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16. El Llamamiento Divino![]() Ministerio Pastoral prepara líderes para pastorear al rebaño de Cristo, entrenados en los aspectos y responsabilidades del ministerio pastoral. Se busca que el futuro pastor sea un hombre de Dios íntegro. Da énfasis en quién es el pastor como persona. Incluye cómo organizar y administrar su tiempo en el pastorado e informa sobre la celebración de las ordenanzas, funerales y otros servicios especiales. Su profesor es el educador cristiano y rector del Seminario Reina Valera, Gilberto Abels. El Pastor: Sus Calificaciones y Deberes Hezekiah Harvey
Algunas palabras del traductor
- Russell George "Las palabras
de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de
los maestros de las congregaciones, dadas por un pastor. Ahora, hijo
mío, a más de esto sé amonestado. No hay fin de hacer muchos
libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne." (Eclesiastés
12:11-12) Yo soy un gran amante de los libros. Ellos son amigos míos.
Hay buenos y malos amigos. Es así también con los libros. Cuando
encuentro un buen libro tengo el anhelo de compartirlo con mis
amigos pastores hispánicos. Si por acaso es un libro escrito en
Inglés, no puedo a menos que esté traducido a Español. Cuando
encontré el Libro "EL Pastor, Sus Calificaciones Y Deberes"
yo sabía que era un libro que debe estar en las manos de mis amigos
que son pastores hispánicos. Desde que, llegó a mi conocimiento,
que no había una traducción del libro en Español yo mismo me puse
a traducirlo. Cada amigo mío
tiene algunas creencias y peculiaridades con las cuales no estoy de
acuerdo. A veces tengo que disculparles y espero que ellos me
brinden el mismo favor. Es así también con los libros y este libro
no es una excepción. La única manera de ser un fiel traductor es
traducir un libro tal como es. El hecho de haber traducido el libro
no quiere decir que estoy un cien por ciento de acuerdo con todo lo
que él dice. En mi opinión, hay poco o nada en el libro que va a
guiar a un pastor por un mal camino. Hay mucho que va a ser útil en
guiarle en el camino recto y bueno. Encomiendo este
libro a ustedes con la esperanza de que sea una gran bendición en
su ministerio. El
Llamamiento Divino Al Ministerio Un llamamiento
divino al ministerio es un requisito para cumplir con el ministerio
cristiano. Es lógico esperar que Dios, un soberano, eligiera sus
propios siervos y los enviara como sus embajadores. En el Antiguo
Testamento vemos que Dios llamó a los profetas. Por eso, tenemos
razón para esperar que en la dispensación presente él hiciera lo
mismo. Nadie tenía derecho a meterse en el oficio de profeta. Dios
dijo: "El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra
en mi nombre, a quien yo no he mandado hablar, o que hablase en
nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá." (Deut. 18:20)
También Jer. 23:30 dice; "Yo estoy contra los profetas, dice
Jehová, que hurtan mis palabras." Vea también Jer. 1:4-10. La
confirmación de esto se ve al considerar lo siguiente; (1). Los
pastores en el Nuevo Testamento son nombrados como los elegidos de
Dios. Es obvio en cuanto a los apóstoles y los setenta pero se ve
en cuanto al ministerio en general. Los ancianos de Éfeso fueron
puestos por el Espíritu Santo. (Hechos 20:28) Arquipo recibió su
ministerio del Señor. (Col. 4:17) Pablo y Bernabé fueron llamados
por el Espíritu Santo. (Hechos 13:2) (2). El ministerio es un regalo de
Dios, dado a la iglesia. "El mismo constituyó a unos apóstoles;
a otros profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio para la edificación del cuerpo de Cristo." (Efesios
4:11-12). Los dones para este ministerio son otorgados por Dios y
los hombres están enviados a su obra por Dios mismo en respuesta a
las oraciones de los santos. Vea Romanos 12:6-7, Lucas 12:1-28) (3). La naturaleza de la obra, como
se implica en los términos que se usa al designarla, requiere un
llamamiento divino. Se llama "embajadores de Cristo" que
quiere decir que hablan en su nombre. Son sus mayordomos, encargados
de llevar el evangelio a los demás. Por eso, el ministerio no es elegido
como los hombres eligen un oficio, basado sobre su preferencia o
interés personal. Es algo que uno acepta en obediencia a un
llamamiento de Dios. El estar consciente de esto es imprescindible
para calificarse para la obra. La importancia que las Escrituras
ponen en la obra del ministerio implica la distinción entre el
llamamiento al ministerio y el de elegir un oficio. Se puede
expresar esta distinción de la siguiente manera. En cuanto al
pastor, su obra es una en la cual su consciencia le obliga; él
siente que es su deber hacerlo y, al contrario, se sentiría
culpable. En cuanto a aquel que elige un oficio, es un asunto de
talentos, preferencia e interés, él siente que es sabio para
elegir dicho oficio pero no hay en él,
sentido de obligación o de que sería culpable si no lo elige. En
uno hay el sentido de obligación, como Pablo manifestó cuando dijo;
"Me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el
evangelio!" (I Cor. 9:16) En cuanto al otro, hay un sentido de
lo que es recto y sabio y la aprobación divina pero el no hacerlo
no sería rebelión en contra de Dios. Hay dos extremos que se debe evitar
en cuanto a la manifestación del llamamiento al ministerio. Por un
lado están los que piensan que el llamamiento constituye una
preferencia por tal ministerio y resulta porque algunos que están
inclinados hacia la literatura o intereses personales buscan la obra
del ministerio sagrado sin ser llamados por Dios. Hay otros que
piensan que nadie debe entrar al ministerio sin una manifestación
sobrenatural, como una voz del cielo junto con una lucha mental en
busca de dirección divina. Si no pasan por semejantes experiencias
piensan que no están llamados. Resulta que hay los que se equivocan
y pierden. Pierden su verdadera misión de la vida. A la verdad, el
llamamiento es divino y lo mismo pasa con la salvación. Ninguno de
los dos es siempre acompañado por una manifestación sobrenatural.
El llamamiento es confirmado por la oración, nuestra experiencia y
estudio de El llamamiento interno Lo siguiente está incluido en esto. (1). Un deseo fijo y honesto por la obra.
"Palabra fiel: si alguno anhela obispado, buena obra desea.
" (I Tim. 3:1) hace falta el deseo por la obra. Es cierto que
fracasará si él no tiene un gran entusiasmo por la obra. Es muy
necesario que a él le encante predicar, que le guste componer
mensajes, y que el estudiar le sea placentero. Además, hace falta
que también esté plenamente convencido de que el bienestar eterno
de los hombres depende de su relación para con Dios. El debe tener
un gran amor por Cristo y por la obra de Dios. Pablo dijo; "Pero
de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mi mismo,
con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí
del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de
Dios." (Hechos 20:24) (2). Un pastor llamado divinamente
debe sentir de continuo un anhelo y obligación de predicar el
evangelio. Pablo dijo; "Porque, me es impuesta la necesidad, y
¡ay de mí si no anunciare el evangelio!" (I Cor. 9:16) Puede
ser que no siempre sentirá el mismo imperativo intensivo por la
obra pero siempre debe sentirlo, cuanto más se acerca a Dios, tanto
más va a sentir la aprobación e impulso de Dios. Por eso, para
confirmar su misión en la vida, hace falta mucha oración y el
testimonio del Espíritu de Dios de que estamos en su voluntad. (3). Hace falta también un
sentimiento de debilidad, de indignidad y de que la realización
tiene que depender de todo corazón en el poder de Dios. Esto, y
nada más, es una prueba infalible. Los jóvenes, por naturaleza,
tienen mucha confianza en sí mismo. Muchos obreros, usados por Dios,
han llegado a esta realización después de una serie de fracasos.
Pablo dijo; "Y Tal confianza tenemos mediante Cristo para con
Dios; no que seamos competentes por nosotros mismo para pensar algo
como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de
Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo
pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas
el espíritu vivifica." El llamamiento de la iglesia Esto se trata de la aprobación de la
iglesia después de haber conocido bien al joven. La iglesia debe
estar de acuerdo con el hombre que tiene y también con las
calificaciones que tiene para el ministerio. El debe llegar a esta
convicción de la siguiente manera: (1). No hay dudas de su conversión.
Esto es lo principal. Una equivocación en este sentido es fatal.
Será fatal para el obrero si el vive y muere inconverso. Será
fatal también para la congregación si su pastor es ciego
espiritualmente. Es hipocresía si el pastor está obrando por la
salvación de los perdidos si él mismo no es salvo. Una iglesia jamás
debe aprobar un hombre para el ministerio si no está plenamente
convencido de su conversión. (2). El candidato para el ministerio
también debe manifestar un grado superior de piedad. Debe ser un
ejemplo "en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza."
(I Tim. 4:12) Debe ser un modelo y por eso debe exceder a los demás
en su experiencia y vida espiritual. Un buen intelecto y facilidad
en hablar no es suficiente. Hace falta también un espíritu
devocional y una vida espiritual ejemplar. (3). El candidato debe estar bien
confirmado en cuanto a sus creencias. Él tiene que retener "la
forma de las sanas palabras." (II Tim. 1:13) y hablar "lo
que está de acuerdo con la sana doctrina." (Tito 2:1) Aquel
que no está firme en cuanto a sus creencias religiosas o que se
inclina hacía a lo que es nuevo o distinto no tiene un lugar divino
en el púlpito. El resultado de su obra casi siempre es destructivo
para la verdad. (4). El candidato debe tener
capacidad mental y un buen conocimiento de las Escrituras. Debe
manifestar que es "aprobado como obrero que no tiene de que
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad." (II Tim.
2:15) Teniendo en cuenta que la obra principal del ministro es la
instrucción pública de (5). El candidato debe tener también el
don de enseñar. Las Escrituras nos encargan que tomemos lo que
hemos recibido y encargarlo a hombres fieles que sean idóneos para
enseñar también a otros. (II Tim. 2:2) Leemos también en II Tim.
2:24-25 que el obrero debe ser "apto para enseñar, sufrido,
que con mansedumbre corrija a los que se oponen." Gran
habilidad y muchos estudios, en si, no es todo lo suficiente. Hace
falta también el don de enseñar. Él tiene que saber captar y
mantener la atención de sus oyentes. El mejor sermón falla a menos
que la gente está despierta y atenta. Pablo y Bernabé no únicamente
predicaron el evangelio sino también "hablaron de tal manera
que creyó gran multitud de judíos, asimismo de griegos." (Hechos
14:1) (6). El candidato también debe tener
sabiduría y conocimiento en liderazgo. Estas calidades son de suma
importancia para el pastor. Tiene que saber organizar y animar a la
gente en la iglesia para trabajar y usar a lo máximo sus dones. El
éxito del pastor depende en gran parte en su habilidad para
organizar y dirigir la obra de la iglesia. Por falta de esto,
hombres con gran capacidad mental han fracasado en el ministerio. (7). Y, por último, el candidato
debe tener un buen testimonio en el barrio. El siervo del Señor,
debe serle fiel a Cristo por lo cual, será muy probable que sea
perseguido. I Tim. 3:7 dice; "Es necesario que tenga buen
testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en
lazo del diablo." II Cor. 4:2 dice que el siervo del Señor
debe recomendarse "a toda consciencia humana delante de Dios." La aprobación de la iglesia debe estar
basada sobre el hecho de que el candidato reúne estos requisitos.
Puede ser que él los reúna, en parte, con una promesa, si no es
maduro. Si él es maduro, debe reunirlos en todo sentido. Esta
certeza en la mente de los hermanos de la iglesia sirve para
confirmar el hecho de que el candidato mismo no puede juzgarse a sí
mismo en cuanto a su llamamiento. Él debe buscar la aprobación de
la iglesia y aceptar humildemente su juicio. La llamada providencial Es posible que las circunstancias le
impidan a uno entrar en el ministerio pero las dificultades no deben
ser interpretadas como una indicación de que Dios no está llamando.
Muchas veces las dificultades sirven únicamente para humillar,
educar y preparar a uno para la obra del ministerio. Muchas veces el
buen carácter e integridad son el resultado de haber pasado por
luchas al prepararse para el ministerio. Dios ha prometido a guiar a
los que buscan su dirección. El Salmo 37:23 dice; "Por Jehová
son ordenados los pasos del hombre." Santiago 1:5 dice también;
"Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a
Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será
dada." Para el hombre que pasó tiempo en oración, la llamada
de Dios viene a través de los eventos de la vida. La dirección del
Espíritu son carteles en el camino que dice, "Este es el
camino. Andad por él." Nadie debe entrar al ministerio sin
estar consciente de haber tenido una llamada divina. Aparte de ella,
(1) el que se mete en el oficio de ser un embajador sin nombramiento
es culpable de presunción. Dios no le ha enviado y él se va sin un
mensaje divino. (2). Sin el llamamiento él carece de coraje y el
denuedo de aquel que está consciente de ser el mensajero de un
mensaje de Dios. La valentía en el púlpito exige el estar
consciente de ser un mensajero de Dios. (3). Aparte del llamamiento
divino, uno no va a estar preparado para enfrentarse con las
disciplinas y exigencias del ministerio. Desilusiones y desalientos
vienen y el siervo del Señor tiene que apoyarse sobre la seguridad
de haber sido llamado por Dios al ministerio. Si no tiene esta
seguridad él sigue en la obra con un espíritu quebrantado o, más
probablemente, abandonará el ministerio. PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN 1.
¿Cuál es el primer requisito para cumplir bien con un ministerio? 2.
En el nuevo testamento los pastores son _______. 3.
¿Qué significa el término "embajadores de Cristo"? 4.
¿Porqué decimos que el ministerio no debe ser elegido? 5.
¿Cómo se confirma el llamamiento? 6.
¿Cuáles son las tres maneras en que se manifiesta el llamamiento
divino? 7.
En el “llamamiento de la iglesia” (aprobación de la Iglesia
hacia el ministro) hay cinco consideraciones que son de vital
importancia. Menciónelas. 8.
¿Son los problemas, desilusiones, desalientos y desaprobaciones una señal de que no ha sido llamado por Dios? Harvey, Hezekiah, traduc. Russell George, El pastor y sus calificaciones, literaturabautista.com, Usado con permiso. |
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