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  10. Clases De Estudio Bíblico

Homilética es el arte y ciencia de predicar para comunicar el mensaje de la Palabra de Dios.  Se estudia cómo organizar el material, preparar el bosquejo y predicar efectivamente.  Presenta a través del estudio de sermones ejemplares un modelo útil para los que empiezan a lanzarse al dificil arte de la predicación, mostrándo cómo decir las cosas de un modo claro y concreto.

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Clases de estudio Bíblico

Hemos dicho que para la preparación de un sermón desde el pulpito no conviene tomar todo un capítulo, sino un hecho, parábola o porción que pueda ser conectada con alguna línea de pensamiento. La razón es que cuando el predicador habla él solo desde el pulpito le conviene presentar un mensaje compacto y no excesivamente extenso.

Pero hay otro método de instrucción, llamado Clase Bíblica, en la cual no sólo el predicador, sino los oyentes, pueden tomar parte, y aunque ello excede los límites de la Homilética, por lo importante que es para los pastores e instructores cristianos, no queremos dejar de ofrecer algunas sugestiones sobre dichos estudios.

Se recomienda para la Clase Bíblica que todos los oyentes tengan su Biblia en la mano y, si el número de asistentes lo permite, estén sentados formando círculo.

En las clases bíblicas no deben usarse los sermones textuales, sino expositivos o tópicos, desarrollando estos últimos a base de textos bíblicos.

ESTUDIO DE LA BIBLIA POR LIBROS

Pero es también recomendable en esta clase de reuniones el estudio de la Biblia por libros y capítulos. En tal caso cada asistente debiera conocer de antemano el capítulo o porción que se va a estudiar, aún es mejor si se han distribuido preguntas escritas que despierten interés en el estudio. Dichas preguntas o sugestiones pueden ser formuladas particularmente por el instructor para cada capítulo o libro, o bien utilizar las siguientes sugestiones de carácter general:

a) ¿Quién escribió el libro?

b) ¿A quién fue escrito?

c) ¿Cuándo fue escrito?

d) Motivo por el cual lo fue.

e) Circunstancias de aquellos para los cuales fue escrito.

f) ¿Qué referencias nos da el libro de la vida y carácter del autor?

g) ¿Cuáles son las principales ideas del libro (o enseñanzas)?

h) ¿Cuál es la verdad central del libro?

i) ¿Cuáles son las características del libro?

j) Que cada alumno haga una división analítica del libro comparándola con la división que traiga el Director.

k)   Puntualícense las enseñanzas o aplicaciones espirituales que ocurren en cada sección.

El estudio será todavía más provechoso si en lugar de preguntas generales puede usarse un bosquejo formulado por algún buen expositor de la Biblia. Hay libros interesantes y también cursos bíblicos que pueden servir de ayuda al respecto. Como ejemplo ofrecemos a continuación uno de los estudios bíblicos por libros que se publicaron en nuestra revista El Cristiano Español. De una forma similar a la indicada, y usando los mismos epígrafes que ponemos en mayúsculas, pueden estudiarse, no solamente los otros libros del Pentateuco, sino casi todos los libros de la Biblia.

Éxodo.

EL NOMBRE "Éxodo" nos indica el contenido de este libro, la salida de Israel de Egipto. Israel vuelve a su tierra prometida. Éxodo contiene la maravillosa e importante historia, empezada en Génesis, asumiendo una forma nacional, más bien que personal o familiar, y narrando los pasos que condujeron al establecimiento de la teocracia hebrea. En este hecho histórico vemos la figura de las verdades fundamentales de toda salvación. Podemos llamar a Éxodo "el libro de la salvación". Empieza con la oscuridad del yugo egipcio y termina con la nube de la gloria de Dios en el tabernáculo.

ÉXODO Y LOS CRISTIANOS. — El viaje de los israelitas de Egipto a Canaán es un símbolo de la peregrinación del cristiano.

1. Egipto = el reino de Satanás, el mundo del cual tenemos que salir.

2. Desierto = La condición del creyente que ha dejado la vida antigua, pero que todavía no ha encontrado la plenitud de la vida nueva en Cristo.

3. Canaán = La vida del creyente que encontró en Cristo la vida abundante y victoriosa. 

LLAVES DEL LIBRO llamamos a los versículos de cada libro, que nos dan el conjunto del contenido del mismo, p. ej.:

3:7-8... aflicción en Egipto... librado... sacado a buena tierra.

12:13... la sangre os será por señal... Lo fundamental de la salvación.

19:4-6... os he traído a Mí... para ser un especial tesoro sobre todos los pueblos.

TIEMPO. — Entre Génesis y Éxodo hay un espacio de tres siglos y medio, sobre el cual no leemos nada en la Biblia. En este tiempo creció la familia Jacob (70 personas, Éxodo 1:5) y se hizo nación numerosa (1:7).

LA PRINCIPAL FIGURA de Éxodo es la de Moisés. El nos es presentado como representante de la ley y del antiguo pacto (Juan 1:17). Mirando su historia podemos dividirla en tres partes de 40 años cada una. 40 años de alta educación humana. Se hizo un varón poderoso.

40 años de educación divina en la quietud del desierto. Allí se hizo varón humilde y sencillo. 40 años ejerciendo su alta profesión y experimentando cómo Dios puede utilizar poderosamente a un hombre humillado.

Nótese la importancia de la primera educación que recibió en su más tierna juventud en la casa paterna. Después de muchos años de estar en el palacio egipcio, se recordó de su Dios y de su pueblo (Hechos 11:24-26). El fue hecho salvador, guía y mediador de Israel.

DIVISIÓN DEL LIBRO. — Podemos dividirlo en tres partes:

1. Israel en Egipto: Cap. 1-15:21.

a) Opresión por los egipcios. Por medio de ella, Dios preparó al pueblo para salir de la tierra rica de Gosén.

b) Nacimiento y educación de Moisés. Dios preparó al salvador y guía.

c) Plagas en Egipto, Pascua y salida. Dios preparó al enemigo para dejar ir al pueblo.

2. Experiencias en el camino del desierto: Capítulo 15:22, cap. 18.

Mará, Elim, codornices, maná, agua de la peña, victoria sobre Amalec. El Señor, que sacó a Israel de Egipto, también los mantenía, protegía y guiaba.

3. Israel al pie del monte Sinaí: Cap. 19-40. Mandamientos de Dios, Alianza entre Dios y el

pueblo, plan del tabernáculo, becerro de oro, construcción del tabernáculo. Los salvados, para permanecer con el Señor, necesitan:

a) la ley, que es la norma de la voluntad de Dios; y

b)    el sacrificio, cuya sangre limpia simbólicamente de las transgresiones de la ley.

CRISTO EN EL ÉXODO.— Toda salvación de Dios es hecha por Jesucristo. Por lo tanto, es todo este "libro de la salvación" un símbolo de Cristo.

1.El cordero de la pascua: Cristo el cordero de Dios: Juan 1:29, 1.a Cor. 5:6-8, 1.a Ped. 1:18-19.

2.Aarón: Cristo nuestro sumo sacerdote: He­breos 5:5 y 9, 7:11.

3.El mar Bermejo: La muerte de Cristo nos libra de la vida antigua: 1Cor. 10:2.

4.El maná: Cristo es el pan vivo que descendió del Cielo: Juan 6:31, 35.

5.El tabernáculo: Cristo habitó entre nosotros: Juan 1:14, Hebr. 9:23-24. Exteriormente  no ofrece ningún atractivo: Filip. 2:6-8. Pero por dentro todo es precioso, de oro fino con los colores de la gloria: Col. 2:3 y 9.

No sólo el tabernáculo entero, sino también los objetos en él nos hablan de Cristo:

La puerta (única): Juan 10:7.

Altar del holocausto: El lugar de la expiación: Hebr. 9:13-14, 10:12; Apoc. 13:8.

Fuente de metal: El lavacro de la regeneración: Tito 3:5.

Mesa de los panes: "Yo soy el pan de vida": Juan 6:35, 48, 50, 51.

Candelero: "Yo soy la luz del mundo": Juan 8:12, 1:9.

Altar de perfumes: La oración sacerdotal de Cristo: Juan 17.

El arca conteniendo la ley de Dios, y la cubierta con los querubines, tenían que ser rociadas con la sangre del sacrificio. Cristo, con su propia sangre, entró una vez a la presencia de Dios: Hebr. 9:12-14. El cumplió la ley y la cubrió con su sangre. La ley que pidió la muerte del pecador está satisfecha por el sacrificio expiatorio de Cristo.

EL MENSAJE DE ÉXODO es doble. Habla del minio del Señor y de la redención. Su dominio se nota en sus palabras, órdenes, mandamientos, juicios, su santidad, y también en su bondad y cuidado todas las necesidades de su pueblo. Por todo el libro pasa el hilo negro del pecado del pueblo y de personas individuales. Pero Dios, en su inmensa gracia, presenta un recurso de salvación por la sangre del sustituto y abre a su pueblo pecador el camino a su trono de gracia.

Todos los libros de la Biblia pueden ser estudiados de una forma similar, buscando en ellos, por encima de sus datos históricos, profundas enseñanzas morales y espirituales.

ERRORES A EVITAR

Dos errores que el director de un Grupo de Estudio Bíblico debe evitar con gran cuidado son: Por un lado, darlo como un sermón de predicación monopolizado, y por el otro, convertirlo en una clase de Seminario, limitándolo a los datos históricos, cronológicos o analíticos sin especial mención de la enseñanza espiritual. Jamás hay que olvidar que ésta tiene primordial importancia en la Iglesia, tratándose de libros de la Sagrada Escritura, cuyas mismas narraciones históricas fueron escritas: «para nuestra enseñanza y admonición» (1.a Cor. 10:11); pero quedará mejor fijada la verdad en la mente y resultará mucho más interesante y efectiva si, en lugar de ser administrada en dosis concentradas de incesante exhortación, va acompañada del estudio his­tórico, y analítico y aun geográfico, que permita al estudiante conocer bien la procedencia y motivo de tales enseñanzas que surgen del texto, ora por ejemplo histórico, o por simbolismo.

En este último caso hay otros extremos que con­viene evitar. Uno es el de forzar la imaginación para encontrar en todo detalle del Antiguo Testamento símbolos y figuras de las doctrinas del Nuevo. Halla­mos esta tendencia de un modo exagerado en los escritos patrísticos. Orígenes, por ejemplo, veía un símbolo de la cruz hasta en la forma de cortar el cordero pascual. Un simbolismo ingenuo y sin base no resultaría edificante a un público de nuestro siglo.

El extremo opuesto es prescindir de toda aplicación simbólica, con lo que el Antiguo Testamento se convierte en una simple y árida narración histórica con ligeros matices éticos. El predicador moderno que asume tal actitud despreciando todo simbolismo, debería empezar por suprimir del Nuevo Testamento varias epístolas como Romanos, Corintios y Hebreos, mejor que todo debería dejar el ministerio cristiano de su iglesia en manos de alguien que crea en la Biblia desde el principio al fin. Otro error funesto es el de introducir en los estudios, para hacer gala de erudición, discusiones hechas de carácter crítico acerca de los documentos originales de la Sagrada Escritura, códices y variantes, pseudo-autores, etc. Spurgeon decía con mucha razón: "Nunca divulguéis el error tratando de combatirlo." El pastor necesita estar bien orientado sobre tales asuntos, pero no para llevarlos al público, sino para poder responder a cualquier pregunta al respecto.

Si una de tales cuestiones surgiera en la clase de estudio Bíblico o en la Escuela Dominical, lo más conveniente es responderla de un modo general y breve e invitar al interpelante a una conversación más extensa en particular. Tal invitación debe ser hecha, si es en la clase, alegando falta de tiempo, aún mejor si puede soslayarse y hacerla más tarde en privado, a fin de no levantar sospechas en aquellas a quienes no interesan o no convienen tales tesis, ora por su limitada cultura o por su delicada condición espiritual.

Recordamos el caso de un joven pastor de un pueblo rural, recién salido del Seminario, que, con pretexto de "instruir a la juventud de la Iglesia", empezó una serie de clases de estudio bíblico en las cuales trataba de deslumbrar a sus oyentes llenando pizarra con textos griegos y hebreos, y acabó por arruinar la fe de muchos con sus discusiones críticas, totalmente impropias e inadecuadas a la condición intelectual y espiritual de los sencillos fieles a quienes se dirigía.

Fervorosamente exhortamos a los estudiantes bíblicos y predicadores en cuyas manos venga a parar el presente Manual de Homilética, a evitar y aun a huir de tales peligros, procurando la edificación espiritual de sus oyentes por encima de todo otro motivo.

ESTUDIO DE LA BIBLIA POR CAPÍTULOS

Tanto o más sugestivo que el estudio por libros es el estudio por capítulos, ya' que de este modo se puede entrar con más detalle en cada asunto. Como quiera que éstos puedan repetirse en el curso del libro, debe hacerse énfasis sobre verdades nuevas cuando se repita un mismo asunto. Esta recomendación es especialmente importante para los libros doctrinales, o sea, las epístolas y los libros proféticos del Antiguo Testamento.

He aquí una serie de sugestiones de aplicación general:

a)      Defínase el tema del capítulo o asunto prin­cipal de que trata, en una sola frase.

b)      Principales personajes del capítulo.

c)      La verdad o doctrina más destacada del ca­pítulo.

d)      La mejor lección del capítulo.

e)      El mejor versículo del capítulo. (Sugiérase que cada uno aprenda de memoria el versículo elegido.)

El predicador puede terminar haciendo énfasis sobre las principales lecciones del capítulo, y lo hará con mucho más provecho si los asistentes han tenido ya que estudiarlo para responder a las anteriores preguntas.

Estas preguntas pueden ser usadas para clases elementales, incluso de niños.

Para clases entre personas más adelantadas en conocimientos bíblicos y experiencia espiritual, puede usarse la siguiente serie de preguntas o sugestiones:

a)      Cítense uno por uno los principales hechos del capítulo y las enseñanzas que contiene cada uno de ellos.

b)      Señálense los errores a evitar (con referencia a la conducta de personajes que aparecen en el capítulo o amonestaciones que contiene).

c)      Nótense las cosas dignas de imitación.

d)      Principales enseñanzas. (No de hecho como se señala en el apartado a), sino por precepto.)

e)      ¿Cuál de estas enseñanzas puede considerarse interesante discusión?

f)       Preséntense copiados cada uno de los versículos principales por su enseñanza espiritual.

g)      Declárese cuál es la verdad o doctrina que se destaca en el capítulo.

Para clases todavía más adelantadas pueden usarlas siguientes sugestiones:

a)      Léase el capítulo en dos o tres versiones diferentes (de Valera, Moderna, Católica, etc.) y cítense por escrito las principales variantes y declarando cada uno cuál prefiere, teniendo en cuenta no sólo la elegancia del lenguaje sino la verdad doctrinal, según se desprende del conjunto de la Biblia.

b)      Búsquense los pasajes paralelos de la referen­cia y cítese la diferencia entre ellos.

c)      Déle la fecha aproximada de los hechos a que se refiere el capítulo.

d)      Haga cada alumno un bosquejo o análisis del capítulo.

e)      Cite cada uno los textos aptos para un sermón textual y formule sus principales divisiones.

f)       Señálense las frases o palabras más importantes.

g)      Puntualícense las lecciones más importantes e indíquese de ellas cuál es, en el concepto del alumno, la principal.

h)      Cítense los lugares o ciudades que se nombran en el capítulo, y dese una breve historia de ellos según aparece en otras partes de la Biblia.

i)        Dificultades en el capítulo, si las encuentra.

El principal peligro en las clases de estudio bíblico es que, con el pretexto de hacer preguntas sobre el texto o exponer verdades aprendidas en el mismo, algunos de los concurrentes se aparten del tema y hagan perder el tiempo con frivolidades. El predicador o director necesita mucha táctica y firmeza para obligar a concretar y ceñirse al asunto.

Por esto un método recomendable es hacer que los participantes traigan sus sugestiones por escrito y usar el director, en la clase próxima, un resumen de las mejores y más sugestivas respuestas de cada uno. Los concurrentes se sienten interesados y halagados al observar que se ha hecho caso de sus pensamientos, los cuales son expuestos por el director mucho más concretamente que si cada uno tomara la palabra por sí. Para aportar más interés a la reunión, puede, empero, el predicador sugerir una exposición verbal de aquellas sugestiones que haya notado como de más valor, limitándose a citar él mismo las menos interesantes, pero que merezcan ser citadas.

Para completar el estudio puede aportar algunos pensamientos propios o sacados de algún buen co­mentador como Meyer, Carroll, Ryle, etc., sobre el capítulo citado.

Se ha dicho con razón que el buen predicador no sólo debe saber estudiar él mismo la Biblia sino hacer que otros la estudien, y éste es el objeto de las cla­ses de estudio bíblico. Los grandes discursos desde el pulpito aportan mucha luz y dan mejor compren­sión a los oyentes acerca de las verdades bíblicas, pero no estimulan suficientemente el estudio personal. Deslumbrados por su arte y elocuencia, se sienten, por lo general, los oyentes incapaces de estudiar la Biblia como lo ha hecho el predicador, y ello convierte a los miembros de la Iglesia en oyentes de inferencias religiosas, más bien que estudiantes; la Palabra de Dios. Aunque la predicación desde pulpito será siempre el medio indispensable de enseñanza y el más eficaz para ganar a los inconversos, las clases de estudio bíblico estimulan más el don de cada uno y fomentan de un modo extraordinario la vida espiritual. Por esto son muy recomendables para los creyentes o miembros de iglesias angélicas.

Manual de Homilética por Samuel Vila

 
1. El Tema
2. Textuales
3. Temáticos
4. Subdiviciones
5. Material
6. Expositivos
7. Ordenación
8. Introducción
9. Conclusión
10. Estudios
11. Ilustraciones
12. Predicación
13. Preparación
14. Retórica
15. Elocución
16. Gestos
17. Navidad 1
18. Navidad 2
19 Pascua 1
20 Pascua 2
21. Pascua 3
22. Matrimonio 1
23. Matrimonio 2
24. Retiro 1
25. Retiro 2
26. Vacaciones 1
27. Funeral 1
28. Funeral 2
29. Evangelismo 1
30. Evangelismo 2
31. Evangelismo 3
32. Devocional 1
 

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