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Formación Pastoral es un estudio de los múltiples aspectos del liderazgo exitoso, más reflexiones sobre casos reales del ministerio y cómo el pastor puede enfrentar estas eventualidades con ecuanimidad y sabiduría.   Enseña como pensar y actuar como miembro del clero. 

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Capítulo 11

Una misión específica para alguien específico

 Ps. Fernando Alexis Jimenez

En la pantalla del televisor pasan las imágenes, primero del entorno selvático, y de fondo, la playa que lleva a un mar azul, tranquilo e infinito. Después, un acercamiento rápido de la cámara permite ver el rostro del hombre que sonríe mientras deja escapar unas lágrimas que se pierden en espesa barba espesa. Es un sobreviviente de un conjunto de doce personas que concursaron por ganar un premio de quinientos dólares.

A primera vista nadie explica el por qué de las lágrimas. Pero si usted conoce el contexto de la historia, se dará cuenta que participó junto con tres mil personas más en diferentes ciudades del país, para lograr la selección entre los aspirantes a sobrevivir a circunstancias difíciles en una isla distante. Una versión moderna de Robinson Crusoe, sólo que ahora hay cámaras de televisión por todos lados que llevan a la audiencia hasta el más mínimo detalle de cuanto ocurre en el lugar.

Los días se sucedieron con rapidez para la inmensa ola de teleespectadores que estaba frente al televisor cada noche después de las ocho. Para aquellos hombres y mujeres los días fueron excesivamente largos. No veían la hora en que terminara su odisea. Unos, para regresar tristes a casa, otros, para recibir un estímulo económico, y uno solo, para obtener la suma de dinero que lo motivó a enfrentar y sobreponerse a mil penurias.

Los realitys están tomando fuerza en el mundo entero. Millares de personas se inscriben para ser parte de las eliminatorias y selección. Hacen lo que esté en sus manos para ganar. Su más caro anhelo es participar y llegar hasta el final.

¿Imagina qué ocurriría si el llamamiento de hombres y mujeres a cumplir misiones específicas en circunstancias adversas tuviera tanta acogida? La respuesta es sencilla: el mundo no tendría problemas. Todo marcharía a las mil maravillas.

Sin embargo la realidad es otra. Si hay algo que encuentra resistencia es hacer algo, por si mismo y por los demás. ¿Ha visitado a alguien que habita zonas marginales de cualquier ciudad latinoamericana? Muchos se levantan cada día con un deseo indeclinable de sobreponerse a los problemas; una buena cantidad prefiere seguir así. No quieren esforzarse en lo más mínimo para salvar los obstáculos y atravesar el muro de las situaciones contrarias que les impiden salir adelante.

Alguien llamado a ser diferente de los demás...

Un líder es alguien distinto de los demás, así no se lo proponga. Su visión de la vida es diferente. Incluso su forma de pensar y de actuar, difiere de las concepciones que asisten a quienes le rodean. A algunos los caracteriza una perspectiva que razona y se mueve, no para el presente sino sentando bases para el futuro. Hay quienes son osados, obran midiendo consecuencias o tal vez con demasiada rapidez sin detenerse a calcular lo que podrían desencadenar sus acciones. Con virtudes y defectos, logran el cometido para el que fueron llamados, bien por sus superiores en el plano secular, o por Dios mismo, cuando se trata de alguien que sirve en la extensión del reino del Señor aquí en la tierra.

Moisés brilla con luz propia en la galería de hombres que sirvieron en un espacio específico de la historia de la humanidad. Su desempeño ejerció una poderosa influencia en los acontecimientos que rodearon al pueblo de Israel en su tránsito temporal por Egipto y su posterior establecimiento en la “tierra prometida”.

¿Qué tarea le correspondió? Aliviar la carga impuesta por los egipcios quienes “... pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés. Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel. Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor.”(Éxodo 1:11-14).

No era una encomienda fácil; por el contrario, era de las más difíciles que un ser humano pueda asumir. Enfrentó problemas consigo mismo cuando quiso “hacer las cosas para Dios” pero a su manera; la incomprensión de sus congéneres a quienes buscaba liberar; la persecución de aquellos con quienes creció y en cuyo círculo real se desenvolvió por mucho tiempo, hasta llegar a una etapa crucial: el destierro.

Cuando alguien me comparte respecto a su desánimo por la situación que experimenta, no puedo menos que animarlo y caminar con él, a través de las páginas de la Biblia, hasta escenas como la de Moisés al nacer. Estaba condenado a ser un fracaso, sin embargo venció. ¡Dios estaba con él!, y eso es más que suficiente para asegurar que ningún obstáculo nos detendrá.

Por encima de la persecución

Cuando Dios escoge a alguien para que le sirva, ajusta cuidadosamente todas las condiciones que rodean su existencia para que cumpla el propósito para el que lo llamó. La orden real era que las parteras debían dar muerte a todo varón hebreo que naciera en el territorio. (Éxodo 1:15, 16). “Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños.”(versículo 17). La fidelidad de estas mujeres al Señor llevó a que recibieran bendición(versículos 20, 21).

Es probable que usted haya sentido una y mil veces que va a desfallecer ante la concatenación de problemas que ponen obstáculos al desenvolvimiento ministerial que Dios le encomendó. Probablemente en el trabajo secular advierte que todo se encuentra ensombrecido. Muchos le persiguen, difaman, buscan oportunidad para hacerle tropezar y de inmediato levantar un dedo acusador en su contra. Pero aún cuando todo luzca poblado de densos nubarrones a su alrededor, no es hora de renunciar.

En momentos así, recuerde que usted sirve a un Dios de poder que está en control de todas las cosas y que si marcha en el centro mismo de Su voluntad, dependiendo de El y no de sus propias fuerzas, saldrá airoso en cualquier tormenta que enfrente. ¡Usted es un vencedor!

La historia de Moisés es muy conocida. Primero, porque está en la Biblia, y segundo, porque alrededor de su nacimiento se han escrito muchos artículos, se han filmado películas e incluso se han realizado sinnúmero de tiras cómicas. El argumento de esta novela es sencillo: nace de una familia descendiente de Leví, su madre le escondió tres meses y luego lo arroja al río Nilo en una barquilla recubierta con brea. La intervención divina hace que la hija del Faraón descubra al pequeño y contrata, a la propia madre de Moisés, para que le prodigue cuidados. Ella lo cuidó hasta que fue joven y lo entregó a la corte faraónica (Éxodo 2:1-10).

Trabajando a “nuestra manera”

Hasta aquí todo ha transcurrido bajo un marco de normalidad. El problema surgió realmente cuando, al crecer y por razones que no especifica el texto bíblico, Moisés se entera de su procedencia hebrea. Confrontado por la realidad social y económica de su pueblo, sometido por aquel entonces a la dureza del trato egipcio, decidió actuar... pero lo hizo a su manera...

“En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.”(Éxodo 2:11, 12).

Dios no le hizo ese encargo, por el contrario, fue el razonamiento de humano más que la dependencia divina, lo que llevó a Moisés a pensar que así debían ser las cosas. Y cometió un grave error. Días después, cuando vio a dos hebreos peleándose e intervino para evitar que se hicieran daño, recibió como respuesta las siguientes palabras: “... ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto.”(Éxodo 2:14).

Me asalta aquí una pregunta y estoy seguro que a usted también: ¿Cuántas veces obramos a nuestra manera y no conforme Dios lo dispone?¿Hemos buscado la ayuda del Señor para salir airosos en toda empresa?¿Cuáles han sido las consecuencias?

Si le ha ocurrido tal como a mi, que por avanzar conforme a mi visión y fuerzas, he chocado sinnúmero de veces para encontrarme de nuevo en el suelo, aturdido por el impacto y sin deseos de seguir adelante, entonces estoy seguro que me comprenderá.

Este sencillo hecho debe llevarnos a reevaluar de qué manera pensamos, nos movenos y actuamos. Seguramente encontraremos que es necesario aplicar muchos correctivos al desenvolvimiento; al principio será duro, pero conforme pasa el tiempo y aprendemos de los errores, descubriremos que lo más sensato fue hacer un alto en el camino, identificar en qué estábamos fallando y cambiar la ruta...

El desánimo, poderoso aliado de Satanás

Cuando enfrentamos la incomprensión, inmediatamente nos asalta el desánimo y en la mayoría de los casos, una fuerte ola de desesperanza.

Esa situación que tal vez ha vivido muchas veces, fue la que enfrentó Moisés. ¡Su propio puedo, aquél por el cual luchaba, levantaba un dedo acusador para sacarle en cara la muerte de un egipcio!

Se sorprendería al saber cuántas personas vuelven atrás en sus sueños, metas y propósitos como consecuencia del desánimo. También quedaría sin palabras al saber de cuántos pastores, obreros, misioneros y líderes no siguieron adelante porque enfrentaron la intolerancia de la congregación o por que nadie valoró sus esfuerzos.

¿Qué hacer? Seguir adelante. Nada nos puede detener. Si tenemos conciencia de haber sido llamados por Dios, es necesario que nos tomemos de Su mano y demos un nuevo paso. No fuimos llamados a la derrota sino a vencer. Esa es la característica con la que nos creó el Señor y que por el sacrificio de Jesús en la cruz, quedó reafirmada en nuestra vida.

Ahora, si volvemos a la escena, nos encontramos a un hombre lleno de incertidumbres, sobre quien pesa una amenaza de muerte de Faraón (Exodo 2:15 a). La reacción no se dejó esperar “...pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián.”(versículo 15 b).

Sin proponérselo, forzado por las circunstancias, este líder en potencia entró en la Escuela de Dios, donde recibió la formación necesaria para cumplir los planes y propósitos del Señor en su existencia.

PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN 

1. Un líder es alguien ___________________________ de los demás, su _____________ es diferente.

2.Cuando se presentan las muchas situaciones difíciles que llegan a la vida de un líder, siempre se debe recordar que Dios está en _________________ y si dependemos del El, saldremos _______________.

3. Cuando actuemos debemos estar seguros que estamos haciendo la ____________________ de Dios y no a nuestra manera.

4.  Cuando enfrentamos la incomprensión, inmediatamente nos asalta el ____________________y la _______________________.

5. No fuimos llamados a la derrota sino a _______________.

bulletJimenez, Fernando Alexis, Ser líder no es fácil... pero no imposible, Ministerio de Evangelismo y Misiones "Heraldos de Vida", Usado con permiso.
 
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