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  19. Dios el Espíritu: Su Plenitud

Teología Sistemática 1 es el estudio de las doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original y su caída en pecado.  

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19. Dios el Espíritu: Su Plenitud por Lewis Sperry Chafer

A. Definición de la Plenitud del Espíritu Santo.

En contraste con la obra del Espíritu Santo en la salvación tales como la regeneración, el morar, el sellado y el bautismo, la plenitud del Espíritu se relaciona a la experiencia cristiana, al poder y al servicio. Las obras del Espíritu en relación a la salvación son de una vez y para siempre, pero la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida y se menciona frecuentemente en la Biblia.

En una escala limitada, se puede observar la plenitud del Espíritu en ciertos individuos antes de Pentecostés.

Ex. 28:3 3 Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón, para consagrarle para que sea mi sacerdote.

Ex. 31:3 3 y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte

Ex. 35:31 31 y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte,

Lc. 1:15, 41, 67 15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. 41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:

Lc. 4:1 1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto

Sin lugar a dudas, hay muchos otros ejemplos donde el Espíritu de Dios vino sobre individuos y los capacitó en poder para el servicio. En el total, sin embargo, unos pocos fueron llenos del Espíritu antes del día de Pentecostés, y la obra del Espíritu parece estar relacionada al soberano propósito de Dios de cumplir alguna obra especial en los individuos. No hay indicación de que la plenitud del Espíritu hubiera estado abierta a cada uno que rindiera su vida al Señor antes de Pentecostés.

Comenzando con el día de Pentecostés, amaneció una nueva edad en la cual el Espíritu Santo obraría en cada creyente. Entonces todos fueron hechos morada del Espíritu y podrían ser llenos si El encontraba las condiciones propicias. Esta conclusión está confirmada por numerosas ilustraciones en el Nuevo Testamento.

Hch. 2:4 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

Hch. 4:8,31 8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: 31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.

Hch. 6:3,5 3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 5 Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía;

Hch. 7:55 55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,

Hch. 9:17 17 Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

Hch. 11:24 24 Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor.

Hch. 13:9, 52 9 Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, 52 Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.

La plenitud del Espíritu puede definirse como un estado espiritual donde el Espíritu Santo está cumpliendo todo lo que El vino a hacer en el corazón y vida del creyente individual. No es un asunto de adquirir más del Espíritu, sino más bien que el Espíritu de Dios vaya tomando control del individuo. En lugar de ser una situación anormal y poco frecuente, como lo era antes de Pentecostés, el ser lleno por el Espíritu en la edad presente es normal, si bien no es lo usual, en la experiencia del cristiano. A cada cristiano se le ordena ser lleno del Espíritu y el no estar llenos del Espíritu es estar en un estado de desobediencia.

Ef. 5:18 8 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,

Hay una diferencia apreciable en el carácter y calidad en la vida diaria de los cristianos. Pocos pueden caracterizarse por estar llenos del Espíritu. Esta falta, sin embargo, no se debe a una falla de parte de Dios en su provisión, sino más bien es falla del individuo en apropiarse de esta provisión y permitir al Espíritu Santo llenar su vida. El estar lleno del Espíritu debería contrastarse con la madurez espiritual. Un cristiano nuevo quien haya sido salvo recientemente puede ser lleno con el Espíritu y manifestar el poder del Espíritu Santo en su vida. Sin embargo, la madurez viene sólo a través de experiencias espirituales, las cuales pueden extenderse toda una vida y abarcan un crecimiento en el conocimiento, la continua experiencia de ser lleno con el Espíritu, y una madurez en juicio sobre cosas espirituales. Así como un niño recién nacido puede ser vehemente, de la misma manera un cristiano puede ser lleno con el Espíritu; pero, al igual que un recién nacido, sólo la vida y la experiencia pueden sacar a relucir las cualidades espirituales que pertenecen a la madurez. Este es el porqué de que numerosos pasajes de la Biblia hablen del crecimiento. El trigo crece hasta la cosecha.

Mt. 13:30 30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

Dios obra en su iglesia a través de hombres dotados con dones personales para perfeccionar a los santos para la obra del ministerio y para edificar el cuerpo de Cristo de manera que los cristianos puedan crecer en la fe y en estatura espiritual.

Ef. 4:11-16 11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Pedro habla de los bebés espirituales, que necesitan la leche espiritual para crecer, y exhorta «crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 P. 3:18).

1P. 2:2 2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,

Hay una relación obvia entre la plenitud del Espíritu y la madurez espiritual, y un cristiano lleno del Espíritu madurará más rápidamente que uno que no lo está. La plenitud del Espíritu y, la madurez espiritual como resultado, son los dos factores más importantes en la ejecución de la voluntad de Dios en la vida de un cristiano y también en el propósito de Dios de crearle para buenas obras.

Ef. 2:10 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Por consiguiente, la plenitud del Espíritu se cumple en cada creyente cuando él está completamente rendido al Espíritu Santo, el cual mora en él, resultando en una condición espiritual en la cual el Espíritu Santo controla y dota de poder al individuo. Mientras que puede haber varios grados en la manifestación de la plenitud del Espíritu y grados en el poder divino, el pensamiento central en la plenitud es que el Espíritu de Dios es capaz de operar en y a través del individuo sin obstáculo, cumpliendo la voluntad perfecta de Dios para aquella persona.

El concepto de la plenitud del Espíritu es sacado a luz en un número de referencias en el Nuevo Testamento. Es ilustrado preeminentemente en Jesucristo, quien, de acuerdo a Lucas, era continuamente «lleno del Espíritu Santo».

Lc. 4:1 1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto

 Juan el Bautista tuvo la experiencia excepcional de ser lleno con el Espíritu desde que estaba en la matriz de su madre y ambos, su madre Elizabet y su padre Zacarías, fueron temporalmente llenos del Espíritu.

Lc. 1:15 15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.

Lc. 1:41, 67 41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo 67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:

Estos ejemplos están aún dentro del molde del Antiguo Testamento, en el cual la plenitud del Espíritu era una obra soberana de Dios que no estaba al alcance de cada individuo.

Comenzando con el día de Pentecostés, sin embargo toda la multitud fue llena con el Espíritu. En la Iglesia primitiva el Espíritu de Dios llenaba repetidamente a aquellos que buscaban la voluntad de Dios, como en el caso de Pedro.

Hch. 4:8 8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel:

El grupo de cristianos quienes oraban por valor y el poder de Dios.

Hch. 4:31 31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.

Y Pablo después de su conversión.

Hch. 9:17 17 Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

Algunos se caracterizan por estar en un continuo estado de plenitud del Espíritu, como se ilustra en los primeros diáconos.

Hch. 6:3 3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.

Y Esteban el mártir.

Hch. 7:55 55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,

Y Bernabé.

Hch. 11:24 24 Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor.

Pablo fue lleno con el Espíritu repetidas veces.

Hch. 13:9 9 Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos,

Y así lo fueron otros discípulos.

Hch. 13:52 52 Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.

En cada caso solamente los cristianos rendidos a Dios fueron llenos con el Espíritu. A los creyentes del Antiguo Testamento nunca se les ordenaba ser llenos con el Espíritu, aunque en algunas ocasiones fueron amonestados, como Zorobabel, que la obra del Señor se cumple, «no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos» (Zac. 4:6). En la era presente a cada cristiano se le ordena ser lleno con el Espíritu, como en Efesios 5:18: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.» El ser llenos con el Espíritu, así como el recibir la salvación por fe, no se cumple, sin embargo, por esfuerzo humano, más bien es por permitir a Dios que cumpla su obra en la vida del individuo. En la Escritura está claro que un cristiano puede ser genuinamente salvo sin ser lleno con el Espíritu, y, por lo tanto, la plenitud del Espíritu no es una parte de la salvación misma. La plenitud del Espíritu también puede ser contrastada con la obra hecha de una vez y para siempre que es cumplida en el creyente cuando éste es salvo. La plenitud del Espíritu, si bien puede ocurrir en el momento de la salvación, ocurre una y otra vez en la vida de un cristiano consagrado, y debería ser una experiencia normal de que los cristianos tuviesen esta constante plenitud del Espíritu.

El hecho de que la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida, se hace notorio en el tiempo presente del mandamiento en Efesios 5:18: «sed llenos del Espíritu». Traducido literalmente es «manteneos siendo llenados por el Espíritu». En el texto se compara con un estado de intoxicación en el cual el vino afecta al cuerpo entero, incluyendo a la actividad mental y a la actividad física del cuerpo. La plenitud del Espíritu no es, por lo tanto, una experiencia que sucede una vez y para siempre. No es correcto llamarla una segunda obra de gracia, puesto que ocurre una y otra vez. Indudablemente, la experiencia de ser lleno con el Espíritu por primera vez es muy fuerte en la vida del cristiano y puede ser un hito que eleve la experiencia cristiana a un nuevo nivel. Sin embargo, el cristiano depende de Dios para la continua plenitud del Espíritu, y ningún cristiano puede vivir en el poder espiritual de ayer.

De la naturaleza de la plenitud del Espíritu puede concluirse que la amplia diferencia en la experiencia espiritual observada en cristianos y los varios grados de conformidad a la mente y voluntad de Dios pueden ser atribuidos a la presencia o ausencia de la plenitud del Espíritu. El que desea hacer la voluntad de Dios debe, por consiguiente, entrar por completo en el privilegio que Dios le ha dado al ser morada del Espíritu y tener la capacidad de rendir completamente su vida al Espíritu de Dios.

B. Condiciones Para La Plenitud Del Espíritu.

Frecuentemente se han señalado tres sencillos mandamientos como la condición para ser llenos con el Espíritu. En 1Ts. 5:19 se da el mandamiento: «No apaguéis al Espíritu.» En Efesios 4:30 se instruye a los cristianos: «y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.» Un tercero, como instrucción más positiva, se da en Gálatas 5:16: «Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.» Aunque otros pasajes arrojan luz sobre estas básicas condiciones para ser llenos con el Espíritu, estos tres pasajes resumen la idea principal.

1. El mandamiento de «no apaguéis el Espíritu», en 1Ts. 5: 19, aunque no se explique en su contexto, está usando en forma obvia la figura del fuego como un símbolo del Espíritu Santo. En la forma en que se hace mención de apagar el fuego en Mt. 12:20 y He. 11:34 se ilustra lo que se quiere decir.

De acuerdo a Ef. 6:16, «el escudo de la fe» es capaz de «apagar los dardos de fuego del maligno». Por consiguiente, apagar el Espíritu es ahogar o reprimir al Espíritu y no permitirle que cumpla su obra en el creyente. Puede definirse simplemente como el decir «No», o de no tener la voluntad de dejar al Espíritu conducirse a su manera. El pecado original de Satanás fue la rebelión contra Dios.

Is. 14:14 14 sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.

Y cuando un creyente dice «yo quiero» en lugar de decir como Cristo dijo en Getsemaní: «No se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc. 22:42), entonces está apagando al Espíritu.

Para que pueda experimentarse la plenitud del Espíritu es necesario para un cristiano que rinda su vida al Señor. Cristo observó que un hombre no puede servir a dos señores.

Mt. 6:24 24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

Y a los cristianos se les exhorta constantemente a que se rindan a sí mismos a Dios. Al hablar de la rendición a la voluntad de Dios en la vida de un cristiano, Pablo escribió en Ro. 6:13: «Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.» Aquí se declara claramente la opción ante cada cristiano: él puede rendirse a sí mismo tanto a Dios como al pecado.

Un pasaje similar se encuentra en Ro. 12:1-2. Al presentar la obra de salvación y santificación en la vida del creyente, Pablo encarece a los romanos: «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.» En ambos pasajes -Romanos 6:13 y 12:1- se usa la misma palabra griega. El tiempo del verbo está en aoristo, lo cual significa «rendirse a Dios de una vez y para siempre». De acuerdo a esto, la experiencia de ser lleno con el Espíritu sólo puede ser llevada a cabo cuando un cristiano toma el paso inicial de presentar su cuerpo en sacrificio vivo. El cristiano ha sido preparado para esto por medio de la salvación, lo cual hace al sacrificio santo y aceptable delante de Dios. Es razonable de parte de Dios esperar esto habiendo muerto Cristo por este individuo. Al presentar su cuerpo, el cristiano debe enfrentar el hecho de que no debe de conformarse exteriormente al mundo, sino que interiormente debe de ser transformado por el Espíritu Santo con el resultado de que su mente sea renovada para reconocer los valores espirituales

El es capaz de distinguir lo que no es la voluntad de Dios, de lo que es la «buena, agradable y perfecta voluntad de Dios» (Ro. 12: 2).

La rendición no se hace en referencia a algún punto en particular, sino que más bien discierne la voluntad de Dios para la vida en cada asunto particular. Es, por lo tanto, una actitud de estar deseoso de hacer cualquier cosa que Dios quiera que el creyente haga. Es el hacer la voluntad final de Dios en su vida y estar dispuesto a hacer cualquier cosa cuando sea, donde sea y como Dios pueda dirigirla. El hecho de que la exhortación «no apaguéis el Espíritu» está en tiempo presente indica que ésta debería ser una experiencia continua iniciada por el acto de la rendición.

Un cristiano que desea estar continuamente rendido a Dios encuentra que esta rendición se relaciona con varios aspectos. Es, en primer lugar, una rendición a la Palabra de Dios en sus exhortaciones y su verdad. El Espíritu Santo es el Maestro, y a medida que va conociendo la verdad, un creyente debe rendirse a ésta a medida que la va comprendiendo. El rehusar someterse a la Palabra de Dios hace que la plenitud del Espíritu sea imposible.

La rendición también se relaciona con la guía. En muchos casos la Palabra de Dios no es explícita en cuanto a decisiones que un cristiano tiene que enfrentar. Aquí el creyente debe de ser guiado por los principios de la Palabra de Dios, y el Espíritu de Dios puede darle la guía sobre las bases de lo que la Escritura revela. De acuerdo a ello, la obediencia a la guía del Espíritu es necesaria para la plenitud del Espíritu.

Ro. 8:14 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

En algunos casos el Espíritu puede ordenar a un cristiano que haga algo y en otras ocasiones puede prohibirle que siga el curso de una acción. Una ilustración es la experiencia de Pablo, quien fue impedido de predicar el evangelio en Asia y Bitinia en las primeras etapas de su ministerio y más tarde se le instruyó que fuera a estas mismas áreas a predicar. La plenitud del Espíritu incluye el seguir la guía del Señor.

Hch. 16:6-7 6 Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; 7 y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió.

Hch. 19:10 10 Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.

Un cristiano también debe de estar rendido a los hechos providenciales de Dios, los cuales a menudo acarrean situaciones o experiencias que no son deseadas por el individuo. De acuerdo a ello, un creyente debe de entender lo que es ser sumiso a la voluntad de Dios aun cuando ello implique el sufrimiento y sendas que en sí mismas no son placenteras.

La suprema ilustración de lo que significa ser lleno con el Espíritu y rendido a Dios es el Señor Jesucristo mismo. En Filipenses se revela que Jesús, al venir a la tierra y morir por los pecados del mundo, estaba deseando ser lo que Dios había escogido, deseando ir donde Dios había elegido y deseando hacer lo que Dios había decidido. Un creyente que desea ser lleno con el Espíritu debe tener una actitud similar en cuanto a rendición y obediencia.

Fil. 2:5-11 5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

2. En conexión con la plenitud del Espíritu, se le exhorta también a «no contristar al Espíritu» (Ef. 4:30). Aquí se presume que el pecado ha entrado en la vida de un cristiano y como un hecho de su experiencia ha sobrevenido la falta de rendición. Para poder entrar en un estado en el que pueda ser lleno con el Espíritu, o para volver a tal estado, se le exhorta a que no continúe en su pecado, el cual contrista al Espíritu Santo. Cuando en el creyente, el Espíritu de Dios es contristado, la comunión, guía, instrucción y poder del Espíritu es estorbado; el Espíritu Santo, aunque está morando, no está libre para cumplir su obra en la vida del creyente. La experiencia de la plenitud del Espíritu puede ser afectada por las condiciones físicas. Un cristiano que físicamente está cansado, hambriento o enfermo puede no experimentar el gozo normal y la paz, los cuales son frutos del Espíritu. El mismo apóstol que exhorta a ser llenos con el Espíritu confiesa en 2 Corintios 1: 8-9 que ellos estuvieron «abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida». De acuerdo a ello, aun un cristiano lleno con el Espíritu puede experimentar algún trastorno interior. Sin embargo, cuanto más grande sea la necesidad en las circunstancias del creyente, mayor es la necesidad de la plenitud del Espíritu y la rendición a la voluntad de Dios para que el poder del Espíritu pueda ser manifestado en la vida individual. Cuando un cristiano toma conciencia del hecho de que ha contristado al Espíritu Santo, el remedio está en cesar de contristar al Espíritu, como se expresa en Efesios traducido literalmente.

Ef. 4:30 30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.

Esto puede cumplirse obedeciendo 1Jn. 1:9, donde se instruye al hijo de Dios: «Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.» Este pasaje se refiere a un hijo de Dios que ha pecado contra su Padre Celestial. La vía de restauración está abierta porque la muerte de Cristo es suficiente, para todos sus pecados.

1Jn. 2:1-2 1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

Así, la manera de volver a la comunión con Dios para un, creyente es confesar sus pecados a Dios, reconociendo nuevamente las bases para el perdón en la muerte de Cristo y deseando la restauración a una comunión íntima con Dios el Padre, así como también con el Espíritu Santo. No es un es un asunto de justicia en una corte legal, sino más bien una relación restaurada entre padre e hijo que se había descarriado. El pasaje asegura que Dios es fiel y justo para perdonar el pecado y quitarlo como una barrera que se interpone en la comunión cuando un cristiano confiesa sinceramente su iniquidad a Dios. Mientras que en algunas situaciones la confesión del pecado puede requerir que se vaya a los individuos que han sido ofendidos y corregir las dificultades, la idea principal es establecer una nueva relación íntima con Dios mismo. Confesando sus pecados, el cristiano debe de estar seguro de que del lado divino el perdón es inmediato. Cristo, como el intercesor del creyente y como el que murió en la cruz, ha hecho ya todos los ajustes necesarios del lado celestial. La restauración a la comunión está sujeta, por lo tanto, sólo a la actitud humana de confesión y rendición. La Biblia también advierte al creyente contra los serios resultados de estar contristando continuamente al Espíritu. Esto, a veces, resulta en el castigo de Dios para con el creyente con el propósito de restaurarle, como se menciona en:

He. 12:5-6 5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:

Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,

Ni desmayes cuando eres reprendido por él;

            6           Porque el Señor al que ama, disciplina,

     Y azota a todo el que recibe por hijo.

Al cristiano se le advierte que, si él no se juzga a sí mismo, Dios necesitará intervenir con la disciplina divina.

1Co. 11:31-32 31 Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; 32 más siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.

En cualquier caso, hay una pérdida inmediata cuando un cristiano está caminando fuera de la comunión con Dios, y existe el constante peligro del juicio severo de Dios como un padre fiel que trata con su, hijo errado.

3. El andar en el Espíritu es un mandamiento positivo, en contraste a los mandamientos previos, los cuales son negativos. Caminar en el Espíritu es un mandamiento para apropiarse del poder y la bendición que es provista por el Espíritu que mora en el creyente. El andar en el Espíritu es un mandamiento en el tiempo presente, esto es, un cristiano debe de mantenerse andando por medio del Espíritu.

Ga. 5:16 16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.

El nivel cristiano de la vida espiritual es alto, y él no es capaz de cumplir la voluntad de Dios aparte del poder de Dios. De acuerdo a ello, la provisión del Espíritu, que mora, hace posible para el cristiano el estar andando por medio del poder y la guía del Espíritu que vive en él.

El andar en el Espíritu es un acto de fe. Depende del Espíritu el hacer lo que sólo el Espíritu puede hacer. Las altas normas de la era presente, donde se nos ordena amar como Cristo ama.

Jn. 13:34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros;  como yo os he amado,  que también os améis unos a otros.

Jn. 15:12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros,  como yo os he amado.

Y donde se ordena que cada pensamiento sea traído a la obediencia en Cristo, son imposibles aparte del poder del Espíritu.

2Co. 10:5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios,  y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,

De igual manera, las otras manifestaciones de vida espiritual, tales como el fruto del Espíritu Ga. 5:22-23 Mas el fruto del Espíritu es amor,  gozo,  paz,  paciencia,  benignidad,  bondad,  fe, mansedumbre,  templanza;  contra tales cosas no hay ley.

Y mandamientos como «estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1Ts. 5:16-18), son imposibles a menos que uno esté andando en el Espíritu.

Obtener una norma alta de vida espiritual es de lo más difícil porque el cristiano está viviendo en un mundo pecador y está bajo constante influencia maligna.

Jn. 17:15  No ruego que los quites del mundo,  sino que los guardes del mal.

Ro. 12:2 No os conforméis a este siglo,  sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,  para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,  agradable y perfecta.

2Co. 6:14 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos;  porque  ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?  ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?

Ga. 6:14 Pero lejos esté de mí gloriarme,  sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo,  por quien el mundo me es crucificado a mí,  y yo al mundo.

1Jn. 2:15  No améis al mundo,  ni las cosas que están en el mundo.  Si alguno ama al mundo,  el amor del Padre no está en él.

De igual manera, el cristiano tiene oposición por el poder de Satanás y está comprometido en una lucha incesante con este enemigo de Dios.

2Co. 4:4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos,  para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo,  el cual es la imagen de Dios.

2Co. 11:14 Y no es maravilla,  porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.

Ef. 6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne,  sino contra principados,  contra potestades,  contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,  contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

Además del conflicto con el sistema mundial y con Satanás, el cristiano tiene un enemigo de dentro, su antigua naturaleza, la cual desea conducirle de vuelta a la vida de obediencia a la carne pecaminosa.

Ro. 5:21 para que así como el pecado reinó para muerte,  así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo,  Señor nuestro.

Ro. 6:6 sabiendo esto,  que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él,  para que el cuerpo del pecado sea destruido,  a fin de que no sirvamos más al pecado.

1Co. 5:5 el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne,  a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.

2Co. 7:1 Así que,  amados,  puesto que tenemos tales promesas,  limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu,  perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

2Co. 10:2-3 ruego,  pues,  que cuando esté presente,  no tenga que usar de aquella osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen como si anduviésemos según la carne. Pues aunque andamos en la carne,  no militamos según la carne;

Ga. 5:16-24 Digo,  pues: Andad en el Espíritu,  y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu,  y el del Espíritu es contra la carne;  y éstos se oponen entre sí,  para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu,  no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne,  que son:  adulterio,  fornicación,  inmundicia,  lascivia, idolatría,  hechicerías,  enemistades,  pleitos,  celos,  iras,  contiendas,  disensiones,  herejías, envidias,  homicidios,  borracheras,  orgías,  y cosas semejantes a estas;  acerca de las cuales os amonesto,  como ya os lo he dicho antes,  que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor,  gozo,  paz,  paciencia,  benignidad,  bondad,  fe, mansedumbre,  templanza;  contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.

Ga. 6:8 Porque el que siembra para su carne,  de la carne segará corrupción;  mas el que siembra para el Espíritu,  del Espíritu segará vida eterna.

Ef. 2:3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne,  haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos,  y éramos por naturaleza hijos de ira,  lo mismo que los demás.

Por estar la antigua naturaleza constantemente en guerra con la nueva naturaleza en el cristiano, sólo la continua dependencia en el Espíritu de Dios puede traer victoria. Así es que, aunque algunos han llegado a la conclusión errónea de que un cristiano puede alcanzar una perfección sin pecado, existe la necesidad de caminar constantemente en el Espíritu para que este poder pueda llevar a cabo la voluntad de Dios en la vida de un creyente. Al creyente le espera la perfección final del cuerpo y el espíritu en el cielo, pero la lucha espiritual continúa sin disminuir hasta la muerte o el traslado espiritual.

Todas estas verdades enfatizan la importancia de apropiarse del Espíritu andando en su poder y guía y dejando que el Espíritu tenga control y dirección de una vida cristiana.

C. Los Resultados De La Plenitud Del Espíritu.

Cuando uno está rendido a Dios y lleno con el Espíritu vienen imprevisibles resultados.

1. Un cristiano que camina en el poder del Espíritu experimenta una santificación progresiva, una santidad de vida en la cual el fruto del Espíritu está cumplido. Esta es la suprema manifestación del poder del Espíritu y es la preparación terrenal para el tiempo cuando el creyente, en los cielos, será completamente transformado a la imagen de Cristo.

Ga. 5:22-23 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

2. Uno de los importantes ministerios del Espíritu es el de enseñar al creyente las verdades espirituales. Sólo mediante la guía e iluminación del Espíritu un creyente puede comprender la infinita verdad de la Palabra de Dios. Así como el Espíritu de Dios es necesario para revelar la verdad concerniente a la salvación, antes de que una persona pueda ser salva, así el Espíritu de Dios guía también al cristiano a toda verdad.

Jn. 16:7-11 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya;  porque si no me fuera,  el Consolador no vendría a vosotros;  mas si me fuere,  os lo enviaré. Y cuando él venga,  convencerá al mundo de pecado,  de justicia y de juicio. De pecado,  por cuanto no creen en mí; de justicia,  por cuanto voy al Padre,  y no me veréis más; y de juicio,  por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.

Jn. 16:12-14 Aún tengo muchas cosas que deciros,  pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad,  él os guiará a toda la verdad;  porque no hablará por su propia cuenta,  sino que hablará todo lo que oyere,  y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará;  porque tomará de lo mío,  y os lo hará saber.

Las cosas profundas de Dios, verdades que sólo pueden ser comprendidas por un hombre enseñado por el Espíritu, son reveladas a uno que está andando por el Espíritu.

1Co. 2:9 Antes bien,  como está escrito:

 Cosas que ojo no vio,  ni oído oyó,

 Ni han subido en corazón de hombre,

 Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

1Co. 3:2 Os di a beber leche,  y no vianda;  porque aún no erais capaces,  ni sois capaces todavía,

3. El Espíritu Santo es capaz de guiar a un cristiano y aplicar las verdades generales de la Palabra de Dios a la situación particular del cristiano. Esto es lo que se expresa en Romanos 12:2, demostrando «cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta». Como el siervo de Abraham, un cristiano puede experimentar la declaración «guiándome Jehová en el camino» (Gn. 24:27). Una guía tal es la experiencia normal de los cristianos que están en una relación correcta con el Espíritu de Dios.

Ro. 8:14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,  éstos son hijos de Dios.

Ga. 5:18 Pero si sois guiados por el Espíritu,  no estáis bajo la ley.

4. La seguridad de la salvación es otro resultado importante de la comunión con el Espíritu. De acuerdo a Ro. 8:16, «el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios». Es normal para un cristiano el tener la seguridad de su salvación, como lo es para un individuo el saber que está físicamente vivo.

Ga. 4:6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!

1Jn. 3:24 Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él.  Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.

1Jn. 4:13 En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.

5. Toda la adoración y el amor de Dios son posibles solamente cuando uno está andando por el Espíritu. En el contexto de la exhortación de Efesios 5: 18 los versículos siguientes describen la vida normal de adoración y comunión con Dios. Una persona fuera de la comunión no puede adorar verdaderamente a Dios aun cuando asista a los servicios de la iglesia en bellas catedrales y cumpla con el ritual de la adoración. La adoración es un asunto del corazón, y como Cristo le dijo a la mujer samaritana: «Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren» (Jn. 4:24).  

Efe 5:18-21 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios.

6. Uno de los aspectos más importantes de la vida de un creyente es su oración de comunión con el Señor. Aquí nuevamente el Espíritu de Dios debe guiar y dirigir si la oración ha de ser inteligente. Aquí también debe de comprenderse la Palabra de Dios si la oración ha de ser de acuerdo a la Palabra de Dios: La verdadera alabanza y acción de gracias son imposibles aparte de la capacitación del Espíritu. Además de la oración del creyente mismo, el Espíritu intercede por el creyente. De acuerdo a ello, una vida de oración efectiva depende del andar en el Espíritu.

Ro. 8:26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad;  pues qué hemos de pedir como conviene,  no lo sabemos,  pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.

7. Además de todas las cualidades ya mencionadas, toda la vida de servicio y el ejercicio de sus dones naturales y espirituales dependen del poder del Espíritu. Cristo se refirió a esto en Jn. 7:38-39, donde describió la obra del Espíritu como un río de agua viva fluyendo del corazón del hombre. De acuerdo a esto, un cristiano puede tener grandes dones espirituales y no usarlos por no estar andando en el poder del Espíritu. En contraste, otros con relativamente pocos dones espirituales pueden ser usados grandemente por Dios porque están andando en el poder del Espíritu. La enseñanza de la Escritura sobre la plenitud del Espíritu es, por lo tanto, una de las líneas de verdad más importantes que un cristiano deben comprender, aplicar y apropiarse de ella.

Jn. 7:38-39 El que cree en mí, como dice la Escritura , de su interior correrán ríos de agua viva.

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.

PREGUNTAS.

1. ¿Qué diferencia hay entre la plenitud del Espíritu y la obra del Espíritu en la salvación?

2. ¿Qué ejemplos de plenitud del Espíritu pueden observarse antes del día de Pentecostés?

3. ¿Estaba la plenitud del Espíritu al alcance de todo aquel que se rindiera a Dios antes de Pentecostés?

4. ¿Cómo la venida del Espíritu en el día de Pentecostés cambió la posibilidad de ser llenos con el Espíritu?

5. Definir la plenitud del Espíritu.

6. Contrastar el ser llenado con el Espíritu con la madurez espiritual.

7. ¿Cualquier cristiano puede ser lleno del Espíritu?

8. ¿Cuál es la relación entre la plenitud del Espíritu y la madurez espiritual?

9. ¿En qué sentido hay tres grados de manifestación de la plenitud del Espíritu?

10. ¿Qué ilustraciones destacables de ser llenos con el Espíritu se encuentran en el libro de los Hechos?

11. ¿A qué, y porqué, compara Pablo el ser lleno con el Espíritu en Efesios 5.18?

12. ¿Por qué es inexacto referirse a la plenitud del Espíritu como una segunda obra de gracia?

13. ¿Qué significa el mandamiento de «no apaguéis el Espíritu»?

14. ¿Por qué es necesario rendirse a Dios para ser lleno con el Espíritu?

15. Contrastar el paso inicial de presentar el cuerpo como un sacrificio vivo con la vida de continua rendición.

16. Nombrar los varios aspectos de la rendición de un cristiano a Dios.

17. ¿Por qué Cristo es el ejemplo supremo de la rendición a Dios?

18. ¿Cuál es el significado del mandamiento «no contristéis al Espíritu»?

19. ¿Cómo las circunstancias de un cristiano afectan su experiencia de ser lleno con el Espíritu?

20. ¿Cuál es el remedio al haber contristado al Espíritu?

21. ¿Por qué un cristiano confiesa su pecado confiando que será perdonado?

22. ¿Cuáles son algunos de los serios resultados de continuar contristando al Espíritu?

23. Definir lo que significa andar en el Espíritu.

24. ¿Por qué la elevada norma de vida espiritual en el cristiano hace que el andar en el Espíritu sea necesario?

25. ¿Por qué es necesario andar en el Espíritu a la luz del hecho de que los cristianos viven en un mundo pecador?

26. ¿Por qué el andar en el Espíritu es necesario en vista de la naturaleza pecaminosa del cristiano?

27. ¿Por qué la necesidad de andar en el Espíritu demuestra que es imposible para un cristiano alcanzar la perfección sin pecado en esta vida?

28. Nombrar y definir brevemente siete resultados de la plenitud del Espíritu.

29. Nombrar las razones importantes para que un cristiano sea lleno del Espíritu.

 

 
1. Biblia/De Dios
2. Biblia/Inspirada
3. Biblia/Propósito
4. Biblia/Revelación
5. La Trinidad
6. Dios el Padre
7. Hijo/Preexistente
8. Hijo/Encarnación
9. Hijo/Su Muerte
10. Hijo/Resurrección
11. Hijo/Sacerdocio
12. Hijo/Regreso Por
13. Hijo/Regreso Con
14. E.S./Personalidad
15. E.S./Advenimiento
16. E.S./Regeneración
17. E.S./Su Morada
18. E.S./Su Bautismo
19. E.S./Su Plenitud
20. Dispensaciones
21. Los Pactos
22. Los Ángeles
23. Satanás/Poder
24. Satanás/Destino
25. Hombre/Creación
26. Hombre/Su Caída
 

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