Bienvenido | Inscripciones | Orientación | Donar al seminario - su ofrenda hace este ministerio posible | |
Seminario Reina Valera
|
|
38. Duelo Consejería Cristiana es una introducción a la consejería bíblica que el pastor puede aplicar a las necesidades de las personas que buscan su ayuda. Se estudia el comportamiento del hombre y los factores que forjan su carácter para comprender mejor la condición humana. Esta matería representa una investigación del educador cristiano y rector del Seminario Reina Valera, Gilberto Abels. El Duelo
Introducción El duelo es una experiencia común y dolorosa. Tarde o temprano todos experimentamos la pérdida de algún ser querido. Sin embargo, actualmente pensamos y hablamos muy poco sobre la muerte, quizás porque nos enfrentamos a la misma menos frecuentemente de lo que lo hacían nuestros antepasados. Para ellos, la muerte de un hermano, amigo o pariente era una experiencia habitual en su infancia o adolescencia. Para nosotros, este tipo de pérdida suele tener lugar más tarde un nuestras vidas. Por esta razón, no tenemos muchas oportunidades de aprender sobre el duelo -cómo sentirse, cómo obrar correctamente, que es " normal " o sobre como superarlo. A pesar de ello, no nos queda más remedio que afrontar el fallecimiento de nuestros seres queridos cuando este finalmente se produce. En este folleto usted encontrará información sobre algunas de las formas en las que nos afligimos tras la pérdida de alguien querido, sobre como en ocasiones no superamos el proceso de duelo, y sobre la ayuda disponible al respecto Duelo El duelo tiene lugar tras cualquier clase de pérdida, aunque suele ser más intenso tras el fallecimiento de algún ser querido. No es un sentimiento único, sino más bien una completa sucesión de sentimientos que precisan de cierto tiempo para ser superados, no siendo posible el acortar este período de tiempo. Aunque todos somos diferentes, el orden en que experimentamos estos sentimientos es muy similar para la mayoría de nosotros. El duelo es más frecuente tras el fallecimiento de alguien al que conocíamos desde hace algún tiempo. No obstante, parece claro que aquellas personas que han tenido un aborto o que han experimentado la pérdida de niños muy pequeños sufren una experiencia muy similar al duelo y precisan de la misma clase de cuidados y consideración. En las pocas horas o días que siguen al fallecimiento de un pariente cercano o de un amigo, la mayoría de los afectados se siente simplemente aturdida o confundida ya que no se llegan a creer lo que realmente ha ocurrido. Esta sensación puede tener lugar a pesar de que el fallecimiento hubiera sido esperado. Este entumecimiento o adormecimiento emocional puede ser de ayuda a la hora de afrontar los importantes cometidos que hay que llevar a cabo tras el fallecimiento, tales como el contactar con los demás parientes y la organización del funeral. Sin embargo, esta sensación de irrealidad puede llegar a ser un problema si persiste durante mucho tiempo. El ver el cuerpo del fallecido puede ser, para algunos, la forma de empezar a superar esta fase. De forma similar, para algunas personas, el funeral es una ocasión en la que se empieza a afrontar la realidad de lo acontecido. El ver el cuerpo del difunto o el atender al funeral puede llegar a ser muy doloroso, pero son las únicas formas de que disponemos para decir adiós a aquellos que hemos amado. Estas actividades pueden parecer tan dolorosas que puede surgir la tentación de no afrontarlas, aunque con frecuencia esto conduce en el futuro a una sensación de profundo disgusto. Pronto, no obstante, desaparece este aturdimiento que suele ser reemplazado por una intensa sensación de agitación y desasosiego con anhelo de la persona fallecida. El afectado por el duelo alberga en algún modo el deseo de encontrarse con el fallecido aunque sabe que esto es claramente imposible. Esto hace difícil el relajarse o concentrarse en cualquier actividad, así como también resulta difícil el dormir adecuadamente. Los sueños pueden ser extremadamente perturbadores. Algunas personas pueden sentir que "ven " a su persona amada en cualquier sitio al que van - la calle, el parque, alrededor de la casa, o en cualquier lugar en el que hubieran estado juntos con anterioridad. Los afectados frecuentemente se sienten muy "enfadados" en este momento del duelo, y suelen estarlo con los médicos y enfermeras que no evitaron su muerte, con sus familiares y amigos quienes no hicieron lo suficiente, o incluso con la persona fallecida porque los ha abandonado. Otro sentimiento común en el proceso del duelo suele ser el de culpa. Las personas en duelo con frecuencia piensan en todas aquellas cosas que les hubiera gustado decir y/o hacer y que no fueron posibles. Pueden incluso llegar a pensar que podrían haber actuado de una forma diferente y que esto hubiera podido evitar la muerte de su ser querido. Desde luego, la muerte generalmente está más allá del control de cualquiera y la persona en duelo puede necesitar que se lo recuerden. La culpa puede también surgir si se experimenta cierta sensación de alivio tras el fallecimiento de una persona afectada por una enfermedad particularmente penosa o muy dolorosa. Este sentimiento es natural, extremadamente comprensible y muy frecuente. Este estado de agitación es generalmente más intenso a las dos semanas del fallecimiento, aunque pronto se sigue de una sensación de tristeza tranquila o depresión, aislamiento y silencio. Estos cambios repentinos de emoción pueden confundir a los amigos o parientes pero son parte del modo normal de superar las diferentes etapas del proceso de duelo. Según la agitación disminuye, los períodos de depresión se hacen más frecuentes y alcanzan su máxima intensidad a las 4 o 6 semanas del fallecimiento. Los momentos de gran aflicción o pena pueden ocurrir en cualquier momento, desencadenados por personas, lugares o cosas que recuerdan a la persona fallecida. A algunas personas les resultan difíciles de comprender o embarazosos los momentos en los que la persona en duelo explota en lágrimas sin razón aparente. En esta etapa puede ser deseable el mantenerse apartado de aquellos que no comprenden totalmente o que no comparten el duelo. Sin embargo, el evitar a los demás puede acumular los problemas para el futuro y generalmente es mejor el intentar reintegrarse a las actividades habituales de cada persona tras aproximadamente un par de semanas. Durante este tiempo, a los demás puede pareceres que la persona en duelo desperdicia gran cantidad de tiempo sentada sin hacer nada. Lo cierto es que la persona en duelo generalmente piensa en esos momentos en el fallecido, recordando una y otra vez tanto los buenos como los malos momentos pasados juntos. Esta es una parte tranquila aunque esencial del afrontamiento. Con el paso del tiempo, el dolor intenso de la fase inicial del duelo comienza a desvanecerse. La depresión disminuye y empieza a ser posible pensar en otras cosas e incluso el mirar hacia el futuro. Sin embargo, la sensación de haber perdido parte de uno mismo nunca desaparece del todo. Para los cónyuges en duelo por el fallecimiento de su pareja existen continuos recordatorios de su nueva situación de soledad al ver a otras parejas juntas y a causa del bombardeo continuo de imágenes de familias felices en los medios de comunicación. Tras cierto tiempo, se hace posible el sentir de nuevo al completo, aun cuando haya desaparecido una parte de nosotros. Aún así, años más tarde podemos encontrarnos hablando como si él o ella todavía estuvieran aquí. Las etapas del duelo anteriormente descritas con frecuencia se superponen y se muestran de diferentes formas en diferentes personas. La mayoría de las personas en duelo suele recuperarse en el primer o segundo año tras el fallecimiento. La fase final del proceso de duelo es la desvinculación de la persona fallecida y el comienzo de un nuevo tipo de vida. La depresión desaparece por completo, el sueño mejora y el nivel de energía retorna a la normalidad. El deseo sexual, que puede haber desaparecido por algún tiempo, ahora regresará - esto es bastante normal y en absoluto hay que avergonzarse de ello. Como vemos, no existe una forma estándar de duelo. Además, las personas pertenecientes a diferentes culturas suelen afrontar la muerte de formas bien diferentes. A través de los siglos, la gente de las diferentes partes del mundo ha desarrollado sus propias ceremonias y rituales para afrontar la muerte. En algunas comunidades la muerte es concebida únicamente como un paso más en el ciclo continuo de la vida a la muerte más que como un final absoluto. Los rituales y ceremonias del duelo pueden ser muy públicos y demostrativos o privados y tranquilos. En algunas culturas el período de duelo es fijo, en otras no. Aunque los sentimientos experimentados por las personas en duelo en las diferentes culturas pueden ser similares, sus formas de expresarle pueden ser muy diferentes. Niños y adolescentes Aún cuando los niños no suelen comprender el significado de la muerte hasta que no tienen 3 ó 4 años de edad, sí experimentan la pérdida de parientes cercanos de forma bastante similar a como lo hacen los adultos. No hay dudas de que, aún desde la infancia, los niños se afligen y sufren una gran pena. Sin embargo, los niños perciben el tiempo de forma diferente a como lo hacen los adultos, lo cual hace que puedan pasar por las etapas del duelo bastante rápidamente. En sus primeros años en la escuela los niños pueden sentirse responsables por el fallecimiento de un familiar y por lo tanto pueden necesitar ser reafirmados y tranquilizados al respecto. Los jóvenes pueden no hablar de su duelo por miedo de añadir sobrecargas adicionales a los adultos que les rodean. El duelo de niños y adolescentes y sus necesidades de duelo no deben ser pasadas por alto cuando un miembro de la familia ha fallecido y deberían ser incluidos en los arreglos del funeral. Cómo pueden ayudar a los amigos y familiares Los familiares y amigos pueden ayudar dedicando tiempo a la persona que está en duelo. No se necesitan demasiadas palabras de consuelo sino más bien la voluntad de estar con ellos durante el período de tiempo de su dolor y pena. Un brazo amable sobre los hombros expresará atención y apoyo cuando las palabras no son suficientes. Es importante que, si lo desean, las personas en duelo puedan llorar ante alguien con quien puedan hablar sobre sus sentimientos de dolor y pena sin que se les diga que se sobrepongan. Con el tiempo, ellos podrán superarlo, pero primero necesitan hablar y llorar. A algunas personas les puede resultar difícil el comprender porqué el que está en duelo persiste en hablar sobre lo mismo una y otra vez, pero esto forma parte del proceso normal de resolución del duelo y debe ser estimulado. Si usted no sabe que decir, o incluso no sabe si hablar sobre ello o no, sea honesto y dígalo. Esto dará a la persona en duelo una oportunidad para expresarle su deseo, qué es lo que quiere. Con frecuencia los demás evitan el mencionar el nombre de la persona fallecida por miedo al trastorno que esto pueda causar. Sin embargo, la persona en duelo puede interpretar este hecho como que los demás han olvidado su pérdida, añadiendo una sensación de soledad a sus sentimientos de dolor. Debe recordarse que las ocasiones festivas y los aniversarios (no solamente de la muerte sino también de la boda o el cumpleaños) son momentos particularmente dolorosos en los que los familiares y amigos deben hacer un esfuerzo especial por estar cerca de la persona afligida por el duelo. La ayuda práctica con la limpieza, las compras o el cuidado de los niños puede aliviar la sobrecarga que implica el estar solo. Los cónyuges ancianos en duelo pueden precisar de ayuda con aquellos cometidos que el cónyuge fallecido solía asumir, como encargarse de las facturas, cocinar, las labores de la casa, revisar el coche, etc. Es importante el conceder a la persona en duelo el tiempo suficiente para la superación del mismo. Algunas personas parecen superar la pérdida rápidamente, pero otras precisan de más tiempo. Así, no es conveniente exigir demasiado pronto de un amigo o familiar en duelo, ya que precisan de tiempo para superarlo de una forma adecuada que les evite problemas en el futuro. El duelo que no se resuelve Existen personas que parecen no experimentar ningún tipo de duelo. No lloran en el funeral, evitan cualquier mención a su pérdida y regresan a su vida normal muy rápidamente. Esta es su forma normal de afrontar la pérdida y no resultan perjudicados. Pero otras personas pueden sufrir síntomas físicos extraños o episodios repetidos de depresión en los años posteriores. Algunas personas no tienen la oportunidad de desarrollar un duelo adecuado ya que las demandas, familiares o laborales, que han de afrontar tras la pérdida no se lo permiten. En ocasiones, el problema es que la pérdida no es vista como algo propio. Esto ocurre con frecuencia, aunque no siempre, en aquellas personas que han tenido un aborto. De nuevo, pueden seguir períodos frecuentes de depresión. En otros casos, la fase inicial del duelo caracterizada por aturdimiento e incredulidad puede persistir en el tiempo. Los años pueden pasar y la persona en duelo puede encontrar difícil creer que la persona que amaba esté muerta. Otros serán incapaces de pensar en cualquier otra cosa pudiendo llegar a convertir la habitación del fallecido en un santuario dedicado a su memoria. Ocasionalmente la depresión que tiene lugar en cada duelo puede hacerse tan intensa que se rechacen la comida y la bebida y que surjan pensamientos suicidas que hagan necesaria la intervención de su médico de cabecera. Ayuda de su doctor Ocasionalmente, las noches de insomnio pueden prolongarse en el tiempo constituyendo un problema grave. Su médico de cabecera entonces podrá prescribirle algún fármaco hipnótico durante algunos días. Si la depresión persiste hasta el punto de afectar el apetito, el nivel de energía, y el sueño, podrán ser necesarios los fármacos antidepresivos, que como usted sabe no crean dependencia. Si la depresión todavía no mejora su médico de cabecera le remitirá a la consulta de su psiquiatra de zona. Las personas con dificultades en la resolución de su duelo pueden obtener ayuda de su médico de cabecera o de las diferentes ONG u organizaciones religiosas existentes. Para algunos será suficiente el encontrarse y hablar con personas que han pasado por la misma experiencia que ellos. Otros precisarán acudir a un consejero o psicoterapeuta, bien en grupo o de forma individual, durante cierto tiempo. El duelo vuelve patas arriba nuestro mundo y es una de las experiencias más dolorosas que los seres humanos tenemos que superar. Puede ser extraño, terrible o sobrecogedor. A pesar de ello, es parte de la vida que hemos de afrontar y generalmente no requiere de atención médica. Para aquellos que lo precisen, la ayuda está disponible, no sólo por parte de sus médicos de cabecera, sino también de las diferentes organizaciones no gubernamentales y religiosas existentes. Duelo Infantil
El anhelo del hijo por el padre muerto es especialmente
intenso y penoso, sobre todo cuando las cosas se vuelven más difíciles
de lo que eran antes. Ante la noticia de pérdida de un padre algunos
niños lloran otros, en cambio, no. La tendencia a llorar se manifiesta
poco en niños menores de 5 años y en los mayores de 10 es prolongada.
ASPECTOS QUE INFLUYEN EN LA SITUACIÓN DE DUELO. El camino que tome el duelo, esta profundamente influido por la manera en que sea tratado, el padre sobreviviente, por sus parientes y amigos durante las semanas y meses que sigan a la pérdida. 1.- Lo que se le dice al niño y cuando se le dice:
Los adultos suelen estar presentes cuando muere un
deudo o pariente, si no lo están, la información le llega de todas
maneras en forma pronta. En cambio, en nuestra sociedad, esto no
ocurre con los niños, y la información suele llegárles en forma tardía
y equívoca. Debido a esto muchas veces la respuesta del niño no está
en consonancia con lo ocurrido. Ahora bien, los dos tipos de informaciones decisivas que se le deben entregar al niño son:
- El padre muerto no regresará.
Esta información es difícil de entregar porqué el padre
sobreviviente busca proteger al hijo de la impresión de muerte y de la
situación de duelo. -El 1º paso consiste en brindar apoyo al padre sobreviviente de manera tal que pueda reflexionar sobre lo ocurrido. Se le debe ayudar a expresar sus sentimientos e impulsos, de esta manera el duelo toma un camino sano. Una vez producido esto, se hace menos dura la tarea de incluir a los hijos en el proceso de duelo. -El padre y los hijos pueden expresar en común sus sentimientos. -Finalmente debe considerarse que sólo patologías y confusión nacen al ocultar la información de muerte a un niño, o cuando se reprimen sus sentimientos. Sólo cuando se les da información verdadera y el apoyo necesario, los niños son capaces de asumir y responder al duelo en forma realista y sana. 2.- Ideas del Niño sobre la muerte:
Las ideas de muerte de un niño derivan de sus
tradiciones familiares y de la relación con su grupo de pares. 3.- Consideraciones Favorables al Duelo
Siempre que las condiciones sean favorables, todo niño
va a llorar a un padre desaparecido, igual que en el duelo sano del
adulto. - Que haya mantenido una relación razonablemente segura y afectuosa con sus padres antes de sufrir la pérdida. - Que se le dé información precisa sobre lo ocurrido, que se le permita hacer toda clase de preguntas y se le conteste del modo más honesto posible, que participe en la aflicción de la familia e incluso en las ceremonias fúnebres. - Que cuente con la consoladora presencia del padre sobreviviente, sino es posible, de un sustituto de confianza y que tenga la seguridad de que esa relación habrá de continuar.
Reconocemos que en la realidad estas condiciones son
difíciles de reunir. Después de la muerte de un padre, el niño o el
adolescente generalmente anhela su presencia con tanta persistencia
como un adulto, a veces abriga la esperanza de que el padre
desaparecido pueda volver, otras veces reconoce de mala gana que eso
no puede ser y se pone triste. A veces se puede comprobar que
experimenta una viva sensación de la presencia de la persona muerta.
Puede tener estallidos de cólera por la pérdida sufrida y en otras
sentimientos de culpabilidad, también teme que el padre sobreviviente
muera, es decir el resultado de una pérdida es temer sufrir otra
pérdida. A menudo se encontrará ansioso y tendrá conductas difíciles
de comprender. 4.- Respuesta a la Partida El niño frente a la pérdida reacciona de diferentes maneras, algunas de las respuestas a la pérdida que tienen implicaciones prácticas son la ansiedad, cólera y culpa: La ansiedad: un niño que sufrió una pérdida teme sufrir otra. Esta actitud lo hará especialmente sensible a toda separación de la figura que cumple con las funciones de maternidad y también a cualquier hecho que le parezca indicar otra pérdida, es propenso a buscar consuelo en algún juguete viejo o manta, algo esperable a su edad. Cólera o ira: algunos niños pequeños que pierden a un padre se ponen extremadamente furiosos por el hecho. Suelen pasa inadvertidos y por lo tanto no se consignan, especialmente cuando la cólera se expresa de manera indirecta. La culpa será abordada más adelante PÉRDIDA EN LA NIÑEZ Y TRASTORNO PSIQUIATRICO
Cuando las condiciones de duelo son desfavorables, los
niños a los que se les murió un padre suelen convertirse más que otros
en pacientes psiquiatricos. La sintomatología dependerá de la forma en
que fue elaborado el duelo. Estos niños muestran extremada pesadumbre
emocional durante la primera parte de la vida adulta. De todas las atribuidas a la pérdida temprana la conducta suicida es la que más aparece en el testimonio, otras son - Mostrar alto grado de apego ansioso (sobre dependencia). - Desarrollar afecciones depresivas de gravedad que llegan incluso a calificarse como psicóticas. Con respecto a las depresiones, las ideas suicidas son más elaboradas y persistentes que en los otros grupos (separación y divorcio), muchas veces les resultaban difíciles de controlar por lo que buscan ayuda para protegerse. Muchos de los intentos suicidas estaban precedidos por la pérdida o por la amenaza de una pérdida de una persona importante para ellos. 1.- Motivos que conducen al suicidio: El deseo de reunirse con una persona muerta. El deseo de vengarse de una persona muerta por haberse ido, deseo que puede tomar la forma de deseos asesinos contra uno mismo suscitados por una persona que se ha ido o bien deseos de abandonar a otra persona en represalia. El deseo de destruir el sí-mismo a fin de acallar un abrumador sentimiento de culpa por haber contribuido a una muerte. La sensación de que la vida no vale la pena de ser vivida sin ninguna futura perspectiva de una relación amorosa con otra persona. 2.- Motivos para hacer una amenaza de suicidio: El deseo de obtener una respuesta solícita de una figura de apego a la que se siente negligente; éste es el bien conocido grito de ayuda. El deseo de castigar a una figura de apego para obligarla así a ser más atenta. VARIEDADES PATOLÓGICAS 1.- Ansiedad Persistente.
A) Temor a sufrir otra pérdida:
B) Temor de morir también:
2.- Esperanzas de reunión y Deseos de Morir El También:
- O bien cree que el padre muerto regresará a este
mundo
- Promesas hechas por el padre muerto y que no alcanzó
a cumplir, y
3.- Persistencia en Culpar o Culparse.
- En general un niño no tiene ideas claras sobre lo que
causa la muerte. El 60% de los niños se culpa, o culpa al padre por la muerte del otro. Un niño se echará la culpa si el padre que muere o el padre sobreviviente trataron de controlarlo diciéndole que su conducta estaba enfermándole o que sería la causa de su muerte, así mismo cuando oye que un padre amenaza a otro.
4.- Hiperactividad:
5.- compulsión a Entregar Cuidados y a Confiar en Sí
Mismos:
6.- Euforia y Despersonalización:
7.- Síntomas Identificatorios y los Accidentes:
PERDIDA EN LA CONDUCTA DEL PADRE SOBREVIVIENTE CON LOS HIJOS
Viudas:
Cuando un padre muere es inevitable que cambie el modo de tratar a los
hijos del sobreviviente, pues ahora se encuentra en un estado de
aflicción y además es el único responsable de los hijos. La madre
sobreviviente debe desempeñar dos roles.
Viudos:
Cuando se trata de hijas, los padres viudos suelen exigirle demasiado
en cuanto a la compañía y el consuelo. Cuando se trata de hijos
pequeños, el padre encarga el cuidado de los hijos a otra persona y
los ve menos. INTERVENCIÓN TERAPEUTICA
- Rectificación de las fantasías de muerte.
a) Trabajar la elaboración de su propio duelo. Reacciones habituales después de la muerte de un ser querido Alain Giacchi
Recomendaciones para sobrevivir al dolor y a la pérdida Date permiso para estar en duelo Date
permiso para estar mal, necesitado, vulnerable…Puedes pensar que es
mejor no sentir el dolor, o evitarlo con distracciones y ocupaciones
pero, al final, el dolor saldrá a la superficie. El momento de dolerte
es ahora. Deja sentir dentro de ti el dolor Permanece
abierto al dolor de tu corazón. Siente y expresa las emociones que
surjan, no las pares. No te hagas el fuerte, no te guardes todo para
ti, y con el tiempo el dolor irá disminuyendo. Date tiempo para sanar El duelo
por la pérdida de una persona muy importante suele durar entre 1 y 3
años. No te hagas pues expectativas mágicas. Estate preparado para las
RECAÍDAS. Hoy puedes estar bien y un suceso inesperado, una visita, el
aniversario, las Navidades te hacen sentir que estás como al principio,
que vas para atrás, y no es así. Sé paciente contigo mismo/a Aunque las emociones que estas viviendo pueden ser muy intensas y necesitar mucha energía, son PASAJERAS. Procura vivir el momento presente, por duro que sea. Se amable contigo mismo/a. Recuerda que el peor enemigo en el duelo es no quererse. No temas volverte loco/a Puedes vivir sentimientos intensos de tristeza, rabia, culpa, confusión o abatimiento, deseos de morir... Son reacciones habituales y normales después de la muerte de un ser querido. Aplaza las decisiones importantes Decisiones como vender la casa, dejar el trabajo, marcharte a otro lugar…es preferible dejarlas para más adelante. Seguramente, ahora no puedes pensar con suficiente claridad, y podrías más tarde lamentarlo. No suele ser tampoco conveniente iniciar una nueva relación afectiva (nueva pareja, otro embarazo…) mientras no hayas resuelto adecuadamente la pérdida. No descuides tu salud Pasados los primeros días puede resultarte muy útil que te hagas un horario (hora de levantarte, comidas, hora de acostarte…) y lo sigas. Aliméntate bien y cuida tu cuerpo. No abuses del tabaco, alcohol, tranquilizantes... No te automediques Si para ayudarte en estos momentos tienes que tomar algún medicamento, que sea siempre a criterio de un médico y nunca por los consejos de familiares, amigos y vecinos bien intencionados. Recuerda que tomar medicamentos para "no sentir" pueden contribuir a cronificar el duelo. Busca y acepta el apoyo de los otros Sigue conectado con los otros. Necesitas su presencia, su apoyo, su preocupación, su atención... Dale la oportunidad a tus amigos y seres queridos de estar a tu lado. Piensa que pueden querer ayudarte, pero no saben la manera de hacerlo. Pueden temer ser entrometidos o hacerte daño si te recuerdan tu pérdida. No te quedes esperando su ayuda y pídeles lo que necesitas. Procura ser paciente con los demás Ignora los intentos de algunas personas de decirte cómo debes sentirte y por cuanto tiempo. Sentirás que algunas personas no comprenden lo que estas viviendo. Intentarán hacer que te olvides de tu dolor, comprende que lo hacen para no verte triste. Piensa que quieren ayudarte, pero que no saben como hacerlo. Busca personas de confianza que te permitan "estar mal" y desahogarte sin miedo cuando lo necesites. Date permiso para descansar, disfrutar y divertirte Date permiso para sentirte bien, reír con los amigos, hacer bromas... Tienes perfecto derecho y además puede ser de gran ayuda que busques, sin forzar tu propio ritmo, momentos para disfrutar. Recuerda que tu ser querido querría solo lo mejor para ti y que los "malos momentos", vendrán por si solos. Confía en tus propios recursos para salir adelante Recuerda como pudiste resolver otras situaciones difíciles de tu vida. Repítete a menudo: "algún día encontraré mi serenidad".
Cómo ayudar a alguien que ha perdido un ser querido Si quieres acompañar a un familiar o amigo que ha perdido un ser querido, y no sabes cómo hacerlo, te proponemos una serie de senderos o indicaciones sobre la mejor manera de ayudarle. Evitar las frases hechasLa incomodidad nos mueve a recurrir a expresiones que no ayudan para nada: “Tienes que olvidar”, "Mejor así, dejó de sufrir”, "El tiempo todo lo cura", “Manténte fuerte por los niños”, "es la voluntad de Dios", "Es ley de vida"… Lo que más necesitan al principio es hablar y llorar. No decirle que tiene que sobreponerse, ya lo hará a su tiempo. Si no sabes que decir, no digas nada. Escucha, estate presente, sin pensar que tienes que dar consejos constantemente o estar levantando el ánimo. Si no sabes que hacer, colaborar en algunas tareas cotidianas o ayudar en el papeleo, puede ser una buena manera de ayudarlo/a. Tener en cuenta las actitudes que no ayudanNo le digas que le comprendes si no has pasado por una situación similar. No intentes buscar una justificación a lo que ha ocurrido. No te empeñes en animarle/a o tranquilizarle/a. Posiblemente lo que necesita sólo es que le escuches. No le quites importancia a lo que ha sucedido hablándole de lo que todavía le queda. No intentes hacerle ver las ventajas de una nueva etapa en su vida. No es el momento. Dejar que se desahogueSentir y expresar el dolor, la tristeza, la rabia, el miedo…por la muerte de un ser querido, es el ÚNICO camino que existe para cerrar y curar la herida por la pérdida. Estás equivocado/a si piensas verle o dejarle llorar y emocionarse, no sirve más que para añadir más dolor al dolor. Estas equivocado/a si crees que ayudar a alguien que sufre es distraerle de su dolor. Mediante la vivencia y expresión de los sentimientos, la persona en duelo se siente aliviada y liberada. A veces, podemos cortar las emociones del otro para protegernos de las nuestras. No temas nombrar y hablar de la persona fallecida por miedo a que se emocione. Si llora, no tienes que decir o hacer nada especial, lo que más necesita en esos momentos es tu presencia, tu cercanía, tu compañía y tu afecto. No temas tu mismo llorar o emocionarte. No hay nada malo en mostrar tu pena, en mostrar que a ti también te afecta lo que ha pasado, en mostrar que te duele ver a tu amigo/a o familiar en esa situación. Permitir que hable del ser querido que ha muertoPermitir que hable todo el tiempo y todas las veces que lo necesite. Una
pareja de padres expresaba su pesar con estas palabras: Comparte con tu familiar o amigo/a recuerdos de la persona fallecida (ver fotos, contar anécdotas...) Recordar a la persona amada es un consuelo para los supervivientes. Repetir y evocar los recuerdos es parte del camino que tienen que recorrer para sanar su herida. Respetar también su necesidad de no hablar. Mantener el contactoUna viuda se lamentaba: "había más de 400 personas en el funeral de mi marido. Entonces se ofrecieron muchos para ayudarme. ¿Dónde están ahora, después de tres meses?" El contacto puede mantenerse de muchas maneras. Puedes hacerle una visita, quedar para tomar un café o dar un paseo, enviar una carta o un email. Con una llamada telefónica, por ejemplo, puedes romper su soledad y recordarle que no está solo/a, que alguien está pensando en él o ella. Las fiestas y aniversarios son momentos particularmente dolorosos en los que podemos hacer un esfuerzo especial para estar cerca de la persona en duelo.
|
|
|||||||||||
Bienvenido | Inscripciones | Orientación | Donar al seminario - su ofrenda hace este ministerio posible |