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  4. Enojo

Consejería Cristiana es una introducción a la consejería bíblica que el pastor puede aplicar a las necesidades de las personas que buscan su ayuda.  Se estudia el comportamiento del hombre y los factores que forjan su carácter para comprender mejor la condición humana.  Esta matería representa una investigación del educador cristiano y rector del Seminario Reina Valera, Gilberto Abels.

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La Ira y el Odio

En la psicología contemporánea y más especialmente en el enfoque conductista, existen cuatro emociones básicas que rigen el comportamiento del hombre como ser biosicosocial: El placer, el amor, el miedo y la ira, siendo esta última una de las más perniciosas para el ser humano.

Estas emociones están ligadas a la afectividad y en el caso específico de la ira (conocida también como rabia), está relacionada con el desagrado. No hay estado afectivo neutro y no hay sentimiento o emoción que no tenga su compañero contrario. En este caso, lo contrario de la alegría es la ira.

La ira es el sentimiento de desagrado que una persona tiene ante una circunstancia determinada, que le impide actuar de forma serena produciendo alteraciones de la conducta que llegan a ser extremas.

¿Cómo se manifiesta?

La persona sufre trastornos fisiológicos significativos que afectan las vísceras, el sistema nervioso y en especial, la actividad cerebral. La sangre se agolpa, el corazón salta, la garganta se anuda, la boca se seca, el sudor brota, las manos y las piernas tiemblan. Por lo general, la persona iracunda sufre una contracción del rostro, acompañada de una mímica que manifiesta estupor y rabia a la vez. Cuando habla aumenta el tono de la voz, esta conducta emocional -más comunmente- va acompañada de una tendencia exagerada a la gesticulación y en la mayoría de los casos, termina cuando se genera una respuesta violenta ante el estímulo que la provocó.

Hay quienes opinan que la ira, al igual que otras emociones, es innata y congénita, pero estudios más recientes apuntan hacia el hecho de que lo único innato y congénito es la respuesta de los individuos ante las situaciones desagradables que, a través de procesos de maduración y de aprendizaje, se van haciendo diferentes en cada persona.

La ira está muy relacionada con los fracasos, frustraciones y conflictos del hombre. Ahora bien, hay que tener en cuenta que no existen personas que alguna vez no hayan tenido un fracaso. Muy por el contrario, estos son necesarios en el proceso de aprendizaje del hombre.

En la actualidad, se puede apreciar con facilidad, cómo la ira se ha instalado en los ciudadanos de las diferentes clases sociales quienes, debido a las circunstancias por las cuales está atravesando nuestro país, culpan a otros de situaciones de miseria, marginalidad, desempleo, falta de educación, etc., que pudieran estar transitando en un momento determinado. Esta ira contenida genera situaciones de violencia en muchos casos y en los que no, lleva a los individuos a alimentar odios y resentimientos.

¿Qué es el odio?

El odio es el producto de resentimientos y generalmente se define como el sentimiento contrario del amor. En el amor se desea el bienestar para la persona amada. En el odio, el deseo de malestar es lo que está presente. Heráclito lo definió como el amor invertido. La persona que odia manifiesta una conducta hostil, agresiva y repulsiva contra la persona objeto de su odio.

Las personas abrigan odios en su interior a causa de haber sufrido en su vida frustraciones y situaciones adversas que no pudieron superar por diferentes circunstancias. Es el caso de personas que no consiguen perdonar a sus padres porque cuando eran niños, estos tuvieron con ellos conductas altamente represivas e incomprensivas. También es el caso de la persona que sufrió un divorcio o separación traumática y vive odiando a quien fuera su pareja.

Estas personas viven responsabilizando a los demás de sus fracasos y recreando sus problemas con amigos y familiares. Tienen un permanente sentimiento de que el mundo está contra ellas y no entienden que tuvieron responsabilidad en las situaciones adversas que vivieron. Por lo general, les cuesta olvidar lo que "supuestamente le hicieron" y por ende, el perdón no tiene cabida en su vocabulario.

Estudios recientes han demostrado que las personas que guardan odios y resentimientos, los somatizan llegando a sufrir enfermedades tan graves como el cáncer. También se ha determinado que parte importante de la cura de esta enfermedad, depende en gran medida de que las personas comiencen a realizar un trabajo interno que les permita olvidar y dejar atrás, las supuestas causas que les obligaron a sentir odio hacia los demás.

Edmundo Chirinos, reconocido psiquiatra venezolano nos explica que en el caso de la ira la causa original es el miedo. "El miedo es una emoción tan primaria que el hombre la experimenta desde que nace y reacciona ante él con manifestaciones de rabia. De modo que podría decirse que el miedo precede a la ira".

El hombre tiene en el cerebro la misma estructura que posee cualquier mamífero superior y que le permite experimentar las emociones básicas.

"A través de los procesos de aprendizaje, el niño es satisfecho en casi todas sus apetencias pero, como es natural, empieza a ser restringido en algunas. Cuando esto sucede, comienza a manifestar reacciones de ira. Con el paso del tiempo, será más propenso a tener reacciones de ira o de amor, dependiendo del manejo que los padres hagan de esta circunstancia. Si son positivas como en el caso del amor, también se dan respuestas emocionales, que no se diferencian en mucho de las reacciones fisiológicas de la ira, sólo que los centros nerviosos que regulan una u otra emoción son diferentes y en el hombre están perfectamente identificados". Están en una región del lóbulo temporal y descargan a través del cerebro. En el caso de la ira, si son estimulados se desarrollará un respuesta de rabia, produciendo una movilización gestual, anatómica, fisiológica de sus estructuras corticales y subcorticales.

Dependiendo de la capacidad que tenga la persona de expresar sus emociones, más la potencialidad cerebral que posea para ser iracundo, el individuo podrá llegar a ser un neurótico constantemente irritado.

"La cascada de reacciones fisiológicas que se produce en un momento de ira es altamente negativa y se debe a un conjunto de neurotransmisores, que genéricamente se llaman adrenérgicos, en los que se incluye la dopamina y la serotonina. Cuando se acumulan sin descarga, generan ira".

Se discute mucho si este conjunto de neurotransmisores, que tiene acción sobre otros centros, al ser reprimidos terminan por alterar otras estructuras cerebrales que tengan que ver con la circulación, la respiración, los centros hormonales, (en el caso de las mujeres, con los ciclos ováricos) y generen problemas artríticos, cardiovasculares e hipertensivos, entre otros. En líneas generales, la descarga neurotransmisora y hormonal de la ira y del odio es muy parecida en ambas.

Ira y odio ¿Son iguales?

A juicio de Chirinos, el odio es consecuencia de la ira. "Dependiendo del grado de descarga de la rabia, tendremos a un sujeto violentamente iracundo, en donde la ira tiene una expresión inmediata, o por el contrario, si no tiene capacidad expresiva o si no procesa las causas de su ira, no las racionaliza, no las metaboliza, tendremos a un individuo que acumula sus rabias. Surge entonces, el resentimiento, mejor conocido como odio".

La persona nunca tiene una certeza de por qué odia, ya que las causas originales pasan a ser inconscientes. Ese odio puede ser tan complejo, que no solamente está dirigido a la persona o situación que originalmente determinó la ira y luego la represión de la misma. También se generaliza a todo un entorno. "Tenemos entonces personas que odian muchas cosas y que viven constantemente resentidas contra la vida, hasta el punto de querer llegar a morir".

La diferencia esencial entre la ira y el odio, es que la ira es un fenómeno explosivo desencadenado casi simultáneamente a la situación que la genera. En el odio hay una represión de la ira, una acumulación de sentimientos o situaciones negativas y descargas de menor intensidad y sobretodo difusas.

Es tarea del terapeuta, enseñar a la persona a detectar cuáles son los orígenes de su odio, la irracionalidad y hasta el carácter absurdo de su resentimiento.

"Una persona que descargue constantemente y por cualquier motivo su ira, es una persona desadaptada, porque la consecuencia de la descarga de sus reacciones de rabia, puede generar en las víctimas, respuestas que incrementen el sentimiento de odio".

¿Qué hacer?

Lo deseable es que quienes reaccionan con ira ante una situación determinada, identifiquen y entiendan las causas que la generaron y sean capaces de controlarla y manejarla adecuadamente.

La terapia enseña como se puede lidiar con la rabia o el odio, de un modo tal que no lesione los sentimientos, los valores o la autoestima de la persona que motiva estas emociones. Lo ideal es hacerlo de una forma lo suficientemente exitosa para que la otra persona sienta que está siendo criticada o que es objeto de un reclamo, sin ser agredida.

Es importante aprender a descargar la rabia pero no de un modo violento, porque a la postre, podemos generar todo un entorno reactivo de negatividad para nosotros mismos.

"Existe un conjunto de actividades en donde la meditación, la práctica religiosa, la oración, pueden llevar calma al paciente en los momentos pico, antes de que se desencadenen las reacciones de ira. Existen muchas técnicas en donde se hacen estas prácticas de manera normal. Pero, mientras no cambie el mundo externo y no cambie la crítica situación del país, seguirán sucediéndose descargas de ira irracional. Lo importante es tratar de lograr una autocontrol efectivo, en donde a pesar de los estímulos agresivos, las personas puedan lograr paz anímica y espiritual, que por supuesto supone un equilibrio cerebral".

 

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ORIGEN Y PRINCIPIOS DE LA CONDUCTA AGRESIVA

No se puede hablar propiamente de "conducta agresiva" como si se tratase de una única forma de conducta, sino de distintas formas de agresión. La agresividad puede expresarse de muy diversas maneras y no son rasgos estables y constantes de comportamiento, por lo que debemos tener en cuenta la situación estímulo que la provoca.

Frecuentemente, la violencia es una forma de comunicación social, en cuanto a que tiene una probabilidad muy alta de amplificar la comunicación, pudiendo servirle al violento, entre otras cosas, para la afirmación y defensa de la propia identidad.

¿Existen las personalidades agresivas?. Si tenemos en cuenta las definiciones propuestas por el DSM-IV y el CIE 10, las conductas agresivas son un tipo de trastorno del comportamiento y/o de la personalidad, que trasciende al propio sujeto. Parece haber una gran estabilidad o consistencia longitudinal en la tendencia a mostrarse altamente agresivo con independencia del lugar y del momento.

Aunque la agresividad puede tomar diversas formas de expresión, siempre tendrá como característica más sobresaliente el deseo de herir. El agresor sabe que a su víctima no le gusta lo que está haciendo y, por tanto, no tiene que esperar a que el grupo evalúe su comportamiento como una violación de las normas sociales, sino que la víctima ya le está proporcionando información directa sobre las consecuencias negativas de su acción, lo cual hace que, con frecuencia, se refuercen y se mantengan esas mismas conductas. Es lo que se conoce como "Agresividad hostil o emocional”, y habrá que distinguirla de otro tipo de conducta agresiva que no tiene la finalidad de herir, la llamada "Agresividad instrumental", que es "la que sirve de instrumento para...". Es por ello, que hay que distinguir los agresores con orientación instrumental, que suelen ser aquellos que quieren demostrar ante el grupo su superioridad y dominio, de los agresores hostiles o emocionalmente reactivos, aquellos que usan la violencia porque se sienten fácilmente provocados o porque procesan de forma errónea la información que reciben y, además, no cuentan con respuestas alternativas en su repertorio. No son frecuentes los comportamientos agresivos mixtos, es decir, los que reúnen ambas condiciones.

Existen diversas teorías acerca de la agresividad, cada una de las cuales contribuye a explicar una dimensión del fenómeno. En 1983, Mackal efectuó una clasificación según el elemento que considera determinante para su formulación y las englobó en 6 epígrafes:

Teoría Clásica del Dolor: el dolor está clásicamente condicionado y es siempre suficiente en sí mismo para activar la agresión en los sujetos (Hull, 1943; Pavlov, 1963). El ser humano procura sufrir el mínimo dolor y, por ello, agrede cuando se siente amenazado, anticipándose así a cualquier posibilidad de dolor. Si en la lucha no se obtiene éxito puede sufrir un contraataque y, en este caso, los dos experimentarán dolor, con lo cual la lucha será cada vez más violenta. Hay, por tanto, una relación directa entre la intensidad del estímulo y la de la respuesta.

Teoría de la Frustración (Dollard, Miller y col., 1938): cualquier agresión puede ser atribuida en última instancia a una frustración previa. El estado de frustración producido por la no consecución de una meta, provoca la aparición de un proceso de cólera que, cuando alcanza un grado determinado, puede producir la agresión directa o la verbal. La selección del blanco se hace en función de aquel que es percibido como la fuente de displacer, pero si no es alcanzable aparecerá el desplazamiento.

Teorías Sociológicas de la Agresión (Durkheim, 1938): la causa determinante de la violencia y de cualquier otro hecho social no está en los estados de conciencia individual, sino en los hechos sociales que la preceden. El grupo social es una multitud que, para aliviar la amenaza del estrés extremo, arrastra con fuerza a sus miembros individuales.

La agresividad social puede ser de dos tipos: individual, es fácilmente predecible, sobre todo cuando los objetivos son de tipo material e individualista, o bien grupal. Esta última no se puede predecir tomando como base el patrón educacional recibido por los sujetos, sino que se predice por el referente comportamental o sujeto colectivo, el llamado "otro generalizado", al que respetan más que a sí mismos y hacia el cual dirigen todas sus acciones.

Teoría Catártica de la Agresión: surge de la teoría psicoanalítica (aunque hay varias corrientes psicológicas que sustentan este concepto), la cual considera que la catarsis es la única solución al problema de la agresividad. Supone una descarga de tensión a la vez que una expresión repentina de afecto anteriormente reprimido cuya liberación es necesaria para mantener el estado de relajación adecuado Hay dos tipos de liberación emotiva: la catarsis verbalizada y la fatiga.

Etología de la Agresión: surge de etólogos y de teorías psicoanalíticas. Entienden la agresión como una reacción impulsiva e innata, relegada a nivel inconsciente y no asociada a ningún placer. Las teorías psicoanalíticas hablan de agresión activa (deseo de herir o de dominar) y de pasividad (deseo de ser dominado, herido o destruido). No pueden explicar los fines específicos del impulso agresivo, pero si distinguen distintos grados de descarga o tensión agresiva.

Teoría Bioquímica o Genética: el comportamiento agresivo se desencadena como consecuencia de una serie de procesos bioquímicos que tienen lugar en el interior del organismo y en los que desempeñan un papel decisivo las hormonas. Se ha demostrado que la noradrenalina es un agente causal de la agresión.

Lo que parece quedar claro de todo lo anterior es que, aunque la agresividad está constitucionalmente determinada y aunque hay aspectos evolutivos ligados a la violencia, los factores biológicos no son suficientes para poder explicarla, puesto que la agresión es una forma de interacción aprendida.

Otros factores implicados en el desarrollo de la agresividad son los cognitivos y los sociales, desde cuyas vertientes se entiende la conducta agresiva como el resultado de una inadaptación debida a problemas en la codificación de la información, lo cual hace que tengan dificultades para pensar y actuar ante los problemas interpersonales y les dificulta la elaboración de respuestas alternativas. Estos déficits socio-cognitivos pueden mantener e incluso aumentar las conductas agresivas, estableciéndose así un círculo vicioso difícil de romper.

Cuando un niño agresivo es rechazado y sufre repetidos fracasos en sus relaciones sociales, crece con la convicción de que el mundo es hostil y está contra él, aunque esto no le impide que se autovalore positivamente. Sin embargo, para orientar su necesidad de relaciones sociales y manejar positivamente su autoestima busca el apoyo social de aquellos con los que se siente respaldado, que son los que comparten con él sus estatus de rechazados, creándose así pequeños grupos desestabilizadores dentro del grupo.

Tampoco se debe olvidar la influencia que tienen los factores de personalidad en el desarrollo de la agresividad, puesto que el niño agresor suele mostrar una tendencia significativa hacia el psicoticismo. Le gusta el riesgo y el peligro y posee una alta extraversión que se traduce en el gusto por los contactos sociales, aunque en ellos habitualmente tiende a ser agresivo, se enfada fácilmente y sus sentimientos son variables. Todo lo anterior hace que este tipo de niño tienda a tener "trastornos de conducta" que le lleven a meterse en problemas con sus iguales e incluso con adultos.

Sin menospreciar los factores biológicos, los cognitivos, los sociales y los de personalidad, los factores que cobran un papel especialmente importante en la explicación de la aparición de conductas violentas, son los factores ambientales. Cobra especial importancia el papel de la familia puesto que si la agresividad como forma de resolver problemas interpersonales suele tener su origen al principio de la infancia, parece claro que en buena parte se deba fraguar en el ambiente familiar.

El modelo de familia puede ser predictor de la delincuencia de los niños, puesto que el clima socio-familiar interviene en la formación y desarrollo de las conductas agresivas. Los niños agresivos generalmente perciben en su ambiente familiar cierto grado de conflicto. Las conductas antisociales que se generan entre los miembros de una familia les sirven a los jóvenes de modelo y entrenamiento para la conducta antisocial que exhibirán en otros ambientes, debido a un proceso de generalización de conductas antisociales.

Existen una serie de variables implicadas en la etiología familiar, las cuales tendrán una influencia directa en el desarrollo del apego, la formación de valores morales, roles y posteriores relaciones sociales. Estas variables implicadas son:

a)  Ausencia de marcos de referencia de comportamiento social y familiar.

b)  Rechazo de los padres hacia el niño.

c)  Actitud negativa entre padres e hijos.

d)  Temperamento del chico en interacción con la dinámica familiar.

e)  Refuerzo positivo a la agresividad.

f)  Prácticas de disciplina inconsistentes.

g)  Prácticas disciplinarias punitivas.

h)  Carencia de control por parte de los padres.

i)  Empleo de la violencia física como práctica social-familiar aceptable.

j)  Historia familiar de conductas antisociales.

k)  Empleo de castigos corporales.

l)  Aislamiento social de la familia.

m)  Exposición continuada a la violencia de los medios de comunicación.

De todo lo anterior se puede deducir que la agresión es la conducta emergente de un entramado en el que se asocian ideas, sentimientos y tendencias comportamentales que, una vez activadas la alimentan y sostienen incluso sin que el individuo ejerza un control voluntario.

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Abusos del enojo

Para entender mejor la dinámica envuelta en bregar con estos sentimientos primero debemos reconocer varias cosas sobre el enojo como una emoción.

  1. El enojo a menudo puede servir varios propósitos psicológicos. Es una equivocación asociar siempre el enojo con un conflicto personal. Las personas usan expreciones de enojo en la manera equivocada para una variedad de necesidades emocional cuestionable.
  2. El enojo normalmente surge como el resultado de otras emociones. Miedo y ansiedad pueden cambiar rápidamente en enojo y puede ser expresado así en el gimnasio durante entrenamiento. En realidad, un gimnasta enojado puede ser un atleta asustado. A veces estos cambios de la emoción de enojo se vuelven habituales y el/la gimnasta pierde conocimiento de la situación original del que la emoción se derivó. Éste puede causar verdaderos problemas en el proceso de aprendizaje.
  3. El enojo es una forma de energía que puede motivar. La experiencia de enojo normalmente es tan incómodo que la mayoria de las personas lo expresan simplemente como una manera de calmares. Una vez expresada el alivio a menudo es inmediato en la mayoría de casos. Desafortunadamente, a veces se dirige contra alguien que probablemente tiene nada hacer en absoluto con las causas por el sentimiento.
  4. Las personas a menudo no se dan cuenta de que sus necesidades personales estan siendo satisfechas por su enojo. Aunque es relativamente fácil reconocer que nos enojamos, a veces no es fácil identificar las rasones emocionales que lo han causado. Por ejemplo, el regaño de un entrenador puede ser por alguna razón superficial, pero la razón real por el enojo resultante puede tener mucho más que ver con su sentimiento generalmente de baja autoestimación. El regaño meramente sirve como un recordatorio severo de éste.

Es fácil emplear el enojo incorrectamente y es importante estar pendiente de esta posibilidad. Recuerde que este tipo de respuesta puede infligir una pérdida en las relaciónes entre entrenadores y gimnastas limitando el progreso de la gimnasia. En tales situaciones se genera un sentimiento de que se puede perder el control de la situación. Uno o el otro partido puede volverse defensivo o contraatacar por igual. Sentimientos de culpa a menudo siguen los despliegues de enojo irracional o la perdida de temperamento lo cual puede hacer mas daño serio al proceso del aprendizaje tan esencial en gimnasia.

En aprender a ganar más conosimiento sobre esta emoción es importante primeros buscar un patrón en su expresión de enojo. ¿Cuales eran las condiciones específicas? ¿Pasó en la manera exacta anteriormente? ¿Estaba percatado de cualquier otros sentimientos además de el enojo? ¿Qué pasó en el momento antes de perder control ó de tener un arranque de coraje? ¿Quién más estaba envuelto? Cualquier consistencias que pueda identificar lo ayudarán a sortear las situaciones que generan el enojo injusto dirigió a otros. Una vez ha clarificado un patrón (si uno existe) para su enojo estás listo para considerar el abuso emocional o mal uso y cómo controlarlo. Mas adelante hay unas posibilidades para considerar; algunos son comúnes, algunos menos, algunos son sutiles, y otros obvios. Todos son destructivo para la relación del funcionamiento en o fuera del gimnasio y al sentido global de si mismo. Aunque aplican a atletas y entrenadores por igual, los atletas tienden a demostrar los Abusos 1-4, mientras que Abusos 5 y 6 se ve más a menudo en la conducta de los entrenadores.

Abuso número 1

Enojo como una manera de evitar responsabilidad personal.

Este abuso a menudo ocurre cuando el/la gimnasta es insegura o incapaz de admitir una falta por algo malo que paso. Es el "Fue El/Ella" síndrome. A menudo vemos este tipo de enojo demostrado por niños muy jóvenes que culpan la responsabilidad de un acto o la falta de uno en otras personas o condiciones. Manifestandose más tarde en la gimnasia esto significaría culpar al entrenador, juez, equipo, ect... cuando las cosas no van bien. Tales atletas a menudo aparentan y protagonizan el papel de "víctima." Al pasar el tiempo este normalmente lleva al desarrollo de una vista negativa de otros. Es una señal muy grande de inmadurez cuando se ve en adolescentes.

Conducta correctiva - El primer trabajo para este tipo de gimnasta es aceptar el hecho que nadie está perfecto. Éste es muy difícil si el/la joven es una perfeccionista por naturaleza y/o los padres son muy exigentes esperando que su niño/a sea lo mejor en todo. La próxima tarea sería trabajar en la separación el ego de las equivocaciones. Un error en el aparato no significa que el/la gimnasta individualle sea una persona mala. A menudo sera necesario dejar atras el orgullo falso y aprender a disculparse y aceptar la situación. Cuando ésto empieze a ocurrir empezará a aprender de sus equivocaciones en lugar de cegarse por ellos y excluyir los hechos mientras esten culpando a otro por lo que pasó.

Abuso número 2

Dirigiendo el enojo a una víctima inocente.

Éste es un hábito muy malo y es difícil de controlar a veces. Esto ocurre cuando se enoja en una situación en el que sería muy difícil ó inapropiado para expresar sus sentimientos. Por ejemplo, el/la entrenador/a ha dicho algo que lo ha hecho verdaderamente agitado pero no puede quejarse porque lo mas posible le de un arranque al entrenador/a por tanto necesita guardarlo dentro. Lo que normalmente pasa es que lo toma contra alguien inesperadamente tal como un hermano, hermana, padre, ó compañeros/as de equipo. Tales espectadores inocentes, por dice así, reciben el arranque de su enojo porque están a mano y son un poco más seguro.

Conducta correctivo - El primer paso es tratar de calmarse y bregar tactuosamente con la razón real de sus sentimientos. Si no puede acercarse al entrenador, por ejemplo, quizás puede encontrar un oyente sensible no directamente envuelto tal como el/la entrenador/a asistente o un/a compañero/a de equipo. Un oyente objetivo a menudo puede ayudarlo estudiar la situación y con sólo espresarlo ayudará. Eventualmente, cuando más relajado, es una buena idea hacer conocer sus sentimientos a la fuente misma. Deseosamente estarán bastante dispuesto para darle el tiempo y también escuchar su perspectiva. Este tipo de acercamiento puede ayudar a previene conflictos en el futuro.

Abuso número 3

Usando el enojo para expresar y reducir la ansiedad o inquietudes.

Relacionado con el Abuso Numero 2, éste es uno de los abusos emocionales de enojo más comúne. En gimnasias, las inquietudes y frustraciónes pueden aumentar definitivamente. Aunque podría mantenerlo bajo control ese no es siempre el caso. A menudo una vez fuera del gimnasio estos sentimientos se expresan de maneras que crean tensiones en relaciones con otros. Arranques en el gimnasio pueden ocurrir también y no le ganan popularidad.

Conducta correctiva - lo qué a veces requere es un tiempo de transición para calmarse emocionalmente y lograr llegar a un estado relajado. Ésta es una razón que a menudo sugiero a los/las entrenadores/as que le den al atletas un período para calmarse antes de salir del gimnasio para el hogar. Éste puede envolver algun tiempo adicional de estiramiento o al igual condicionamiento duro. Además de los beneficios físicos de este tiempo tambien es una oportunidad de agotar cualquier frustración acumulada durante el entrenamiento sobre el aparato.

Abuso número 4

Usar el enojo para lograr lo que uno quiere.

Éste método inmaduro se usa a veces como algo aprendido desde la niñez. Muchos jovenzuelos han aprendido en el pasado que si crean bastante alboroto logarán lo que quieren. Aunque éste normalmente no es muy exitoso en el gimnasio, sobre todo con un entrenador/a fuerte y seguro, atletas a veces lo sustituyen por algo menos obvio pero más a menudo usan un método relacionado con enojo. Poner mala cara y gesticulando son formas que pueden traer resultados. Después de un rato el/la entrenador/a se empezará a dar cuenta de la manipulación. Este abuso de la emoción de enojo no es seguramente bueno para cualquier relación cooperativa.

Conducta correctiva - Lo primero y más importante es que los que han cedido a cualquier demostración en el pasado deben parar de reenforzar esta conducta. Necesitan obedecer las normas y hacer lo qué es correcto para el grupo no para uno. El/la gimnasta necesita aprender maneras más socialmente aceptables para resolver los problemas que provocan esta conducta para mostrarse más respetuoso y comprensible de las necesidades de los compañeros de equipo.

Abuso número 5

Usar enojo como una técnica motivacional.

Este mal uso de la emoción de enojo es una técnica principalmente favorecido por los entrenadores que creen que el unico motivo real para obtener un buen trabajo es por medio de un sentido de miedo. Arranques de enojo y amenazas de consecuencias horribles típicamente producen el miedo. Un derivado de este estilo de leccion particular es el desarrollo de una relación de adversarios entre los atletas y los entrenadores. Resentimiento va creciendo con cualquier esfuerzo producido. Respeto generado por miedo no es nada de respeto en absoluto. Lograra resultado a corto plazo, pero la situación queda igual cada vez que se se intenta la tarea. Bajo estas condiciones no tardara mucho para que el modelo de entrenamiento-aprendizaje se descomponga.

Conducta correctiva - Premiando a los gimnastas en una manera positiva por el trabajo que hacen bien es el centro de todo aprendizaje legítimo y es la única manera de superar el mal uso del enojo en la larga. Primero, el entrenador debe ver lo bueno. Ésto es fácil decir, pero difícil lograr. Algunos entrenadores no pueden hacerlo, aunque practiquen. ¡Estos entrenadores no son para el deporte! Los atletas que se quedan entrenando con estos entrenadores tiene mi simpatía inacabable. Tal situación es siempre destructiva y condenado al fracaso. Estímulo, apoyo, y alentamientos positivos promueve la motivación continuamente. A lo sumo, la critica negativa se debe hacer privadamente, apartando a los miembros del equipo para mantiene la moral que todavía puede existir.

Abuso número 6

El enojo que resulta por dar demasiado a otros.

Por naturaleza muchos entrenadores brindan su tiempo, energía, compromiso, y conocimiento aun cuando no se les paga por hacerlo. Problemas ocurren para aquellas personas cuando tienen poca habilidad o poco tiempo para dedicarse a si mismo. Resentimiento profundo puede crecer dentro de uno y a menudo da por resultado arranques inesperados que son el resultado de esta frustración personal. El mensaje implícito sería, "le doy tanto a todo el mundo. Porqué no hay alguien que me de algo a cambio, ni si quiera trabajan duro ni rinden resultados?"

Conductas correctiva - Es importante para el/la entrenador/a reconocer que el ó ella ha creado una situación en el que otros probablemente los toman por desapersivido. Una vez reconocido el/la entrenador/a debe decidir qué es lo que requiere de otros para dejarles saber lo que necesita de ellos/ella también. Sin embargo, tenga en cuenta que tendrá que romper algunos precedentes negativos ya fijo en las mentes de las gimnastas. Si eres un entrenador/a luchando con estos sentimientos quizás un principio modesto seria decirle a los gimnastas que usted espera que le muestren su apreciación al final de cada entrenamiento. Con esto para empezar quizá recibira más y más alagos personales que lo ayudará con el enojo asociado con no ser apreciado.

Esta lista reprsenta sólo una muestra de los abusos de enojo. Hay varios que podemos enumerar pero es facil derivar para aquellos que lo quieran hacer. En nuestro deporte hoy, tenemos gran interés en la realización de excelencia y nos esforzamos con gran energía hacia ese objetivo. Éso está bien y asi debe ser. A menudo, hay demasiado enojo, frustración, impaciencia, y muy poca alegría asociado con nuestros esfuerzos. La vida es demasiado corto y las relaciones demasiado valiosas para perder por falta de control emocional. Esto es muy importante para la interacción entre entrenador/a y el/la gimnasta donde el abuso y mal uso de enojo puede ocurrir a menudo. Madurar más allá de los usos destructivos de enojo tiene beneficios para todos; más relaciones felices, autoestima elevado, y beneficia hasta la salud. A medida que las personas crecen con respecto a esto encuentraran que el enojo es un factor menos importante. Con el aumento en el sentido del control emocional las personas se aceptan mas a si mismo y a los demas tambien. Una persona calmada projecta mas energía emocional del cual se puede usar productivamente. Creando relaciones emocionalmente más saludables es una meta personal que vale la pena para todo el mundo.

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http://www.psicologiaparatodos.com/psicologia/archivotemas.asp

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http://www.psicocentro.com/cgi-bin/articulo_s.asp?texto=art11002

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http://www.usa-gymnastics.org/publications/tecnica/1996/1/anger.html

 

 
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