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15. Cosas No Cambiadas![]() Santidad Biblica es el estudio del concepto wesleyano de la perfección cristiana o santidad práctica. Considera el espíritu de la santidad, la santidad en la vida diaria y lo que enfrenta el creyente ahora que es santificado. Contempla cómo integrar la "crisis de santidad" con llevar una vida santa a diaria delante de Dios. Ahora Que Usted Es Santificado
por
Prefacio
En las páginas siguientes usted
encontrará algunas sugerencias que le ayudarán a vivir una vida
cristiana triunfante. Ahora que usted es santificado, aprenderá en
una forma nueva el impacto de la prueba y de la tentación. Satanás
dirige sus ataques más fuertes en contra de aquellos que han decidido
ir con Dios “hasta el fin del camino”. A usted se le permitirá entrar
en batallas que no son del todo desconocidas a los que han entrado en
este camino hacia las alturas espirituales; la posesión total que Dios
ha tomado de su corazón y de su vida mediante la unción del Espíritu
Santo es una garantía de la victoria en cada batalla y de la gracia
para cada prueba.
Ojalá que Dios le dé la
perseverancia y la determinación para mantener un contacto diario
victorioso hasta que todos nos reunamos en su santa presencia en la
ciudad preparada para los santos.
I
Algunas Cosas que no
Cambiaron
Ahora Que Usted es Santificado…
¡Algo extraordinario le ha
sucedido a usted! La vida será diferente. Y precisamente porque la
vida será diferente, las siguientes páginas tienen el propósito de
ayudarle a entender lo que ha sucedido, y cómo conseguir que siga
sucediendo. Es el propósito de Dios, que usted crezca en la gracia
más rápidamente que antes, porque antes, cuando usted tenía que
luchar con un traidor interno—el pecado innato—su crecimiento era
estorbado.
Un poco más adelante encontrará
una discusión acerca de lo que sucedió cuando usted fue lleno con
el Espíritu Santo. Pero por ahora, hablemos de algunas cosas que NO
sucedieron.
¿Le parece extraño principiar con
este punto? No debería serlo. El primer ataque del diablo en contra
de la persona que acaba de ser santificada, es llamarle la
atención a algunas cosas que NO son claramente diferentes de lo que
eran antes. Su propósito es conseguir que usted dude de Dios y de lo
que El ha hecho por usted, y de esa manera destruir esa comunión.
Manteniéndose sumiso a Dios, usted aprenderá a resistir al diablo y
al hacerlo, descubrirá que éste huirá de usted (Santiago 4:7).
Dudar de Dios siempre es malo—
cualquiera que sea la razón. Cuando surjan las dudas lea la Biblia y
ore. Si los interrogantes persisten, hable con su pastor... ¡pero
nunca dude de lo que usted sabe que Dios ha hecho por usted!
Recuerde, que aunque usted no pueda contestar todas las preguntas,
nunca debe dudar de que Dios haya aceptado su completo rendimiento.
Manténgase firme sobre la confianza de lo que usted sabe que
experimentó. “Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso” (Romanos 3:
4). A pesar de sus emociones hoy, o mañana, en contraste con sus
emociones el día que Dios habló a su corazón, no pierda su confianza
en la gracia de Dios para guardarle, porque el diablo es un
mentiroso desde el principio (Juan 8: 44).
Por tanto, consideremos algunas
cosas que NO sucedieron cuando Dios le santificó.
1. A USTED NO SE LE QUITO LO
HUMANO
Eso equivale a decir que usted es
todavía un ser humano, aunque santificado. “Habiendo
purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el
Espíritu” (I Pedro 1:22). Un alma purificada ciertamente ejercerá
una influencia decisiva sobre el cuerpo, pero no lo hará ni más ni
menos que humano. Es probable que cuando el Espíritu Santo
vino en toda su plenitud, usted sintiera que estaba en otro mundo;
se sentía tan bendecido y diferente que no quería regresar a la
tierra. Sin embargo, usted pronto descubrirá que todavía es un ser
muy humano. Usted todavía posee un cuerpo con todos los
apetitos e impulsos humanos normales.
Sí, los apetitos humanos normales
permanecen: el deseo por los alimentos en cantidades normales, el
deseo por el compañerismo de los demás seres humanos, el deseo por
el sexo en su lugar apropiado—todas las demás capacidades humanas
normales permanecerán tal como eran antes. La diferencia que usted
notará será un poder mayor para ejercitar disciplina en estas áreas.
Recuerde que el control de uno mismo es fruto del Espíritu (Gálatas
5:23).
Negar, por ejemplo, el hecho y la
presencia de los deseos sexuales normales, es intentar mejorar la
obra creadora de Dios. Obviamente, su satisfacción se limitará
dentro de las relaciones maritales lícitas, pero negar el hecho de
que estos deseos existen, significa crear problemas que le causarán
grandes dificultades. El mero intento de negarse a usted mismo
estos deseos humanos normales, inherentes en cada ser humano, sólo
servirá para grabarlos más profundamente en su mente y en su
conciencia. El enemigo le acusará de no ser verdaderamente
santificado si alguna vez tiene un deseo apasionado, o un deseo
momentáneo pero fuerte, de satisfacer sus impulsos sexuales.
Discipline su pensamiento, piense inmediatamente en la pureza de la
santidad y de una vida santa; ocupe su mente con pensamientos que
honren a Dios; lea inmediatamente Filipenses 4:8, y murmure una
oración pidiendo ayuda. “Llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo” (II Corintios 10:5). La voluntad no es rival
para la imaginación, de modo que aprenda a resistir los
pensamientos malos reemplazándolos con pensamientos santos.
Además, dar por sentado que usted
ya no necesita ejercitar el contacto normal con el mundo que le
rodea, y que puede esconderse dentro de un círculo imaginario,
significa negar el propósito principal para el cual fue usted
santificado. Recuerde las instrucciones de Cristo a sus discípulos
de que esperaran hasta ser llenos del Espíritu Santo (Lucas 24:49)
y luego que debían usar ese poder del Espíritu Santo para testificar
en su favor (Hechos 1:8). Y usted no podrá dar un testimonio eficaz
desde un claustro.
Ya no se le permitirá a su cuerpo
demandar tanta atención, porque ahora se ha convertido en el
“templo del Espíritu Santo” (I Corintios 6:19). Su cuerpo será
ahora el instrumento del Espíritu Santo, el cual lo usará de la
manera que El crea más conveniente, con el fin de traer en forma más
eficaz gloria y honra al Señor Jesucristo.
2. A USTED NO SE LE DESPOJO DE SU
PERSONALIDAD
La santificación no cambiará su temperamento básico
más que lo que cambiará el color de su cabello. Si bien es cierto
que el tiempo y el crecimiento contribuirán a una expresión más fina
y más rica de su personalidad para la gloria de Dios, no se debe
usted desanimar si esto no sucede tan rápidamente como usted
quisiera. Dios usa pruebas y sufrimientos para refinar su
personalidad, para que se convierta en una demostración efectiva
creciente de la experiencia de la santidad. No olvide que crecemos
“en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo” (II Pedro 3:18).
Si usted es normalmente una
persona de tipo nervioso, no puede en seguida ser perfectamente
paciente frente a todas las experiencias desagradables.
Si usted es una persona impetuosa,
que le gusta hablar y actuar antes de pensar, la santificación no
cambiará esa característica de la noche a la mañana. El hecho es que
aparentemente Pedro tuvo dificultades para vencer totalmente sus
prejuicios en contra de los gentiles, aun después del Pentecostés.
Parece que él consideró necesario explicarle a Cornelio que no era
su costumbre visitar a un gentil. Pedro necesitó bastante tiempo
para deshacerse de todos los aspectos ásperos de su personalidad.
Usted necesitará tiempo y crecimiento para desarrollar “la medida
de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).
Si usted es una persona callada y
tímida, no se convertirá inmediatamente en una persona impetuosa y
resuelta a expresar en seguida lo que piensa. La santificación
proveerá la gracia y la motivación para ayudar a vencer los aspectos
de nuestra personalidad que necesitan mejorar, pero se necesitarán
tiempo y sufrimientos para refinarla completamente. “Así que,
amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos” (II
Corintios 7:1).
No se impaciente ni pierda su
confianza en estos momentos de prueba. Vaya al Señor en oración
humilde, si acaso ha fallado, admítalo y confiéselo, y permita que
El le vuelva a susurrar que “la sangre...nos limpia de todo pecado”
(I Juan 1:7).
3. USTED NO FUE HECHO UN SANTO CON
EXPERIENCIA CABAL
Aquellos que compartimos esta
gloriosa “vida abundante” con usted, nos damos cuenta de cómo se
sintió usted después de que el Espíritu Santo le santificó. Pero
nunca olvide que eso fue sólo un punto de partida. No deje que el
diablo le haga tropezar confundiéndole sobre la diferencia entre la
pureza de corazón y la madurez de expresión. Usted
todavía no orará ni testificará como aquel santo que usted conoce;
quizá usted todavía tenga dificultades en testificar a otros o en
testificar en un servicio público; quizá sea una lucha todavía
para usted el orar en público. Pero por supuesto, usted no dejará de
esforzarse.
La madurez vendrá cuando usted se
esfuerce por hacer lo que puede. La parábola de los talentos
nos enseña que el uso resulta en aumento. La madurez vendrá conforme
usted continúe haciendo las decisiones difíciles pero
correctas, y a medida que usted llene los lugares de
responsabilidad que se le presenten. “Moisés, hecho ya grande,
rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser
maltratado con el pueblo de Dios...teniendo por mayores riquezas el
vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios” (Hebreos
11:24-26).
Usted posee un corazón puro
mediante la sangre de Cristo; la vida madura vendrá a medida que
usted ande fiel y continuamente delante de El el resto de su vida.
Pedro dice claramente cuáles áreas de nuestra responsabilidad se
desarrollarán a medida que caminamos con Dios. “Vosotros también,
poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud;
a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al
dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad,
afecto fraternal; al afecto fraternal, amor” (II Pedro 1:5-7). El
proceso de la madurez ayuda a “añadir” y a aumentar estas
capacidades.
Cuando se sienta satisfecho con su
estado presente, no ceda a esa tentación; en vez de ello, estimule
el apetito de su corazón de ser cada día más semejante a Cristo,
porque “los que tienen hambre y sed de justicia...serán saciados”.
Estas son algunas de las cosas que
no sucedieron cuando usted fue santificado. El capítulo
siguiente tratará con algunas de las cosas que
no cambiarán. Dirkse, Neil, Ahora que usted es santificado, Casa Nazarena de Publicaciones, wesley.nns.edu, Usado con permiso. |
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