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Consejería Cristiana es una introducción a la consejería bíblica que el pastor puede aplicar a las necesidades de las personas que buscan su ayuda.  Se estudia el comportamiento del hombre y los factores que forjan su carácter para comprender mejor la condición humana.  Esta matería representa una investigación del educador cristiano y rector del Seminario Reina Valera, Gilberto Abels.

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Los problemas de aprendizaje

Un problema del aprendizaje es un término general que describe problemas del aprendizaje específicos. Un problema del aprendizaje puede causar que una persona tenga dificultades aprendiendo y usando ciertas destrezas. Las destrezas que son afectadas con mayor frecuencia son: lectura, ortografía, escuchar, hablar, razonar y matemática.

Los problemas específicos de aprendizaje (PEA) varían entre personas. Una persona con problemas específicos de aprendizaje puede tener un tipo de problema del aprendizaje diferente al de otra persona. Una persona puede tener problemas con la lectura y la ortografía. Otra persona podría tener problemas con la comprensión matemática. Aún otra persona podría tener problemas en cada una de estas áreas, al igual que en la comprensión de lo que dicen otras personas.

Los investigadores creen que los problemas específicos del aprendizaje son causados por diferencias en el funcionamiento del cerebro y la forma en la cual éste procesa información. Los niños con problemas específicos del aprendizaje no son "tontos" o "perezosos." De hecho, ellos generalmente tienen un nivel de inteligencia promedio o superior al promedio. Lo que pasa es que sus cerebros procesan la información de una manera diferente.

La definición de "problema específico del aprendizaje" que se encuentra en el cuadro más abajo proviene del Acta para la Educación de Individuos con Discapacidades ("Individuals with Disabilities Education Act," o IDEA). IDEA es la ley Federal que sirve para guiar cómo las escuelas proporcionan servicios de educación especial y servicios relacionados a los niños con discapacidades.

Definición de "Problema del Aprendizaje" bajo IDEA

La ley de la educación especial de este país, el Acta para la Educación de Individuos con Discapacidades (IDEA) define un problema específico del aprendizaje como...

"...un desorden en uno o más de los procesos psicológicos básicos involucrados en la comprensión o uso del lenguaje, hablado o escrito, que puede manifestarse en una habilidad imperfecta para escuchar, pensar, hablar, leer, escribir, deletrear o hacer calculaciones matemáticas, incluyendo condiciones tales como problemas perceptuales, lesión cerebral, problemas mínimos en el funcionamiento del cerebro, dislexia y afasia del desarrollo."

Sin embargo, los problemas del aprendizaje no incluyen "... problemas del aprendizaje que son principalmente el resultado de problemas de la visión, audición o problemas en la coordinación motora, del retraso mental, de disturbios emocionales, o desventajas ambientales, culturales, o económicas." [34 Código de Regulaciones Federales 300.7(c)(10)]

No hay ninguna "cura" para los problemas del aprendizaje. Ellos son para toda la vida. Sin embargo, los niños y niñas con problemas específicos del aprendizaje pueden progresar mucho y se les puede enseñar maneras de sobrepasar el problema del aprendizaje. Con la ayuda adecuada, los niños y niñas con problemas del aprendizaje pueden y sí aprenden con éxito.

¿Con qué frecuencia ocurren los problemas del aprendizaje?

¡Son muy comunes! Hasta 1 de cada 5 personas en los Estados Unidos tiene un problema del aprendizaje. Casi 3 millones de niños y niñas (de 6 a 21 años de edad) tienen alguna forma de problema del aprendizaje y reciben educación especial en la escuela. De hecho, más de la mitad de todos los niños y niñas que reciben educación especial tienen un problema del aprendizaje (Vigésimo Tercer Reporte Anual al Congreso, Departamento de Educación de los Estados Unidos, 2001).

¿Cuáles son las señales de un problema del aprendizaje?

No hay ninguna señal única que indique que una persona tiene un problema específico del aprendizaje. Los expertos buscan una diferencia notable entre el progreso escolar actual y el nivel de progreso que podría lograr, dada su inteligencia o habilidad. También hay ciertas indicaciones que podrían significar que el niño o niña tiene un problema específico de aprendizaje. Estas están incluidas más abajo. La mayoría de ellas están con las tareas de la escuela primaria, ya que los problemas del aprendizaje tienden a ser descubiertos en la escuela primaria. Es probable que el niño o niña no exhiba todas estas señales, o aún la mayoría de ellas. Sin embargo, si el niño o niña exhibe varios de estos problemas, entonces los padres y el maestro deben considerar la posibilidad de que el niño tenga un problema del aprendizaje.

Cuando el niño o niña tiene un problema del aprendizaje, él o ella:

bulletPuede tener problemas en aprender el alfabeto, hacer rimar las palabras o conectar las letras con sus sonidos
bulletPuede cometer errores al leer en voz alta y repetir o detenerse a menudo
bulletPuede no comprender lo que lee
bulletPuede tener dificultades con deletrear palabras
bulletPuede tener una letra desordenada o tomar el lápiz torpemente
bulletPuede luchar para expresar sus ideas por escrito
bulletPuede aprender el lenguaje en forma atrasada y tener un vocabulario limitado
bulletPuede tener dificultades en recordar los sonidos de las letras o escuchar pequeñas diferencias entre las palabras
bulletPuede tener dificultades en comprender bromas, historietas cómicas ilustradas y sarcasmo
bulletPuede tener dificultades en seguir instrucciones
bulletPuede pronunciar mal las palabras o usar una palabra incorrecta que suena similar
bulletPuede tener problemas en organizar lo que él o ella desea decir o no puede pensar en la palabra que necesita para escribir o conversar
bulletPuede no seguir las reglas sociales de la conversación, tales como tomar turnos, y puede acercarse demasiado a la persona que le escucha
bulletPuede confundir los símbolos matemáticos y leer mal los números
bulletPuede no poder repetir un cuento en órden (lo que ocurrió primero, segundo, tercero); o
bulletPuede no saber dónde comenzar una tarea o cómo seguir desde allí.

Si el niño o niña tiene problemas inesperados al aprender a leer, escribir, escuchar, hablar o estudiar matemáticas, entonces los maestros, madres y padres pueden investigar más. Lo mismo es verdad si el niño o niña está luchando en cualquiera de estas destrezas. Es posible que el niño o niña tenga que ser evaluado para ver si tiene un problema del aprendizaje.

¿Y la escuela?

Los problemas del aprendizaje tienden a ser diagnosticados cuando los niños y niñas llegan a la edad escolar. Esto es porque la escuela se concentra en aquellas cosas que pueden ser difíciles para los niños y niñas: leer, escribir, matemática, escuchar, hablar, razonar. Los maestros, madres y padres observan que el niño o niña no está aprendiendo como se esperaba. Es posible que la escuela solicite una evaluación para ver cuál es la causa del problema. Los padres y madres también pueden solicitar una evaluación. Con trabajo duro y la ayuda apropiada, los niños y niñas con problemas específicos del aprendizaje pueden aprender más fácil y exitosamente. Para los niños y niñas en edad escolar (incluyendo los niños y niñas preescolares), los servicios de educación especial y servicios relacionados son fuentes de ayuda importantes. El personal escolar trabaja con los padres y madres del niño o niña para desarrollar un Programa Educativo Individualizado ("Individualized Education Program," o PEI). Este documento describe las necesidades únicas del niño o niña. También describe los servicios de educación especial que serán proporcionados para cumplir con aquellas necesidades. Estos servicios son proporcionados sin costo alguno para el niño o niña o la familia.

Los apoyos o cambios en el salón de clases (a veces éstos son llamados acomodo razonable) ayudan a la mayoría de los alumnos con problemas del aprendizaje. La tecnología asistiva también puede ayudar a muchos alumnos a sobrepasar sus problemas específicos de aprendizaje. La tecnología asistiva puede variar desde equipos de "baja tecnología" tales como grabadoras hasta herramientas de "alta tecnología" tales como máquinas de lectura (las cuales leen libros en voz alta) y sistemas de reconocimiento de la voz (los cuales permiten al alumno "escribir" por medio de hablarle a la computadora).

Es importante recordar que el niño o niña puede necesitar ayuda tanto en la casa como en la escuela. Los recursos enumerados más abajo ayudarán a las familias y maestros en averiguar más sobre las muchas formas de ayudar a los alumnos con problemas de específicos de aprendizaje.

Consejos para padres y madres

bulletAprenda más sobre los problemas específicos de aprendizaje. Mientras más sepa, más puede ayudarse a sí mismo y a su niño o niña
bulletElogie a su niño o niña cuando a él o ella le vaya bien. Los niños y niñas con problema específicos de aprendizaje rinden bien en una variedad de cosas. Averigüe cuáles cosas le gustan a su niño o niña, tales como bailar, jugar fútbol, o trabajar con las computadoras. Déle bastantes oportunidades a su niño o niña para perseguir sus fortalezas y talentos.
bulletAverigüe cómo su niño o niña aprende mejor. ¿Aprende por medio de experiencias prácticas, o por medio de mirar o escuchar? Ayude a su niño o niña a aprender por medio de sus áreas de fortaleza.
bulletDeje que su niño o niña ayude con las tareas domésticas. Estas pueden aumentar su confianza y sus destrezas concretas. Mantenga las instrucciones simples, divida las tareas en pasos pequeños y recompense los esfuerzos de su niño o niña con elogios.
bulletHaga las tareas escolares una prioridad. Lea más acerca de cómo puede ayudar a su niño o niña a tener éxito con las tareas.
bulletPonga atención a la salud mental de su niño o niña (¡y a la suya!). Esté dispuesto (a) a recibir asesoramiento, el cual puede ayudar a su niño o niña a tratar con las frustraciones, sentirse mejor acerca de sí mismo (a) y aprender más sobre las destrezas sociales.
bulletHable con otros padres y madres cuyos niños y niñas tienen problemas específicos de aprendizaje. Los padres y madres pueden compartir consejos prácticos y apoyo emocional
bulletReúnase con el personal escolar y ayude a desarrollar un plan educacional para tratar con las necesidades de su niño o niña. Planifique los acomodos razonables que su niño o niña necesita.
bulletEstablezca una relación de trabajo positiva con el maestro o la maestra de su niño o niña. Por medio de la comunicación regular, pueden intercambiar información sobre su progreso en la casa y en la escuela.

Consejos para maestros y maestras

bulletAprenda lo que más pueda sobre los diferentes tipos de problemas del aprendizaje.
bullet¡Aproveche la oportunidad de hacer una gran diferencia en la vida de este alumno (a)! Averigüe cuáles son sus potencialidades e intereses y concéntrese en ellas. Proporciónele respuestas positivas y oportunidades para practicar.
bulletRevise los archivos de evaluación del alumno(a) para identificar las áreas específicas en las cuales tiene dificultad. Hable con especialistas en su escuela (por ejemplo, maestros y maestras de educación especial) sobre métodos para enseñar a este alumno. Proporcione instrucción y acomodo razonable para tratar con sus necesidades especiales. Algunos ejemplos incluyen:
bulletDividir las tareas en etapas más pequeñas y proporcionar instrucciones verbales y por escrito
bulletProporciónele más tiempo para completar el trabajo escolar o pruebas
bulletPermita que usen libros grabados
bulletDeje que pida prestadas las notas de otros alumnos y alumnas o que use una grabadora
bulletDeje que el alumno con dificultades en escribir use una computadora con programas especializados que revisen la ortografía, gramática o que reconozcan el habla.
bulletEnseñe destrezas para la organización, destrezas de estudio y estrategias para el aprendizaje. Estas ayudan a todos los alumnos y en particular a aquellos con problemas del aprendizaje.
bulletTrabaje con los padres y madres del alumno para crear un plan educacional especial para cumplir con las necesidades del alumno. Por medio de la comunicación regular con ellos, pueden intercambiar información sobre el progreso del alumno en la escuela.

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La Hiperactividad

La hiperactividad infantil es considerada actualmente un trastorno de conducta que se caracteriza básicamente por la imposibilidad de mantener la atención en una situación durante un período de tiempo razonablemente prolongado.

Los síntomas que podemos encontrar en los niños que lo sufren son:

  1. Una actividad motriz excesiva (se mueven constantemente y mucho más que lo "normal") además, su movimiento no parece justificado por la necesidad de hacer algo; parece que "se mueve por moverse".

  2. Una gran impulsividad, que se pone de manifiesto cada vez que tienen que responder a una pregunta o tomar una decisión. Actúan sin detenerse primero a pensar.

  3. No suelen terminar aquello que empiezan.

  4. Su falta de atención les dificulta aprender muchas cosas, por eso presentan retrasos generalizados en su desarrollo: social, escolar, personales, etc..

  5. Muestran dificultades sociales de relación principalmente en el ámbito escolar tanto con profesores como con compañeros.

  6. Suelen perder o extraviar sus cosas.

  7. Sus movimientos suelen ser bruscos, rápidos y, consecuentemente, torpes.

El porcentaje de afectados en la población general viene a ser de un 3 a un 5%, aunque no existen estudios fiables de prevalencia del Trastorno con déficit atencional con hiperactividad. Parece darse con mayor prevalencia en niños que en niñas. Este es un fenómeno considerado, en primer lugar sociológico, ya que esto ocurre también en casos de: enuresis nocturna infantil, problemas de aprendizaje, problemas de conducta (indisciplina), miedos infantiles, y otros.

El TDA-H se pone de manifiesto desde el primer año de vida, aunque resulta difícil -cuando no imposible- confirmar tal diagnóstico hasta los 4-5 años de edad. Como todos los niños hiperactivos, correctamente identificados a partir de los seis años de edad, presentaron su conducta problemática desde el primer año de vida, se considera un trastorno de base biológica. ¡Nadie se hace hiperactivo a partir de los dos años de edad!

La hiperactividad no parece asociarse a factores ambientales tales como ALIMENTACION o EDUCACION INADECUADAS

Con el TDA-H se nace, se crece (se "reproduce") y se muere. Nunca se deja de ser una persona con TDA-H. Sin embargo, las personas, dependiendo de las ayudas profesionales y familiares que reciban pueden aprender a vivir con su Déficit Atencional y desenvolverse con gran eficacia y éxito social y profesional en la vida. El futuro de un niño con Trastorno por Déficit de Atención con hiperactividad que no reciba asistencia profesional adecuada es impredecible, ya que el resultado evolutivo dependerá de otros importantes factores como su capacidad intelectual, el estilo educativo de sus padres y el estilo educativo de sus profesores.

La probabilidad de que el niño hiperactivo fracase en el aprendizaje escolar es muy alta sí:

  1. Los padres ignoran sus dificultades y le exigen demasiado.

  2. Los padres ignoran sus dificultades y le exigen lo mismo que a los demás.

  3. Posee una capacidad intelectual baja (CI < 100)

La probabilidad de que tenga problemas graves de conducta social como inadaptación o delincuencia ya asociada al fracaso escolar generalizado y a la falta de apoyo familiar.

El niño hiperactivo no parece tener ninguna lesión cerebral que justifique su trastorno. Su cerebro es de aspecto absolutamente normal aunque "funciona de manera diferente" en alguna zona.

En su primera infancia suelen presentar dificultades para comer, dormir, son inquietos, irritables..., pero este comportamiento también lo presentan algunos niños que NO SON HIPERACTIVOS. De 4 a 6 años es impulsivo, desobediente, con mal genio: quiere salirse con la suya, tiene malas relaciones con los demás, no se entretiene con nada, no está quieto nunca. Entre los 7 y los 12 años, a los indicadores anteriores se añaden, progresivamente, problemas de ansiedad y estrés, resultado de los excesivos castigos que recibe y, los primeros fracasos escolares.

Tratamiento farmacológico:

El principal fármaco es el METILFENIDATO. Esta sustancia química se comercializa con distintos nombres, en países diferentes, como Rubifen o Ritalina.. Sus efectos inmediatos son un aumento de la capacidad de atención y concentración y una reducción de la hiperkinesia y la movilidad del niño. Sin embargo, sus efectos duran poco tiempo: se elimina por la orina en una cuantas horas y, es preciso volver a tomar otra pastilla. Por lo general, se toma una pastilla al levantarse y otra a medio día, pero depende de la prescripción médica, que se realiza en función de la edad del niño, la gravedad de sus problemas,....

Los medicamentos utilizados con estos niños, son un buen apoyo mientras se combinen con procesos de enseñanza para que aprenda a regular su conducta por sí mismo. Estos fármacos no crean dependencia alguna en los niños, aunque sí en los padres quienes temen a menudo retirarles por miedo a que la situación pueda descontrolarse.

Mejoran los niveles de atención y consecuentemente la inquietud motora, debido a que a través de este agente externo se estimula al cerebro para que alcance los niveles de activación necesarios para un correcto mantenimiento de la atención (lo que repercute en una mejora de muchos otros síntomas).

En algún caso pueden producir como efectos secundarios una falta de apetito y de sueño. Normalmente se recomienda tomar por la mañana y al mediodía, para que el efecto sea máximo en el momento en que el niño acude a la escuela.

Por lo general, a partir de los 12 años ya no se hace necesaria, si ha recibido otra clase de ayuda psicopedagógica. Siempre será el médico que lo lleve quien decida el momento oportuno para retirarlo.

El trastorno por déficit atencional con hiperactividad conlleva importantes problemas de adaptación a diferentes niveles, que hacen que con frecuencia se presenten trastornos emocionales, por los excesivos castigos y recriminaciones que recibe el niño afectado de su entorno.

En general, se comporta de manera antisocial porque la ausencia de reflexión le impide tener en cuenta las consecuencias de sus actos para los demás. Esto se puede considerar cuando no actúa de manera intencionada, pero en otras ocasiones, posiblemente, como forma de "venganza" por el excesivo "castigo" que recibe de los demás.

Suele no acabar las tareas porque es impulsivo, no tiene paciencia y le cuesta estar durante un tiempo prolongado prestando atención a un mismo estímulo.

En la adquisición de la lectura, la escritura, el cálculo, problemas para memorizar y para generalizar lo aprendido es donde suele encontrar mayores dificultades el niño hiperactivo.

Los padres a menudo demuestran tener sentimientos hostiles hacia sus hijos hiperactivos porque no comprenden qué motiva a su hijo comportarse de ese modo y tampoco saben como abordar la situación.

En el entorno familiar se suele vivir tensión que hace que en general la convivencia no sea agradable. Pero esto pueden solucionarlo los padres ayudándolo a que aprenda a controlar su comportamiento en su casa, lo que repercutirá en una mejores relaciones familiares y una mejor relación de él consigo mismo (seguir un programa de control de su comportamiento indicado por su psicólogo). Proporcionarle ayuda especializada (llevarlo a sesiones de aprendizaje de habilidades atencionales y sociales). Supervisar el trato que recibe de sus profesores y requerir un trato adecuado a sus circunstancias.

Nuestro hijo hiperactivo está demasiado acostumbrado a que se le diga continuamente que es malo deteriorando gravemente su autoestima. Suele tener unas relaciones interpersonales de rechazo empeorando con ello su conducta.

La terapia farmacológica se combinará con terapia cognitivo-conductual. El especialista adecuado es: Médico, Psiquiatra o Psicólogo, teniendo en cuenta que la terapia farmacológica es el médico o psiquiatra quien puede suministrarla y quien suele tener mayores conocimientos sobre entrenamiento cognitivo es el psicólogo. Se recomienda por ello una terapia combinada multidisciplinar.

Unas últimas cuestiones aportarán más luz al tema que nos ocupa:

¿QUÉ PUEDE HACER EL PSICÓLOGO POR EL NIÑO HIPERACTIVO? Puede enseñarle a que mantenga la atención durante períodos de tiempo cada vez mayores (focalización y regulación de la atención), a que aprenda autocontrol de sus emociones (ira, tristeza,...), a resolver sus problemas con otros niños y adultos. Puede asesorar a padres y educadores acerca de cómo manejar el comportamiento del niño.

¿QUÉ PUEDE HACER EL MAESTRO POR EL NIÑO HIPERACTIVO? Ayudarle a que aprenda a controlar su comportamiento en el aula, lo que repercutirá en una mejor relación con los demás, en unos mejores resultados académicos y en una mejora de su autoestima.

¿CÓMO AYUDARLE A QUE MEJORE LAS RELACIONES CON SUS COMPAÑEROS? Enseñándole habilidades sociales básicas y habilidades de solución de problemas interpersonales.

¿CÓMO HACER QUE EL NIÑO NO SE DISTRAIGA TANTO EN LA CLASE? Estructurando las tareas en tiempos cortos, permitiendo que haga descansos al concluir las mismas, reforzando los períodos de atención, controlando el ambiente para que haya los menores elementos de distracción posibles.

¿CÓMO AYUDARLE A QUE ADQUIERA CONTROL SOBRE SU MOVIMIENTO? Enseñándole ejercicios de control muscular, ejercicios de relajación.

¿EN QUÉ CONSISTE EL ENTRENAMIENTO COGNITIVO CON EL NIÑO HIPERACTIVO? Fundamentalmente en enseñarle a pensar antes de actuar para que regule su comportamiento, tanto a la hora de enfrentarse a una tarea como en sus relaciones interpersonales.

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Agresividad Infantil

El problema de la agresividad infantil es uno de los trastornos que más invalidan a padres y maestros junto con la desobediencia. A menudo nos enfrentamos a niños agresivos, manipuladores o rebeldes pero no sabemos muy bien como debemos actuar con ellos o cómo podemos incidir en su conducta para llegar a cambiarla. En este artículo intentaremos definir los síntomas para una correcta evaluación de este trastorno caracterial y establecer diferentes modos de tratamiento.

Un buen pronóstico a tiempo mejora siempre una conducta anómala que habitualmente suele predecir otras patologías psicológicas en la edad adulta. Un comportamiento excesivamente agresivo en la infancia si no se trata derivará probablemente en fracaso escolar y en conducta antisocial en la adolescencia y edad adulto porque principalmente son niños con dificultades para socializarse y adaptarse a su propio ambiente.

El comportamiento agresivo complica las relaciones sociales que va estableciendo a lo largo de su desarrollo y dificulta por tanto su correcta integración en cualquier ambiente. El trabajo por tanto a seguir es la socialización de la conducta agresiva, es decir, corregir el comportamiento agresivo para que derive hacia un estilo de comportamiento asertivo.

Ciertas manifestaciones de agresividad son admisibles en una etapa de la vida por ejemplo es normal que un bebé se comporte llorando o pataleando; sin embargo, estas conductas no se consideran adecuadas en etapas evolutivas posteriores.

¿Qué entendemos por "agresividad infantil"?

Hablamos de agresividad cuando provocamos daño a una persona u objeto. La conducta agresiva es intencionada y el daño puede ser físico o psíquico.
En el caso de los niños la agresividad se presenta generalmente en forma directa ya sea en forma de acto violento físico (patadas, empujones,...) como verbal (insultos, palabrotas,...). Pero también podemos encontrar agresividad indirecta o desplazada, según la cual el niño agrede contra los objetos de la persona que ha sido el origen del conflicto, o agresividad contenida según la cual el niño gesticula, grita o produce expresiones faciales de frustración.

Independientemente del tipo de conducta agresiva que manifieste un niño el denominador común es un estímulo que resulta nocivo o aversivo frente al cual la víctima se quejará, escapará, evitará o bien se defenderá.

Los arrebatos de agresividad son un rasgo normal en la infancia pero algunos niños persisten en su conducta agresiva y en su incapacidad para dominar su mal genio. Este tipo de niños hace que sus padres y maestros sufran siendo frecuentemente niños frustrados que viven el rechazo de sus compañeros no pudiendo evitar su conducta.

Algunas teorías explican las causas del comportamiento agresivo

Las teorías del comportamiento agresivo se engloban en: Activas y Reactivas.
Las activas son aquellas que ponen el origen de la agresión en los impulsos internos, lo cual vendría a significar que la agresividad es innata, que se nace o no con ella. Defensores de esta teoría: Psicoanalíticos y Etológicos.
Las reactivas ponen el origen de la agresión en el medio ambiente que rodea al individuo. Dentro de éstas podemos hablar de las teorías del impulso que dicen que la frustración facilita la agresión, pero no es una condición necesaria para ella, y la teoría del aprendizaje social que afirma que las conductas agresivas pueden aprenderse por imitación u observación de la conducta de modelos agresivos.

Teoría del aprendizaje social

Para poder actuar sobre la agresividad necesitamos un modelo o teoría que seguir y éste, en nuestro caso, será la teoría del aprendizaje social.
Habitualmente cuando un niño emite una conducta agresiva es porque reacciona ante un conflicto. Dicho conflicto puede resultar de:

  1. Problemas de relación social con otros niños o con los mayores, respecto de satisfacer los deseos del propio niño.

  2. Problemas con los adultos surgidos por no querer cumplir las órdenes que éstos le imponen.

  3. Problemas con adultos cuando éstos les castigan por haberse comportado inadecuadamente, o con otro niño cuando éste le agrede.

Sea cual sea el conflicto, provoca en el niño cierto sentimiento de frustración u emoción negativa que le hará reaccionar. La forma que tiene de reaccionar dependerá de su experiencia previa particular. El niño puede aprender a comportarse de forma agresiva porque lo imita de los padres, otros adultos o compañeros. Es lo que se llama Modelamiento. Cuando los padres castigan mediante violencia física o verbal se convierten para el niño en modelos de conductas agresivas. Cuando el niño vive rodeado de modelos agresivos, va adquiriendo un repertorio conductual caracterizado por una cierta tendencia a responder agresivamente a las situaciones conflictivas que puedan surgir con aquellos que le rodean. El proceso de modelamiento a que está sometido el niño durante su etapa de aprendizaje no sólo le informa de modos de conductas agresivos sino que también le informa de las consecuencias que dichas conductas agresivas tienen para los modelos. Si dichas consecuencias son agradables porque se consigue lo que se quiere tienen una mayor probabilidad de que se vuelvan a repetir en un futuro.
Por ejemplo, imaginemos que tenemos dos hijos, Luis y Miguel, de 6 y 4 años respectivamente. Luis está jugando con una pelota tranquilamente hasta que irrumpe Miguel y empiezan a pelear o discutir por la pelota. Miguel grita y patalea porque quiere jugar con esa pelota que tiene Luis. Nosotros nos acercamos y lamentándonos del pobre Miguel, increpamos a Luis para que le deje la pelota a Miguel. Con ello hemos conseguido que Miguel aprenda a gritar y patalear cuando quiera conseguir algo de su hermano. Es decir, hemos reforzado positivamente la conducta agresiva de Miguel, lo cual garantiza que se repita la conducta en un futuro.

De acuerdo con este modelamiento la mayoría de los adultos estamos enseñando a los niños que la mejor forma de resolver una situación conflictiva es gritándoles, porque nosotros les gritamos para decir que no griten. ¡Menuda contradicción! Y si nos fijamos como esa solemos hacer muchas a diario.

Factores influyentes en la conducta agresiva

Como ya hemos dicho, uno de los factores que influyen en la emisión de la conducta agresiva es el factor sociocultural del individuo. Uno de los elementos más importantes del ámbito sociocultural del niño es la familia. Dentro de la familia, además de los modelos y refuerzos, son responsables de la conducta agresiva el tipo de disciplina a que se les someta. Se ha demostrado que tanto un padre poco exigente como uno con actitudes hostiles que desaprueba constantemente al niño, fomentan el comportamiento agresivo en los niños.
Otro factor familiar influyente en la agresividad en los hijos es la incongruencia en el comportamiento de los padres. Incongruencia se da cuando los padres desaprueban la agresión castigándola con su propia agresión física o amenazante hacia el niño. Asimismo se da incongruencia cuando una misma conducta unas veces es castigada y otras ignorada, o bien, cuando el padre regaña al niño pero la madre no lo hace.
Las relaciones deterioradas entre los propios padres provoca tensiones que pueden inducir al niño a comportarse de forma agresiva.
Dentro del factor sociocultural influirían tanto el tipo de barrio donde se viva como expresiones que fomenten la agresividad "no seas un cobarde".

En el comportamiento agresivo también influyen los factores orgánicos que incluyen factores tipo hormonales, mecanismos cerebrales, estados de mala nutrición, problemas de salud específicos.

Finalmente cabe mencionar también el déficit en habilidades sociales necesarias para afrontar aquellas situaciones que nos resultan frustrantes. Parece que la ausencia de estrategias verbales para afrontar el estrés a menudo conduce a la agresión (Bandura, 1973).

¿Cómo evaluar si un niño es o no agresivo? Instrumentos de evaluación.

Ante una conducta agresiva emitida por un niño lo primero que haremos será identificar los antecedentes y los consecuentes de dicho comportamiento. Los antecedentes nos dirán cómo el niño tolera la frustración, qué situaciones frustrantes soporta menos. Las consecuencias nos dirán qué gana el niño con la conducta agresiva. Por ejemplo:
" Una niña en un parque quiere bajar por el tobogán pero otros niños se le cuelan deslizándose ellos antes. La niña se queja a sus papás los cuales le dicen que les empuje para que no se cuelen. La niña lleva a cabo la conducta que sus padres han explicado y la consecuencia es que ningún otro niño se le cuela y puede utilizar el tobogán tantas veces desee."
Pero sólo evaluando antecedentes y consecuentes no es suficiente para lograr una evaluación completa de la conducta agresiva que emite un niño, debemos también evaluar si el niño posee las habilidades cognitivas y conductuales necesarias para responder a las situaciones conflictivas que puedan presentársele. También es importante saber cómo interpreta el niño una situación, ya que un mismo tipo de situación puede provocar un comportamiento u otro en función de la intención que el niño le adjudique. Evaluamos así si el niño presenta deficiencias en el procesamiento de la información.

Para evaluar el comportamiento agresivo podemos utilizar técnicas directas como la observación natural o el autorregistro y técnicas indirectas como entrevistas, cuestionarios o autoinformes. Una vez hemos determinado que el niño se comporta agresivamente es importante identificar las situaciones en las que el comportamiento del niño es agresivo. Para todos los pasos que comporta una correcta evaluación disponemos de múltiples instrumentos clínicos que deberán utilizarse correctamente por el experto para determinar la posterior terapéutica a seguir.

¿Cómo podemos tratar la conducta agresiva del niño?

Cuando tratamos la conducta agresiva de un niño en psicoterapia es muy importante que haya una fuerte relación con todos los adultos que forman el ambiente del niño porque debemos incidir en ese ambiente para cambiar la conducta. Evidentemente el objetivo final es siempre reducir o eliminar la conducta agresiva en todas las situaciones que se produzca pero para lograrlo es necesario que el niño aprenda otro tipo de conductas alternativas a la agresión. Con ello quiero explicar que el tratamiento tendrá siempre dos objetivos a alcanzar, por un lado la eliminación de la conducta agresiva y por otro la potenciación junto con el aprendizaje de la conducta asertiva o socialmente hábil. Son varios los procedimientos con que contamos para ambos objetivos. Cuál o cuáles elegir para un niño concreto dependerá del resultado de la evaluación.
Vamos a ver algunas de las cosas que podemos hacer. En el caso de un niño que hemos evaluado se mantiene la conducta agresiva por los reforzadores posteriores se trataría de suprimirlos, porque si sus conductas no se refuerzan terminará aprendiendo que sus conductas agresivas ya no tienen éxito y dejará de hacerlas. Este método se llama extinción y puede combinarse con otros como por ejemplo con el reforzamiento positivo de conductas adaptativas. Otro método es no hacer caso de la conducta agresiva pero hemos de ir con cuidado porque sólo funcionará si la recompensa que el niño recibía y que mantiene la conducta agresiva era la atención prestada. Además si la conducta agresiva acarrea consecuencias dolorosas para otras personas no actuaremos nunca con la indiferencia. Tampoco si el niño puede suponer que con la indiferencia lo único que hacemos es aprobar sus actos agresivos.
Existen asimismo procedimientos de castigo como el Tiempo fuera o el coste de respuesta. En el primero, el niño es apartado de la situación reforzante y se utiliza bastante en la situación clase. Los resultados han demostrado siempre una disminución en dicho comportamiento. Los tiempos han de ser cortos y siempre dependiendo de la edad del niño. El máximo sería de 15 minutos para niños de 12 años. El coste de respuesta consiste en retirar algún reforzador positivo contingentemente a la emisión de la conducta agresiva. Puede consistir en pérdida de privilegios como no ver la televisión.
El castigo físico no es aconsejable en ninguno de los casos porque sus efectos son generalmente negativos: se imita la agresividad y aumenta la ansiedad del niño.

Algunas consideraciones sobre el castigo en general

  1. Debe utilizarse de manera racional y sistemática para hacer mejorar la conducta del niño. No debe depender de nuestro estado de ánimo, sino de la conducta emitida.

  2. Al aplicar el castigo no lo hagamos regañando o gritando, porque esto indica que nuestra actitud es vengativa y con frecuencia refuerza las conductas inaceptables.

  3. No debemos aceptar excusas o promesas por parte del niño.

  4. Hay que dar al niño una advertencia o señal antes de que se le aplique el castigo.

  5. El tipo de castigo y el modo de presentarlo debe evitar el fomento de respuestas emocionales fuertes en el niño castigado.

  6. Cuando el castigo consista en una negación debe hacerse desde el principio de forma firme y definitiva.

  7. Hay que combinar el castigo con reforzamiento de conductas alternativas que ayudarán al niño a distinguir las conductas aceptables ante una situación determinada.

  8. No hay que esperar a que el niño emita toda la cadena de conductas agresivas para aplicar el castigo, debe hacerse al principio.

  9. Cuando el niño es mayor, conviene utilizar el castigo en el contexto de un contrato conductual, puesto que ello ayuda a que desarrolle habilidades de autocontrol.

  10. Es conveniente que la aplicación del castigo requiera poco tiempo, energía y molestias por parte del adulto que lo aplique.

¿Qué pueden hacer los padres y los profesores?

Una vez llegados a este apartado la mayoría de vosotros ya os habéis dado cuenta que la conducta agresiva de vuestro hijo es una conducta aprendida y como tal puede modificarse. También la lectura anterior os ha servido para comprender que una conducta que no se posee puede adquirirse mediante procesos de aprendizaje. Con lo cual el objetivo en casa o en la escuela también será doble: desaprender la conducta inadecuada y adquirir la conducta adaptativa.

Si montamos un programa para cambiar la conducta agresiva que mantiene nuestro hijo hemos de tener en cuenta que los cambios no van a darse de un día a otro, sino que necesitaremos mucha paciencia y perseverancia si queremos solucionar el problema desde casa.
Una vez tenemos claro lo anterior, la modificación de la conducta agresiva pasará por varias fases que irán desde la definición clara del problema hasta la evaluación de los resultados.
Vamos a analizar por separado cada una de las fases que deberemos seguir:

Definición de la conducta:
Hay que preguntarse en primer lugar qué es lo que nuestro hijo está haciendo exactamente. Si nuestra respuesta es confusa y vaga, será imposible lograr un cambio. Con ello quiero decir que para que esta fase se resuelva correctamente es necesario que la respuesta sea específica. Esas serán entonces nuestras conductas objetivo (por ejemplo, el niño patalea, da gritos cuando...).
Frecuencia de la conducta:
Confeccione una tabla en la que anotar a diario cuantas veces el niño emite la conducta que hemos denominado globalmente agresiva. Hágalo durante una semana.
Definición funcional de la conducta:
Aquí se trata de anotar qué provocó la conducta para lo cual será necesario registrar los antecedentes y los consecuentes. Examine también los datos específicos de los ataques. Por ejemplo, ¿en qué momentos son más frecuentes?
Procedimientos a utilizar para la modificación de la conducta:
Nos planteamos en la elección dos objetivos: debilitar la conducta agresiva y reforzar respuestas alternativas deseables (si esta última no existe en el repertorio de conductas del niño, deberemos asimismo aplicar la enseñanza de habilidades sociales).

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Ciertas condiciones proporcionan al niño señales de que su conducta agresiva puede tener consecuencias gratificantes. Por ejemplo, si en el colegio a la hora del patio y no estando presente el profesor, el niño sabe que pegando a sus compañeros, éstos le cederán el balón, habrá que poner a alguien que controle el juego hasta que ya no sea preciso.

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Debemos reducir el contacto del niño con los modelos agresivos. Por el contrario, conviene suministrar al niño modelos de conducta no agresiva. Muéstrele a su hijo otras vías para solucionar los conflictos: el razonamiento, el diálogo, el establecimiento de unas normas. Si los niños ven que los adultos tratan de resolver los problemas de modo no agresivo, y con ello se obtienen unas consecuencias agradables, podrán imitar esta forma de actuar. Para vosotros papás entrenar el autocontrol con ayuda de la relajación.

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Reduzca los estímulos que provocan la conducta. Enseñe al niño a permanecer en calma ante una provocación.

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Recompense a su hijo cuando éste lleve a cabo un juego cooperativo y asertivo.

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Existe una cosa denominada "Contrato de contingencias" que tiene como finalidad comprometer al niño en el proyecto de modificación de conducta. Es un escrito entre padres e hijo en el que se indica qué conductas el niño deberá emitir ante las próximas situaciones conflictivas y que percibirá por el adulto a cambio. Asimismo se indica qué coste tendrá la emisión de la conducta agresiva. El contrato deberá negociarse con el niño y revisarlo cada X tiempo y debe estar bien a la vista del niño. Tenemos que registrar a diario el nivel de comportamiento del niño (como hacíamos con la enuresis) porque la mera señal del registro ya actúa como reforzador. Esto es adecuado para niños a partir de 9 años.

Ponga en práctica su plan:
Cuando ya ha determinado qué procedimiento utilizará, puede comenzar a ponerlo en funcionamiento. Debe continuar registrando la frecuencia con que su hijo emite la conducta agresiva para así comprobar si el procedimiento utilizado está o no resultando efectivo. No olvide informar de la estrategia escogida a todos aquellos adultos que formen parte del entorno del niño.
Mantenga una actitud positiva. Luche por lo que quiere conseguir, no se desmorone con facilidad. Por último, fíjese en los progresos que va haciendo su hijo más que en los fallos que pueda tener. Al final se sentirán mejor tanto Vd. Como su hijo.
Evalúe los resultados del programa:
Junto con el tratamiento que usted ha decidido para eliminar la conducta agresiva de su hijo, usted ha planificado también reforzar las conductas alternativas de cooperación que simbolizan una adaptación al ambiente. Una vez transcurridas unas tres semanas siguiendo el procedimiento, deberá proceder a su evaluación. Si no hemos obtenido ninguna mejora, por pequeña que sea, algo está fallando, así es que deberemos volver a analizar todos los pasos previos. La hoja de registro nos ayudará para la evaluación de resultados. Si hemos llegado al objetivo previsto, es decir, reducción de la conducta agresiva, no debemos dejar drásticamente el programa que efectuamos, porque debemos preparar el terreno para que los resultados conseguidos se mantengan.
Para asegurarse de que el cambio se mantendrá, elimine progresivamente los reforzadores materiales. No olvide que los procedimientos que usted como padre ha aprendido, los puede interiorizar para provocar en usted mismo un cambio de actitud. Practique el entrenamiento en asertividad y será más feliz.

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http://www.instituto-filius.org/index.php?leng=es&father=23

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http://usuarios.lycos.es/puntodevista/Pr/tema31/tema31.html

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