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  22. Motivación

Formación Pastoral es un estudio de los múltiples aspectos del liderazgo exitoso, más reflexiones sobre casos reales del ministerio y cómo el pastor puede enfrentar estas eventualidades con ecuanimidad y sabiduría.   Enseña como pensar y actuar como miembro del clero. 

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Aprenda a motivar por Howard Hendricks

¿Cómo es posible vencer la inercia y poner en acción a un hombre? No importan todas las habilidades que una persona tenga, si esta carece de motivación, nadie la hará avanzar en su desarrollo. Por eso es tan importante que el pastor aprenda a motivar. Aquí encontrará diez principios básicos para que se convierta en un motivador.

El problema más grande al cual se enfrenta el proceso educativo (y con el cual debe luchar todo líder) es el de la motivación. Es decir, cómo se puede vencer la inercia y poner en acción a un hombre. Siempre resulta más fácil dirigir un objeto que ya está en movimiento, que darle movimiento a uno detenido. Por esto, el líder debe estar siempre más interesado en la aplicación y el desarrollo que se le pueda dar a un hombre, que en sus habilidades. Todas las habilidades del mundo no ayudarán a una persona que carece de motivación.

Antes de considerar algunos conceptos que influyen en la motivación de un individuo, debemos definir claramente lo que es un motivo. Motivo es aquel factor en una persona que lo impulsa a realizar una acción determinada. Dentro de este concepto podemos encontrar dos clases de motivaciones: la motivación extrínseca, que no proviene del individuo sino de las cosas que lo rodean, y la motivación intrínseca, que sí proviene del individuo mismo.

Las motivaciones intrínsecas son siempre las más importantes, porque provienen netamente del individuo. A menudo, con los factores extrínsecos, el individuo tiende a hacer algo por la presión que se está ejerciendo sobre él, y no porque realmente lo desee. Este sería el caso de una persona en la iglesia que enseña en la Escuela Dominical porque "no hay nadie que lo haga". Si esa misma persona tuviera una motivación intrínseca, estaría enseñando porque realmente siente que eso es lo que desea estar haciendo. Por esta razón, el líder realmente efectivo va a desarrollar las motivaciones intrínsecas en sus congregaciones.

No debemos, sin embargo, desechar el uso de toda motivación externa. Las motivaciones extrínsecas tienen mucho valor, pero solamente cuando éstas sirven para despertar en el individuo sus motivaciones intrínsecas. Lamentablemente, en muchos casos se han usado las motivaciones externas sin que éstas apelen a las internas de la persona. El resultado es casi siempre el mismo: el individuo hace las cosas por obligación y de mala gana.

Una de las motivaciones extrínsecas más usadas es la de dar premios por ciertas acciones. Le prometemos a la persona que si ella hace esta tarea va a recibir tal o cual recompensa. El problema con este enfoque es que, en cuanto desaparezca el premio, la persona ya no sigue haciendo su tarea. La prueba contundente que siempre demuestra si una motivación extrínseca es buena o mala, es la de ver si ha ayudado al individuo a volverse una persona de iniciativa, que busca emprender nuevas actividades por sí solo.

Y bien... ¿Cómo podremos hacer mejor uso de las motivaciones a fin de ayudar a nuestras congregaciones a ministrar más efectivamente? Quisiera compartir con ustedes ocho formas que he encontrado muy eficaces.

EXPONGA LA PERSONA A LA REALIDAD

La primera forma de motivar a las personas es creando una necesidad al exponerlas a la realidad. De este modo, una persona puede responder a una necesidad que antes ignoraba. Sería el caso de una persona que no siente deseos de aliviar la carga de los pobres, porque no cree realmente que sea necesario, ni que el pobre sea tan pobre. Pero si damos a esa misma persona la oportunidad de estar expuesto a la realidad, ya sea visitando un sector marginado de la ciudad, o viviendo con una familia pobre por algunos días, va a ver que las necesidades son inmensas y que es mucho lo que se puede hacer. ¡No solamente esto, es muy probable que desee comenzar a hacer algo él mismo!

De la misma manera, no podemos motivar a una persona a cambiar de actitud o comportamiento si ella no percibe la necesidad de cambiar. Existen multitudes de personas que tienen abundancia de problemas, pero nunca hacen nada al respecto, porque no son conscientes de esos problemas en sus propias vidas. Y, en este sentido, he notado que nosotros, en los círculos cristianos, usamos una mala filosofía. No trabajamos en solucionar los problemas, sino que muchas veces nos dedicamos a enseñarles cosas que no necesitan en ese momento. Es como darle a un individuo una guía telefónica y pedirle que la memorice, "para el día en que instalen un teléfono en su casa".

Si no dedicamos tiempo para mostrar a las personas cuáles son sus necesidades y ofrecerles soluciones pertinentes, vamos a lograr pocos resultados como líderes.

Si observamos el ministerio de nuestro Señor Jesús, vamos a ver inmediatamente que ésta era una de sus reglas de trabajo. Él daba a sus discípulos suficiente enseñanza como para que pudieran ser eficaces en una situación. Luego los mandaba a practicar. Durante la práctica (al estar expuestos a la realidad) se daban cuenta de que les faltaba mucha más preparación. Entonces volvían al Señor llenos de preguntas y deseos de aprender. Luego el Señor procedía a darles un poco más de preparación mandándolos otra vez a practicar (y estar de nuevo expuestos a la realidad). De esta manera vemos que había un balance perfecto entre lo que recibían y lo que deseaban, como resultado de una constante exposición a la realidad.

Como pueden ver ustedes, lo que realmente ayuda a motivar a una persona es exponerla a la realidad, a los hechos y a las circunstancias reales de la vida. Esto no es solamente bueno para el individuo porque le ayuda a cambiar, sino también porque le da oportunidades de desarrollar su sentido de la responsabilidad y lo estimula al crecimiento.

Allí está su más importante responsabilidad como líder. Hacer que las personas desarrollen sus capacidades al máximo. Puede estar seguro de que cuanto más invierta en motivar a las personas, más desarrolladas van a estar. Y recuerde esto: cada vez que usted le da a una persona una responsabilidad que no requiere casi ningún esfuerzo, le está escamoteando una oportunidad para crecer. El Señor no se conformó con pedirle a los discípulos que ordenaran a las personas en grupos. Les dio una responsabilidad mucho más grande: «Denles de comer ustedes» (Mt. 14:13-21). Su impotencia frente a esto los motivó a aprender más de cómo ministrar adecuadamente. Cuando vea usted personas que pueden dar más, deles una mayor responsabilidad.

PROVEA ESTÍMULO Y RECONOCIMIENTO

Un segundo método por el cual se puede motivar efectivamente a una persona es proporcionándole estímulos y reconocimiento. A menudo ocurre que las personas se desaniman porque se les está señalando en forma constante lo que hacen mal, en vez de reconocer lo que hacen bien. Las constantes críticas tienden a desinflar hasta a los más entusiasmados.

El problema que he visto con gran frecuencia en muchos líderes es que tienden a entusiasmarse en gran manera con lo que ellos mismos están haciendo, pero tienen muy poco entusiasmo por lo que otros a su alrededor hacen. Recuerdo con gran claridad el caso de un joven médico que había descubierto una gran verdad en la Biblia. Como yo era su profesor, él se acercó a mí con gran entusiasmo para mostrarme lo que había encontrado. ¡Su entusiasmo era tal, que uno podía llegar a pensar que ni Calvino, ni Lutero, ni ningún otro gran teólogo en la historia de la iglesia habían descubierto eso! El asunto era que yo también había descubierto esa verdad hacía ya veinticinco años, cuando recién comenzaba a estudiar en el seminario. Si hubiera dicho esto, aquel estudiante se hubiera desilusionado grandemente. Así que dejé que él me contagiara con su entusiasmo y lo alenté a que me contara sobre lo que había descubierto. El hecho de que yo me mostrara interesado lo animó a seguir estudiando la Palabra en busca de otras verdades. El entusiasmo y el reconocimiento habían aumentado significativamente su motivación.

La verdadera prueba de la eficiencia de un maestro no se encuentra en lo que él sabe, sino en lo que saben sus alumnos. Sin la adecuada cantidad de reconocimiento y estímulo, ellos jamás van a tener la motivación para aprender lo que su maestro sabe. La desconfianza en nuestras propias habilidades es un resultado directo de la falta de estímulo y reconocimiento en nuestras vidas. No olvide el proveer siempre esto para los que usted está formando.

PROVEA MODELOS

Una tercera forma de motivar es por medio de una demostración de cómo deben hacerse las cosas. El problema con muchas de las iglesias es que tienen demasiadas personas que están dedicando su tiempo a exhortar a la congregación a "hacer" cosas, pero nadie explica y demuestra exactamente cómo deben ser hechas. Un exceso de exhortaciones no lleva a la acción, sino a un montón de personas con complejos de inferioridad y sentido de culpa. La realidad es que casi todos los creyentes saben lo que deben hacer, pero pocos lo hacen debido a que no se les ha mostrado de qué manera hacerlo.

Por ello, es importante que usted no se concentre solamente en exhortar, sino también en explicar y demostrar. La razón por la cual Cristo fue tan eficaz en motivar a los discípulos es que jamás les enseñó algo sin demostrarlo en su propia vida. Les exhortó a amar, porque Él amó; les exhortó a servir y Él sirvió; les exhortó a predicar y mostró cómo lo hacía Él, etcétera.

IRRADIE ENTUSIASMO

Usted puede motivar a las personas irradiando entusiasmo personal. Uno de los problemas más comunes con que se enfrenta el líder cristiano es el de seguir manteniendo el entusiasmo a través de los años. Muchas veces parece que el ministerio se vuelve una rutina aburrida que no tiene dinamismo alguno. Si usted se siente así, es muy lógico que no motive a nadie en la iglesia, pues esa actitud nos está diciendo que la vida cristiana es aburrida.

En cierta oportunidad tuve que hablar en una iglesia y sólo asistieron tres personas. El pastor se me acercó y me dijo: "Éste es uno de los problemas con estas personas, ellos no se entusiasman para nada y son incumplidores". Su actitud demostraba claramente que pensaba que era una pérdida de tiempo seguir con tan pocos. Luego de la reunión, me preguntó cuál me parecía que era el problema. «Si quiere que sea franco» —le dije— "le diría que usted es el problema. La prueba del verdadero líder se encuentra en la forma en que dirige una reunión. ¡Su entusiasmo debe ser tan grande cuando hay dos personas como cuando hay dos mil!"

El entusiasmo es contagioso. Si usted quiere motivar a su congregación, va a tener que demostrar abundantes cantidades de entusiasmo en todo lo que haga y diga.

Este método requiere mucho más trabajo que otros, pues uno debe estar dispuesto a demostrar todo lo que enseña. Sin embargo, lo desafío a invertir en esta forma de motivación: verá que los resultados serán realmente extraordinarios.

REMUEVA LAS BARRERAS EMOCIONALES

Creo firmemente que va a ser muy difícil motivar a una persona que está enojada, llena de rencor o dolorida por cierta razón. Lo que usted significa para una persona es mucho más importante que lo que usted pueda decirle o hacer por ella. Es más, esto va a determinar la manera en que escuchará lo que tenga que decirle. Entre un líder y sus seguidores, debe haber un clima de total aceptación.

Sea sincero con aquellos que le rodean: permítales verlo tal como es. A menudo he visto caer a algún líder por querer aparentar saber todas las cosas. Eso no produce aceptación; la gente se siente inhibida y, lo que es peor, también se da cuenta de que el líder no es honesto con ellos.

INTENSIFIQUE LAS RELACIONES PERSONALES

Recuerde siempre este principio: cuanto más cerca esté usted de una persona, cuanto más estrechos sean los lazos que los unen, más grandes serán las posibilidades de motivarlo. Nuestro problema es que muchas veces deseamos motivar a las personas sin conocerlas ni mostrar interés por sus vidas personales. Por esto, yo me he creado el hábito de aprovechar siempre los momentos informales en reuniones, porque se puede conocer a la gente y estrechar los vínculos.

Donde quiera que vaya, cultive las relaciones personales con quienes le rodean. Tómese tiempo para interiorizarse en lo que están viviendo otros. Elija también, de entre su congregación, algunas personas con las cuales pueda pasar gran cantidad de tiempo, conviviendo con ellos. Verá cuán motivados estarán cuando quiera alentarlos a una actividad determinada.

DEMUESTRE AMOR INCONDICIONAL

He dedicado veintisiete años a estudiar la vida de Jesús. Creo que ningún factor influyó tanto en el nivel de su motivación hacia los discípulos como el amor incondicional que Él demostró hacia ellos. Por más graves que fueran sus errores, siempre los siguió amando profundamente, a pesar de lo que eran. Es digno de notarse que el Señor nunca reprendió a los discípulos por sus errores: solamente los reprendió por su falta de fe. El amor produce lealtad, entrega y dedicación.

CREA EN LO QUE DIOS PUEDE HACER

Una de las lecciones más importantes que he aprendido a través de los años es que Dios no llama a una persona por lo que es, sino por lo que puede llegar a ser. Todas las personas tienen valor para la causa de Cristo y, como líderes, es nuestra responsabilidad comunicar esa verdad constantemente.

A menudo, tendemos a escapar de las personas que nos parecen medio "raras", y nos apegamos a aquellos que realmente parecen ser mucho "mejores". Pero, les diré, ha sido mi experiencia el ver que, caso tras caso, los que generalmente vemos como "raros" son los que llegan a ser los más fieles al Señor. ¿Por qué? Porque llegan a comprender sus posibilidades en el Señor y trabajan para lograr eso.

Cuando estuve en quinto grado tuve una maestra con la cual me llevaba muy mal. Ella siempre parecía estar disciplinándome por alguna cosa y, cuanto más lo hacía, más rebelde me tornaba. Después de un tiempo, había llegado a ser conocido entre los maestros como el "niño desobediente". Cuando pasé a sexto grado, la nueva maestra me llamó y me preguntó: "Tú eres Hendricks, ¿verdad?". Yo estaba aterrado, sabía que mi maestra de quinto grado le había contado de los muchos problemas que habíamos tenido. "Quiero decirte que aunque he oído mucho de ti, no creo nada de lo que me han dicho". Esta persona creía en mí, y mi confianza volvió a florecer. Mi sexto grado fue una hermosa experiencia.

Es mi deseo que esta oración pueda ser también la suya: «Padre, como motivador por excelencia que eres, acércanos a ti mediante tu amor. Te pido que me hagas un individuo contagiado por tu amor y que me recuerdes que tu especialidad es obrar lo imposible en la vida de los hombres. Que tomas individuos sin esperanza, desahuciados, y que los conviertes en hombres y mujeres de valor para el servicio de tu amado Hijo Jesús. Ayúdame a vivir de tal manera que pueda motivar a otros a servirte y amarte con vidas entregadas y comprometidas. Amén».

El presente trabajo fue adaptado de una presentación del autor en conferencias especiales de Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo. Usado con permiso.

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Trabajemos juntos por Chua Wee Hian

"Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo por ti; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo" (Ex. 18: 21, 22).

El liderazgo tiene que ver con personas. Dios ha dotado generosamente a su pueblo con talentos y capacidades para servirle en la iglesia y en el mundo. Los líderes deberían redescubrir y potenciar lo mejor de los miembros. Tendrían que facilitar el uso de los dones.

Este artículo explora la dinámica del liderazgo corporativo. ¿Cuáles son algunas de las directrices bíblicas para trabajar juntos? También adaptaremos algunas ideas útiles del mundo empresarial a nuestro proceso de toma de decisiones.

Servir juntos a Dios es algo estimulante. Para empezar, «somos colaboradores de Dios» (1 Co. 3:9). Nos llama a trabajar juntos con Él (2 Co. 6:1). Nuestra común lealtad hacia Él forma la base de nuestras relaciones de trabajo. ¡Esto es sensacional!

Como somos humanos, aportamos al liderazgo nuestros diferentes puntos de vista, prejuicios y debilidades. Por supuesto, también contribuimos compartiendo nuestras experiencias y nuestra visión. Vamos a examinar a un grupo de líderes mientras trabaja.

Digamos que hay dos o tres que provienen del mundo de los negocios. Serán partidarios de buenos procedimientos empresariales y estarán dispuestos a introducir un toque profesional en la organización cristiana. A su lado hay un par de visionarios. Son personas con ideas creativas. Tienen grandes sueños para la iglesia, pero en ocasiones no tienen los pies en la tierra. Después se encuentra el tipo pensador/filósofo, que pide una "razón de ser" para cada decisión. Finalmente, están los líderes afectuosos y solícitos, siempre pensando en las personas en vez de en lo que se hace.

Si hay un respeto mutuo y una aceptación de los dones y condiciones de los demás, este equipo de líderes puede enriquecer el ministerio de su iglesia. Pero si se tratan unos a otros como rivales e insisten en su propia forma de planificar, se producirá el caos y la división. La obra de Dios se paralizará.

FUNDAMENTOS BÍBLICOS

Es extremadamente útil buscar las palabras «unos y otros» en una concordancia, anotando el verbo o acción que las precede.

Empezamos con el mandato de Cristo de amarnos unos a otros (Jn. 13:34, 35). No es una opción; es el encargo que Él nos da. Esta declaración se repite en 1 Juan 4:10, 11. Debemos amarnos unos a otros como Dios nos amó en Cristo. Ésta es la base para trabajar juntos.

Amar a nuestros compañeros líderes es desear lo mejor para ellos. Y esto tiene asombrosas implicaciones. Si los miembros del equipo están dispuestos a buscar lo mejor para los otros, ejercerán sus responsabilidades de liderazgo en una atmósfera de comprensión mutua y aceptación. En nuestra lista de textos con las palabras «unos a otros» también se nos advierte que no hagamos ciertas cosas. He aquí algunas: Si nos amamos unos a otros, NO debemos:

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Juzgarnos más los unos a los otros (Ro. 14:13).
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Mordernos (es decir, herirnos) unos a otros (Gá. 5:15).
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Mentir los unos a los otros (Col. 3:9)
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Murmurar los unos de los otros (Stg. 4:11).
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Quejarnos unos contra otros (Stg. 5:9).

Positivamente, el amor intenta edificar a las personas. Esta meta se consigue por medio de:

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Recibirse los unos a los otros (Ro. 15:17).
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Servirse por amor los unos a los otros (Gá. 5:13).
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Someterse unos a otros (Ef. 5:21; ver 1 Pe.5:5).
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Soportarse y perdonarse unos a otros (Col. 3:13).
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Enseñarse o exhortarse unos a otros (Col. 3:16).
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Alentarse los unos a los otros (1 Ts. 4:18).
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Hospedarse los unos a los otros (1 Pe. 4:9).
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Orar unos por otros (Stg. 5:16).

Al estudiar estos textos y aplicar cada exhortación a nuestras relaciones con los compañeros, descubriremos mayor armonía en el equipo de líderes, lo que también repercutirá en nuestra comunidad cristiana. Al servir juntos a Dios también debemos tener en mente otro conmovedor llamamiento: "Y considerémonos unos a otros para estimulamos al amor y a las buenas obras... exhortándonos" (He. 10:24, 25).

Después de considerar estos principios bíblicos para trabajar juntos, vamos a fijarnos en algunos aspectos prácticos del liderazgo corporativo.

CUESTIONES ORGANIZATIVAS

En una pequeña congregación o comunicad cristiana, la organización es relativamente sencilla. Como el grupo es pequeño, es bastante fácil impartir visión y compartir las responsabilidades entre los miembros. Si hay cuestiones o problemas, éstos pueden ser rápidamente resueltos.

En una comunidad de más de sesenta personas, necesitamos establecer estructuras mayores y mejorar los canales de comunicación. Las diversas actividades realizadas por los diferentes grupos de líderes o comités deben ser coordinadas e integradas en la planificación y en los objetivos globales de la iglesia. El equipo de líderes deberá presentar objetivos claros e indicar la dirección en la que debería marchar la iglesia. Entonces se creará una red de comunicaciones, pero no sin esfuerzo.

A menos que estemos dispuestos a permitir que un hombre —el pastor— lo organice y dirija todo, los líderes deberán orar y planificar juntos. Los miembros deben ser movilizados para que el servicio sea efectivo. El equipo o comité está, por lo general, dotado de la autoridad para llevar la responsabilidad en nombre de toda la congregación. El equipo de líderes hace un seguimiento de los procesos y se enfrenta a los diferentes problemas que aparecen. Pero continuamente trata de desafiar a toda la congregación a mantener las prioridades de Dios.

Los líderes deben ser hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo, de fe y sabiduría. Estas cualidades esenciales son vitales para el liderazgo espiritual pero, al mismo tiempo, para realizar su misión deben aprender a tomar decisiones juntos. Y esto requiere planificación y una cierta dosis de habilidad administrativa. Los líderes deben saber qué hay que hacer y considerar quién debe hacerlo y cuándo.

El equipo de líderes debería dedicar tiempo a estudiar los planes y a pensar en el futuro. No harán ellos todos los trabajos. Los trabajadores sabios siempre delegan para que más personas puedan participar en la obra de Dios.

Leyendo libros sobre dirección de empresas, inevitablemente encontramos una buena sección sobre el tema de la delegación. Ésta es un área del liderazgo con frecuencia poco considerada por algunos líderes cristianos bien intencionados. Trabajan hasta matarse y al final se desploman por puro agotamiento físico y nervioso. No se dan cuenta de que alcanzan este terrible estado porque no han delegado trabajo en otros.

DELEGAR

Moisés tuvo este problema. Tomó sobre sí la terrible tarea de juzgar las disputas entre los israelitas. Era un juez competente y su pueblo se dirigía a él buscando justicia. Durante todo el día el pueblo lo rodeaba, esperando que juzgara sus disputas (Éx. 18:13) ¡Y Moisés casi se desplomó por agotamiento nervioso!

Su suegro, Jetro, lo rescató. Este hombre sabio le hizo ver el pobre uso que estaba haciendo de su tiempo y energía. Si Moisés insistía en hacer todo el trabajo él mismo, los problemas de su pueblo lo aplastarían (vv. 17, 18). Jetro dijo a Moisés: "Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo por ti; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo" (vv. 21, 22).

Delegar daría buenos resultados y la carga de Moisés sería más ligera (v. 22). Compartir sus responsabilidades administrativas no iba a representar merma en su cargo como representante de Dios y líder. Moisés continuaría representando a su pueblo ante Dios y enseñándole las leyes y decretos de Dios (vv. 19, 20).

Ted Engstrom, en su libro The Making of a Christian Leader (Creando un líder cristiano) menciona los beneficios de delegar.

Varios son los derivados de una mejor comprensión y relación entre los líderes y sus seguidores. Las personas a las que se les da la oportunidad de desarrollar sus talentos y habilidades latentes trabajan más satisfechas, lo que a su vez mejora su estado de ánimo. Al mismo tiempo, delegar alivia las presiones sobre el líder, liberándolo para pensar y planificar la estrategia (Engstrom 1976:136-40). Engstrom continúa señalando seis principios básicos del arte de delegar.

1. Seleccionar los trabajos a delegar y organizarlos para poder hacerlo.

2. Elegir la persona adecuada para el trabajo.

3. Preparar y motivar a la persona delegada para realizar la tarea.

4. Dar la tarea asegurándose la plena comprensión de ésta.

5. Animar a actuar con independencia.

6. Mantener una supervisión: nunca soltar las riendas.

Concluye con estas palabras. "No olvides nunca que una delegación efectiva ayuda a progresar, da buenos ánimos e inspira la iniciativa. La prueba final de un líder es que deja tras de sí a otros hombres convencidos que continuarán la obra".

¿POR QUÉ NO DELEGAMOS?

¿Por qué algunos de nosotros tenemos tanto temor a delegar trabajo en otros?

En primer lugar, tememos que otros no puedan hacer el trabajo tan bien como nosotros mismos. Nos asusta pensar en la posibilidad de que nos fallen. Pero si concretamos lo que hay que hacer y asignamos responsabilidades específicas a otras personas, ellas harán el trabajo. Cierto es que debemos explicarles la tarea a realizar con claridad y, en algunos casos, entrenarlas para ella. Pero esto produce un alto rendimiento. Más personas participarán en la obra. John R. Mott, el conocido misionero y hombre de estado solía decir: "Prefiero dejar que diez hombres hagan el trabajo que hacer el trabajo de diez hombres".

En segundo lugar, no delegamos porque tenemos miedo de perder el control. Algunos de nosotros nos volvemos bastante ansiosos e inseguros cuando otros deben tomar decisiones y dirigir. Creemos que nos han quitado la capacidad de tomar decisiones. En la obra cristiana necesitamos aprender a confiar en otros. Además, no perdemos el control puesto que, si somos sabios al delegar, todavía mantendremos nuestra supervisión. Los que han recibido una tarea específica deben responder ante nosotros.

¿PODEMOS APRENDER DEL MUNDO EMPRESARIAL?

¿Deben los líderes cristianos tomar modelos de liderazgo extraídos del mundo empresarial? Sí, siempre que éstos hayan sido cuidadosamente sopesados y santificados. Los autores de libros y manuales empresariales proponen sus principios y comparten su visión en base a su investigación y a las experiencias de los que dirigen grandes empresas. Si bien admiramos sus objetivos de excelencia y eficiencia, nunca debemos dejar que éstos se conviertan en fines.

Queremos hacer un buen trabajo porque así damos gloria a Dios. Por supuesto, podemos aprender mucho de planificación por objetivos, control presupuestario, eficiencia organizativa, cómo medir lo conseguido y motivar a los empleados. Sin embargo, hay diferencias fundamentales. Las grandes empresas cuentan con un ejército de empleados bien entrenados. Las iglesias, en general, con voluntarios a tiempo parcial. En el mundo empresarial hay, por lo general, una cadena de mando; los ejecutivos dan órdenes que deben ser obedecidas. Pero en el servicio cristiano debemos inspirar, influir y motivar a nuestros compañeros cristianos. No podemos ordenarles como si fueran subordinados. La mayoría de las iglesias y organizaciones cristianas tienen fondos y recursos limitados y no pueden permitirse el apoyo de procesadores de texto, computadoras y hábiles secretarias. Así que necesitamos adaptar los principios y procedimientos empresariales a nuestra situación particular. Como mayordomos de Dios debemos intentar hacer el mejor uso posible de los recursos humanos y materiales disponibles.

TRABAJANDO JUNTOS:

UN PROCESO DE DECISIÓN EN COMÚN (COOPERATIVA).

Personalmente he usado mucho un proceso que facilita tomar decisiones en común. Este proceso está compuesto por seis componentes básicos o pasos, que son los siguientes:

OBJETIVO: resumir en una frase, y claramente, la meta u objetivo principal.

RECURSOS: hacer una lista de los recursos humanos, financieros y materiales para realizar el objetivo.

PLANIFICACIÓN: planificar es decidir, por adelantado, qué se debe hacer, por qué, dónde, cuándo, quién debe hacerlo y cómo.

COMUNICACIÓN: comunicar la información a los otros líderes y a los miembros para que sean conscientes del objetivo. Compartir los planes propuestos. Informar a cada persona de sus responsabilidades específicas. Hacer descripciones (preferentemente por escrito) de las tareas a realizar, para que todos los implicados conozcan claramente sus deberes.

ACCIÓN: poner el plan en movimiento trabajando en las tareas asignadas. Esto sólo debe hacerse cuando ya todo el equipo ha seguido los pasos anteriores. Puede ser necesario que el presidente supervise los progresos y atienda los problemas de organización.

EVALUACIÓN: el equipo de líderes pasa revista a todo el programa de actividades. ¿Qué cosas fueron bien? ¿Cuáles no y por qué? Si fuera a repetirse un programa similar, ¿qué se repetiría y qué se omitiría? ¿Se han descubierto nuevas capacidades de liderazgo entre los que han participado en la actividad?

Este proceso es de gran valor en la toma de decisiones por parte de un grupo de líderes. Su efectividad descansa en la disposición de todos los miembros a someterse a su disciplina. En demasiadas ocasiones un grupo de líderes tiene sólo una vaga idea de lo que debe hacerse. Hacen planes apresurados, pasan a la acción y, antes de que sepan lo que ha pasado, ya se ha roto la comunicación. Participan en las actividades y no tienen claras sus responsabilidades ni saben ante quién tienen que rendir cuentas. Tampoco cómo encaja su tarea en todo el proyecto. Hay duplicaciones y traslapos en algunas áreas, mientras que otras tareas apenas reciben atención. Los ánimos comienzan a caldearse y existe frustración. Los líderes empiezan a echarse las culpas unos a otros y una negra nube cubre todo el proyecto.

Ahora bien, para que funcione este proceso, los líderes deben practicarlo constantemente. Deben seguir, meticulosamente, los seis pasos. En ocasiones, cuando dirijo seminarios sobre organización del liderazgo, divido a los participantes en pequeños equipos de seis o siete miembros. Deben familiarizarse por sí mismos con los seis pasos del proceso de decisión. Después les muestro ocho o nueve objetos y les pido que reúnan diez unidades de cada uno en el menor tiempo posible. Cada unidad debe ser etiquetada cuidadosamente. Si estas prácticas se hacen al aire libre, utilizo diferentes tipos de hojas y piedras. El equipo que sigue fielmente los seis pasos es, normalmente, el ganador. Después dejo que durante veinte minutos los diferentes equipos analicen su actuación y valoren su éxito o fracaso.

En el siguiente ejercicio, pido a los mismos equipos que reúnan el doble de unidades de los mismos objetos en la mitad de tiempo. Lo asombroso es que ahora la mayoría de los equipos logran alcanzar este nuevo objetivo. Han aprendido con la experiencia la importancia de la organización. También han aprendido la importancia de establecer objetivos claros, planificar cuidadosamente, hacer el mejor uso posible de sus recursos humanos y materiales, realizar buenas descripciones de las tareas a realizar y revisar sus esfuerzos.

Vamos a utilizar este proceso para planificar una campaña evangelística que va a realizar su iglesia local. El comité está formado por nueve personas y usted es una de ellas. Los únicos «obreros a tiempo completo» son el pastor y el secretario de la iglesia. La región considerada tiene seis mil habitantes y los miembros de la congregación son ciento cincuenta. ¿Cómo planificaría una acción evangelística que tuviera como resultado que algunos de sus vecinos se convirtieran y se integraran en su iglesia?

Puede cerrar ahora la revista y apuntar lo que usted haría, pero asegúrese de seguir los seis pasos: objetivos, recursos, planificación, comunicación, acción, evaluación.

He aquí un ejemplo de cómo una iglesia local planeó esta campaña de evangelización:

OBJETIVO: compartir las buenas nuevas de Jesucristo en la región considerada, de manera que la mayoría de las personas escuchen las pretensiones de Cristo y que al menos veinte de ellas le entreguen sus vidas. La campaña evangelística se concentrará en nueve días, incluyendo los fines de semana.

RECURSOS: lista de recursos humanos. ¿Cuántos cristianos pueden compartir su fe con otros? ¿De cuántos hogares cristianos disponemos para reuniones informales, por ejemplo, alrededor de una taza de café? ¿Qué lugares céntricos —por ejemplo, la iglesia— podrían ser usados para las reuniones evangelísticas masivas?

PRESUPUESTO: estimación de la cantidad necesaria para cubrir los gastos de publicidad, etcétera. ¿Hay cristianos en la iglesia que podrían capacitar a otros para la evangelización o hay que pensar en recursos externos?

PLANIFICACIÓN: preparar un bosquejo de programa para la campaña. Por ejemplo: dos cultos dominicales especiales; reuniones de evangelización los sábados por la tarde; reuniones especiales para hombres, mujeres y niños; reuniones informales; evangelización personal. Establecer las fechas adecuadas. Proponer posibles conferenciantes. Sugerir responsables de entrenar a otras personas para evangelizar y personas encargadas de la publicidad.

COMUNICACIÓN:

Primera etapa: asegurarse de que todos los líderes estén familiarizados y plenamente comprometidos con esta acción evangelística. Dar descripciones de las tareas a realizar a las personas correspondientes. Cada descripción debe ayudar a la persona a responder a dos preguntas básicas: ¿De qué soy responsable? y ¿Ante quién soy responsable?

Segunda etapa: los líderes deben compartir el objetivo y la visión de esta campaña evangelística con los miembros de la congregación. Solicitar oración, recursos financieros y apoyo de las personas. Dar una clara información del programa de entrenamiento y de cómo cada miembro podría participar.

ACCIÓN: antes de que lleguen los nueve días de evangelización intensiva, los miembros tendrían que invitar a sus vecinos, compartiendo su fe con ellos.

Deben organizarse reuniones especiales de oración y hacer visitas casa por casa, entregando en cada hogar una porción de los evangelios o folletos evangelísticos.

Los responsables de la publicidad deben conseguir que los periódicos y emisoras locales den cuenta de las reuniones especiales.

El conferenciante invitado debe ser presentado.

El pastor, junto con los consejeros laicos, deben estar a la disposición de los que muestran interés. Los folletos y el material para hacer el seguimiento deben estar disponibles. Los responsables de los detalles prácticos (por ejemplo, preparativos de las reuniones, sistema de sonido) deben repasarlos para evitar problemas de última hora.

EVALUACIÓN:

Después del acontecimiento, el comité debe revisar todo el programa en una reunión especial.

¿Cuántos hogares se visitaron? ¿Cuál fue la respuesta espiritual de la congregación? ¿Cómo podría hacerse el seguimiento? ¿Podrían movilizarse dos o tres equipos para visitar a los "invitados"? ¿Y las conversiones? ¿Cuántos dieron testimonio de su fe? ¿Cómo van a ser pastoreados? ¿Cómo podría toda la iglesia aprovechar la situación creada tras los nueve días de reuniones especiales? ¿Qué dones y capacidades se han detectado y en qué miembros? ¿Cómo podrían desarrollarse más?

Por supuesto, sería de mucha utilidad que los resultados se recopilaran y pusieran a disposición del siguiente equipo que tuviera que planear una campaña de evangelización. Así, el nuevo comité podría usar lo que sus predecesores hayan descubierto. En su libro Managing Our Work (Administrando Nuestro Trabajo), el Dr. John Alexander hace este acertado comentario: "Si queremos que nuestros compañeros se sientan miembros de un mismo equipo, uno de los indicadores de que nuestras comunidades gozan de buena salud será nuestra tendencia a usar los pronombres nosotros y nuestros —en lugar de vosotros, vuestros, ellos y suyo— al referirnos a la organización. Una señal de peligro se enciende cuando un compañero utiliza el plural vosotros y ellos en lugar de nosotros y nuestro" (Alexander 1975:65, 66).

Trabajar juntos debe ser una demostración de que nos pertenecemos unos a otros y de nuestro mutuo compromiso de servir al mismo Señor. Esto producirá solidaridad y compañerismo.

Chua Wee Hian, Learning to Lead, Inter-Varsity Press. Tomado de la revista Andamio. Usado con permiso.

PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN 

1.  El problema más grande al cual se enfrenta el proceso educativo es el de la _________________.

2. _______________ es aquel factor en una persona que lo impulsa a realizar una acción determinada.

3.  Las motivaciones ___________________son siempre las más importantes, porque provienen netamente del individuo.

4. Las motivaciones ________________________tienen mucho valor, pero solamente cuando éstas sirven para despertar en el individuo sus motivaciones intrínsecas.

5. En muchos casos se han usado las motivaciones _______________sin que éstas apelen a las internas de la persona. El resultado es casi siempre el mismo: el individuo hace las cosas por _____________________y de mala gana.

6.  Mencione ocho formas de motivar externamente a las personas.

Trabajemos juntos

7. El liderazgo tiene que ver con  ____________________.

8. Dios nos llama a trabajar ____________________.

9. Mencione los 6 principios de Ángstrom del arte de delegar.

10. Mencione los 6 componentes básicos o pasos en las decisiones en común

11. Trabajar ___________debe ser una demostración de que nos pertenecemos unos a otros y de nuestro mutuo compromiso de servir al mismo Señor. Esto producirá _________________ y _________________.

 

 
1. Imagen
2. Llamamiento
3. Transparencia
4. Tiempos
5. Pruebas
6. Familia
7. Integridad
8. Errores
9. Adversidad
10. Liderazgo
11. Misión
12. Limitaciones
13. Decisiones
14. Cumplimiento
15. Desconocido
16. Decepción
17. Sembrando
18. Éxito
19. Final
20. Servicio
21. Perseverancia
22. Motivación
23. Identidad
24. Respeto
25. Santidad
26. Educación
27. Crítica
28. Pruebas
29. Adulterio
30. Tentaciones
31. Peligros
32. Ética
33. Tangentes
34. Títulos
35. Evangelismo
36. Disciplulado
37. Colegas
38. Unidad
39. Despedida
 

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