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Seminario Reina Valera
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30. El Cambio De Campo![]() Ministerio Pastoral prepara líderes para pastorear al rebaño de Cristo, entrenados en los aspectos y responsabilidades del ministerio pastoral. Se busca que el futuro pastor sea un hombre de Dios íntegro. Da énfasis en quién es el pastor como persona. Incluye cómo organizar y administrar su tiempo en el pastorado e informa sobre la celebración de las ordenanzas, funerales y otros servicios especiales. Su profesor es el educador cristiano y rector del Seminario Reina Valera, Gilberto Abels. El
cambio de campo
La falta de
estabilidad en el pastoreado es un hecho común. Tarde o temprano
cada pastor tiene que preguntarse, ¿debo cambiarme de campo? Sin
duda, una razón para esto es el espíritu inquieto de la edad,
impaciencia con lo viejo y un reclamo continuo por lo nuevo. Es uno
de los resultados naturales del rápido crecimiento y un espíritu
empresarial en nuestro país. I. Lo malo de
cambiar de campo Los males son
numerosos y serios y únicamente las razones imprescindibles le
justifican hacerlo. Resulta en una pérdida
grande de lo que el pastor tiene a su favor. El amor y confianza de
la congregación que el pastor ha logrado, constituyen elementos
importantes en su poder. Estos, a diferencia de la popularidad, son
adquiridos poco a poco pero, una vez adquiridos, contribuyen en gran
manera a su obra en público y privado. Al abandonar su iglesia él
lo pierde todo y tiene que empezar de nuevo el trabajo penoso en
otra iglesia. La capacidad del pastor de ser de bendición a su
pueblo se realiza a través de un sabio conocimiento del carácter
de la gente. Al cambiar de iglesia él tiene que empezar nuevamente
a estudiar la congregación. Pocos pastores
aumentan el rango de su aprendizaje original después de su primer
pastorado. En su primer carga ellos están obligados a empujarse a
nuevas líneas de pensar pero, en el campo nuevo, hay la tentación
usar los temas antiguos y sermones de su fichero. Resulta que su
capacidad mental merma y ellos andan en el mismo círculo. Su
crecimiento intelectual y teológico está frenado. Esta inquietud y
anticipación de cambiar desanima al pastor de formar un plan
extensivo para la instrucción y el desarrollo de la iglesia. Su
meta, más bien, es tener resultados inmediatos. Por eso, sus
sermones son más a menudo sentimentales y sensacionales, limitados
a pocos temas y el desarrollo de la vida de la iglesia está
embromado. Es más probable
que haya una disminución impresionante en el respeto público por
el ministerio. En parte, es el resultado de esta inquietud, pero
también es porque piensan de los pastores como siervos públicos
desinteresados. Tampoco piensan de ellos como una fuerza permanente
en el barrio. Son más bien pasajeros. II. Causas
insuficientes para cambiar de campo Muchas veces hay
causas que sirven para inquietar un pastor que no deben producir tal
resultado. A la verdad, algunas de ellas pueden servir más bien
para fortalecerle en vez de animarle a disolver la relación
pastoral. Por ejemplo: Depresión mental.
Una vida sedentaria estudiosa a menudo induce condiciones nerviosas
anormales y el hipocondríaco, mal intérprete los sentimientos del
pueblo, desestima los resultados de su ministerio. Si él opta por
cambiar de campo los desarrollos subsecuentes manifestarán que no
había causa. La falta de
popularidad. Muchas veces esto es debido a defectos en el carácter
y la obra del pastor y la solución verdadera no está en un cambio
de campo sino en corregir sus fallos. La falta de preparación, tal
vez, resulta en sermones que no alimentan a los oyentes. Puede ser
que él ha fallado en administrar la iglesia y la iglesia no avanza.
En otros casos hay imperfecciones en su espíritu o en su vida que
impiden a la gente respetarle o confiar en su ministerio. En todos
estos casos, la falta de popularidad no indica que hace falta un
cambio de campo sino un cambio en su espíritu, plan y manera de
obrar. Dificultades en la
iglesia. Estas pruebas entran más o menos en la vida de cada pastor
pero no son una indicación de que es tiempo de cambiar de campo.
Puede ser que la prueba fue mandada por Dios en forma de disciplina,
diseñada para desarrollar, a través de la fe y paciencia, un carácter
más noble y un aumento de su poder. Cambiar de campo, en tal caso,
es una escapada cobarde del deber y resultaría en el fracaso en
lugar de recibir la bendición. Yo temo que muchas veces el
rompimiento del vínculo entre el pastor y la iglesia no es nada más
que esquivarse de pruebas y resulta en pérdida para ambos, el
pastor y la iglesia. Los que buscan un
puesto más alto. Hay una ambición, no santificada, insatisfecha
con adelantamiento a través de crecimiento natural que siempre
anhela alcanzar puestos más altos en el ministerio a través de
salir en el diario, predicar sermones sensacionales o la influencia
de amigos. Cuando hay un púlpito desocupado en una iglesia eminente
siempre hay algunos ansiosos de ser llamados para ocuparlo. Debe ser
obvio que tal espíritu está lejos de ser el espíritu genuino que
debe caracterizar un pastor cristiano. Al final, hace daño a la
reputación de aquel que se permite tener semejante espíritu porque
tarde o temprano nuestro egoísmo se manifestará. III. Razones válidas
para un cambio A veces un cambio
de campo es, sin duda, el deber del pastor. Crecimiento en
habilidad que va más allá de la esfera del campo. Supongamos que
un joven pastor se ha radicado en cierto campo. Su fidelidad en
estudiar y trabajar le ha desarrollado de tal manera que está
capacitado para una esfera más amplia. Si este hecho se manifiesta
por el juicio de los hermanos y Los límites de
salud por parte de él o de su familia. La grandeza de lo que se
requiere del intelecto y tensión nervioso en el día de hoy a veces
obliga a un pastor a buscar un campo donde no tendrá que llevar una
carga tan pesada. Allá él puede aprovecharse de lo que él preparó
anteriormente para su obra en el púlpito. Aun que es lamentable
para su crecimiento intelectual, es mejor que un quebrantamiento
mental o físico. A veces el clima no es favorable y en tal caso un
cambio es aconsejable Un salario no
adecuado. Las pocas entradas que un pastor recibe de una iglesia a
veces no alcanzan para su familia. En tal caso él debe escudriñar
bien sus motivos. Es posible que una iglesia más grande, y un
salario mejor apele a su egoísmo. La necesidad de un salario mejor
debe ser verídica y no imaginaria. Estar continuamente
incómodo en su obra. A veces un pastor se encuentra en una iglesia
donde él ha cumplido lo mejor posible su obra pero hay fuerzas en
la iglesia que siempre se ponen en contra a él. Cada vez que él
propone hacer algo está vencido por una comisión que se le opone.
Puede ser que algunos de los miembros le apoyan pero la mayoría no.
Si es imposible cambiar semejante situación, a mí me parece que
sería su deber renunciar y buscar un campo donde tendría más
libertad para trabajar y usar sus dones. Por último, quiero
decir que un pastor debe esperar pruebas en cualquier iglesia o
comunidad. Un cambio de campo no será nada más que un cambio de
pruebas. Es cuestión seria si, en muchos casos, un cambio simple de
fe en Dios, un poco más paciencia en las pruebas y un poco más de
persistencia, pudieron haber evitado la necesidad del cambio. Estas
cualidades siempre aumentan la fuerza del pastor y desarrollan las
fuerzas de su naturaleza intelectual, moral y espiritual y aumentan
su influencia como un ministro de Cristo. Sin duda, la inquietud que
se ve tan a menudo en el ministerio indica que algo está mal en los
pastores o en las iglesias y sirve para debilitar la influencia de
ambos. PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN 1. ¿Qué desventaja tiene cambiar de campo? 2. ¿Cuáles son las causas insuficientes por cambiar de campo? 3. ¿Mencione alguna de las razones válidas para un cambio? 4.
¿El cambio de campo termina con las pruebas del pastor? Harvey, Hezekiah, traduc. Russell George, El pastor y sus calificaciones, literaturabautista.com, Usado con permiso. |
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