Bienvenido | Inscripciones | Orientación | Donar al seminario - su ofrenda hace este ministerio posible | |
![]() |
Seminario Reina Valera
|
|
![]() |
![]() |
20. El Ignorante![]() Evangelismo es el estudio de cómo testificar eficazmente y compartir el evangelio con audacia. Considera los elementos básicos del plan de salvación y su presentación con claridad. Enseña como superar la resistencia de diferentes tipos de mentalidades. Explica cómo hacer el seguimiento y presenta las verdades fundamentales que el obrero cristiano tiene que enseñarle al recién convertido. CÓMO TRATAR A LOS QUE
CREEN EN DIOS Y EN CRISTO, PERO NO COMPRENDEN EL PLAN DE SALVACIÓN
Hay muchas personas, en especial en los países de
habla española, que creen en Dios y en Cristo de unmodo general,
porque así se lo han enseñado desde la niñez, pero no tienen una
relación personal con Jesucristo, ni esta esperanza viva a que se
refería el apóstol San Pedro, pues no comprenden el plan de
salvación de Dios. Generalmente tienen una esperanza vaga de que no
ha de irles del todo mal en cuantoa sus almas, porque no han sido
grandes pecadores. ¿Cómo trataríamos a esta clase de personas para
llevarles a la fe cristiana genuina? En primer lugar es necesario hacerles comprender que
aun cuando sean personas honorables y de buena reputación delante
de los hombres, son pecadores anteDios. Hemos tenido ya ocasión de
citar este punto, al dialogar con escépticos, que no están nada
seguros de si hay o no hay otra vida; y confían, para el caso que
la hubiera, en su bondad natural para justificarse ante Dios.
Puntualice que las Sagradas Escrituras describen la condición del
ser humano de modo muy diferente a como nosotros solemos opinar.
Cite a tales personas los siguientes textos: •Proverbios 16:3: “Todos los caminos del hombre son
limpios en su propia opinión, pero Jehová pesa los espíritus”. •Romanos 3:23: “Por cuanto todos pecaron y están
destituidos de la gloria de Dios”. •Lucas 16:15: “Entonces les dijo: Vosotros sois los
que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres, pero
Dios conoce vuestros corazones, porque lo que los hombres tienen por
muy estimable, delante de Dios es abominación”. •Mateo 9:12, 13: “Al oír esto, Jesús les dijo:
“Los sanosno tienen necesidad de médico sino los enfermos. Id,
pues, y aprended lo que significa, Misericordia quiero y no
sacrificio, porque no he venido a llamar a justos sino pecadores al
arrepentimiento”. Hágales notar que el primer mandamiento de Dios es
amarle a Él sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.
¿Quién lo cumple? Haga énfasis en el pasaje de Juan 3:3-7: “El
que no naciere otra vez no puede ver el Reino de Dios”. Sin duda,
Nicodemo era un hombre religioso y honrado, tanto o más que los
hombres honrados que existen hoy en el Cristianismo protestante o
católico nominal; sin embargo, Jesús le declaró que le era
indispensable nacer otra vez; es decir, entrar en una nueva relación
con Dios por medio de Aquel que un día sería levantado sobre la
cruz del Calvario para realizar una obra expiatoria en favor de los
pecadores; y le aclaró el sentido de sus palabras con aquel texto
clave de la doctrina de la salvación: “De tal manera amó Dios al
mundo que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él
crea no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). En una conversación íntima, si la ocasión es
apropiada, use el método de personalizar ese texto. Sobre todo si
se trata de una persona sencilla. Es un método excelente. Divida el texto por frases y pregunte: —¿A quién amó Dios? —Al mundo. ¿Usted forma parte del mundo? —Naturalmente. —Pues bien, porque Dios es infinito puede y quiere
tratar a las personas individualmente. Nosotros no podemos hacerlo,
porque somos finitos, y no podemos pensar ni dialogar sino con muy
pocas personas. Si nos hablan tres o cuatro a la vez, tenemos que
parar atención a una y después a otra, pero Jesús nos enseña que
Dios puede atender a miles, y aun a millones, a la vez. Este es un
misterio que no cabe en nuestra mente finita, pero quizá algún día
lo comprenderemos: De momento no podemos hacer otra cosa que aceptar
su enseñanza, de que Él puede ver y atender a cada uno en
particular. Por lo tanto, podemos sustituir la palabra mundo por su
propio nombrede usted y escribir: • De tal manera amó Dios a ……………………
(el nombre que corresponda). • Que ha dado a su Hijo Unigénito (aquí podemosañadir
el nombre Jesucristo). • Para que si ……………………… (el nombre
dela persona) cree en Él, no se pierda –esta frase expresaun gran
peligro, del que la gente tiene diversas opiniones, y Jesús lo
expresa en diversas figuras, pero siempre en un sentido de horror. • Mas ……………… (el nombre de la
persona)tenga, ¿qué? … vida eterna.Trace una línea
perpendicular y escriba a un lado PERDICIÓN — VIDA ETERNA Es una alternativa que debemos afrontar, ¿qué
elegiremos? ¿Cuál es el porvenir que usted prevee para su propia
alma? Es posible que aquí surjan toda suerte de excusas;
posiblemente le dirán: Es que yo ya creo en Cristo. Siempre he
tenido fe. Quizá aquí os cuenten algún hecho meritorio, o alguna
práctica que suelen llevar a cabo todos los días, para probar que
han sido siempre personas religiosas. En tal caso haga notar la
diferencia entre Creer
en Cristo y creer a Cristo Creer que existió Jesucristo en Palestina, hace casi
2.000 años, que enseñó buenas cosas acerca de Dios,que le
crucificaron y, aunque resucitó y está en el cielo,es una base
apropiada para la fe; pero no es la fe genuina, la fe que salva. Esta consiste, no solamente en creer en Cristo, sino en
creer a Dios, esto es, poner fe en sus palabras, tener como ciertas
sus promesas. Hay millones de personas que creen en Cristo como un
personaje histórico, del mismo modo que pueden creer en Sócrates,
Platón o Napoleón, es decir, toman a Cristo como un personaje histórico
y nada más. Pero lo que pide la Palabra de Dios es que creamosa
Cristo. Es decir, que pongamos plena confianza en las promesas que
Él hizo, y vivamos y muramos en esta confianza, de que Él no trató
de engañar a sus discípulos, ni éstos a los que aceptaron su
testimonio. Pregúntele directamente: “¿En cuál de los dos
sentidos cree usted en Jesús?” Si la persona insiste en una
religiosidad basada en buenas obras, más bien que en la fe, cítele
las palabras de Jesús a los judíos cuando le preguntaron: “¿Qué
haremos para que obremos las obras de Dios? Respondió Jesús y les
dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que Él ha enviado”
(Juan 6:28). El
caso de Cornelio Preséntele ejemplos bíblicos de personas excelentes
que a pesar de su moralidad necesitaron de Cristo para ser salvos.
Por ejemplo: Cornelio (Hechos 10:1-6). Haga notar que el mismo ángel
le dijo: “Tus oraciones y tus limosnas han subido como un memorial
delante de Dios”. Eso significa que Dios no desestima las buenas
obras, sino que las tiene en consideración, y quizá por tal razón,
Dios ha hecho que usted pueda escuchar el Evangelio de mis humildes
labios, o leer estos libros que le explican las buenas nuevas de su
amor. Ahora bien, fíjese en que el ángel le dijo a Cornelio: “Él
te dirá lo que debas hacer”. ¿Qué es lo que le faltaba al buen
centurión? ¿Qué le dijo Pedro?: “De éste dan testimonio todos
los profetas, que todo el que cree en Él recibirá perdón de
pecados por su nombre”. Esto es lo que Cornelio necesitaba añadir
a sus buenas obras. Esto es lo que aún falta hoy día a muchos que
piensan salvarse por sus buenas obras: poner una fe viva, esdecir,
una fe absoluta, en las palabras de Jesús. Si usted tiene fe en
Cristo de un modo general, pero no ha entrado en una relación
personal con Él, habiéndole aceptado como su único y suficiente
Salvador, se encuentra en la misma situación de Cornelio y debe añadir,
a sus buenas obras, la fe que salva y justifica delante de Dios,
para que sus buenas obras adquieran un doble valor y le proporcionen
una buena recompensa en el cielo; pero la entrada allí sólo se
obtiene por la fe puesta en los méritos de Cristo, no por nuestros
propios méritos. Puede citarle también el pasaje de Filipenses 3:4-8,
donde después de explicar cuán buen judío era el apóstol Pablo,
y cómo se esforzaba en agradar a Dios, aun en el celo que mostraba
para perseguir a los herejes (cristianos), Él considera todas sus
cualidades religiosas como basura, a fin de “ser hallado en Él,
no teniendo mi propia justicia, basada en la Ley, sino la que es por
medio de la fe de Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la
base de la fe” (Filipenses 3:9). Haga observar a su interlocutor que si la salvación
fuera por la justicia propia, no habría sido necesario que Cristo
muriera por los pecadores; y que prácticamente es una ofensa a Él
y un desprecio de su sacrificio si tratamos de ganar por nuestras
propias obras lo que Él ganó con su obra expiatoria.Léale el
pasaje de Gálatas 2:21, que dice así: “No desecho la gracia de
Dios (esto significa no quiero desechar la gracia de Dios), pues si
por medio de la Ley se obtuviese la justicia, entonces Cristo murió
en vano”.Asi mismo son muy contundentes e ilustran bien este
principio los textos de Romanos 3:20 y 4:2-6. Conviene darlos a leer
de la misma Biblia a la persona correspondiente. Pero al llegar a términos tan drásticos, es necesario
citar Efesios 2:8-10, para contra rrestar la mala impresión que
suele producir en los católicos la idea de la salvación por la fe,
acusándonos de que proclamamos una fe barata, una fe sin obras. Explíquele el papel de las obras con el ejemplo de un
deudor atribulado a quien un gran millonario, compadecido de su
situación, le saldara todas sus deudas por un acto de generosidad.
Sería una necedad, y casi una ofensa, si el antiguo deudor tratara
de devolver a su bienhechor lo que éste habría saldado por su acto
de benevolencia. Pero siempre sería bien aceptado un pequeño
obsequio de Navidad, o decumpleaños, que demostrara la gratitud del
beneficiado para con su bienhechor. Así son nuestras buenas obras
para con Dios, no hay que practicarlas como un mérito o manera para
ganar nuestra salvación, ni siquiera para contribuir a ella, puesto
que Jesucristo la obtuvo por nosotros; sino un modo de mostrar
nuestro amor y gratitud a quien ganó para nosotros una salvación
completa y perfecta. Estos reparos y objecciones al plan de Dios para la
salvación según el Evangelio son presentados, tanto por los
cristianos nominales del catolicismo, el protestantismo, como por
los judíos, espiritistas, y por los partidarios de nuevas sectas
que han abandonado el antiguo Evangelio sustituyéndolo por alguna
novedad de tipo orientalista. Todos ellos suelen objetar a la
salvación por la fe como demasiado simple y hasta inmoral. Es mucho
más justo –dicen– que Dios salve por las obras a las personas
que se lo merecen. R. En tales casos preséntense los versículos
citadosen el capítulo anterior y hágase énfasis en la expresión
“para que nadie se gloríe” (Efesios 2:9) y Romanos 4:1-8. Recuerde el ejemplo del ladrón en la cruz, que fue
salvo sin haber podido hacer nada más que poner su confianza en
Jesucristo. Es posible que su interlocutor le diga: O.
Si la salvación es por gracia, mediante la fe enCristo, lo más
conveniente es, pues, aprovechar estavida para “pasarlo bien”,
sin tener en cuenta las restricciones de la religión, y aceptar a
Cristo en los últimos momentos de nuestra existencia. R. Esto sería un grave error por los siguientes
motivos: a) Nuestra vida es incierta y puede terminar en
cualquier momento inesperado, sobre todo hoy día que nos vemos
obligados a arriesgarla continuamente –cosa que no ocurría en
tiempos de nuestros abuelos–. Además, existen enfermedades
fulminantes, como los infartos de corazón. b) Dios conoce los pensamientos de nuestros corazones,
y lo más probable es que, al que llevara este propósito egoísta,
Dios no le diera tiempo para convertirse. c) Hágale constar que la salvación por la fe deja en
los corazones de los salvados por gracia, un amor y una gratitud,
generadora de buenas obras, tanto más valiosas mientras nos
hallamos en este mundo y las realizamos en difíciles circunstancias,
aunque es de creer que continuaremos el servicio por gratitud y amor
en la eternidad. Esto es lo que parece indicarnos Efesios 1:12 donde
leemos: “A fin de que seamos para la alabanza de su gloria,
nosotros los que ya antes esperamos en Cristo”, y Efesios 3:10:
“Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a
conocer por medio de la Iglesia a los principados y potestades en
los lugares celestiales”. Y Apocalipsis 22:3 “Y sus siervos le
servirány verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes”.
Aun cuando la Palabra de Dios nos presenta estasposibilidades para
el futuro, Dios aprecia tanto másnuestras buenas obras aquí,
porque son una expresiónde la fe, en esta época de nuestra
existencia a la que podríamos llamar el “test” de la eternidad.
No temosla declaración de Jesús a Tomás: “¿Porque viste, Tomás,
creíste? Bienaventurados aquellos que no vieron y creyeron” (Juan
20:29). Cómo
evangelizar a socialistas y comunistas En el trabajo de evangelización personal encontraremos
personas de tendencia izquierdista o socialistaque argüirán en
contra de la doctrina de la salvación por la fe en Cristo diciendo
que es demasiado sencilloeso de creer en un hombre Justo que padeció
pornosotros hace dos mil años para justificarnos denuestros pecados.
Que si hay un Dios justo que ha depedirnos cuentas en el más allá,
deberá tener en cuenta mucho más nuestros hechos, que no nuestra
fe en una religión. A los tales hay que mostrarles todo lo que la Palabra
de Dios enseña en cuanto a la necesidad de las buenas obras, leyéndoles
en la Escritura los pasajes de Santiago 2:1-20 y 5:6, pero haciéndoles
notar que Santiago no defendía las obras sin fe, sino que ataca la
fe sin obras, la fe hipócrita, la fe que trata de escabullirse de
las obras, descuidando los principios éticos y sociales de
Jesucristo y de los apóstoles. Hay que convenir en la idea de que
los graves fallos éticos de muchos cristianos de nombre, en siglos
pasados, dieron lugar a la reacción social de Marx y Lenin, quetenían
toda la razón en muchas cosas, pero lamentando que su punto de
vista filosófico-ateo, haya perjudicado no sólo al Cristianismo,
sino al propio comunismo, porque la carencia de temor de Dios
permitió a jefes como Stalin llevar a cabo crueles “purgas” de
partido y otros abusos que han tenido que ser rectificados por sus
sucesores, a pesar de que éstos no respetan tampoco plenamente los
derechos humanos. Es justo reconocer que en nuestras propias iglesias
hemos sufrido de quienes al amparo de la fe, hantenido en poca
estima las obras que deben seguir a la fe, es decir, los frutos del
Espíritu, que son la demostración de la fe verdadera, como leemos
en Gálatas 5:19-25; pero esto ya ocurría en los días de Pablo,
comovemos en 2ª Corintos en los capítulos 10 al 13 y no es motivo
para que rechacemos la enseñanza del Evangelio acerca del plan de
la salvación declarado por Jesucristo en Lucas 24:46-48, Juan
3:12-21, y en muchos otros textos. Puede hacerse observar que Cristo mismo da unclaro
valor a las obras en este mismo pasaje en que nos explica el plan de
la redención por la fe (Lucas 23:21). Si bien es cierto que ha habido y hay en el
Cristianismo personas hipócritas que han abusado de la doctrina
cristiana de la Fe, ha habido otros cristianos, a través de todos
los siglos, que la han enaltecido y honrado. La fe cristiana es una semilla cuyo fruto es la caridad.
Si el fruto no aparece, es que la semilla está muerta. Las
declaraciones de Cristo con referencia a esto son muy explícitas.
La fe produce la beneficencia,el amor al prójimo y el amor a la
justicia. Examínense las páginas de la historia y se verá que
los grandes bienhechores de la humanidad han sido cristianos
verdaderos, desde los grandes hombres de la Iglesia Primitiva hasta
San Francisco de Asís, San Damián, Vicente de Paul, Livingstone,
Henry Dunant, fundador de la Cruz Roja Internacional o Martin Lutero
King. Mientras que en las filas de los escépticos y ateos figuran
todos los que, faltos del temor de Dios, se han lanzado a las
iniquidades e injusticias de la opresión o del terrorismo. Nuestro
deber es presentar el propósito divino con perfecto equilibrio,
para que nunca seamos nosotros responsables de inducir a otros en el
error, por hacer un énfasis excesivo en una parte de la revelación
de Dios, olvidando la otra parte. |
![]() |
|||
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
Bienvenido | Inscripciones | Orientación | Donar al seminario - su ofrenda hace este ministerio posible |