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19. El Escéptico![]() Evangelismo es el estudio de cómo testificar eficazmente y compartir el evangelio con audacia. Considera los elementos básicos del plan de salvación y su presentación con claridad. Enseña como superar la resistencia de diferentes tipos de mentalidades. Explica cómo hacer el seguimiento y presenta las verdades fundamentales que el obrero cristiano tiene que enseñarle al recién convertido. CÓMO RESPONDER A LOS ESCÉPTICOS
En labores de evangelización tropezamos
muchas veces con escépticos, que no niegan la existencia de Dios,
pero nos dicen, más o menos, lo siguiente: E.
“Yo no soy ateo, yo creo que algo debe existir detrás de todo lo
maravilloso que hay en la Naturaleza; pero no creo que sea posible
saber nada acerca de este gran misterio y pienso que nunca lo
sabremos. Por tanto no me preocupo de ninguna religión, ya que
nadie sabe lo que es Dios.” ¿Qué debemos responder a quienes nos
hablan en semejantes términos? R. Una respuesta bastante comprensible y
efectiva es ponerles el ejemplo de un padre. Jesús vino a hacernos
la gran revelación de que el Poder invisibleque adivinamos detrás
de las maravillas de la Naturaleza puede y debe ser considerado como
nuestro Padre Celestial; no sólo porque Él ha dado vida a todolo
existente sino porque sus sentimientos son los de un padre hacia sus
criaturas, por más que nosotros no comprendamos su modo de actuar y
muchas veces nos parezca un misterio. Jesucristo, después de
resucitado, cuando sus discípulos estaban ya más asesorados de su
pensamiento porque había estado doctrinándoles durante tres años,
ante el hecho asombroso, pero innegable para ellos, de su resurrección,les
dijo: “Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios”. Aun cuando ignoremos mucho acerca de
Dios,tenemos deberes innegables con respecto a un Ser aquien debemos,
no solamente la vida, sino todos los bienes de que disfrutamos, esto
es lo que quería significar el apóstol Pablo en aquel texto en que
dice: “Las cosas invisibles de Él… se echan de ver por las
cosas que vemos y tocamos; y que los que no quieren reconocerlo son
“inexcusables”.” Suponga usted –podemos decir al
interlocutor escéptico– que sus hijos, ya mayores, que se han
ausentado del hogar paterno, dicen: “Yo no discuto la existencia
de mis padres, pero no me ocupo de ellos, no les busco ni trato de
comunicarme con ellos, no los maldigo ni les voy detrás,
simplemente no quiero saber nada de ellos”. E.
Es que hay una gran diferencia entre los padres naturales que
conocemos, y Dios, a quien no conocemos. R. Pero esto no nos exime del deber de
admirar y agradecer sus obras. Dios era menos conocido por
loshombres inspirados que escribieron el A.T., que para nosotros,
que tenemos la última revelación que nos dio por medio de
Jesucristo; sin embargo, encontramos en aquellos escritos una
reverencia y una gratitud extraordinaria hacia Jehová (El que ha
sido, es y será),pues tal es el significado del nombre. Por ejemplo
en el Salmo 92 leemos: “Bueno es alabarte, ¡oh Jehová!, y cantar
salmos a tu nombre, ¡oh Altísimo!, por cuanto me has alegrado, oh
Jehová, con tus obras; en las obras de tus manos me gozo. Cuán
grandes son tus obras, oh Jehová, muy profundos son tus designios.
El hombre necio no entiende y el insensato no comprende, que si
brotan los impíos como la hierba y florecen todos los que hacen
iniquidad, es para ser destruidos eternamente”. ¿Usted se conforma con ser destruido, o
condenado eternamente? E.
Es que yo no soy impío, soy un hombre de bien que procuro no hacer
mal a nadie. R. Es cierto que la palabra impío ha
recibido una connotación algo equivocada en nuestra lengua
castellana, pero si la estudiamos etimológicamente nos daremos
cuenta de que el verdadero significado de inpío, es sencillamente,
no piadoso. No significa ser ladrón, o asesino, sino simplemente no
tener sentimientos de piedad, de fe, de gratitud y amor a Dios. En
este sentido usted es inmpío, usted mismo acaba de declararlo. E.
Es cierto, no soy un beato. R. Sin embargo la revelación de Dios a
este mundo condena tanto a beatos como a “impíos”, si su
conducta no es según la voluntad de Dios. Jesús condenaba a los
beatos de su tiempo, que eran los fariseos, y los llamaba hipócritas;
pero también, exhortaba a todos,desde el mismo principio de su
ministerio, diciendo “El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios
se ha acer-cado; arrepentíos y creed el Evangelio”. Y a algunos
que se consideraban justos porque no habían sido objeto de una
calamidad pública que había costado la vida a varios ciudadanos, y
ellos continuaban vivos por la misericordia y paciencia de Dios, les
exhortaba diciendo: “Si no os arrepintiereis todos pereceréis de
la misma manera”. Y decía una gran verdad, puesto que la muerte
no perdona a nadie y lo mismo que había sucedido a aquellos
ciudadanos de Galilea víctimas de una catástrofe, les ocurriría a
ellos un poco más tarde, y nos ha de ocurrir a cada uno. Si no de
un modo, de otro, nuestros cuerpos han de perecer. E.
Claro, todos tenemos que morir; de esto no seescapa nadie. R. Pero Jesús, que había venido del mundo
del espíritu que es el mundo de la vida, veía las cosas deun modo
muy diferente que nosotros, que disfrutamos de la vida en el cuerpo
físico, sólo por una breve temporada de X años. Para Él todos
los hombres eran como un rebaño de ovejas destinado al matadero; de
ahí su interés en hacerles partícipes de la vida eterna que Él
vino a traernos. Por esto podía decir: “No temáis a los que
matan el cuerpo mas no pueden matar el alma, temed más bien a Aquel
que puede destruir alma y cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28). E.
Pero yo no soy tan malo como para merecer el infierno. Esta idea la
inventaron los curas para tenerespantada a la gente y dominarla a su
gusto. R. No, amigo mío, esto no lo inventaron
las autoridades de la Iglesia Católica, sino que son palabras que
se encuentran en los más antiguos documentos de la fe cristiana, es
decir en los Evangelios, y aun cuando hay diferencias de opinión
acerca de lo que realmente significa la condenación (que por su
puesto no será igual para todos los hombres, según descubrimos en
Mateo 11:20 y Lucas 12:47-48), y hay quienes opinan que será
separación de Dios en tinieblas, otros sufrimiento, y otros extinción
del alma; no quiera usted arriesgarse a conocer experimentalmente lo
que será, puesto que éste es el gran peligro del cual Jesucristo
vino a advertirnos muy seriamente, y Él mismo declaró que vino a
padecer en la cruz del Calvario y resucitar, para poder librarnos de
ello. De tal gravedad lo consideraba, y Él conocía muy bien las
cosas del más allá. E.
Pero yo le repito que no creo que Dios vaya a castigar en la otra
vida sino a personas muy culpables, pero no a individuos honrados
como usted o yo. R. Lo que usted crea, ni lo que yo crea, no
nos librará, si Él nos considera indignos de entrar por nuestros méritos
en regiones de absoluta santidad. Que no seamos tan malos como otros
es bien posible; pero tampoco somos perfectos. Ni usted ni yo hemos
cumplido el primer mandato de la Ley de Dios, que dice: “Amarás a
tu Dios sobre todas las cosas y a tu prójimocomo a ti mismo”. No
hemos amado a los menos afortunados que nosotros, como a nosotros
mismos; hemos sido esclavos de nuestro egoísmo. Y en cuanto a la
primera parte del mandato divino “amarás a Dios sobre todas las
cosas”, ¿no cree que la propia despreocupación que usted ha
manifestado hace un momento, es ya una ostensible ofensa para el
Autor de todos los bienes de que disfrutamos? El apóstol Pablo, refiriéndose a los
paganos de tiempos pasados, dice: “Y como ellos no tuvieron a bien
el reconocer a Dios, Dios les entrego a una mente reprobada para
hacer cosas impropias” (Romanos 1:28), luego cita una lista larga
de cosas malas que los hombre han hecho, y aunque muchas de las
tales cosas no pueden ser atribuidas ni a usted ni a mí, dice el
mismo apóstol: “No hay justo ni aun uno, no hay quien entienda,
no hay quien busque a Dios” (Romanos 3:10). De modo que el no
buscar a Dios es ya en sí una impiedad, porque significa culpable
ingratitud. Y hablando el mismo apóstol a los sabios
de Grecia, en su Areópago de Atenas, después de explicarles que
Dios es el Espíritu infinito que da a todos vida y aliento y todas
las cosas, añade que lo ha hecho para que los hombres busquen a
Dios: “Si tal vez palpando pueden hallarle, aunque ciertamente no
está lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:27), y en Amós
5:4 leemos: “Así dice Jehová: “Buscadme y viviréis”. E.
¿Y cómo se puede buscar a Dios si nunca le hemos visto ni nadie le
puede ver? R. A Dios, en su esencia, ciertamente no
podemos verle, pero tenemos el deber de buscarle a través de la
revelación que Él ha hecho de sí mismo, de un modo muy especial,
mediante el Verbo encarnado, que en palabras humanas llamamos su
Hijo Jesucristo. En Juan 1:18 leemos: “A Dios nadie le vio jamás,
el unigénito Hijo que está en el seno del Padre, Él le ha dado a
conocer”. E.
Pero hay tantas religiones y tantos modos de pensar acerca de este
gran misterio, que es muy difícil saber dónde está la verdad. R. Es cierto, a causa de la influencia del
maligno que ha inculcado toda clase de ideas extrañas en las mentes
de los hombres, como dice el apóstol Pablo:”Pero si nuestro
Evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está
encubierto; en los cuales el Dios de este mundo cegó los
pensamientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la
iluminación del Evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la
imagen de Dios” (2ª Corintios 4:4). E.
Yo no niego la existencia de Dios, pero si existe debe haberse
olvidado ya de este mundo, pues los mismos elementos de la
Naturaleza, que parecen bien ordenados para beneficio de los seres
vivos, a veces producen mucho mal cuando se desatan en terremotosy
ciclones, inundaciones o incendios, y obran sin misericordia. Si
existiese un Dios sabio y bueno detrás de estos elementos, esto no
ocurriría. R. Usted reconoce a un Ser que obró con
benéfica sabiduría al ordenar este mundo y que actualmente parece
estar desatendido de Él, porque no evita ca-tástrofes naturales.
Entonces usted no quisiera queDios hubiese dictado a la materia
leyes fijas y permanentes. ¿Cómo quisiera entonces que mantuviese
Dios el equilibrio del Universo? Todos sentimos que es un gran beneficio
para los seres vivos la existencia del agua, precioso elemento que
no se encuentra en los planetas vecinos a la Tierra,pero en ciertas
circunstancias, un exceso de lluvia puede causar inundaciones. Del
mismo modo, ¿quién dejará de bendecir a Dios por el aire que
respiramos,que sirve para tantas cosas útiles en el orden de
lacreación (véase lo dicho en páginas 82 y 83), por másque de
vez en cuando un ciclón cause devastaciones en alguna parte de la
Tierra. ¡Cuántas veces podemos dar gracias a Dios
por elfuego que nos calienta, y nos ayuda a cocer los alimentos, y a
ablandar y transformar la materia sólida delos metales, por más
que alguna vez causa daño, alproducirse un incendio! E.
Pero si existe Dios debiera intervenir en tales casos. R. Entonces quisiera que Dios efectuase
milagrosa cada momento en que nosotros hemos tenido undescuido, y
que no hubiese dejado las leyes de laNaturaleza obrar por sí mismas. E.
Exactamente. Esto es lo que quisiéramos todos los que estamos en
duda acerca de la religión. O, de otro modo, que hiciera aparecer
letras de fuego en los cielos que indicaran cuál es la religión
verdadera. R. Y ¿en qué lengua quisiera usted que
fuera redactado tal letrero en un mundo donde existen millares? Además,
si Dios obrara de este modo, usted sería el primero que se sentiría
esclavizado, por tener que practicar alguna religión por la fuerza.
¿No comprende que de semejante modo no sería factible la prueba
del amor, la fe y la gratitud, que Dios quiere despertar y mantener
en Ios corazones de un número de hombres y mujeres por los siglos
de los siglos? En cierta ocasión en que los paganos querían
rendir culto al apóstol Pablo, a causa de un milagro que había
hecho, creyendo que era el Dios pagano Júpiter,el apóstol Pablo y
su compañero Bernabé tuvieron que protestar diciendo: “Varones,
¿por qué hacéis esto?, pues nosotros somos hombres de igual
condición que vosotros,que os anunciamos que de estas vanidades os
convirtáis al Dios vivo que hizo el cielo y la tierra, el mar y
todo lo que en ellos hay; el cual, en las generaciones pasadas, ha
dejadoa todas las gentes andar en sus propios caminos; si bien nose
dejó a sí mismo sin testimonio haciendo bien, dándonoslluvias del
cielo y estaciones del año fructíferas, llenandode sustento y
alegría nuestros corazones”. “Y diciendo estas cosas –relata el
evangelista Lucas–, a duras penas lograron impedir que la multitud
les ofreciese sacrificio.” “Pero entonces –continúa explicando el
escritorLucas–, vinieron de Antioquía y de Iconio unos judíos
quepersuadieron a la multitud, los que cambiaron inmediatamente de
parecer (creyendo, sin duda, que en lugar de serun dios, era un mago
poseído de poderes infernales); ydespués de apedrear a Pablo le
arrastraron fuera de la ciudaddejándolo por muerto” (Hechos de
los Apóstoles 15:14-20). E.
¿No ve usted que si Dios hubiese intervenido en favor de Pablo no
hubiera ocurrido esto? R. Sí, pero ¿dónde habría quedado la
libertad y responsabilidad de aquellas mismas gentes? Todos habrían
creído, pero obligados por el terror. No habría habido lo que
narra a continuación el versículo 20, que vinieron los que de
corazón habían creído el mensaje del Evangelio y le rodearon de
cuidados,la mentando la ceguera moral de aquella gente pagana, y
llenos de cariño al apóstol, por haber entendido que era un
mensajero del verdadero Dios, le cuidaron con amorosa solicitud; y
al día siguiente ya estaba el apóstol restablecido y salió, con
Bernabé, para Derbe. E.
Bueno, yo no puedo creer en la existencia de un Dios que se calla, años
tras años y siglo tras siglo, y ha permitido las barbaridades que
se han cometido en el mundo. ¿Por qué permitió las persecuciones
que sufrieron los cristianos en los tres primeros siglos; los
horrores de la Inquisición o los campos de exterminiode Hitler en
Alemania? R. Es cierto, pero Dios no callará siempre.
En el Salmo 50, Dios dice por boca de un escritor inspirado: “Tú
aborreces la corrección, y echas a tu espalda mis palabras. Si ves
a un ladrón, tú te vas en seguida con él, y te juntas con los adúlteros.
Das suelta a tu boca para el mal y tu lengua trama engaños…,
estas cosas hacías y yo he callado; pensabas que de cierto sería
yo como tú? ¡Pero te redarguiré y las pondré delante de tus ojos!”
(Salmo 50:17-21). Si Dios hubiese intervenido con milagros
para impedir las barbaridades que usted cita habría enderezado,
momentáneamente, algunas cosas muy malas, cierto, pero que al fin y
al cabo también fueron arregladas algunos años después; pero habría
aterrorizado y sujetado al mundo, obligando a los hombresa cumplir
su voluntad, tanto si la amaban como si no.Todas las gentes habrían
vivido por siglos aterrorizados de ese poder del cielo, no se habrían
sentido libres y responsables, y muchas hermosas manifestaciones de
fe, confianza y amor al Invisible, no se habrían producido. Se habría
hecho nula la prueba de la fe, que muchas veces ha admirado a los
habitantes de los cielos. Sabemos que algunos mártires de los
primeros siglos se denunciaban a sí mismos como cristianos, se
arrojaban a las hogueras y morían con la mayor alegría. El Señor
Jesucristo ya previno que esto ocurriría, pero no lo fomentó, sino
que aconsejó a sus discípulos: “Si os persiguieran a una ciudad
huid a la otra”. ¿No fue esto ya un anuncio de que Él no
intervendría directamente en contra de los perseguidores, a pesar
del poder que mostró en los días de su encarnación? Pero lo que
reveló, es que iba a preparar moradas celestiales para los suyos, y
que volvería en gloria, al final de los siglos; y esto ha
estimulado y mantenido la fe en Él a través de más de veinte
generaciones. No dijo cuándo volvería, y así mantiene a los suyos
espectantes. E.
Pero el hecho es que, con esta inseguridad y con su silencio, ha
dejado a los malos hacer, y la muerte ha sido el resultado final de
infinidad de injusticias. R. He aquí, precisamente, la razón por la
que debe haber un juicio tras la muerte. Si nosotros tenemos un
sentimiento de justicia en nuestras conciencias y nos indignamos por
las iniquidades que han tenido lugar en el mundo, el que nos ha dado
estos sentimientos debe ser mucho más justo que nosotros; el autor
del Salmo 139 dice: “El que hizo el oído, ¿no oirá? El que hizo
el ojo, ¿no verá? ¿No entenderá el que dio al hombre la ciencia?”
Ni nuestro ojo, tan perfecto como una delicadísima cámara fotográfica,
ni nuestro sentido moral, puede haberse formado por mera casualidad;
es irracional pensarlo. Por otra parte, Él debe ver las cosas de un
modo muy diferente de como las vemos nosotros, por que está al otro
lado de la muerte, y para Él la muerte no es lo que para nosotros,
una desgracia irreparable y una separación definitiva, sino una
reunión y muchas bienvenidas. Recuerde lo que decía el apóstol
Pablo cuando estaba preso y pronto a ser juzgado por Nerón:
“Porque para mí el vivir es Cristo y el morir esganancia, mas si
el vivir en la carne resulta para mí enbeneficio de la Obra, no sé
entonces qué escoger. Porque deambos lados me siento apremiado,
teniendo deseos de partiry estar con Cristo, lo cual es muchísimo
mejor” (Filipenses1:21-23). E.
¿Y qué ocurrió? Lo mataron, ¿verdad? R. No, en aquella ocasión las oraciones de
los cristianos de Filipos fueron atendidas y Pablo obtuvo la
libertad y la vida de parte del loco emperador romano; pero sólo
por un poco de tiempo. Todos conocemos cómo, tras el incendio de
Roma, la falsa acusación de incendiarios contra los cristianos
trajo la segunda prisión de Pablo y su ejecución. Aparentemente,
lo peor, para los que de nuevo estarían orando por su liberación;
pero para él mismo y los que le habían precedido en el viaje a la
eternidad, una decisión del tirano “muchísimo mejor”, como
escribíaPablo: “La mejor de todas”. E.
¿De dónde habría sacado el apóstol Pablo tan temeraria seguridad? R. Bueno, tenía varios motivos: En primer
lugar las afirmaciones que Jesucristo mismo hizo de palabra a sus
inmediatos discípulos, las cuales quedaron plasmadas en varios
lugares de los Evangelios. Posiblemente, el apóstol Pablo había
recibido testimoniode Pedro, de Juan y de los demás apóstoles que
habían escuchado de boca del Señor Jesucristo las palabras que
tenemos en Juan 14:1: “No se turbe vuestro corazón, creéis en
Dios, creed también en mí, en la Casa de mi Padre hay muchas
mansiones, sino ya os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar
para vosotros”. Y también aquellas otras que se encuentran en dos
diferentes Evangelios y que son una clarísima advertencia, que ningún
hombre se habría atrevido a hacer, apartede Jesucristo: “No temáis
a los que matan el cuerpo y después ya nada pueden hacer, pero os
mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que después de
haber quitadola vida tiene autoridad para echaros al infierno, sí
os digo,a éste temed” (Lucas 12:4). Luego, por las relaciones que
él mismo tuvo con el Señor Jesucristo, primero en el camino de
Damasco y más tarde en su arrebatamiento al mundo espiritual (2ª
Corintios 12:4). E.
Bueno, esto está escrita en los evangelios y en las epístolas de
Pablo, pero ¿quién conoce hastadónde son auténticos tales libros?
¿No pudieron ser falsificados en los primeros siglos? Existen
algunos evangelios apócrifos llenos de cuentos inverosímiles
acerca de Jesucristo, ¿no podrían ser así también con los que la
Iglesia ha considerado como auténticos? R. No, de ningún modo. Hay una gran
diferencia entre los cuatro evangelios auténticos y los apócrifos
a que usted se refiere. No sólo por haber sido reconocidos
oficialmente en varios concilios primitivos, sino porque desde el
mismo principio del movimiento cristiano fueron reconocidos, leídos
y comentados como “Memorias de los apóstoles”. Además, existen
otros documentos del siglo II que proclaman las mismas creencias básicas
cristianas, como la muerte redentora de Jesucristo, su resurrección
y sus promesas de vida eterna, exactamente igual como lo expresan
los documentos del N.T. Me refiero, naturalmente, a las cartas de
los mártires de principios del siglo II. Por ejemplo, Ignacio de
Antioquía, que escribió siete cartas en su viaje al martirio, en
Roma; la de Policarpo a los Filipenses, la carta a Diogneto, la
Didacta, y otros documentos que escribieron los apologistas
cristianos del siglo II, Clemente de Roma, que a últimos del sigloI
escribió a los Corintios, Irineo de Lyon, Justino, etc. La
autoridad y autenticidad de los cuatro Evangelios está demostrada,
asimismo, por el Diatessaron, de Taciano, y por centenares de citas
en todos los escritosde los apologistas y comentadores cristianos.
No se trata, pues, de que la Iglesia Católica nos haya dicho cuáles
son los libros sagrados del Cristianismo, sino que lo ha marcado el
uso y respeto que las primitivas asambleas cristianas tenían para
tales escritos, desde su mismo origen. E.
Yo no creo en la deidad de Jesucristo. Que fuera un hombre bueno, más
adelantado que la gente de sué poca, lo comprendo, pero no que
fuera hijo de Dios. R. Sin embargo, esto es lo que Él declaró
durante su ministerio público, sobre todo hacia el final, cuando ya
no era de temer que el entusiasmo del pueblo judío por sus milagros
le forzara a proclamarse Mesías judío, y se confundiera su muerte
redentora con la de un revolucionario político. Me refiero a un
poco antes y después de su resurrección. E.
Yo no creo en la resurrección de Jesús, esto debe ser un cuento
que inventaron sus discípulos. R. ¿Y con qué motivo lo harían? ¿Qué
ventaja podría reportarles semejante engaño? ¿Es posible y creíble
que los primeros discípulos se hubiesen sacrificado hasta dar su
vida por una mentira forjada sobre un cuerpo muerto? ¿Ninguno habría
sido infiel, ante el temor de la muerte, para descubrirla? El heroísmo
por una fe sincera, sea de la clase que sea, se comprende; pero el
sacrificio de todas las comodidades materiales, y aun de la propia
vida, por el solo empeño ensostener una mentira conocida, forjada
por uno mismo, o por varias personas que tuvieron que sacrificarse
por ella enormemente y hasta la muerte, es un caso sin precedentes y
un absurdo inimaginable para toda mente sensata. E.
Podría ser que ellos obraron de buena fe, pero que hubiesen sido víctimas
de una alucinación o ilusión; que creyeran haber visto a Cristo
resucitado y no fuera verdad. R. Esto no es verosímil en el caso de la
resurrección de Jesús, porque las apariciones de Cristo tuvieron
lugar, no una vez, sino varias, entre diferentes personas, que habrían
tenido que volverse locas todas a la vez, pues todas afirmaban que
le habían visto y comido con Él, e incluso repitieron las palabras
que les había dicho. Un desequilibrio mental es muy posible en un
solo testigo, pero no en 11 y menos en 500 testigos juntos. La
aparición de Jesús a Saulo de Tarso,¿fue también una ilusión
del perseguidor? ¿Y qué podemos decir de los soldados que le
acompañaban y oyeron la voz misteriosa que se juntó a la luz
sobrenatural, hasta el punto de dejar ciego al joven perseguidor de
los cristianos? Además, si de ilusión se hubiese tratado,
pronto se habrían cuidado los sacerdotes judíos de desvanecerla,
presentado el cuerpo de Jesús. Este era un argumento mucho más
eficaz para suprimir el naciente cristianismo, que los azotes y la cárcel.
¿Por qué no lo usaron? ¡Qué empeño no tendría el Sanedrín judío
en poder desmentir la resurrección de Jesús! ¡Qué no haría
Pilatos, cuyo sello había sido que brantado y cuya autoridad
quedaba por los suelos, para descubrirlo que había, de verdad,
acontecido! E.
Pero ¿por qué (según los evangelios) se apareció tan sólo a sus
discípulos, y no a sus enemigos? R. Esto, precisamente, es la mayor prueba
de autenticidad del relato, que según los mayores expertoses tan
naturalmente relatado, que tiene todas las señales de verosimilitud.
Los apóstoles contaron lo que vieron y sabían, pero nada más. Si
los escritores cristianos del siglo II hubiesen fabricado el cuento
de la resurrección para convencer a las gentes, habrían dicho que
Jesús estuvo con los apóstoles, no de vez en cuando, sino todo el
tiempo; que volvió a hacer milagros que dejaron anonadados y
estupefactos a sus mismos enemigos, etc. Pero el hecho es que Cristo
deseaba hacerles sentir que, aunque ausente, vivía espiritualmente
con ellos; sabía sus pensamientos y sus propósitos, como en caso
de Tomás. Nosotros lo entendemos y apreciamos el motivo, pero ellos
no lo señalan, para justificar tales ausencias; se limitan a
explicar la cosa tal y como sucedió. No es extraño que uno de aquellos testigos,
el apóstol Pedro, escribiese años después: “El cual nos hare
generado en esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de
entre los muertos”. Esto significa que, si Cristo no se hubiese
levantado de la tumba, habrían dicho los apóstoles –y nosotros
lo seguiríamos diciendo al igual que ellos–: “Ojalá fuera
verdad lo que dijo aquel profeta judío, Jesús, antes de que le
mataran; que Él era el Hijo de Dios que vino a salvar a los que en
Él creen, y que nos espera al otro lado de la muerte; pero,¡ay!,
nada más se ha sabido de Él desde que lo mataron”. En tal caso
el cristianismo sería una esperanza muerta, pero ahora Pedro lo
llama “Una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de
los muertos”. E.
¡Ojalá pudiera yo tener la fe que usted tiene! Pero no puedo verlo
así tan claro como usted lo ve. Yo tengo muchas dudas. Comprendo
que usted es más feliz creyendo estas cosas; pero me asalta de
nuevo el pensamiento: ¿Y si no es verdad? Hay demasiados motivos
para dudar de todo esto, a pesar de lo lógico y razonable que usted
lo presenta. Hay muchos hombres muy sabios, diplomados en grandes
universidades, que se han roto la cabeza discutiendo estos temas tan
profundos de Dios, la vida, y la muerte, y no han podido resolverlo. R. Pero hay también muchos hombres no
menos sabios, diplomados de grandes universidades, especialistas en
estos temas, que creen. El creer, o no creer; no depende tanto del
nivel intelectual como de la voluntad de cada uno. E.
Pero es que yo quisiera creer y no puedo. Sé que sería mucho más
feliz si creyera como usted. No temería tanto la muerte como la
temo, si supiera que hay Dios y otra vida; pero leo la historia de
la humanidad, y veo que todo ha terminado y termina con la muerte, y
temo que así sea también conmigo. R. ¿Por qué no hace usted la oración del
escéptico?Jesús decía: “Vete a tu cuarto y cerrada la puerta
ora a tu Padre que ve en secreto, y tu Padre, que ve en secreto, te
recompensará en público” (Mateo 6:6). Vaya usted a un lugar
secreto y dígale al Padre Celestial: “Señor, quiero creer en Ti;
quiero saber cuál es tu voluntad, Tú que eres Espíritu Infinito,
habla a mi espíritu limitado, muéstrame la verdad”. Haga usted esto, sinceramente, y luego
continúe haciendo por su parte lo que tiene que hacer todo hombre
sensato, lea el Nuevo Testamento. Sobre todo en la parte del
Evangelio de Juan y en las epístolas, y siga después con los otros
tres Evangelios, para familiarizarse con Jesucristo-Hombre, después
de haber escuchado sus revelaciones, como Jesucristo-Hijo de Dios. E.
¿Y es seguro que así podré creer? ¿Y si vuelvo a tener dudas? R. No se preocupe usted por las dudas
futuras, trate de vencer las presentes, aplicándose al estudiode
las evidencias de la fe cristiana. Nadie está libre de ser tentado
por una duda. El gran predicador Spurgeon decía que nadie puede
evitar que los pájaros revoloteen alrededor de su cabeza, pero lo
que no debe permitir –y en el sentido moral e intelectual todos
debemos evitar– es que hagan un nido en su cabeza. No pretenda poder explicarse todos los
misterios antes de creer. Recuerde que hay misterios inexplicables
todavía, tanto en el terreno de la ciencia como en el terreno de la
fe. Los más grandes científicos saben que quedan muchas cosas por
descubrir en este maravillosísimo mundo en que vivimos; lo mismo
ocurre en el terreno de la fe. Hay cosas que Dios no nos ha revelado,
seguramente porque no nos convenía saberlas. Cuando le surja alguna duda, haga un cálculo
de probabilidades, empezando por las evidencias de la existencia de
Dios, contrapesándolas con las probabilidades de la casualidad como
razón del orden, previsión y designio, que se descubre en el
Universo. Continúe con las evidencias de la fe
cristiana, basada en la resurrección de Jesucristo. Trate de
explicarse el Cristianismo sin Cristo, y verá hacia dónde se
inclina al fin la balanza en la computadora de su mente: Quedarán
todavía grandes misterios (como el que suelen presentar los niños
y también los más grandes sabios) acerca del origen de Dios, la
Trinidad y laPersona de Jesucristo. Pero después de haber sopesado
bien las probabilidades de uno y otro lado, dé el salto de fe. Esto
es, dígase: sobre tales y cuales evidencias,que no puedo negar, doy
el salto de fe en favor de tales y cuales dificultades y misterios,
que no puedo probar. La fe no es un empeño absurdo, una terquedad,
como algunos suponen, sino un cálculo de probabilidades. No pretenda entenderlo todo antes de creer.
Anticípese a creer antes de conocerlo todo, pues haciéndolo a la
inversa no creería jamás. Diga como aquelpadre que fue a Jesús
con el problema de su hijo enfermo, a quien Jesús preguntó: “¿Crees
que puedo hacer esto?”, y él respondió: “Creo, ¡ayuda a mi
increduIidad!” (Marcos 9: 24). Manual práctico de evangelismo por Samuel Vila |
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