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18. Mantenimiento Santidad Biblica es el estudio del concepto wesleyano de la perfección cristiana o santidad práctica. Considera el espíritu de la santidad, la santidad en la vida diaria y lo que enfrenta el creyente ahora que es santificado. Contempla cómo integrar la "crisis de santidad" con llevar una vida santa a diaria delante de Dios.
IV
Cómo Mantener la
Experiencia
No hay necesidad de que haya un
momento desde ahora hasta que usted llegue al cielo que no sea de
victoria; usted no tiene que retroceder. El le santificó para
que usted pudiera vivir una vida victoriosa. “Mas a Dios
gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús” (II
Corintios 2:14), creciendo más y más a su semejanza hasta que su
imagen se refleje perfectamente en usted.
A fin de que esto sea verdad en su
vida, le ayudarán las siguientes sugerencias. No las debilite
señalando a otros que no están haciendo algunas de las cosas aquí
mencionadas. Si omite cualquiera de estas cosas que mencionamos a
continuación, debilitará su relación con Dios así como su gozo y
victoria. Recuerde siempre que la desobediencia y el descuido de
otros nunca es una justificación suficiente para que usted no obedezca
al Señor completamente. El obedecer no siempre será fácil, pero
siempre será lo correcto.
1. USTED DEBE TESTIFICAR A OTROS
Esto se pone al principio de la
lista porque este fue el propósito principal por el cual usted fue
santificado. Todo lo anterior es sólo preparatorio para esta
actividad. Si no fuera así, el Señor podría llevarle al cielo ahora
mismo. Pero hay otros que necesitan conocer esta experiencia, y
solamente usted puede decirles lo que le ha sucedido. Esto es
dar testimonio.
Usted no es diferente de los demás;
todos sienten las mismas necesidades internas que usted sentía antes
de que Dios le santificara enteramente. Cuénteles a otros de ello.
Cuando usted les cuente a otros su
experiencia y la maravilla de la plenitud de Dios, otros sentirán el
deseo de poseerla. “Porque con el corazón se cree para justicia, pero
con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10).
Ponga su testimonio en palabras:
aclárelo, para que otros entiendan cómo Cristo les puede satisfacer
en la forma que le satisfizo a usted.
Es digno de notar que Dios no envió
a un ángel a predicar a Cornelio (Hechos 10), sino que envió a otra
alma redimida para traer el mensaje que sólo una persona podría
traer. Los ángeles nunca pecaron, por lo tanto, no pueden contar
la historia de la redención. Sólo usted y yo podemos hacerlo. Esa es
la razón por la cual el Señor cuenta tanto con su fidelidad y su
obediencia aquí en la tierra. El no tiene otra manera de hacer que la
gente escuche la bendita historia.
No se desanime si algunos de los que
oyen su testimonio no aceptan al Señor sólo sea fiel a su tarea, y
Dios se encargará de la suya. Nuestra tarea es testificar...la suya es
convencer y convertir.
2. USTED DEBE MANTENER CIERTO TIEMPO
APARTADO
A menos que usted fije y
guarde ciertos momentos para sus devociones privadas, no las
podrá tener. Privar al alma del alimento que debe recibir mediante la
oración y la lectura, significa matarla de hambre. No hay nada
de mayor importancia. En este punto es donde el diablo procurará
lanzar uno de los primeros ataques, diciéndole que usted está
demasiado cansado como para hacerlo o demasiado ocupado como para
apartar esos momentos. El cuerpo desnutrido está expuesto a todos los
microbios que le rodean...el alma desnutrida está expuesta a todos los
espíritus malos. Mantenga un alma saludable.
En los Evangelios encontramos
narrados sólo unos cuarenta días de la vida de Cristo, sin embargo,
usted encontrará frecuentes referencias a los momentos de oración
del Maestro. Oró toda la noche, o por lo menos parte de ella, en cinco
diferentes ocasiones. Oró en ocasión de su bautismo, antes de la
selección de sus discípulos, cuando se enfrentó a la tentación, en
su hora de traición y muerte. Si fue esencial para el Hijo de Dios
equiparse de esa manera, ¡cuánto más necesitará usted pasar tiempo en
la oración!
En el Libro de los Hechos los
discípulos oraron “y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y
hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hechos 4:31). Debe haber
momentos frecuentes cuando escuchamos la voz del cielo, momentos
cuando nuestras almas se refrescan con un nuevo derramamiento del
Espíritu de Dios. La admonición de Pablo a ser “llenos del
Espíritu” implica un proceso continuo y constante. Aprenda en seguida
el secreto de esperar en su presencia hasta que su alma haya sido
fortalecida de nuevo y alimentada por la “fuente viva”. No deje pasar
muchos días sin tener unos momentos de oración victoriosa.
“Conservaos en el amor de Dios” (Judas 21). Que toda su vida gire
alrededor de estos momentos de refrigerio. Si tiene dificultades en
“orar hasta alcanzar la victoria,” busque la compañía de otra persona
de oración y oren juntas.
Confeccione una lista de oración,
incluyendo los nombres de las personas que usted quiere ver
convertidas al Señor o enteramente santificadas. Desarrolle un
sistema de lectura de la Biblia que le dirija a un estudio y a un
crecimiento sistemático en su conocimiento del Señor. Un método
deficiente seguido fielmente, hará más provecho que un método
excelente pero que usted abandone pronto.
Estos momentos para sus devociones
privadas son absolutamente esenciales si usted quiere crecer en
gracia.
3. USTED DEBE OBEDECER
Dios tiene un propósito para su
vida—búsquelo y obedézcalo. Es probable que cada día tenga una
tarea especial—obedezca. Nunca permita que su voluntad, o sus
deseos o sus actitudes le roben lo mejor que Dios tiene para usted por
causa de la desobediencia. Manténgase siempre sumiso a su voluntad.
Aun Jesús expresó esta actitud en el Huerto cuando oró: “No se haga mi
voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Recuerde que la voluntad de
Cristo para usted, está dictada por su amor hacia usted, y su gran
sabiduría le permite saber cuál es la mejor manera de usar su vida.
Mantenga intacta su consagración. Si
usted ve a otros seguir a Cristo desde lejos, no deje que esto le
haga retroceder en sus promesas a Dios. “No todo el que me dice:
Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos” (Mateo 7:21).
La obediencia es el precio de la
victoria. Su voluntad fue depositada en las manos divinas el día que
Dios le santificó. Ahora usted quiere hacer la voluntad de
Dios. Esa entrega no significa que la voluntad de usted se ha vuelto
pasiva o dormida—se vivifica más que nunca, pues usted desea sólo
hacer su voluntad.
Fue la obediencia lo que le trajo a
usted a esta comunión. La consagración significa literalmente traer el
pasado a una obediencia presente, y rendimiento significa colocar todo
el presente y el futuro en ese nivel (Hechos 5:32). “Habiendo
purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad,
mediante el Espíritu” (I Pedro 1:22), usted se mantendrá en este
camino santo mediante una obediencia continua. Mientras que usted ande
“en luz” (obediencia), la sangre le limpia “de todo pecado” (I Juan
1:7).
Si El le llama al ministerio
cristiano, usted tiene que obedecer. Su voluntad es la norma y el
único principio sobre el cual gira toda su vida (Gálatas 2:20).
Solamente así habrá perfecta paz y perfecto gozo.
4. USTED DEBE LEER BUENOS LIBROS
Lógicamente, su Biblia viene
primero. Pero debido a la competencia con que usted se enfrenta en
las revistas, los diarios, la televisión, la radio, su trabajo y en el
hogar, usted descubrirá que el ejercicio de la disciplina es esencial
en el uso de su tiempo. Si a usted no le agrada leer—desarrolle ese
gusto, porque sólo así podrá usted informarse mejor y afirmarse mejor
en este camino de santidad. Esto es tan importante como cualquiera
otra cosa que usted hace para crecer en la gracia y en el conocimiento
de Dios.
Los libros sobre la santidad, sobre
la vida devocional y las publicaciones de su denominación, deben tener
prioridad en su lectura. Si debe hacer un escogimiento entre los
diarios y los periódicos de su iglesia, usted se beneficiará más dando
su tiempo a éstos. Sólo así usted podrá crecer en entendimiento y en
sabiduría para traer más gloria a Dios.
Usted tendrá que seleccionar su
material, porque no todo lo que tiene un título religioso es
necesariamente edificante. Hay tanta literatura mala sobre cultos
falsos, que usted debe tener mucho cuidado. Si tiene la menor duda,
consulte con su pastor. Una persona sincera recibió hace poco un libro
de un amigo. Había encontrado el libro en el proceso de cambiarse de
casa, y puesto que tenía un título bueno y religioso, creyó que era
bueno. Nuestro amigo comenzó a leerlo—hacía poco que había sido
santificado—y pronto encontró algunas cosas raras. Cuando consultó al
pastor, se descubrió que era un libro publicado por uno de los cultos
falsos que se especializa en distribuir tal clase de literatura.
Cuando se le informó eso, el lector destruyó el libro. Eso es lo
mejor que se puede hacer con tales libros.
He aquí algunos libros que sugerimos
para que se lean tan pronto como sea posible:
Santidad y Poder,
por A. M. Hilis
El Secreto de la Vida Cristiana
Feliz, por Hannah W. Smith
El Amor Perfecto,
por J. A. Wood
La Perfección Cristiana,
por Juan Wesley
De Puntillas, por Amor,
por John T. Seamands
Bueno, esto no es todo. En este breve tratado sobre un asunto que no se puede agotar ni en muchos volúmenes, usted encontrará el principio de lo que esperamos sea una hermosa y bendita vida de victoria. No se detenga con la lectura de este panfleto, sino más bien consulte el catálogo de su Casa de Publicaciones, o pregúntele a su pastor, y aprenda todo lo que pueda sobre cómo vivir esta vida en toda su plenitud. Si así lo hace, la vida no se le hará agria, sino que cada día será un bendito día y su vida dejará en su sendero una creciente corriente de bendición. Que Dios le bendiga abundantemente. Dirkse, Neil, Ahora que usted es santificado, Casa Nazarena de Publicaciones, wesley.nns.edu, Usado con permiso. |
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