archivo de datos
deben llevar la notificación de derechos de autor arriba
mencionados. No se puede copiar en parte, editar, revisar ni copiar
con el fin de vender o incorporar a ninguna publicación comercial,
grabación, retransmisión, representaciones, muestras o ningún
otro producto para la venta estos archivos de datos, sin el permiso
escrito de Discovery Publishing. Para solicitar dicha autorización
se deberá hacer por escrito dirigiéndose a Discovery Publishing,
3505 Middlefield Rd. Palo
Alto, California 94306-3695.
|
![]() |
|||
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
Bienvenido | Inscripciones | Orientación | Donar al seminario - su ofrenda hace este ministerio posible |