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Seminario Reina Valera
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3. Esenciales
en la Oración Vida Espiritual ilumina la manera práctica de incorporar la espiritualidad a la vida personal y el ministerio. Se estudia el poder de la oración ilustrada a través de las Escrituras como base de una vida verdaderamente victoriosa en comunión con la voluntad de Dios. ESENCIALES DE
LA ORACIÓN por Ray C.
Stedman
Me pregunto; ¿si ustedes sienten, como me
pasa a mí a menudo, identificándose de cerca con varios personajes
de las Escrituras? Hay dos personajes que yo me identifico de cerca
y son: En el Nuevo Testamento, me identifico con Pedro, quién
tenía la habilidad de decir las cosas erróneas en él tiempo
equivocado. Él tenía un corazón profundo y devoto por el Señor,
pero siempre parecía poner el pié equivocado al frente. (Pedro ha
sido descrito como uno que abría su boca para cambiar su pie, y yo
me identifico en gran manera con esto a veces.) En el Antiguo Testamento, me identifico con Jacob, el
intrigado, operador, de carácter independiente que siempre se salía
con la suya en hacer las cosas. Él tema de canción de Jacob pudo
haber sido, "Lo hice a mi manera"- - de Frank Sinatra del
Antiguo Testamento. Vamos a mirar la oración de
Jacob en esta mañana. Espero que esta oración nos ayudará a ver
como personajes de el Antiguo Testamento entendieron la relación
maravillosa que tenían con Dios a través de la oración, y también
como fueron ayudados a crecer por la oración. Este incidente, se
encuentra en el capítulo 32 de Génesis, que viene en el momento
cuando Jacob estaba de regreso de la tierra de Canaán, habiendo
vivido alrededor de veinte años con su tío Labán, en Siria. Jacob
está ahora casado con dos esposas y es el padre de once niños. Él
tiene grandes manadas de ganadería y camellos y otros materiales de
riquezas, y Dios le había dicho a él que el tiempo había llegado
para regresar a Canaán. Pero Jacob viene con un gran sentido de
agitación. Él sabe que se va a encontrar con su hermano mellizo
Esaú, y tiene miedo de ese encuentro. Él recuerda vivamente la última
vez que él vio a Esaú, cuando lo había engañado quitándole su
primogenitura, típico de Jacob, por lo cual tomó ventaja de el
hambre de su hermano e hizo que le prometiera el derecho a la
primogenitura. Ahora, Dios había prometido a Jacob el derecho de la
primogenitura, la madre de Jacob lo sabía y se lo había dicho,
pero Jacob no dejó que Dios hiciera el trabajo a su manera, y en
una maniobra sórdida, él estafó a su hermano, engaño a su padre,
y obtuvo el derecho de primogenitura. Cuando vio lo que había
pasado, Esaú se puso muy enojado, y Jacob tuvo que huir de la ira
de su hermano. Ahora, Jacob estaba de regreso a Canaán y
tenía que enfrentarse a su hermano otra vez. En una acción
acostumbrada, Jacob envió un par de mensajeros al frente para dejar
saber a su hermano que él venía. Quería tener una idea de la
escena, y ver cuál sería la reacción de Esaú. Los mensajeros
regresaron con las siguientes palabras de aprensión: "Tu
hermano viene a verte con 400 hombres armados a caballo," {Gen.
32:6}. No hay nada en este recuento que sugiera o diga, que Esaú
tenía la intención de hacerle daño, pero Jacob de inmediato llegó
a la conclusión que Esaú no vendría con 400 hombres armados si no
tuviera la intención de alguna maldad. Jacob estaba lleno de miedo,
entonces divide su compañía en dos bandos, pensando que si Esaú
batallara con un bando y le destruye, los otros tendrían la
oportunidad de escapar. Así que pueden ver el carácter de este
hombre. Él es un manipulador, operador, ingenioso, planeador hombre
de negocios. Estoy seguro que él fué él que originó
ese famoso dicho Judío, "¡Que negocio!" Como sabemos, Dios envió a Jacob de
regreso a la tierra, y, además, cuando él vino a las fronteras de
la tierra, Dios le animó con una tremenda visión, abriéndoles los
ojos. Hay una breve referencia al principio de este capítulo.
Aunque no tenemos los detalles, es aparente que Jacob experimentó
algo muy parecido a lo que sucedió al siervo de Elías en esa
famosa escena cuando el sirviente estaba preocupado con el ejército
Sirio que estaba alrededor de ellos. En esa ocasión Elías oró
para que sus ojos fueran abiertos, y de momento vio las huestes
celestiales del Señor. Algo parecido le ocurrió a Jacob. Dios le
enseñó las tremendas fuerzas espirituales que estaban activas para
protegerle al venir al encuentro a encararse con su hermano. Jacob
nombró el lugar, "Las Dos Compañías," por la cual el
quiso decir la banda de personas que iban viajando con él y la
compañía invisible de ángeles que también le acompañaron. Uno pensaría de esto, que Jacob se debió
haberse sentido muy seguro y en paz cuando vino a encontrarse con su
hermano, pero en lugar, estaba con miedo y temblando, seguro que va
a encontrarse con el peligro, o sino con destrucción. Así que ora,
y su oración es encontrada aquí en estas palabras en Génesis 32.
Es realmente una oración excelente, una oración notable, una oración
modelo del Antiguo Testamento. Tiene ciertos ingredientes que son
dignos de notar, que quiero mencionarles: Primero que nada, la oración enfoca en el
ser y grandeza de Dios, ya que dice Jacob: "Y dijo Jacob: Dios de mi padre
Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete
á tu tierra y á tu parentela, y yo te haré bien." {Gen 32:9} Ahora de acuerdo a el Nuevo Testamento, esa
es la manera correcta de comenzar a orar. No se enfoque a si mismo,
o sus circunstancias, o sus problemas, sino, cuando ores, comienza
con Dios. Jesús nos dijo esto. "Cuando ores" él dijo,
" repite, Padre nuestro que estás en los cielos, santificado
sea tu nombre," {Mat 6:9}. Jacob comienza de esa manera. Esta
oración es una gran mejora en contraste con la que está en él capítulo
28 hecha por él, cuando comenzó su jornada a Siria veinte años
antes. Él también oró en Betel, pero su oración fue muy egocéntrica:
"Si tu fueras mi Dios; si tu me bendijeras, si tu hicieras esto,
entonces yo te serviré," {Gen 28:20-22}. Esta es una oración
típica de un recién convertido que su enfoque está hacia si mismo.
Pero ahora Jacob ha aprendido a comenzar con Dios, y con sus
promesas. Él le recuerda, “Tu eres Dios que me dijiste, Regresa a
tu país, y yo te haré bien, a" así comienza con la promesa
divina y enfoca en el carácter divino. Después él reconoce su indignidad
personal: "Menor soy que todas las
misericordias, y que toda la verdad que has usado para con tu siervo;
que con mi bordón pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos
cuadrillas. {Gen 32:10} Esa es una declaración maravillosa
de humildad. Jacob reconoce cuán inmerecido él es de la gracia y
misericordia de Dios, y como aún fielmente, Dios le ha bendecido y
prosperado. Es un reconocimiento abierto de parte de Jacob de que él
no merece esto, pero Dios se lo ha dado de todas formas. Después Jacob hace su petición. Es específica
y definitiva, como todas las buenas oraciones deben de ser: "Líbrame ahora de la mano de mi
hermano, de la mano de Esaú," {Gen 32:11a} Con ello viene un reconocimiento
abierto de temor: "porque le temo; no venga quizá, y me
hiera la madre con los hijos. " {Gen 32:11b} Esa es una gran manera de orar. Hay
reconocimiento de que está en dificultad y necesita ayuda. Jacob lo
indica en una forma definitiva. Él no es indefinido o inseguro. No
está orando, "Bendíceme, Señor, ayúdame," en una forma
general. En vez, ora, "Líbrame de la mano de mi hermano Esaú,
porque temo que me elimine a mi y a mi familia." Después le recuerda a Dios de la promesa
divina: "Y tú has dicho: Yo te haré bien,
y pondré tu simiente como la arena del mar, que no se puede contar
por la multitud." {Gen 32:12} Dios le había dicho esto primero a
Abraham, se lo dijo otra vez a Isaac, y evidentemente también a
Jacob. Asi que Jacob le recuerda, "Señor, Esaú está amenazándome
para matarme a mi y a mi familia, pero tu has dicho que mis hijos
van a ser más numerosos que la arena del mar." Se puede ver un
reconocimiento de que Dios ha predominado en la posibilidad de
maldad en la venida de Esaú. Está es una oración maravillosa, como ya
he dicho. Es correcta teológicamente, y es fraseada muy elocuente,
pero, en realidad fue una pérdida total de tiempo. La próxima
sección indica que Jacob aparentemente no creyó una palabra de
ella, no en su corazón, ya que ahora veremos la historia de cómo
él hizo preparaciones completas para apacentar la ira de su hermano,
para calmar la situación y que estuviera bajo su control: Y durmió allí aquélla noche, y tomó de
lo que le vino á la mano un presente para su hermano Esaú [y que regalo]. Doscientas cabras y
veinte machos de cabrío [eso es doscientos veinte cabras],
doscientas ovejas y veinte carneros [eso es doscientos veinte
ovejas], treinta camellas paridas, con sus hijos [cualquiera
Él número que puedan ser], cuarenta vacas y diez novillos,
veinte asnas y diez borricos. {Gen 32:13-15} Ese es un regalo muy caro el que Jacob está
preparando para Esaú. El recuento continua diciendo que él los
dividió en rebaños, con la idea de que enviaría uno primero, y al
tiempo de que Esaú se impresionaría por eso, otro más iría, y
cuando Esaú comenzó a mirar eso y a recrearse, otro más vendría
y después otro. Jacob lo tenía todo planeado. Esta fue una manera
muy astuta, diseñada psicológicamente tramada para impresionar a
su hermano, para sobrepasar sus sentimientos de animosidad y
librarle de la ira de Esaú. No hay la más mínima indicación que
Él esperó a que Dios hiciera nada para contestar su oración. Muchos de nosotros oramos también de esa
manera. Algunas de las reuniones de oración que yo he visitado ha
sido más bien grupos de incredulidad, donde la gente ora arduamente
para que Dios haga algo y después actúan como si no hubiera
ninguna posibilidad de que él fuera a contestarles. Esto es lo que
Jacob está haciendo aquí. Yo sé que hay muchos comentaristas que nos
dicen que él estaba poniéndole piernas a su oración que esto fue
una acción correcta de su parte que él estaba tratando de cumplir
con lo que él pensó era requerido en esa situación y estar sin
embargo poniendo su fe de que Dios bendeciría sus esfuerzos para
reconciliarse con su hermano. He escuchado mensajes de este
incidente en el cual dicen que no había nada de malo con la acción
de Jacob aquí. Ahora, es verdad que hay ocasiones cuando tenemos
que actuar después que oramos. Hace algunos años un estudiante me dijo
que estaba enfrentándose a un examen muy fuerte por el cual no había
estudiado, así que oró, y le pidió a Dios que le diera una buena
calificación. Entonces se preguntó, "¿Cuál sería la
evidencia mayor de fe, orar y después estudiar para este examen, o
olvidarse e irse a pescar y confiar que Dios me acompañaría en
esto?" Su conclusión fue que la mejor evidencia de fe sería
irse a pescar. Así lo hizo y fracasó el examen. Otros pasando por circunstancias similares
dicen que debemos orar y trabajar, "Adora a Dios y pasa las
amuniciones." Dicen que la forma de ejercitar la fe es operar
en base a que Dios nos dará las fuerzas cuando hacemos la parte
normal, y así nos contesta la oración de esa manera. Pero yo no
creo eso es lo que está pasando aquí, por varias razones. Es cierto de que hay ocasiones cuando
necesitamos ponerles piernas a las oraciones. Hay una actividad
normal, esperada que no debe echarse a un lado, y ser cancelada por
la oración. Recuerdo cuando tenía doce o trece años,
cultivando el maíz en la granja de mi abuelo en el norte de
Minesota. Yo estaba visitando la escuela bíblica de vacaciones,
habiendo venido al Señor el pasado año. Estaba creciendo en la fe
y excitado por las posibilidades de la oración, así que pensé
tratarla en el campo de maíz un día. Estaba cansado de cultivar y
había como quince filas más de maíz para terminar, y oré y pedí
a Dios para que completara el trabajo por mí. "Por fe,
cualquier cosa que pidas" {Juan 14:13} dice, por fe entonces
podría clamar que el campo fuese cultivado y toda la hierba mala
fuese eliminada. Entonces yo debía de ponerle piernas a mi oración,
así que me fui a la casa. Semanas después mi abuelo me acorraló.
Me preguntó, "¿Porque no terminaste de cultivar el
campo?" Empecé a decirle, "Yo esperé que Dios lo hiciera,"
pero no creí que él me entendería, así que dije, "Bueno no
me siento con ganas." ¡Él me dio un recordatorio que me hizo
sentir muy diferente al respecto! Mucha gente, sin embargo, practica la oración
de esa forma. Pero Jacob no está haciendo eso aquí. Hay tres
claves que indican que estaba pasando: Primero, esto concierne a Jacob y Esaú, y
esos son nombres muy notables en las Escrituras. No eran tan solo
hermanos gemelos que se criaron en el mismo hogar, que tenían dos
caracteres muy diferentes y dos destinos extensamente diferentes,
pero son usados en toda las Escrituras como símbolo de algo. Ellos
aparecen en esta capacidad en los libros Gálatas y Romanos. Jacob es siempre él símbolo de fé, el hombre que
tiene una sensibilidad espiritual que confía en Dios. Esaú, por otro lado, es por siempre el hombre incrédulo,
hombre de la carne, inmoderado, egocéntrico y materialista que confía
en sus habilidades y tiene un orgullo propio que rechaza la oferta
de ayuda de cualquier recurso. Siendo esto así, por lo tanto hay una indicación
clara que el atento de Jacob para apaciguar a Esaú es para lo que
hacemos a menudo en nuestra vida cuando enfatizamos la carne y
buscamos resolver los problemas por medio de proyectos y operaciones
carnales, en vez de confiar en la gracia, él poder, y la
misericordia de Dios. Esa es la primera clave. Segundo, en el próximo capítulo el
recuento continúa indicando el momento en que Jacob y Esaú se
encontraron. Esaú no fue influenciado por los regalos de Jacob. Se
nos dice que Esaú corrió hacia Jacob y le abrazó el cuello y le
besó y le dio la bienvenida a la casa. No hay indicación en el
recuento completo que él no tenía la intención de hacer esto
desde el principio. Lo notable es que Esaú comenta en relación al
regalo que se encontró diciendo, "¿Que fue esa confusión que
me encontré en él camino hacia aquí?" Jacob le explicó lo
que él estaba tratando de hacer, así que es claro que todos sus
esfuerzos para apaciguar a su hermano no tuvieron ningún efecto.
Fueron solamente la manipulación de un corazón incrédulo,
tratando de tomar ventaja de las oportunidades psicológicas como
mejor podía. Pero la tercera clave es aún más positiva,
ya que él recuento continúa ahora diciéndonos que hizo Dios
acerca de esto. Se nos dice algo muy interesante en los versos
22-24a: Y levantóse aquella noche, y tomó sus dos
mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado
de Jaboc. Tomólos pues, y pasólos Él arroyo,
é hizo pasar lo que tenía. Y quedóse Jacob solo, {Gen 32:22-24a} Es obvio que Jacob hace esto
deliberadamente. Él quiere estar solo ya sea para pensar, planear,
u orar. No se nos dice. Pero si se nos dice algo que es notable y
asombroso: y luchó con él un varón hasta que rayaba
el alba. {Gen 32:24b} Esta es una de esas historias misteriosas e
intrigante que son encontradas frecuentemente en el Antiguo
Testamento, cuando algún elemento de misterio es introducido sin
una explicación adecuada. Todo él que lee este recuento se
pregunta "¿quién es este hombre enmascarado? ¿De dónde
viene? ¿Qué está haciendo? Estoy seguro que Jacob se sintió de
la misma forma. Él pensó que estaba solo, habiendo llevado todo y
a todos a través de río, cuando de pronto sale ún hombre de la
sombra, y para el asombro de Jacob comienza a luchar con él. He leído y escuchado mensajes basada en
esta historia que actualmente usa las palabras, "Jacob luchó
con el hombre." Pero el recuento no dice eso. Menciona de una
forma muy cuidadosa que fue él hombre quién luchó con Jacob. Como
pueden leer más adelante, no hay duda de quién es el hombre. De
hecho, al final de la historia, Jacob le da el nombre al lugar de
este encuentro, Peniel, que significa, "Él rostro de Dios,"
porque dijo, "He conocido a Dios cara a cara y pude sobrevivir."
Así que es claro que esta es uno de esos encuentros extraños en el
Antiguo Testamento del hombre con Dios mismo, de la misma forma
cuando vimos a Abraham cuando Dios se le apareció en forma de
hombre y comió con él en la sombra de su tienda. Aquí está un
hombre que, en una forma extraña, en una de esas teofanías de el
Antiguo Testamento, es Dios mismo apareciéndose en forma visible y
lucha con Jacob. ¿Qué quiere decir todo esto? Bueno,
tomado en conexión con la historia completa que teníamos hasta
este punto, no hay duda de que lo que tenemos aquí es Dios tratando
de mejorar la vida de oración de Jacob con un curso intensivo de
orar. Dios está tratando de romper la dependencia testaruda de
Jacob en sí mismo. El problema de Jacob era de que en verdad él
nunca creyó que Dios hiciera lo pedido. Él siempre tenía ese
pensamiento interno de que si él mismo no lo hacía, tal vez Dios
no lo cumpliría. Ahora Dios está tratando con él en un momento de
verdad. Jacob tiene que enfrentarse al hecho de que, aunque sus
oraciones eran elocuentes y fraseadas en forma hermosa, y correctas
teológicamente, no sirven de nada porque no cree que Dios vaya a
hacer nada. Toda su confianza está en él mismo. He conocido mucha gente así. Oran y hablan
maravillosamente, en lenguaje teológicamente correcto pero no
creyendo que en verdad Dios va a actuar. Esto es lo que Jacob está
haciendo aquí. No hay confianza ni esperanza, sino un negativismo
testarudo de su parte de dejar y esperar que Dios se encargue de la
situación. ¿Se puede reconocer usted en esta forma?
Yo mismo lo reconozco y lo hago frecuentemente. Él recuento continúa en Él verso 25: Y como vió que no podía con él, tocó en
el sitio del encaje de su muslo, y descoyuntóse el muslo de Jacob
mientras con él luchaba. {Gen 32:25} Esto sucedió después de largas horas de
lucha. Jacob resistió, luchó, y peleó. Él no cedía hasta que,
al fin, la mano divina le toca en la cadera y le pone su orificio
fuera de la coyuntura. Eso es el final; nadie puede luchar en esa
condición. Todo lo que Jacob puede hacer es arregostarse sin
fuerzas dependiendo en este luchador extraño. Sabiendo ahora quién
es este hombre, se cuelga de él desesperadamente. Se nos dice que
el hombre dijo: Y dijo: Déjame, que raya el alba. Y él
dijo: No te dejaré, si no me bendices. Aquí encontramos dos provocativas más,
buscando, preguntas divinas como las que vimos que fueron preguntada
en él Jardín del Edén. La pregunta es, "¿Cuál es tu nombre?"
Dios, de hecho sabía cuál era el nombre de Jacob, pero Jacob
necesitaba ser recordado. El nombre Jacob significa, "suplantador,
usurpador, un hombre que busca tomar el lugar de otro." Jacob
es recordado de que su carácter, su naturaleza es la de confiar en
si mismo, y tratar de tomar ventaja de otro. "¿Cuál es tu
nombre?" Y él respondió: Jacob. Y él dijo: No se
dirá más tu nombre Jacob, sino Israel: porque has peleado con Dios
y con los hombres, y has vencido. {Gen 32:27b-28} He leído muchos mensajes de este recuento
que han comentado de el hecho que Jacob fue poderoso en la oración
porque él luchó con Dios toda la noche y prevaleció. Pero yo
indiqué ya que no es Jacob el que está luchando con Dios. Es Dios
quién está luchando con Jacob, tratando de romper su dependencia
testaruda en sí mismo, sus sentimientos de que todo depende de él,
que él lo tiene que hacer o de otra forma no se va a hacer, que
Dios no va a hacer nada realmente en la situación. Además, Jacob
no prevaleció en su lucha con Dios. Él momento de prevalecer viene
cuando su cadera es rota, cuando está totalmente vencido y no puede
hacer nada sino que se cuelga de él. Ahí es cuando él prevaleció
con Dios. Eso es lo que este recuento nos enseña. Dios responde a
ese sentido de impotencia humana. Eso es también lo que Pablo nos enseña en
la segunda carta a los Corintios, cuando dice, "Sus fuerzas se
hacen perfecta en mi debilidad, porque cuando soy débil es que soy
fuerte," {cf, 2:Cor 12:9}. Hay aquí un ejemplo vivo de esto. Jacob es traído finalmente al lugar donde
su ingenuidad humana y poder es quebrantado y terminado. En un
momento de impotencia, recostado en Dios, pidiendo su bendición, se
dice que Jacob prevaleció con Dios. Su nombre fue cambiado a "Él
luchador de Dios." Para mí una de las cosas más notables en
el Antiguo Testamento son las muchas maneras que Dios enseña a los
hombres a hacer guerra como ejemplo a nosotros de como Él la pelea:
Está la historia de Jericó. ¿Como Dios toma a una
ciudad? Bien, marchando siete veces alrededor y sonando trompetas.
¿Qué creen ustedes que la junta de jefes del ejército pensaría
de esta estrategia? ¿Y como Dios se encontró con los ejércitos de los
Filisiteos que venían en su contra? Con un retumbe en la cima de árboles
de moras. ¿Quién se le ocurriría esa? ¿Como Dios vence a los Madianitas que estaban en
violación de la tierra en los días de Gideón? Por un bando de
trescientos hombres que lo que tenían eran jarras de barro llenas
de antorchas. Dios trabaja en una forma diferente a la que el hombre
trabaja. Nuestro problema es, que no creemos, no lo aceptamos, no lo
esperamos. No creemos que Dios pueda hacer nada, por lo tanto
recurrimos a nuestra ingenuidad humana. Esto es lo que es
quebrantado en la vida de Jacob. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame
ahora tu nombre. Y él respondió: ¿Por qué preguntas por mi
nombre? Y bendíjolo allí. {Gen 32:29} Esta es la segunda pregunta que Dios le
hace a Jacob. Era natural de que Jacob le preguntara su nombre, ya
que a él se le había preguntado. El luchador divino contesta,
"¿Porque quieres saber? ¿Cuál es tu motivo? ¿Piensas usarme
de la misma forma que has usado a todo él que te encuentras? ¿Estás
tratando de descubrir cuál es mi fortaleza para tratar de usarla
para tu beneficio? ¿Cuál es tu motivo para preguntar?" Él lo
deja ahí. Aun así lo bendice, y es una parábola preparada para
nosotros, como lo fue para Jacob, para indicar que la fortaleza de
Jacob, su poder, su habilidad para actuar se hizo realidad cuando el
vino al lugar de incapacidad y dependencia en Dios. El recuento continúa diciendo, Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar
Peniel: porque vi á Dios cara á cara, y fue librada mi alma. Y
salióle el sol pasado que hubo á Peniel; y cojeaba de su anca. Por
esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que
se contrajo, el cual está en el encaje del muslo: porque tocó á
Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo. {Gen
32:30-32} Esta práctica se convirtió en un ritual
en Israel, diseñada para recordarles de que el momento cuando la
oración es más efectiva es cuando realmente creemos que Dios va a
hacer algo porque nosotros no podemos hacer nada. He llamado esto, Lo Esencial en la Oración.
Creo que es verdad. Vez tras vez a través de las Escrituras
encontramos que la lucha grande de Dios con nosotros es enseñarnos
a no pensar que debemos de hacerlo todo por nosotros mismos. Pasé por una experiencia similar. Yo había
orado por una situación que sentía si solo yo pudiera sentarme y
razonar con las personas envueltas, si pudiera señalarles lo que
estaban haciendo, estoy seguro que yo le haría ver lo que estaba
sucediendo. Pero no podía hacerlo. Físicamente fui removido del
asunto, psicológicamente, sabía que no tenía una puerta abierta
de comunicación. Sentí la frustración de que no podía hacer algo,
pero fue del resultado de la frustración que comencé a orar y a
confiar de que Dios actuaría y lo hizo. Este es el secreto de la
oración ÷ no en nuestras fuerzas pero en la de él. Esta es una expresión correcta de esa
verdad de la mano de Alan Redpath: ¿Estás batallando contigo mismo,
derrotado en la vida, yendo cuesta abajo a golpes? ¡Tú encaras
muchas batallas! Ninguno de nosotros puede vencer en esto, porque lo
sabemos en nuestros corazones, pero le diríamos alegremente las
buenas nuevas de que vencen no por batallar pero por fe. Ustedes vencen no por luchas internas pero
por mirar hacia arriba. Cualquier batalla de victoria, poder y
liberación de ustedes y del pecado que no está basado
constantemente en la mirada intensa de el Señor Jesús, con el
corazón y la vida levantado hacia él, está destinado a fracasar. Hay por supuesto, actividades que podemos
hacer después de orar, pero aún en esa acción nuestra confianza
debe ser que Dios tiene la intención de actuar y que él puede
actuar "mas lejos de lo que podamos pedir o pensar," {cf
Efe 3:20} Nuestro sentido de paz y quietud y victoria vendrá
solamente si tenemos la confianza. Jacob cojeó el resto de su vida, como un
recordatorio constante a él. ¿No sería maravilloso si Dios nos
hiciera cojear? Algunos de nosotros lo hacemos, ¿o no? Psicológicamente
cojeamos. Sentimos las cicatrices de las derrotas del pasado recordándonos
que esencial es que confiemos de que el Dios a quién oramos es
capaz de actuar en nuestro beneficio. Oración Señor, quizás por tu gracia tú hagas
cojear a alguien aquí en esta mañana para tener un recordatorio
constante de que eres el Dios que actúa mucho más allá que
cualquier cosa que podamos hacer. Cuando te pedimos que actúes
debemos esperar que lo vas a hacer, Señor, y no como Jacob,
haciendo las cosas por nuestros propios esfuerzos con sabiduría
humana. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, Amen.
Título: Esenciales de la Oración Copyright © 1995 Discovery Publishing un
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