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  4. Posibilidades en la Oración

Vida Espiritual ilumina la manera práctica de incorporar la espiritualidad a la vida personal y el ministerio.  Se estudia el poder de la oración ilustrada a través de las Escrituras como base de una vida verdaderamente victoriosa en comunión con la voluntad de Dios. 

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POSIBILIDADES EN LA ORACIÓN

por Ray C. Stedman

En esta serie de estudios hemos buscado explorar los misterios de la oración y de corregir algunos de los mitos que abundan acerca de este tema.

Esta es una descripción beneficial acerca de la oración, de la pluma de C. S. Lewis. En su libro Mera Cristiandad (Mere Christianity), habla de la Trinidad, la naturaleza trinitaria de Dios y dice:

Se preguntarán, "¿Si no pueden imaginarse a un Ser tri-personal, que de bueno hay el de hablar de Él?" Bueno, no hay nada bueno entonces para hablar de Él. Lo importante es ser atraído ante una vida tri-personal, y esa puede comenzar en cualquier tiempo--esta noche, si quieres. Lo que quiero decir es esto. Un cristiano ordinario se arrodilla a orar. Él trata de conectarse con Dios. Pero si él es cristiano, él sabe que lo que lo mueve a él a orar es también Dios: Dios, en lo interior de la persona. Pero él también sabe que todo el conocimiento de Dios viene a través de Cristo, el Hombre que fue Dios--que Cristo está a su lado, ayudándole a orar, orando por él. Se ve lo que está pasando. Dios es el objeto por el cual él ora- -la meta que está tratando de alcanzar. Dios es también el objeto dentro de él moviéndole a continuar--el poder del motivo. Dios es también el camino o puente a lo largo por el cual él es impulsado hacia la meta. Así que la vida tri-personal completa del Ser está actualmente actuando en esa pequeña habitación donde una persona ordinaria está expresando sus oraciones. El hombre en un nivel más alto de su vida--la cual llamo "Zoe" o vida espiritual: él está siendo atraído hacia Dios, por Dios, y a la misma vez siendo a sí mismo.

Ahora, para nuestra lección bíblica en ese tema vamos a mirar el capítulo once de Números, comenzando con el verso 4. Esta historia de la vida de Moisés ocurrió durante los cuarenta años que anduvieron los Israelitas por el desierto, en su largo viaje de Egipto a Canaán. El recuento tiene que ver con las quejas de la gente sobre las condiciones que se encontraron en el desierto.

Verso 4:

Y el vulgo que había en medio tuvo un vivo deseo, y volvieron, y aun lloraron los hijos de Israel, y dijeron: ¡Quién nos diera á comer carne! Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los cohombros, y de los melones, y de los puerros, y de las cebollas, y de los ajos: Y ahora nuestra alma se seca; que nada sino maná ven nuestros ojos. {Num 11:4-6}

Maná, como ustedes saben, quiere decir, "¿Que es eso?" ¿Se imaginan comiendo "¿Que es eso?" tres veces al día por cuarenta años? Versos del 7 al 9 describe el maná, pero pasemos al verso 10, donde leemos:

Y oyó Moisés al pueblo, que lloraba por sus familias, cada uno á la puerta de su tienda: y el furor de Jehová se encendió en gran manera; también pareció mal á Moisés. Y dijo Moisés á Jehová: ¿Por qué has hecho mal á tu siervo? ¿y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mi? ¿Concebí yo á todo este pueblo? ¿engendrélo yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, á la tierra de la cual juraste á sus padres? ¿De dónde tengo yo carne para dar á todo este pueblo? porque lloran á mí, diciendo: Danos carne que comamos. No puedo yo solo soportar á todo este pueblo, que me es pesado en demasía. Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal. {Num 11:10-15}

Es obvio que esta oración está llena de un sentido de compasión por si mismo, reproche, y petulancia. Es claramente la expresión de un hombre que se siente que ha sido puesto con una gran carga. Aquí Moisés está muy cerca de reprender y regañar a Dios por haberle dado la responsabilidad de cuidar esta gente ingrata. Escogí esta oración porque creo es una de las oraciones más pobres en la Biblia, por lo tanto es una oración muy similar a las nuestras.

Actualmente Moisés tenía una vida de oración extremadamente saludable. Yo podría dedicarle un año entero de mensajes acerca de sus oraciones. Algunas de ellas son magníficas. Son expresadas con una ingenuidad que reúne pensamientos majestuosos acerca de la grandeza de Dios, que reflejan la fe de el hombre y el poder de Dios para actuar, pero esta seguramente no es una de ellas. Esta es una oración muy pobre, expresada en un tiempo donde Moisés estaba fuera de su clase, cuando el creyó que se le tomó ventaja. El quiso terminar--estaba dispuesto a morir para salir de sus responsabilidades--así que se lo trae todo a Dios y dice, "¿Por qué me distes un trabajo como este? ¿Adónde puedo yo conseguir carne para darle a toda esta gente? ¿Por qué tengo yo que cargar esto en mi corazón? Yo no los traje a existencia."

Escogí esta oración porque no tenemos esa parte de la vida de Moisés a menudo. Moisés fue una figura fundamental en el Antiguo Testamento, un profeta poderoso y líder de la gente. Su gran posición como representante del pueblo ha afectado las leyes de naciones por miles de años, por lo tanto tendemos a pensar de él como alguien que está por encima de todos nosotros en su relación con Dios. Moisés estuvo cuarenta días y noches en el Monte Sinaí, solo en la presencia de Dios. El monte fue lleno de humo, todos temblaron tan siquiera al acercarse a esta temerosa y grandiosa escena, pero este hombre fue solo a la cima del monte por cuarenta días y oró y habló con Dios cara a cara. No una vez, pero dos veces Moisés hizo eso, por la cual la Ley fue quebrantada y fue necesario ser renovada. El fue de nuevo al monte y regresó con un semblante en su rostro de la luz de comunión que él tuvo con Dios, reflejándose en él.

Estamos familiarizados con las historias de Moisés ejercitando el poder grandioso de Dios--estirando su vara a las aguas del Mar Rojo para que el pueblo de Israel pudiera pasar a través de tierra seca, dándole a la roca y el agua saliendo hacia afuera en el medio de un desierto agullador para calmar la sed de el pueblo, y levantando su vara en victoria sobre los enemigos de Israel, cambiando el resultado de la batalla. Es claro, en muchas de estas historias de la Biblia de que él fue un poderoso hombre de Dios, y generalmente pensamos de él en esos términos.

Pero en está oración vemos el otro lado de Moisés. Vemos a Moisés el hombre, como realmente era. En este y otros recuentos como este obtenemos vistazos de vez en cuando de cómo era Moisés en su vida diaria, y lo asombroso es que, cuando le vemos de cerca, vemos que es una figura sorpresivamente que no impresiona en sí mismo. No podemos leer esta oración sin ver que Moisés no es Charlton Heston. Aquí está un hombre enojado y disgustado sintiendo lástima por si mismo. No hay nada de heroico en eso.

Ustedes recuerdan cuando Moisés comenzó su carrera. Creció como un príncipe en la casa del Faraón, y aprendió de su madre algo de su herencia como líder de Israel y la predicción de que él sería el libertador de su gente. Cuando tenía cuarenta años de edad el comenzó a hacer esto en sus propias fuerzas, pero fracasó malamente. Él perdió su temperamento, mató a un egipcio y tuvo que esconderse en la arena y huir de la ira del Faraón. Evidentemente Moisés tenía tanto miedo por esa experiencia que se mantuvo en el desierto por cuarenta años, trabajando como encargado de rebaños de ovejas con su suegro. Él no hizo ningún esfuerzo por regresar a Egipto, para recuperar sus pérdidas o restaurar su liderazgo. Un fracaso fatal y ya estaba acabado; estaba listo para terminar. Este es el espíritu que vemos aquí, así que en si mismo Moisés no fue muy impresionante.

Luego estuvo el incidente del arbusto ardiente, cuando Dios le llamó finalmente y le comisionó a ir a Egipto, pero Moisés estaba muy renuente a ir. El tenía lo que llamaríamos hoy una imagen muy pobre de sí mismo. Él le dijo a Dios, "Yo no puedo hacer esto. Porque tan siquiera ni puedo hablar; yo tartamudeo. No tengo habilidad para pararme ante reyes." Él se había olvidado de que el fue también miembro de la casa del Faraón y era muy reconocido como el hijo del Faraón. Pero todo eso ya se olvidó ahora. Él tiene tanto miedo de su propia imagen de sí mismo que está renuente en ir. Finalmente, el recuento nos dice que el coraje de Dios se incendió sobre él porque fue muy testarudo de que no iría y no cedería.

Ustedes recuerdan cuando los israelitas iban a través del desierto, la autoridad de Moisés fue retada por su propio hermano y hermana, Aarón y Miriam. Ellos le preguntaron, "¿Por qué estás con esos aires de esa manera? ¿Quién te hizo líder? Dios habla a través de nosotros como también lo hace a través de tí. ¿Por qué tienes tú que hablar?" Solamente la intervención de Dios mismo fue lo que restauró la autoridad de Moisés en aquel momento, porque Moisés no se defendió él mismo.

Poco después Cora y Datán y sus confederados retaron su autoridad y Dios tuvo que intervenir otra vez. Si ustedes ponen estos dos recuentos juntos, podrán ver que Moisés es por naturaleza temperamental, indeciso, una personalidad contraída, sin confianza de si mismo, fácil de intimidarse, listo a renunciar y aún morir cuando la presión es pesada. Este es el instrumento usado poderosamente por Dios en sus días de vejez.

Al mirar este recuento, quiero que noten algunas cosas. Noten, por ejemplo, que no todo el mundo en Israel murmuró acerca de las condiciones. Esto comenzó, como siempre con un grupito de descontentos que dejaron saber cómo se sintieron y siguieron influenciando a los otros.

Verso 4: "La chusma que había entre ellos desarrolló un deseo ansioso." Esta es la forma en que siempre pasa. Todo pastor está familiarizado con esto. Un mero grupo de personas criticando en la congregación, diciendo como se sienten y murmurando en contra de sus condiciones, pueden comenzar a expandir un descontento en un grupo completo de personas. Eso es lo que está pasando aquí.

Siempre me maravillo de este recuento porque no me identifico con el deseo desmedido de esta gente por esta clase de comida. Pescado puedo entenderlo, pero pepinos--doce pulgadas de indigestión. Melones si me gustan pero ¿puerros y cebollas y ajo? ¡Esa fragancia en esos vegetales que se quedan en la memoria de uno! ¿Por qué los querrían? Bueno, no lo sé, con excepción de mencionar que la descripción del maná--se puede ver en vez como la comida de desayuno que llamamos "Nueces de Uvas"--parecía indicar que uno se cansaría terriblemente de comer eso y nada más por cuarenta años, así desearía uno comer cualquier otra cosa. Evidentemente eso es lo que esta gente estaba sintiendo aquí cuando murmuraban en el desierto. Pero es un grupo pequeño de descontentos quienes causaron el problema. Ellos influenciaron a la gente que pidieran a Moisés lo imposible.

No envidio el trabajo de Moisés. Tuvo que guiar casi dos millones de personas a través de un desierto desolado, ser responsable de establecer todas sus disputas, contestar todas sus quejas, resolver todas sus dificultades, y suplir todas sus necesidades, y llevar toda la carga de esto constantemente sobre él por cuarenta años.

Este es un trabajo que yo no tendría ningún deseo, pero Moisés lo hizo. En esta ocasión, sin embargo, se hizo muy pesado para él. Él viene a Dios con esta petición, y en su quisquilloso quejido dice, "¿Señor, como puedo yo suplir carne para toda esta gente?" Estoy seguro que sus mentes corren de inmediato, como la mía, al Nuevo Testamento, cuando los discípulos vinieron a Jesús y dijeron, "hay cinco mil personas aquí y no tenemos alimentos para ellos. ¿Qué podemos hacer? {cf Mat 14:15-21}. Moisés estaba pasando por una situación similar.

Bien, Dios le contestó, y es maravilloso ver su gracia y profundidad en la respuesta. Él primero le contesta librándolo de la presión de Moisés, dividiendo la labor. Verso 16:

Entonces Jehová dijo á Moisés: Júntame setenta varones de los ancianos de Israel, que tu sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos á la puerta del tabernáculo del testimonio, y esperen allí contigo. Y yo descenderé y hablaré allí contigo; y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo. {Num 11:16-17}

Es maravilloso que Dios escogió en ambos el Antiguo y Nuevo Testamentos al usar ancianos como solución al problema de un ministerio sobrecargado. Encontramos lo mismo en el libro de Hechos. Cuando los apóstoles fueron asignados con la tarea de guiar una iglesia que en rápido crecimiento, que crecía a pasos agigantados--dos mil en un día, tres mil en otro, cinco mil poco después--la solución de el Espíritu fue la de asignar ancianos para dividir la carga entre ellos. A través del Nuevo Testamento encontramos que la forma en que Dios asignó responsabilidades fue el de tomar hombres dignos de confianza, hombres de respeto y honor, y poner el espíritu de liderazgo en ellos y dejar que se distribuyera la carga, descubriendo la mente de Dios para la gente. Siempre me impresiona el hecho de que Dios escogió hacerlo de esta manera y que él entiende la presión que puede venir en un solo individuo que está a cargo de muchas responsabilidades.

Yo creo que este es uno de los conceptos mas malentendidos de la iglesia hoy día. Encuentro que la mayoría de las iglesias no piensan de los ancianos como los vemos aquí funcionando y en el Nuevo Testamento. La mayoría de las iglesias piensan de los ancianos como miembros ejecutivos de la junta que están simplemente encargados de tomar decisiones--la gente viene a ellos con problemas y los ancianos deciden que hacer de acuerdo a lo que ellos crean mejor, igual que haría una junta corporativa de ejecutivos. Pero los ancianos en la Biblia eran hombres que entendía a la gente y entendía sus problemas. Ellos se relacionaban con la gente y se envolvían con ellos, le ministraban a ellos, y traían el conocimiento íntimo de ese envolvimiento con personas y problemas al grupo en general, asi que juntos, los ancianos podían buscar la mente de Dios para saber cual debía ser la decisión. Y la decisión venía de Dios, no de los hombres. Ese es el trabajo de el anciano, y eso es lo que Dios propone hacer aquí con Moisés.

Es interesante ver dos de las funciones de los ancianos, ya que se nos dice un poco más tarde, en el verso 26:

Y habían quedado en el campo dos varones, llamado el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó el espíritu: estaban estos entre los escritos, mas no habían salido al tabernáculo; y profetizaron en el campo. Y corrió un mozo, y dio aviso á Moisés, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campo. {Num 11:26-27}

Este joven está alarmado por esto. El cree que Moisés se va a poner enojado de que cualquiera tendría el atrevimiento de profetizar.

Entonces respondió Josué hijo de Nun, ministro de Moisés, uno de sus mancebos, y dijo: Señor mío Moisés, impídelos. {Num 11:28}

"No podemos dejar que esto suceda. Tenemos que mantener la jerarquía aquí."

Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? más ojalá que todo el pueblo de Jehová fuesen profetas, que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos. {Num 11:29}

¡Qué respuesta gentil, y que claro Moisés entendió el proceso de Dios! En el Nuevo Testamento esto viene a dejarse ver por completo en la iglesia cuando aprendemos que todo el pueblo de Dios está equipado con los dones del Espíritu, ya que el Espíritu está sobre toda la congregación. Se espera de todos nosotros el ministrar de acuerdo a el regalo que Dios nos ha dado. Este incidente en el desierto es una anticipación de esto, cuando Dios comenzó a enseñar cual era su método prescrito para ministrar.

¡Qué lección es esta para nosotros! Como le habrá ayudado a Moisés a saber de que el podía compartir la responsabilidad y la carga con hombres de fe similar que también tenían regalos del Espíritu y que estaban llenos de el Espíritu para que así pudieran funcionar en esta manera.

Esa fue la división de la labor, pero ahora Dios continua contestándole la oración a Moisés con una provisión milagrosa de abastecimiento. Miren al verso 18:

Empero dirás al pueblo: Santificaos para mañana, y comeréis carne: pues que habéis llorado en oídos de Jehová, diciendo: ¡Quién nos diera á comer carne! ¡cierto mejor nos iba en Egipto! Jehová, pues, os dará carne, y comeréis. No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días; Sino hasta un mes de tiempo, hasta que os salga por las narices, y os sea en aborrecimiento: por cuanto menospreciasteis á Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de él, diciendo: ¿Para qué salimos acá de Egipto? {Num 11:18-20}

¡Qué clase de comentario en espíritu de criticar y dar quejas! Todo esto termina siendo un insulto a la presencia y poder de Dios, ¿no es así? Cuando nos quejamos de lo que Dios nos ha traído y las condiciones que el ha puesto en nosotros, hacemos exactamente lo mismo que hicieron los que murmuraron en el pueblo de Israel. Eso despierta el coraje de Dios de que seamos tan desagradecidos, ignorantes de quién es él, incrédulos de que él está en medio nuestro y que puede solucionar los problemas. Seguramente que podemos al menos darle una oportunidad a él para que demuestre su sabiduría, y su poder entre nosotros.

Leemos después como Dios hizo esta provisión milagrosa. Verso 31:

Y salió un viento de Jehová, y trajo codornices de la mar, y dejólas sobre el real, un día de camino de la una parte, y un día de camino de la otra, en derredor del campo, y casi dos codos sobre la haz de la tierra. {Num 11:31}

Esto no quiere decir que las codornices se amontonaron a esa altitud. Lo que quiere decir es que volaron a ese nivel, dos cúbicos (alrededor de tres o cuatro pies) por encima de la tierra, para que los israelitas pudiera ir con garrotes y los golpearan al suelo y asi tomar la carne que estaban hambrientos de comer. Y eso hicieron. Se nos dice:

Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquel día, y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogiéronse codornices: el que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí á lo largo en derredor del campo. {Num 11:32}

Ellos comenzaron a comerlos, y como Dios dijo, tuvieron tanto de comer codornices que empezaron a disgustarse de ellos. Ahora entiendo que es imposible comer codornices por más de algunos días porque la carne de codorniz es muy rica. Después de algunas comidas de codornices no puedes ver ninguna más, pero esta gente comió hasta que se le salieron por las narices, Dios de verdad que le suplió su necesidad.

Uno de los gran principios que se ven a través de las Escrituras es que Dios con frecuencia enseña a su pueblo. ¿Ha realizado usted que peligroso puede ser, a veces, tener sus peticiones contestadas? Dios puede darle lo que usted pida como lo hizo con esta gente, pero no durará mucho tiempo antes de que usted no querrá lo que él le ha dado.

Hace algunos años que un joven de escuela superior me dijo, "Hace algunas semanas conocí a la muchacha más hermosa. Oré al Señor, Si tu me dejaras conocer a esta muchacha, y poder conocerla más, y salir con ella, yo sería la persona más contenta de la tierra.”, Dios contestó mi oración. La conocí y comencé a salir con ella, pero ahora estoy orando, ¡Señor, si pudieras ayudarme a salir de esta joven, yo sería la persona más feliz de la tierra" Eso es lo que sucede a veces. Esa es la forma en que Dios nos enseña cómo y por qué orar. De su ingratitud, y su falta de entendimiento, y falta de confianza, esta gente aquí en el desierto oró un tipo de oración errónea pero Dios la contestó para que aprendieran de esa experiencia. Esto es reflejado a menudo en nuestra experiencia en el presente.

Ahora, no fue tan solo la división de la labor, y la provisión de abastecimiento, pero también hubo un juicio discriminado que Dios hizo, en el verso 33 se nos dice:

Aun estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese mascada, cuando el furor de Jehová se encendió en el pueblo, é hirío Jehová al pueblo con una muy grande plaga. {Num 11:33}

Se piensa que la carne se dañó sin que los israelitas lo supieran. Algún tipo de botulismo, quizás es la razón por la cual esta plaga se manifestó entre ellos. Se nos dice:

Y llamó el nombre de aquel lugar Kibroth-hattaavah [que quiere decir "las sepulturas de las codicias], por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso. {Num 11:34}

Ahora noten algo, no todos murieron, o todo el que murmuró y se quejó murió. Dios solamente identificó a los autores de este descontento, ya que antes en el verso 4 se nos dice, "el canalla que estaba entre ellos tenía una gran codicia", y aquí al terminar el pasaje leemos, "cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso." Así que Dios castigó a los instigadores que había entre ellos y contestó la oración de Moisés. Dios libró a Moisés del terrible sentir de la carga, enseñó una gran lección de la queja y su capacidad para suplir a la gente, y al mismo tiempo, juzgó a aquellos que causaron los problemas en el campamento.

Lo notable de esto es que aún la petición de Moisés, siendo de una manera quejosa y reprochable fue sin embargo contestada. Es la oración más pobre que jamás haya orado, es una de las oraciones más débiles de la Biblia, lejos de ser una oración modelo, pero cualquiera que fuese, esta oración fue un atento de recibir recursos divinos. Reconoció la propia insuficiencia de Moisés, y hacía conciencia de los recursos increíbles de Dios, su sabiduría, y la posibilidad de resolver este problema; por lo tanto Dios lo honró y le contestó. Eso es la oración, una confianza no en nosotros, pero en Dios, que trae más adelante grandes posibilidades.

La diferencia clara entre Moisés el hombre y Moisés el motivador de los eventos mundiales fue la diferencia en el poder de la oración, porque fue la confianza que Moisés tuvo de que Dios iba a hacer y resolver a través de él hizo posible lo que él alcanzó. En el Nuevo Testamento vemos la figura asombrosa de Moisés y lo que fue en la historia. Él enseñó al pueblo de Israel a entender algo más de la grandeza de su Dios que ellos nunca habían tenido. Él reveló a Dios como el Soberano de toda la historia, el Creador de los cielos y la tierra, Señor de Señores, Rey de Reyes, el Suplidor de su pueblo, el Entendedor de las necesidades de la gente. A través de todo este recuento tenemos un retrato maravilloso de como Dios poderosamente usó a este instrumento humano para enseñar a la gente de su grandeza y poder.

En el capítulo once de Hebreos se dice de Moisés "él soportó el verle a él quién es invisible."{Heb 11:27}. Eso es lo que la oración hace. Oración es la actualización de nuestra conciencia de que Dios está allí. No podemos verle, pero él está con nosotros en los eventos de nuestras vidas, las ocurrencias diarias y comunes de nuestra existencia. Eso es de lo que trata la oración.

Ha sido para mi un privilegio en mi vida de haber conocido algunos de los gigantes espirituales de nuestro día. He tenido el privilegio de acercarme a algunos de estos hombres, aún vivir con algunos, y he encontrado invariablemente el mismo patrón--hombres que eran insignificantes en sus alcances personales pero que habían alcanzado grandes logros espirituales por el poder de Dios a través de su actualización en la oración. Siempre he encontrado hombres ordinarios que sin embargo tenían un Dios extraordinario. Eso es lo que trata la oración, ¿no es así?

Es ahí donde también estamos nosotros. No somos peores que Moisés, ni mejores tampoco. Muchos de nosotros se sienten muy de cerca a lo que él hizo:

·         "¿Cómo puedo hacer estas cosas que me estás pidiendo?"

·         "¿Cómo puedo vivir esta situación?"

·         "¿Cómo puedo continuar en los días que siguen?"

·         "¿Por qué me trajiste a este lugar?"

·         "¿Cómo puedo suplir estas necesidades?"

Nuestro grito quisquilloso es a menudo expresado, o sin expresar, a lo largo de estos mismos términos. Que lección es esta que Dios en su gracia, no obstante, contesta y resuelve nuestros problemas, no para que vayamos en oración en una forma reprochable, pero que podamos aprender a como orar y como confiar y crecer en nuestra vida de oración--y entender que, débil e inadecuado como seamos a menudo, nuestro Dios es la clase de Dios que puede escoger vasos débiles como nosotros y usarnos en realizaciones poderosas. Quizás nunca se sepan aquí en la tierra, pero se sabrá ampliamente en el cielo. "Dios ha escogido las cosas débiles de la tierra" dice Pablo, "lo obscuro, lo marginado, lo pobre, para que así avergonzar a los fuertes," {1 Cor 1:27}.

Esa es la forma en que Dios obra. Es una forma muy contraria a la forma que el mundo usa para motivar a las personas para que funcione, o aún a la iglesia mundana que glorifica a los hombres y mujeres y los exalta como estrellas glamorosas que pueden funcionar mas allá de las habilidades ordinarias de las personas. Esa no es la forma que Dios usa. Dios ama a gente ordinaria como usted y como yo, y él está dispuesto a usarnos adonde estamos.

Eso es lo que trata la oración.

Oracion

Señor, te damos gracias por las verdades que hemos estado mirando. Confesamos que a menudo nos sentimos como Moisés. Sentimos que los problemas son muy grandes para nosotros, nuestra vida demanda mucho, nuestras presiones son muy grandes, nuestras circunstancias son muy complejas, y resentimos que se nos pregunte hacerlas. Perdónanos Señor. Danos eso que en la oración de Moisés y de las experiencias de nuestras propias vidas también aprendamos de que tu eres un Dios de recursos infinitos, de sabiduría increíble, de paciencia infinita y entendimiento, y que tu haces estas cosas si confiamos. Ayúdanos en nuestra incredulidad. Oramos en el nombre de Jesús, Amén.

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Título: Posibilidades de la Oración
Serie: Estudios de la Oración de el Antiguo Testamento
Pasaje: Números 11:4-34
Mensaje No: 4
Número de Catálogo: 3738
Fecha: 2 de Noviembre de 1980

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