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Formación Pastoral es un estudio de los múltiples aspectos del liderazgo exitoso, más reflexiones sobre casos reales del ministerio y cómo el pastor puede enfrentar estas eventualidades con ecuanimidad y sabiduría.   Enseña como pensar y actuar como miembro del clero. 

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Capítulo 12

“Dios, ¿tengo las capacidades para asumir esta misión?" - Un líder frente a sus limitaciones

 Ps. Fernando Alexis Jimenez

“¿Seré capaz de asumir ese reto?”. Sin duda es la pregunta que se ha formulado muchas veces. Yo también. En general, todos. En uno u otro momento de la existencia, lo hacemos. Nos despierta temor vernos  confrontados por un cambio que se avecina o tal vez, una tarea para la que consideramos que no tenemos las capacidades.

En sí el interrogante arroja resultados positivos. Nos permite evaluar hasta qué punto nos hemos preparado para asumir compromisos grandes. También pone de manifiesto nuestras falencias. Todo se traduce en puntos positivos y puntos en los que es necesario aplicar ajustes.

¿Sabía usted que muchas personas, una vez se encuentran dando vueltas a esta pregunta, se dan por vencidos sin haber siquiera comenzado a trabajar en aquello que les desafía y prefieren volver atrás, dejando incluso parte del trabajo que habían adelantado?

Cuando leemos acerca de la vida de Moisés es fundamental que aprendamos de todas las etapas por las que atravesó. En particular, su llamamiento nos pone frente a un espejo en el que probablemente nos miramos muchas veces asumiendo que tenemos limitaciones antes que valorar las enormes ventajas y posibilidades que nos asisten.

El patriarca israelita es muy cercano a nuestras vivencias. Si bien es cierto se constituyó en un gran líder, no nació así. Pagó el precio. Ese precio estuvo representado en el aprendizaje a partir de las dificultades, pero también, en aplicar ajustes una vez identificaba que un camino no era el más apropiado para alcanzar las metas propuestas.

Moisés: un líder que aprendió a esperar

El primer paso en su larga asignatura en la “Escuela de Dios”, fue aprender el valor de la espera. El exilio fue el camino para que comprendiera que no todo se puede lograr inmediatamente y que hay una enorme brecha entre aquello que anhelamos y lo que finalmente se logra.

Generalmente imaginamos situaciones, con pelos y detalles, pero en la práctica las circunstancias son totalmente diferentes. Moisés no pudo liberar al pueblo israelita a su manera, por el contrario, debió huir y lo hallamos en el desierto...

¿Ha atravesado períodos de la vida en los que considera que sus metas quedaron atrás?¿Llegó acaso a sentir desánimo?¿Pensó que tal vez Dios se había olvidado de usted? Se preguntó, ¿de qué sirvió tanto esfuerzo? Si alguna de estas inquietudes le asaltó en alguna ocasión, seguramente comprenderá a Moisés.

Cuando creía que sus días terminarían escuchando el balido de las ovejas mientras que largas extensiones de desierto o quizá rocosas montañas serían lo último que vería, tuvo un encuentro personal con Dios. La espera había concluido. Igual con usted: es probable que esté a punto de rendirse y echar por la borda todos los sueños, metas y esperanzas que ha albergado por años. Cree que nada ocurrirá. Puede estar equivocado. Recuerde que, cuando estamos en el plan de Dios, cualquier cosa puede ocurrir. El llega en el momento oportuno, no cuando nosotros queremos...

En cierta ocasión, mientras cuidaba el rebaño de su suegro Jetro, llegó al monte de Roed. “Estando allí, el ángel del Señor se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente. Moisés notó que la zarza estaba envuelta en llamas, pero que no se consumía, así que pensó: “¡Qué increíble!” Voy a ver por qué no se consume la zarza”(Éxodo 3:3. Nueva Versión Internacional).

Puede que en su caso específico no haya sido una zarza ardiendo sino otra señal la que utilizó el Señor para llamarle.

Escuché al Hermano Pablo, el evangelista latinoamericano que ha llegado por años a nuestros hogares con “Un mensaje a su conciencia”, mientras relataba su llamamiento a la obra misionera.

Insiste que no quería. Consideraba que aquello no era para él. Y en visión pudo apreciar un campo de algodones florecidos. Las bellotas, conforme iban pasando los minutos, tomaron formas de rostros y entendió que era los hombres y mujeres de todos los países americanos en los que no se había predicado la Palabra. De pronto uno de ellos le dijo: “Ven, compártenos la Palabra”.

Aquella imagen fue definitiva. Comprendió que aquel llamamiento al que se negaba era justamente lo que Dios quería para El.

En ocasiones el Señor nos llama de una manera inverosímil. Al fin y al cabo somos importantes delante de Su presencia, y el tratamiento es individual, único e irrepetible.

Tú eres el escogido

La idea que tenemos de un líder capaz es la misma que nos vendieron las películas o tal vez las telenovelas.

No sabemos de dónde sacó Moisés la imagen que tenía sobre las cualidades que debía reunir quien ejerciera liderazgo, pero evidentemente él no figuraba entre los elegibles.

Apenas Dios le habla desde la zarza, algo que él jamás imaginó ni siquiera pudo concebir, le compartió sus planes de liberar a los israelitas de la opresión egipcia. Inmediatamente le anuncia que los llevaría a buena tierra, fértil y próspera. Y concluye: “Así que disponte a partir. Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo”(Éxodo 3:6-10. Nueva Versión Internacional).

Imagínese. Moisés no alcanzaba a salir de su asombro frente a las noticias, y encima, Dios le indica que él, Mosiés, sería el encargado de cumplir la tarea. No solo se sorprendió sino que estuvo a punto de sufrir un colapso.

Tal vez ha ocurrido con usted. En el plano secular recibió noticia sobre su promoción a un cargo que jamás siquiera pensó, o en la iglesia el pastor le confirma su designación en un ministerio para el cual considera que los demás están mejor preparados.

¿Qué hacer? Generalmente alguien que experimenta una sorpresa así, se niega. Lo más fácil es decir: “No puedo”. Lo más complejo y verdaderamente valioso es decir:”Voy a hacerlo”. Lo apenas aceptable es que diga: “Voy a intentarlo”. Moisés se limitó a expresar su escepticismo: “¿Y quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los israelitas?”(versículo 11).

Dios trata con nuestra vida

Es un hecho que humanamente miramos y en cierta medida nos dejamos llevar por las apariencias. Dios mira el corazón. No presta atención a lo que se aprecia a primera vista. Le interesa lo que hay dentro de cada uno. Esa es la razón por la cual, cuando llama a alguien, no mira lo que es ahora sino lo que podría a llegar a ser en sus manos. 

¿Recuerda al Señor Jesús cuando llamó a los discípulos? El no reparaba en lo rustico de Pedro, lo ambicioso de Mateo o lo delicado de Juan. Veía en ellos a potenciales líderes que serían fundamentales en la tarea de extender el Reino de Dios.

En el proceso de prepararnos para una tarea, el Supremo Hacedor trata con nuestra vida. Eso fue exactamente lo que le anunció a Moisés: “Yo estaré contigo—le respondió Dios--. Y te voy a dar una señal de que soy yo quien te envía;: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me rendirán culto en esta misma montaña”(Éxodo 3:11).

Dios es quien concede la autoridad

Si algo me parece apasionante en el diálogo que sostiene el patriarca con el Padre, es la serie de inconvenientes que pone de presente. Primero, esgrimió la posibilidad de que no creyeran a su misión de sacar al pueblo israelita de Egipto porque, creía, desconocerían quién lo había mandado.

“—Yo soy el que soy—respondió Dios a Moisés--. Y esto es lo que tienes que decirle a los israelitas: Yo soy me ha enviado a ustedes”(versículo 14).

 Eso bastaba, pero a este pastor asombrado por su reto, no le pareció así. Desconocía o al menos no quería entender que Dios concede autoridad a aquél a quien envía.

Dios es quien provee los medios

En su rápido razonamiento sobre la forma de salirse del compromiso, Moisés salió al paso con un nuevo impedimento: ¿Qué ocurriría si no le creían?.

Dios inmediatamente le preguntó que tenía en su mano. Era una vara. “—Déjala caer al suelo—ordenó el Señor. Moisés la dejó caer al suelo, y la vara se convirtió en una serpiente. Moisés trató  de huir de ella, pero el Señor le mandó que la agarrara por la cola. En cuanto Moisés agarró la serpiente, ésta se convirtió en una vara en sus propias manos.—Esto es para que crean que yo el Señor, el Dios de tus padres, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me he aparecido a ti...—“(Éxodo 4:3-6. Nueva Versión Internacional).

Dios mismo nos proveerá de los medios necesarios para que cumplamos la tarea cabal y exitosamente. No se preocupe por eso; preocúpese por disponerse para El.

Dios es quien concede la capacidad

Un tercer pretexto de Moisés fue su incapacidad física, específicamente en cuanto al habla. “—Señor, yo nunca me he distinguido por mi facilidad de palabra—objetó Moisés--. Y esto no es algo que haya comenzado ayer ni anteayer, ni hoy que te diriges a este servidor tuyo. Francamente, me cuesta mucho trabajo hablar”(Éxodo 4:10).

Con frecuencia Satanás nos vende la idea de que no tenemos las capacidades para desarrollar alguna tarea, bien en el plano secular o eclesial. Pero no es otra cosa que su estratagema para sacarnos del camino. Dios no busca hombres perfectos, porque quizá el orgullo los ha doblegado y no podrán cumplir su misión. Busca hombres que permitan el trato divino. Es a ellos a quienes puede moldear y a quienes usa en sus planes.

Por eso le respondió que El podría suplir esa situación. Y fue tajante: “Anda, ponte en marcha, que yo te ayudaré a hablar y te diré lo que debas decir”(versículo 12).

“¿Por qué a mi, por qué ahora?”

Esta frase popularizada entre quienes rehuir grandes responsabilidades, fue la que expresó Moisés como última alternativa. “Señor—insistió Moisés--, te ruego que envíes a otra persona”(versículo 13).

Hay quienes desprecian enormes oportunidades porque dimensionaron lo que creían eran sus limitaciones físicas, académicas o de liderazgo. Con el paso del tiempo se arrepienten.

El Señor tiene grandes planes para usted. Basta que se decida a serle útil. Es comprensible que sienta miedo, pero recuerde que Dios está en control de todo. No lo dejará solo. El velará por usted, y además, le ayudará a cumplir su misión...

Piénselo. Tal vez debe tomar esa decisión ahora. No tarde. Dios y el mundo le esperan para grandes misiones...

PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN 

1.  Una de las primeras lecciones de un líder es aprender a _____________________.

2. Dios siempre llega en el momento _____________________.

3.  ¿Considera usted que las personas tienen que sentirse 100% listas para realizar el llamado de Dios en sus vidas?

4. ¿Cuándo Dios de escoge, es porque ya estas preparado para hacer su voluntad?

5. Cuando Dios llama a alguien mira su ________________________.

6.  En el proceso de prepararnos para una tarea, el Señor _______________con nuestra vida.

7. Moisés aprendió que Dios concede ________________________ a aquel a quien envía.

8.  Dios mismo nos _____________________de los medios ____________________ para que cumplamos la tarea cabal y exitosamente.

9. Con frecuencia Satanás nos vende la idea de que no tenemos  la________________________para desarrollar la tarea que debemos realizar.

10. Dios no busca hombres _______________________, busca hombres que puedan ser ___________________ para sus planes.

bulletJimenez, Fernando Alexis, Ser líder no es fácil... pero no imposible, Ministerio de Evangelismo y Misiones "Heraldos de Vida", Usado con permiso.
 
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