Bienvenido | Inscripciones | Orientación | Donar al seminario - su ofrenda hace este ministerio posible | |
Seminario Reina Valera
|
|
6. Lo Fructuoso
en la Oración Vida Espiritual ilumina la manera práctica de incorporar la espiritualidad a la vida personal y el ministerio. Se estudia el poder de la oración ilustrada a través de las Escrituras como base de una vida verdaderamente victoriosa en comunión con la voluntad de Dios. LO FRUCTUOSO DE
LA ORACIÓN por Ray C.
Stedman
Hemos estado mirando a lo que hombres
y mujeres del Antiguo Testamento nos han enseñado acerca de la
oración. Comenzamos con la historia de Adán y Eva en el Jardín
del Edén. Allí aprendimos que en el principio la oración era una
simple conversación con Dios, una íntima, honesta, forma informal
de serles sinceros a él. Pero el secreto de la oración es que
comienza con Dios; él la comienza. Adán y Eva simplemente la
llevaron en una manera abierta e informal. Después aprendimos de la vida de Abraham
que la oración proviene legítimamente de el carácter y promesas
de Dios. La oración no es magia; no es una simple forma de usar a
Dios para obtener lo que uno quiere. Oración si es basada en lo que
Dios ha dicho y lo que él ha prometido; y oración es clamando a
esa promesa. Eso es lo que Abraham nos enseñó en su gran oración
por Sodoma y Gomorra. En la vida de Jacob aprendimos que la oración
requiere que tengamos conciencia de nuestras limitaciones humanas.
Dios llevó a Jacob a lo más profundo hasta que no pudo hacer nada
sino agarrarse de él: entonces él contestó su oración. Por lo
tanto la oración depende de el suplemento de Dios en la actividad,
o en muchos casos, ponerlo todo aparte y hacerlo todo él mismo. Después aprendimos de Moisés que la oración
es la confianza en los recursos de Dios y no en nosotros. Aprendimos
que aún en tiempos cuando estamos bajo presión y acosados por las
demandas que nos imponen, y se las traemos a Dios, él convierte a
debiluchos en guerrilleros, los miedosos en hombres y mujeres de fe.
Nuestro último estudio de Jabes non enseñó
que la oración es para los problemas ordinarios diarios de nuestra
vida. Ofrece esperanza al desesperado y una vía de escape para
aquellos que han sido engañados, privados de sus necesidades básicas
y cargados por sus circunstancias. Ahora, en esta mañana en primera de Samuel
venimos a una mujer la cuál su oración fue usada por Dios para
traer al primer--y en cierta forma a el profeta más grande de
Israel, un hombre que se convertiría en el guía espiritual y
mentor de los primeros dos gran reyes de Israel. Desde luego me
refiero a la oración de Anna, la madre de Samuel, encontrado en
primera de Samuel 1 y 2. Se nos dice que la historia es presentada a
nosotros en cuatro movimientos simples por la cuál está
centralizada: primero, el dolor de Anna, después su oración, después
su paz, y finalmente su exaltación. Veamos primero al problema de Anna y el
dolor que le causó. Leyendo en el primer capítulo de Samuel: Hubo un varón de Ramathaim de Sophim, del
monte de Ephraim, que se llamaba Elcana, hijo de Jeroham, hijo de
Eliú, hijo de Thohu, hijo de Suph, Ephrateo. Y tenía él dos
mujeres; el nombre de la una era Anna, y el nombre de la otra
Peninna. Y Peninna tenía hijos, mas Anna no los tenía. Y subía
aquel varón todos los años de su ciudad, a adorar y sacrificar á
Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Eli,
Ophni y Phinees, sacerdotes de Jehová. Y cuando venía el día,
Elcana sacrificaba, y daba a Peninna su mujer, y a todos sus hijos y
a todas sus hijas, a cada uno su parte. Más a Anna daba una parte
escogida; porque amaba a Anna, aunque Jehová había cerrado su
matriz. {1 Sam 1:1-5} Ahí estaba el problema de Anna: ella era
una mujer estéril que deseaba tener un bebé. Todas las mujeres de
esta congregación en esta mañana entienden lo que ella sintió. Aún
las jóvenes solteras sienten en ellas el atractivo del misterio de
la capacidad de ser madre. He visto este deseo aumentar muy fuerte
en mujeres que han alcanzado al punto de que han deseado un bebé más
que cualquier otra cosa en la tierra. Ahora Anna era casada, y
naturalmente esperaba que pronto sintiera las señales de embarazo,
pero pasaron los meses y los años y su vientre permaneció estéril.
Ella sintió el dolor en sus brazos y en su corazón al desear tener
un hijo. Para ser peor, naturalmente era que la otra
esposa, Penina parecía tener un bebé cada vez que se daba vuelta.
Al tanto llegaban la época así venía un hijo nuevo a la familia,
para que el hogar fuese llenado de niños, pero ninguno era de Anna.
El dolor de su corazón se hacía más profundo según pasaba el
tiempo. La llave final de su agonía era de hecho que Penina no se
podía quedar callada en relación a su fertilidad. Ella encontraba
mil y una maneras de recordarle a Anna de su infertílidad. Ella se
mofaba de ella y se burlaba de ella por eso, y cada palabra hería
profundamente a el espíritu de Anna. Ella se dolía de su vida de
infertilidad y de la mofa que le decía su rival. Como punto aparte, quisiera señalar que
esta agonía, la mofa y la burla es parte del precio pagado porque
es un desvío de la intención original de Dios de el matrimonio de
un hombre y una mujer. ¡Alguien ha dicho bien que la consecuencia
de la bigamia es la de dos suegras! La presencia de dos mujeres en la casa, con
certeza va a traer conflicto; esto es siempre un hecho probado
cuando la intención original de Dios es ignorada. Aunque la Biblia
registra el polígamo de algunos patriarcas, no obstante, es nunca
endosado. Aquí hay una ocasión, por lo tanto que se ve el precio
que algunas veces tiene que ser pagado porque el hombre
inconscientemente se deja llevar por las costumbres de la gente a su
alrededor. Este hombre Elkana, tomó dos esposas en vez de una, por
la cual Dios había ordenado. Pero lo más dificultoso que Anna enfrentó
es esta palabra registrada dos veces en este recuento para nosotros,
y es, porque Dios cerró su vientre. Dos veces se nos dice que su
problema viene de Dios. Ahora esto es un reconocimiento claro de una
de las lecciones más fuertes que tenemos que aprender en la vida--la
lección de que incapacidades al nacer, cualquiera que fuere, y aún
las limitaciones corrientes de nuestra vida, dificultosa como fueren
y no importa lo mucho que luchemos en su contra, son dadas a
nosotros por el Señor mismo. Es Dios quién está detrás de las
circunstancias de nuestras vidas. No nos gusta creer eso. Preferimos
creer que todo viene de él enemigo, pero el libro de Job nos
recuerda que el enemigo no nos puede hacer nada a menos que el Señor
se lo permita hacerlo. Fue Dios quién escogió a esta mujer para
ser estéril. Ahora fue Dios quién la creó mujer. Él le dio la
capacidad para hacer las funciones de madre. El puso dentro de ella
el deseo de tener un bebé, el deseo de año tras año de poder
tener la capacidad como mujer de ser madre, pero como este recuento
nos dice claramente, fue Dios también quién previno que ella
tuviera un bebé. Ahora eso puede ser extraño para nosotros
y difícil de reconciliar, pero hay otros recuentos en las
Escrituras que lo confirman. Pienso en la historia de el capítulo
nueve de Juan, donde Jesús y los discípulos vinieron a un hombre
que nació ciego--viniendo de su madre como un bebé pequeñito, sus
ojos estaban ya cerrados. Cuando Jesús y los discípulos lo
encontraron el era un hombre desarrollado ya, sentado al lado del
camino, mendingando. Los discípulos le preguntaron a Jesús, "¿Quién
pecó, este hombre o sus padres, porque nació ciego?" {Juan
9:2}. La pregunta, de hecho, refleja un malentendido común en la
vida que mucha gente comparte aun hoy día, de que todos los
problemas en la vida son causados por nuestros pecados, y que si
algo no marcha bien es porque estamos siendo castigados. Pero este
recuento de Anna, y muchos otros en las Escrituras indican que ese
no es el caso. Ciertamente no era el caso de el hombre ciego, ya que
Jesús le contestó a los discípulos, "Ni este hombre pecó,
ni sus padres," sino, como es expuesto en la Nueva Versión
Internacional, "esto sucedió para que la obra de Dios se
manifestará en su vida," {Juan 9:3}. Habiendo dicho esas
palabras, nuestro Señor lo tocó y abrió sus ojos. Lo que Jesús quiso decir fue que Dios había
creado una condición para que cuando él la librara, nuevos
entendimientos surgirían por causa de su nombre; la gente entendería
más de la misericordia, la gracia y el poder de Dios de lo que
ellos pudieran haber captado de otra manera. En este recuento se nos
da una clave del porque este tipo de incidentes ocurren en nuestras
vidas. Dios no nos da estas circunstancias para atormentarnos, o
para llevarnos a la amargura o resentimiento. A menudo lo
convertimos en eso, pero esa no es la razón por el cual son dadas.
Nuestro Dios no es esa clase de Dios. Él nos los da para que se lo
traigamos a él y nos guíe a la solución que nunca hubiésemos
encontrado, una contestación mayor de la que podríamos haber soñado.
He pensado mucho recientemente acerca de
esa gran película e historia de la vida de Joni, la niña que fue
paralizada en un accidente. Como de una manera hermosa confirma lo
que estamos diciendo aquí. Cuando ella fue de pronto paralizada en
sus años de juventud, ella primero lo tomó con gran resentimiento
y espíritu de amargura, pero al ir tratando de enfrentar su
problema y aceptándolo como una condición que Dios le había dado,
Dios le abrió una puerta en el ministerio y un testimonio por el cuál
ha sido difícil de comparar como un vehículo de comunicación con
otros que tienen una condición similar a la de ella, paralizada y
viviendo en una silla de ruedas. A ella se le ha sido dada una
puerta ancha de ministerio que le llena como nada haya podido
hacerlo. Eso es lo que la historia de Anna nos está diciendo. Dios
le dio un problema para que ella pudiera traérselo a él para
encontrar la solución que él tenía ya en mente. Vemos que este recuento nos lleva a la
oración de Anna. Se nos dice en el verso 7: Y así hacía cada año: cuando subía á
la casa de Jehová, enojaba así á la otra; por lo cual ella
lloraba, y no comía. Y Elcana su marido le dijo: Anna, ¿por qué
lloras? ¿y por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón?
¿No te soy yo mejor que diez hijos? {1 Sam 1:7-8} Esto sucedió en el tiempo de la ofrenda de
los diezmos anuales en Israel. Era la costumbre de los hombres de
vender sus ganados y ovejas y traer el dinero al tabernáculo. Allí
ellos comprarían un animal para ofrecer como sacrificio, pagar el
diezmo al sacerdote, y después cuando el animal era sacrificado, se
reunían alrededor como familia y comían el animal en presencia del
Señor como sus invitados en su propia mesa--muy parecido a la cena
del Señor que hacemos hoy día. Era la costumbre de darle a cada
mujer y sus niños una cierta porción de carne, pero de hecho,
Penina y sus hijos recibían la porción mayor de el sacrificio.
Anna recibe una porción solamente porque ella no tenía hijos. Así
que ya llegaba el tiempo cuando su infertilidad le afectaba más
profundo que en el pasado. Su rival acostumbraba a provocarla mas
severamente en esas ocasiones que en cualquier otra ocasión, mofándose
y burlándose de ella por su condición. El recuento continua en el verso 9: Y levantóse Anna después que hubo comido
y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Eli estaba sentado en una
silla junto á un pilar del templo de Jehová, Ella con amargura de
alma oró á Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo:
Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar la aflicción de tu
sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, mas
dieres á tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré á Jehová todos
los días de su vida, y no subirá navaja sobre su cabeza. Y fué
que como ella orase largamente delante de Jehová, Eli estaba
observando la boca de ella. Mas Anna hablaba en su corazón, y
solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y túvola Eli
por borracha. Entonces le dijo Eli: ¿Hasta cuándo estarás
borracha?; digiere tu vino. Y Anna le respondió, diciendo: No, señor
mío: mas yo soy una mujer trabajada de espíritu: no he bebido vino
ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová. No
tengas á tu sierva por una mujer impía: porque por la magnitud de
mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora. {1 Sam
1:9-16} De primer instancia aparenta ser que esta
oración es un tipo de negocio que ella está ofreciendo dar la vida
de su hijo para atrás al Señor solamente si el Señor se lo da a
ella primero para que ella pueda disfrutarlo. Es posible leer este
recuento de esta forma, pero si miramos de cerca, podemos ver que es
lo que realmente está pasando aquí, porque estoy seguro de que
esta no es la primera vez que Anna ha orado en Silo por un hijo.
Todo el tiempo ella ha soñado con tener un hijo propio, un niñito
para amarle y acariciarle, para ensenarle a caminar, para leerle
historias, para verle crecer a ser hombre y llegar a ser fuerte,
limpio, joven de calibre, el orgullo de su vida. Ella le quería
para ella, y oró a menudo por eso, pero su contestación no fue
contestada. En esta ocasión, sin embargo su oración
fue diferente. Habiendo pasado por años de infertilidad y habiendo
pensado profundamente acerca de los problemas, ella realizó algo
por primera vez que nunca supo antes. Ella realizó que los niños
no son solamente para padres y madres--ellos son para el Señor. Son
dados a sus padres prestados por un tiempo, pero la razón de que
son dados es para ser usados por el Señor. Hay un verso en la carta
de Pablo a los Corintios, Capítulo 6, en el cuál, hablando en un
contexto diferente, él dice, "Mas el cuerpo no es para
fornicación sino para el Señor," {1 Cor 6:13}. Eso es para lo
que nuestros cuerpos son, para que podamos ser usados por Dios.
Ciertamente este recuento indica el hecho que este niño quién
finalmente nació, Samuel, fue el hombre de Dios que proveería la
necesidad de una nación. Sin dudas Dios le enseño a Anna de una
manera profunda a través de estas horas de lucha sobre su
infertilidad, así que en gran angustia y con seriedad intensa ella
ora para que Dios tuviera lo que él quería, un hombre para su
gloria y sus propósitos, y que él le dejara ser a ella el
instrumento de esa bendición. Ahora inmediatamente leemos un cambio muy
notable en el corazón de Anna, el recuento dice, verso 17: Y Eli respondió, y dijo: Ve en paz, y el
Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho. Y ella dijo:
Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y fuése la mujer
su camino, y comió, y no estuvo más triste. {1 Sam 1:17-18} De inmediato, "La paz que sobrepasa
todo entendimiento" { Fil 4:7}, ha comenzado a cuidar de su
corazón y espíritu. Ahora, el nacimiento del bebé no ocurrió
hasta unos meses después, pero cuando el bebé nació ella lo llamó
Samuel, que quiere decir, "Pedido de Dios." Dios le
concedió su petición, pero allí hubo paz en el corazón de Anna
desde el mismo momento de su oración. Esto es un comentario hermoso
en ese hermoso pasaje en Filipenses 4 donde el apóstol Pablo nos
dice: Por nada estéis afanosos; sino sean
notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y
ruego, con hacimiento de gracias. {Fil 4:6} Uno esperaría que leyera, "y tus
oraciones serán contestadas, "pero lo que dice es lo siguiente,
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
entendimientos en Cristo Jesús. {Fil 4:7} Eso es lo que Anna ha experimentado aquí. Cuando Patrick Cunningham y yo estuvimos en
Escosia hace unas semanas atrás, fuimos entretenidos una noche en
una hermosa casa al norte de Glasgow. Sentados en la sala con un
grupo de amigos, le pregunté a él auspiciador si las grandes
ciudades escocesas fueron fuertemente bombardeadas durante la
segunda guerra mundial. La señora de la familia, una persona muy
encantadora, habló y dijo, "En verdad, si, han sido
bombardeadas fuertemente, especialmente Clydebank," donde
estaban los astilleros grandes escoceses, la cual estaban cerca de
las colinas donde vivían. Ella dijo que recordaba claramente como
ella y su hijo (quién tenía solo 6 años de edad en aquel tiempo)
estaban en la casa solos una noche cuando escucharon los bombardeos
alemanes llegando al lugar. "Sabíamos que estábamos en
aprietos," ella dijo, "así que apagamos todas las luces y
nos juntamos en la obscuridad. Escuchamos las bombas cayendo en los
astilleros, y hubo un gran ruido ensordecedor. Estas explosiones
estaban solamente unas millas cerca, y sabíamos que había la
posibilidad de que uno de los bombardeos fallará el blanco y dejara
caer bombas en nuestra casa. Al coger a mi pequeño niño, el me miró
y me dijo, “Mamá, canta algo." "Bueno, ella dijo,
"Yo no me sentía con ganas de cantar, pero el quería que yo
cantara, y dije, “¿Que quieres que yo cante?” El
dijo, Canta, "Dios está todavía en teléfono." (Actualmente,
las palabras son, "Dios Está Todavía En El Trono," pero
esa fue la forma que él lo oyó.) Así que ella cantó, "Dios está todavía en el teléfono Cuando ya acabaron de cantar el niñito
dijo, "Ahora vamos a orar para que Dios se lleve los ruidos de
aquí." Así que oraron para que Dios pusiera un alto a las
explosiones. Al ella orar, el niñito se quedó dormido, y durmió
toda la noche. Aunque las explosiones ocurrieron toda la noche, el
nunca oyó ninguna de ellas. Por la mañana cuando despertó, dijo,
"¿O mamá, no es maravilloso? Dios está en el teléfono, ¿no
es así? El se llevó todos los ruidos. Nunca escuché ninguno de
ellos." Se regocijaron juntos de que Dios estaba todavía en el
teléfono. Yo regresé con esa historia muy cerca de
mi corazón como un recordatorio de la presencia, lo maravilloso, y
el misterio de la oración que está disponible para nosotros para
tener paz en nuestros corazones cuando estemos tribulados por las
circunstancias de nuestras vidas. Es de verdad maravilloso el
recordar que, "Dios está todavía en el teléfono." Bueno, hay otro golpe al final de este
recuento, se encuentra en el capítulo 2, donde leemos de la
alabanza de que Anna expresó. No voy a leer el resto de el capítulo
1, pero el recuento nos dice de que cuando el tiempo llegó, Anna
dio a luz un niño que ella llamó por nombre Samuel. Por varios años
ella no fué al templo a adorar al tiempo de la ofrenda. Ella esperó
hasta que el niño dejara de requerir de ella el alimento, que en la
economía judía era cuando tenían alrededor de cinco o seis años.
Entonces ella regresó al templo con su esposo, y el último verso
de el capitulo 1 dice: Y adoró allí a Jehová. {1 Sam 1:28b} Y el capitulo 2 comienza con estas palabras,
Y Ann oró y dijo: Mi corazón se regocija
en Jehová, Mi cuerno es ensalzado en Jehová; Mi boca se ensanchó
sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salud. No hay santo
como Jehová: Porque no hay ninguno fuera de ti; Y no hay refugio
como el Dios nuestro. No multipliquéis hablando grandezas, altanerías;
Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de
todo saber es Jehová, Y á él toca el pesar las acciones. Los
arcos de los fuertes fueron quebrados, Y los flacos se ciñeron de
fortaleza. Los hartos se alquilaron por pan: Y cesaron los
hambrientos: Hasta parir siete la estéril, Y la que tenía muchos
hijos enfermó. Jehová mata, y él da vida: El hace descender al
sepulcro, y hace subir. Jehová empobrece, y él enriquece: Abate, y
ensalza. {1 Sam 2:1-7} Noten como ella reconoce la mano de Dios en
todo--no tan solo en las liberaciones, pero en los problemas también.
Ella reconoce que Dios cerró su vientre para que él la trajera a
una contestación completa que de otra manera no lo hubiese sabido. Ella continúa: El levanta del polvo al pobre, Y al
menesteroso ensalza del estiércol, Para asentarlo con los príncipes;
Y hace que tengan por heredad asiento de honra: Porque de Jehová
son las columnas de la tierra, Y él asentó sobre ellas el mundo.
El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en
tinieblas; Porque nadie será fuerte por su fuerza. Delante de Jehová
serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde
los cielos: Jehová juzgará los términos de la tierra, Y dará
fortaleza á su Rey, Y ensalzará el cuerno de su Mesías. Y Elcana
se volvió á su casa en Ramatha; y el niño ministraba á Jehová
delante del sacerdote Eli. {1 Sam 2:8-11} Muchos siglos después, el ángel Gabriel
fue enviado a María de Nazaret para decirle que ella iba a tener un
bebé, aunque nunca se había casado con un hombre. Cuando ella
sintió los movimientos dentro de ella, María fue a visitar a su
hermana Elizabeth (quién también fue grande con su niño, el cuál
iba a ser Juan el Bautista), y ella comenzó a cantar en aquella
ocasión. Todos los estudiosos de la Biblia están de acuerdo que si
uno compara esa canción cuidadosamente con esta canción de Anna,
encontrarán que María cogió prestado el tema, y aún ciertas
frases, directamente de Anna. Ahora es adecuado de que esto sucedería,
porque Samuel era la contestación de parte de Dios para las
necesidades de la nación en un momento de decadencia de fe, cuando
al final de el tiempo de los Jueces, la nación estaba al borde de
división y disolución. De la misma manera cuando Jesús vino, la
nación había caído en lugar de infertilidad y desespero. De hecho
todo el mundo había caído en una condición de tinieblas. Por
cuatrocientos años de silencio, Israel, la cuna del mundo, no había
tenido un hombre de Dios para hablarles a las naciones en sanidad, y
en fortaleza y vida. Las mofas jactanciosas de filosofías paganas
se burlaban de las reclamaciones de Israel de ser una nación que
traería la redención a un mundo que estaba muriendo. Pero a la
hora más negra, el ángel Gabriel fue enviado a María para decirle
que cuando se cumpliera el tiempo de llegada, Dios enviaría a su
Hijo, nacido de mujer, bajo la ley, para liberarnos aquellos que estábamos
bajo la ley. Cuando esa ocasión llegó, como recordamos muy bien en
estos días de navidad, los ángeles comenzaron a cantar en los
llanos de Belén, a gran voz, "En tí es nacido hoy en la
ciudad de David, un Salvador que es Cristo Jesús," {Luc 2:11}.
No creo que haya nada más hermoso en toda
la Biblia que este recordatorio que Nuestros problemas son dados por el Señor; Nuestras circunstancias vienes de su mano; Nuestras dificultades son de su hechura. Él nos lo da, no para que nos dé coraje, resentimientos,
estemos amargados o desesperados, pero para que podamos traerlos
otra vez a él como Anna hizo, ponerlo en sus manos y dejar que él
nos guíe a una solución mayor que él ha tenido en mente todo el
camino, para que también nos unamos en una gran canción de adoración,
magnífica, " Mi alma magnifica a él Señor" {Luc 1:46b},
porque él ha tenido misericordia con nosotros en tiempo de nuestra
desesperación. Algunos de ustedes podrían estar luchando
con problemas grandes hoy. Estamos luchando con muchos de ellos en
nuestras propias familias, pero quiero decirles que esta historia de
Anna ha sido de gran bendición a mi propio corazón. Yo espero sea
también para ustedes, al aprender de ella de traer nuestros
problemas a él Señor en oración. Que la paz de Dios que sobrepasa
todo entendimiento nos sostenga hasta la hora de la solución, y
creará en nuestras vidas el programa y el plan de Dios y, la
contestación de Dios.
Título: Lo Fructífero de la Oración Copyright © 1995 Discovery Publishing un
ministerio de la Iglesia Peninsula Bible. Este archivo de datos es
propiedad exclusiva de Discovery Publishing, un ministerio de la
Iglesia Peninsula Bible. Solo puede copiarse en su totalidad con el
fin de circularlo gratis. Todas las copias de este archivo de datos
deben llevar la notificación de derechos de autor arriba
mencionados. No se puede copiar en parte, editar, revisar ni copiar
con el fin de vender o incorporar a ninguna publicación comercial,
grabación, retransmisión, representaciones, muestras o ningún
otro producto para la venta estos archivos de datos, sin el permiso
escrito de Discovery Publishing. Para solicitar dicha autorización
se deberá hacer por escrito dirigiéndose a Discovery Publishing,
3505 MiddlefiÉld Rd. Palo
Alto, California 94306-3695.
|
|
|||||
Bienvenido | Inscripciones | Orientación | Donar al seminario - su ofrenda hace este ministerio posible |