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21. El Católico Evangelismo es el estudio de cómo testificar eficazmente y compartir el evangelio con audacia. Considera los elementos básicos del plan de salvación y su presentación con claridad. Enseña como superar la resistencia de diferentes tipos de mentalidades. Explica cómo hacer el seguimiento y presenta las verdades fundamentales que el obrero cristiano tiene que enseñarle al recién convertido. CÓMO PRESENTAR EL EVANGELIO A LOS CATÓLICO-ROMANOS
En nuestros esfuerzos evangelísticos
encontraremos muchas personas que, al hablarles de religión,
coincidirán con nosotros; y si no llegamos a decirles que somos
cristianos evangélicos, puede que nos confundan con un miembro
fervoroso de la iglesia a la que ellos pertenecen. No es prudente en
tales casos atacar desde el principio los errores de su propia fe
religiosa, porque esto cerraría el contacto y les dejaría con una
impresión falsa acerca de la nuestra. Pero tampoco es conveniente
dejarles con la falsa impresión de que somos católico-romanos, sin
tratar de darles un poco más de luz espiritual de la que ellos
poseen. Una de las mejores formas de entrar
suavemente en el terreno apologético con estas personas es haciéndoles
la pregunta de si están seguros de su salvación. Si no responden
de modo positivo –lo que es muy raroentre los que no han nacido de
nuevo–, sean católicos o protestantes nominales, cíteles la
declaración de Jesús en Juan 3:1-3 y sus firmes promesas de Juan
5:24, Lucas 24:47. Si usted nota que confían en sus buenas obras,
use los argumentos y los textos bíblicos que se exponen en el capítulo
anterior y haga énfasis en Juan 20:31, 1ª Juan 5:13, Romanos 5:1-2
y Romanos8:1. También son muy oportunas las afirmaciones
que hace Jesús acerca de las personas que él llama “sus ovejas”.
Dígale: ¿No es usted una oveja de Jesucristo?¿No cree usted que
Él es el Hijo de Dios que vino a buscar y salvar a los pecadores de
este mundo? ¿No se ha sentido usted pecador y ha pedido a
Jesucristo que le perdone todos sus pecados y le haga una oveja
suya,o sea, un cristiano de verdad? C.
Probablemente le dirá que se ha confesado muchas veces,
precisamente por esto, porque se ha sentido culpable ante Dios por
cosas que le supo mal haber hecho. R. En tal caso, no se apresure usted a
decirle quelos curas no pueden perdonar pecados, pues seguramente,
él, o ella, lo han hecho con toda buena fe, pensando que se dirigían
a Dios a través del sacerdote; ya vendrá la ocasión de disipar el
error de la confesión auricular. El primer tema a tratar con
cualquier católico-romano es el de la seguridad de la salvación. El
Purgatorio Pregúntele: ¿Qué piensa que le ocurriría
a su almasi al atravesar la calle le atropellara un carro (coche,
automóvil) y le dejara cadáver? ¿Iría a vivir con Cristo en el
cielo? C.
Probablemente iría al purgatorio. R. Pues permítame decirle que esta no era
la esperanza que tenían los cristianos de los primeros siglos, pues
cuando apedrearon a Esteban, leemos que este primer mártir de la fe
cristiana, dijo: “Señor Jesús,recibe mi espíritu”. Y cuando
Pablo estaba incierto sobre si la sentencia de Nerón sería de
muerte o delibertad, declara que por su parte quisiera más bien
“ser desatado y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”.
No habla de ir al purgatorio, lo que no podría ser calificado de
ningún modo, de muchísimo mejor. C.
Es que él era san Pablo y merecía bien ese premio inmediato por
todo lo que había hecho y sufrido en su carrera apostólica por
amor de Jesucristo. R. Pero éste no era el caso del ladrón
que murió crucificado al lado de Jesús, a quien el Señor se
dirigió con estas palabras: “De cierto te digo que hoy estarás
conmigo en el Paraíso”. Si se trata de un católico instruido,
probablemente le diga que el mismo apóstol declara que hemos deser
probados por fuego (1ª Corintios 3:12-15). En tal caso hágale
notar que no dice que nosotros tengamos que ser probados por fuego,
sino la obra que hemos hecho. Usando una figura, el apóstol Pablo
dice que ésta será quemada, para comprobar si fue o no decalidad:
No hay aquí ninguna indicación de que el cristiano tenga que ser
sometido a ningún fuego purificador, sino que dice: “la obra de
cada cual será probada por fuego”. C.
Pero muchos cristianos no nos sentimos bastante malos para merecer
el infierno ni suficientemente buenos para merecer el cielo. R. Otra vez tiene que volver usted a la
idea de merecer. ¿Dónde queda la obra de Jesús por nosotros? Sí
nosotros hubiésemos podido merecer y ganar el cielo, el Hijo de
Dios no se hubiese hecho hombre ni hubiese querido “padecer por
los pecados El Justo por losinjustos para llevarnos a Dios”, como
dice Pedro. Sería enmenoscabo de su obra redentora todo lo que
pretendamos hacer para ganar nuestra salvación. C.
Entonces, ¿toda persona que no sea muy piadosa tendría que ir a
arder en el infierno por toda laeternidad? ¿No comprende usted que
es necesario que haya un purgatorio para los que no son ni muy
malosni muy buenos? R. Pienso que tenemos que dejar a Dios el
secreto de lo que va a hacer con los que no sean creyentes y con los
que, siendo creyentes, no son lo que Él desea. La Sagrada Escritura
resume en una sola palabra el destino de quienes han rechazado la
salvación de Cristo, los llama “perdidos”, y “salvados” los
que la han aceptado y agradecido. Tanto los unos como losotros
recibirán premio o castigo “según sus obras”. C.
¿Y no cree en la eficacia de los sufragios por los difuntos? R. No, por supuesto; y he de decirle que
por desgracia esta doctrina ha engendrado mucha incredulidad en el
mundo, pues significa continuar las diferencias sociales en el más
allá; por muchos paliativos con que se quiera disimular esta
doctrina, llamando limosnas a los estipendios exigidos por tales
servicios. Recuerde sólo las severas palabras de Pedro a Simón el
mago: “Tu dinero vaya contigo a la perdición porque has supuesto
que el don de Dios se obtiene con dinero, no tienes tú parte ni
suerte en este asunto, porque tu corazón no esrecto delante de Dios.
Arrepiéntete pues de esta tu maldad, y ruega a Dios si quizá te
será perdonado el pensamiento de tu corazón; porque veo que están
en hiel de amargura y en ataduras de maldad” (Hechos 8:20-23). La
transubstanciación C.
Quizá tenga usted razón en este asunto de las indulgencias.
Reconocemos que en tiempos de Lutero se hizo una propaganda
escandalosa sobre ello, con el buen propósito de recoger dinero
para edificar la Basílica de san Pedro en Roma, y ello trajo la
protesta de los reformadores. Pero éstos fueron demasiado adelante
en sus protestas contra el dogma tradicional católico. Por ejemplo:
En el asunto de la existencia real de Jesucristo en la eucaristía,
¿cómo pueden ustedes negarla cuando Jesucristo dijo: “Esto es mi
cuerpo” (Mateo 26:26) y, además, añade: “El que come mi carne
y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último
día” (Juan 6:54)? R. Sí, pero Jesús mismo aclaró por
anticipado, en esta ocasión, el sentido de sus palabras diciendo:
“Yo soy el pan de vida, el que a mí viene nunca tendrá hambre,y
el que en mí cree no tendrá sed jamás” (Juan 6:35) y ratificó
el sentido espiritual y simbólico de sus palabras al decir en el
versículo 63: “El Espíritu es el que da vida, la carne no
aprovecha para nada, las palabras que yo os he hablado son Espíritu
y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen”. Además lo declara en el mismo pasaje de la
institución de la Santa Cena en Lucas 22:19 donde, después de
decir “Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado”, añade:
“haced esto en memoria de mí”; palabras que repitió San Pablo
en 1ª Corintios 11:25. Si Jesús dijo: “Esto es mi cuerpo”,
también dijo “yo soy la puerta” o “yo soy la vid” o “yo
soy el camino”, y todos entendemos que Jesús no es una puerta
material, ni una vid, ni una parra. ¿Por qué hemos de entender en
un sentido literal sus palabras al tratarsede la memoria de su
muerte, cuando no lo hacemos así, sino que entendemos el
significado figurativo, en los demás casos? El
culto a los santos C.
Dejemos este asunto, porque no nos entenderíamos; pero ustedes no
veneran a los santos, ni a lamadre del Salvador. R. Sí que los veneramos. A lo que nos
negamos es a rendirles culto. Los tenemos en suma veneración y
respeto. Muchas veces predicamos acerca de su ejemplo y de sus
virtudes, dignas de ser imitadas; pero no acudimos a ellos como
intermediarios, porque la Palabra de Dios dice así: “Hay un solo
Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre
el cual se dio asimismo en rescate por todos” 1ª Timoteo 2:5,6). Recuerde el caso de Pedro y Cornelio.
Cuando este centurión romano le salió a recibir a la puerta de su
casa, se arrodilló a sus pies, pero Pedro le levantó diciendo:
“Levántate porque yo mismo soy hombre” (Hechos 10:25, 26). Permítame hacerle una reflexión muy
sencilla. Los seres humanos somos finitos, no podemos atender varios
asuntos a la vez, únicamente Dios es infinito, sólo Dios está en
todas partes, ¿cómo pueden los santos por más que estén en el
cielo, siendo seres finitos como nosotros, atender a miles de
personas que les oran todos a la vez? C.
Es que Dios, que es infinito y omnipresente, lo oye, y se lo
comunica. R. En este caso resultaría que no oramos a
Dios pormediación de los santos, sino a los santos por mediación
de Dios. ¿Cree usted que esto es lógico y razonable? ¿Por qué no
ir directamente a Dios, que es quien oye primero nuestra súplica?
Jesucristo mismo nos recomienda orar a Dios Padre en su nombre,
diciendo a sus discípulos: “En aquel día pediréis en mi nombre
y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre
mismo os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que
yo salí de Dios”… “hasta ahoranada habéis pedido en mi
nombre, pedid y recibiréis paraque vuestro gozo esté completo”
(Juan 16:24-27). La
confesión auricular La misma consideración puede hacerse en
cuanto a la confesión auricular: Si Dios está en todas partes y
puede oír nuestra oración, ¿por qué no dirigirnos directamente a
Él cuando sentimos que hemos faltadoy tenemos remordimiento acerca
de nuestros pecados? C.
Es para tener la satisfacción de oír al sacerdote decir “Ego te
absolvo” (que significa “yo te perdono”), y cumplir alguna
penitencia, que nos es impuesta por el sacerdote, por nuestros
pecados. R. Pero la Sagrada Escritura está llena de
declaraciones de que solamente Dios puede perdonar los pecados; y
cuando el mismo Jesucristo dijo al paralítico “Tus pecados te son
perdonados”, le acusaban de que estaba blasfemando porque sólo
Dios tiene semejante autoridad (Marcos 2:7) y Él no negó que fuese
así, como lo entendían los judíos, pero afirmó por mediode un
milagro su autoridad, como Dios hecho hombre que era. C.
Pero es que el sacerdote lo hace en nombre de Dios, son
representantes suyo. R. Pero tengo que decirle que ésta no era
la costumbre de los cristianos primitivos. Puedo citarle trozos y
sermones de grandes escritores de los primeros siglos, como San
Basilio, San Juan Crisóstomo, San Agustín y otros, en los cuales
éstos declaran que es a Dios solo, en secreto, sin ningún testigo
humano, que hay que presentar nuestras confesiones. En las biografías
muy detalladas, que tenemos, de grandes cristianos de los primeros
siglos, no hallamos noticia alguna de que fueran a confesarse con un
sacerdote. Si los cristianos primitivos hubiesen entendido las
palabras de Jesús “A los que les remitiéreis los pecados les serán
remitidos”, en la forma en que la Iglesia Católica dice,
encontraríamos ya en los Hechos de los Apóstoles, y entodas las
historias posteriores de grandes cristianos, mención de esta práctica
tan esencial en un mundo de pecadores. Pero no es esto lo que
hallamos, sino totalmente lo contrario. Cuando Pedro reprendió a
Simón el Mago, diciéndole que estaba en “hiel de amargura y
ataduras de maldad”, no le conminó a confesarse inmediatamente de
su pecado, ni con él, ni con Juan, ni con ningún otro apóstol;
sino que le dijo: “Ruega a Dios por si quizá te será perdonado
este mal pensamiento de tu corazón”. Y así lo hallamos en toda
la historia de los cristianos de los primeros siglos hasta los
concilios de la Edad Media. C.
¿Qué quiso, pues, significar Jesús cuando dijo a sus discípulos:
“A quienes remitiereis los pecados, les serán remitidos, y a
quienes los retuviereis, les serán retenidos” (Juan 20:23)? R. Evidentemente, se refería a la gran
responsabilidad que pesaba sobre los discípulos como mensajeros del
glorioso Evangelio, que proporciona el perdónde los pecados a los
hombres que lo aceptan. El ministro del Evangelio –y en
particular el que se dedica a la obra misionera, como tenían que
dedicarse los apóstoles (versículo 21)–, tiene el privilegiode
ofrecer el perdón de los pecados, o de retener a los hombres en sus
pecados, según sea su diligencia en dar a conocer las Buenas Nuevas
de salvación. Si el discípulo de Cristo, al entrar en contacto con
pecadores necesitados de salvación, les habla de todo menos de la
gloriosa posibilidad y seguridad que Dios les ofrece de perdonarles
sus pecados si se arrepienten yaceptan a Cristo como Salvador, ¿no
les retiene por su descuido o negligencia en aquellos pecados de los
cuales podrían ser librados? Si, en cambio, les anuncia a Cristo y
la salvación. ¿No se convierte en el medio para que sus pecados
sean remitidos? ¿No les da por su mensaje el perdón? C.
¿Por qué, pues, tenemos instituido en la Iglesia el mandato de
confesarse con un sacerdote, y la costumbre de recibir penitencias,
así como la gracia divina de las indulgencias? ¿No son éstas un
medio para obtener el perdón de algunos pecados, mediante la
aplicación de los méritos de las buenas obras practicadas por el
propio ofensor, o el traslado, en favor de los fieles que se hacen
acreedores a ello, de las buenas obras que sobraron a la bendita
Virgen y a los santos? R. No, de ningún modo. Por varios siglos,
como le he dicho, no hallamos que los cristianos se confesaran a los
pies de un sacerdote, pero cuando habían cometido un pecado muy
grave, y público, que pudiera traer escándalo al buen nombre de la
doctrina cristiana, lo confesaban en público, ante toda la asamblea;
y entonces, el pastor u obispo les imponía una penitencia que
consistía generalmente en estar excluidos de participar de la
comunión durante un cierto período de tiempo, que a veces ascendía
a muchos años: Tenían que salir de la asamblea cuando se celebraba
la comunión y en muchos casos estar de rodillas a la puerta de
afuera.Como esto era un castigo muy severo, se aplicaban
indulgencias, o sea, acortamiento del período de ex-comunión, y de
ahí vino la costumbre de las indulgencias: Los días de indulgencia
significaban días dereducción de la penitencia impuesta por el
propio pastor o presidente de la asamblea cristiana, a quien erróneamente
empezaron a llamar sacerdote, pues sacerdote, que significa
“mediador entre Dios y los hombres”, no hay más que uno, como
hemos visto enel citado pasaje de 1ª Timoteo 2, y es lo que dice
también el autor de la carta a los Hebreos, donde se explica que Él
es el único sacerdote y no hay otro,declarando: “Porque los otros
sacerdotes llegaron a sermuchos debido a que la muerte les impedía
continuar; mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un
sacerdocio intransferible; por lo cual puede también salvar
completamente a los que por medio de Él se acercan a Dios, viviendo
siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:23-25). C.
¿De modo que no significan los días de indulgencia, días de
acortamiento de la pena de purgatorio impuesta por Dios a las almas
que salen imperfectas de este mundo? R. No. Es simplemente un invento fraguado
en los siglos supersticiosos de la Edad Media, del que no se hallan
trazas en las enseñanzas de Cristo ni de sus apóstoles, sino todo
lo contrario: Jesús siempre concedió perdón absoluto y completo a
los pecadores que a Él acudieron arrepentidos, como usted puede
comprobar al leer el N.T. Y ésta es la principal razón por la que
estuvo prohibida su lectura a los católicos durante siglos: y hasta
tiempos muy recientes, como lo descubrirá examinando los documentos
y decretos papales a través de la Historia. Lo
primordial primero La discusión con un católico-romano puede
continuarse bajo muchos otros temas, como los de la infalibilidad de
los papas, el pecado de la intolerancia,etc. Pero como se trata de
errores que muchos católicos hoy día ya reconocen, apenas si vale
la pena discutir o presentar tales puntos, sino que basta con
presentarles claramente el asunto de la salvación completa que
tenemos en Cristo, por la fe y no por obras,ni por el hecho de
pertenecer a una iglesia, bien sea católica o protestante. Como hay
tantos puntos de contacto entre el cristianismo evangélico y el
catolicismo, conviene hablar primero de aquellos temas en los que
estamos de acuerdo, mejor que entrar en controversia; sin embargo si
se trata de una persona a la que tenemos oportunidad de anunciar el
Evangelio una sola vez, conviene no dejar de hacerle saber que la
persona que le ha hablado es un cristiano evangélico, pues esto
puede serle una guía, en tiempos futuros, para buscar el camino de
la salvación, informándose de alguna otra persona evangélica,
cuando la Palabra de Dios –que ya empiezan a leer y estudiar los
católicos– hable a su corazón, mostrándole las grandes verdades
del Evangelio en su primitiva pureza. Manual práctico de evangelismo por Samuel Vila |
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