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Seminario Reina Valera
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19. Enfermedades Mundo Bíblico es el estudio de la historia de la nación de Israel: los patriarcas, el éxodo, la monarquía, el cisma, el exilio y el destierro. El curso comienza con el mundo de Abraham y da énfasis en las naciones que tuvieron influencia sobre el pueblo hebreo: Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia y Roma. También se considera la geografía del medio-oriente y las costumbres en los tiempos bíblicos. Enfermedades en las tierras bíblicas
LAS ENSEÑANZAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO SOBRE LA SALUD Y LAS ENFERMEDADES Las promesas de salud por la obediencia a 1a ley. A través de las experiencias del pueblo en el desierto y después cuando ya estaban en la Tierra Prometida, las familias hebreas podían esperar las promesas que Dios originalmente les había dado acerca de la salud de su cuerpo. "Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu Sanador" (Ex. 15:26). La salud fue prometida con la condición de la obediencia a la ley de Dios. Las enfermedades como castigo por la desobediencia. La ley también les enseñó a los israelitas que las enfermedades podían esperarse cuando la ley de Dios era desobedecida. El capítulo 28 Deuteronomio da una lista de las muchas maldiciones que vendrían sobre el pueblo de Israel por causa de la desobediencia. Entre ellas están las siguientes: "Y hará volver sobre ti todos los males de Egipto, delante de cuales temiste, y se te pegarán. Asimismo toda enfermedad y plaga que no está escrita en el libro de esta ley, Jehová la envían sobre ti, hasta que tú seas destruido" (Deut, 28:60, 61). Las familias de Israel que conocían la Biblia hebrea, tenían la idea de que la salud era un premio por su obediencia, y las enfermedades eran el castigo por la desobediencia. LO QUE LOS JUDÍOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO HACÍAN EN TIEMPOS DE ENFERMEDAD Ordinariamente los antiguos judíos no acudían a los médicos cuando estaban enfermos. Hay muy pocas referencias a los médicos en los días del Antiguo Testamento. Job menciona la existencia de los tales cuando dice: "Sois todos vosotros médicos nulos" (13:4). El rey Asa fue criticado por el escritor sagrado quien él: "No buscó a Jehová, sino a los médicos" (2 Cron. 16:12). El Profeta Jeremías preguntó: "¿No hay bálsamo en Galaad?¿No A médico?" (Jer. 8:22). Es muy probable que los médicos a que hace referencia en esos días eran extranjeros, y no judíos de la de la tierra. Hay muchos ejemplos de oración al Señor por el sanamiento de las enfermedades bajo la dispensación de la ley. Moisés oró por la salud de los israelitas que fueron mordidos por las serpientes (21:7). El Salmo sexto es la oración de David en tiempos enfermedades, oración que Dios oyó. Uno de los salmos de acción de gracias tiene una parte en la que habla de la gratitud a Dios por sanar a los enfermos (Sal. 107:17.21). El rey en su oración de dedicación del templo, animó al pueblo a esperar la contestación de Dios a su oración para sanidad de los enfermos (2 Cron. 6:28.30). El rey Ezequías fue sanado en contestación a su oración (2 Reyes 20). ACTITUD JUDÍA HACIA LAS ENFERMEDADES EN TIEMPO DE CRISTO Los judíos del tiempo de Cristo no tenían mucho conocimiento científico de la medicina. El hecho se demuestra porque en su creencia de que las enfermedades eran causadas ya por el pecado del enfermo, o de sus parientes, y que venían en castigo por su pecado. Acerca del ciego, los discípulos preguntaron a Jesús: "¿Quién pecó, éste o sus padres, para que naciese ciego?" (Jn. 9:2). También se atribuían las enfermedades a los demonios. De allí que considerasen que la curación era el arrojamiento de estos espíritus malos. Entre ellos era el más pío, no el hombre más educado, quien tendría este poder. Jesús se refirió a esta práctica cuando los fariseos equivocadamente lo acusaron: "Y si yo por Beelzebub echo fuera los demonios, ¿vuestros hijos por quien los echan?" (Mat. 12:27). Estos hechos explican la falta de conocimiento médico de los judíos en aquellos días. Marcos añade un hecho interesante en su relato cuando Cristo sanó a la mujer con el flujo de sangre. El dice que ella había sufrido muchas cosas de muchos médicos (Marc. 5:26). Un escritor cita el Talmud de Babilonia como autoridad por el hecho de que algunos de los mismos rabies se presentaban como médicos, y sin duda muchos remedios raros eran prescritos por ellos para una mujer con esta indisposición. Si un procedimiento no daba resultado para sanar la enfermedad, se sugería otro. Uno de éstos era el siguiente: "Cavar siete hoyos, y quemar en ellos algunas ramas de parra que aún no tuviera cuatro años de edad. Entonces que la mujer, llevando una taza de vino en la mano, llegue hasta cada uno de los hoyo5 en sucesión, y se siente a un lado de él, y cada vez se le repitan las siguientes palabras: "Sé salva de tus enfermedades." PREDOMINIO DE LAS ENFERMEDADES EN PALESTINA EN LOS DÍAS DE CRISTO Y EN TIEMPOS MODERNOS Los relatos del Evangelio hablan de la presencia de una multitud de gente enferma en la tierra, y cómo eran traídos en gran número a Jesús para ser sanados.. "Y cuando fue la tarde... traían él todos los que tenían mal. . . Y toda la ciudad se juntó a la puerta y sano a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades" (Marc. 1:32-34). En los días que precedieron a la ocupación británica de la tierra, y antes que los judíos modernos tuvieran conocimiento médico suficiente para la curación de las enfermedades, la tierra de Israel estaba infestada de toda clase de gentes afligidas. Uno al viajar a través de la tierra escasamente podía sustraerse a los pordioseros ciegos, de los tullidos, leprosos, etc. Tal situación ha servido para ilustrar las condiciones bajo las cuales el ministro de Cristo se llevó al cabo tan efectivamente al solucionar las necesidades en los hogares donde había enfermos. EXPECTACION POR EL PODER SOBRENATURAL DE SANAR, EN UN REPRESENTANTE DE DIOS El Dr. Trumbull ha llamado la atención a una situación muy importante, que el descubrió en Oriente. El dice: "Otro hecho que arroja luz sobre el trabajo de Jesús y sus discípulos en su ministerio de sanamiento, es la expectación universal, en Oriente, de la curación de enfermedades a través del poder supernatural de alguna persona reputada como representante de Dios. Así ahora, y así ha sido". Una gran multitud de gente estaba tirada en derredor del tanque de Bethesda esperando que bajase un ángel a revolver las aguas para curarlas de sus enfermedades (Jn: 5:1.4). A un pordiosero ciego se le dio una naranja y una cáscara de pan, pero señaló a sus ojos sin vista, y pidió al Dr. Trumbull que curase su ceguera. El pensaba que este viajero era un representante de Dios y que él podía curarlo. Tal es la fe que existe en el Oriente, en los tiempos actuales. Esta fe universal en el poder divino de sanidad, en los tiempos mesiánicos, les dio a Jesús y sus apóstoles la oportunidad maravillosa para demostrar el poder sanador de un Dios compasivo. La muerte en las tierras orientales La actitud de la gente en Oriente hacia la muerte, y su conformidad en tales casos, es tan sorprendentemente distinta a la actitud y comportamiento de los occidentales, que los estudiantes bíblicos harán bien en estudiar tales costumbres. EL LAMENTO DE LA MUERTE Tan pronto como la muerte se ha manifestado en el Oriente, un lamento se oye que anuncia a todo el vecindario lo que ha acontecido. Esto es una señal para que los parientes principien a demostrar su tristeza. A este lamento de muerte se refiere la Biblia en conexión con los primogénitos de Egipto, "Y levantóse aquella noche Faraón, él y todos sus siervos, y todos los egipcios y había un gran clamor en Egipto, porque no había casa en que no hubiese muerto" (Ex. 12:30). Tal lamento de muerte oído en el desierto oriental ha sido descrito como "un chillido agudo que penetra las orejas". Este grito de espanto es seguido por prolongados lamentos. Cuando éste es oíde por toda la gente sabe que ha ocurrido una muerte. L A M E N T A C I O N Desde que se oye el lamento de muerte, hasta que se realiza el entierro, los parientes y amigos continúan en sus lamentación. El profeta Miqueas compara esto al grito de las bestias montaraces o a los pájaros: "Haré gemido como de chacales, y lamento como de avestruces" (Miq. 1:8). Tales lamentaciones había en la casa de Jairo, cuando Jesús entró a ella; "Y vino a casa del príncipe de la sinagoga, y vio el alboroto, los que lloraban y gemían mucho" (Marc. 5:38). En conexión con las lamentaciones, pueden ser usadas cien exclamaciones de tristeza. David lamentó en la ocasión de la muerte de Absalón: "¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!" (2 Sam. 18:33). Algunas palabras se repiten una y otra vez. Las explicaciones concernientes al profeta desobediente quien murió, fueron: "¡hermano mío!" Y al llorar la muerte de un rey, se usaban las palabras "¡Ay Señor!" y "¡Ay grandeza!" (Jer. 22:18). Los profetas hebreos mencionan a los llorones profesionales, quienes se llamaban en la hora de tristeza para expresar el luto por los muertos. "Llamad plañideras que vengan;... dense prisa y levanten llanto sobre nosotros" (Jer. 9:17, 18). Otra referencia a "los que endechar supieren" (Amos 5:16). La presencia de ese grupo de lamentadores alquilados para ocasión parece impropia en la mente occidental, pero ciertamente tales lamentadores profesionales prestan sus servicios a los orientales tales como los cantores religiosos no profesionales ayudarían en un servicio fúnebre occidental. EXPRESIONES DE TRISTEZA Y CONSOLACION Siendo los orientales muy demostrativos y emocionales, es difícil para aquellos que no conocen sus costumbres apreciar su método de expresar la tristeza, y sus esfuerzos para ser consolados. En tiempos de aflicción y tristeza, se usan sacos de cilicio, y con frecuencia rompen sus vestidos para mostrar a la gente cuán profunda es su aflicción (2 Sam. 3:31). El golpearse el pecho es otra demostración de tristeza (Luc. 23:48). Las lágrimas fluyen libremente en tales ocasiones y se considera que son medios definidos para traer consuelo a los corazones entristecidos (Jn. 11:33). PREPARACION DEL CUERPO PARA SU ENTIERRO En Siria prevalece la costumbre de envolver al muerto. Por lo regular se le cubre la cara con una servilleta, y entonces se envuelven las manos y los pies con lienzos de lino. Entonces se pone el cuerpo sobre el ataúd, con un palo en cada esquina, y así los hombres lo llevan a la fosa sobre sus hombros, para ser enterrado. La descripción de Lázaro, cuando Jesús lo llamó de la tumba, indica que la misma costumbre era practicada en aquellos días: "Y el que había estado muerto, salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario" (Jn. 11.44.). También sabemos que el cuerpo de Jesús fue así envuelto por José de Arimatea y Nicodemo: "Tomaron pues el cuerpo de Jesús, y envolviéronlo en lienzos con especias, como es costumbre de los judíos sepultar" (Jn. 19:40) - Las especias para embalsamar se usaban cuando estaban en condiciones de adquirirlas. FUNERALES EN EL ORIENTE El entierro sigue pronto a la muerte. El entierro de un muerto en Oriente se efectúa en seguida que acontece la muerte, usualmente el mismo día. Las gentes en esas regiones tienen la idea primitiva que el espíritu de la persona que muere, se queda cerca del cuerpo por tres días después que acontece la muerte. Los lamentadores piensan que el espíritu puede oír los lamentos de pena. Martha duda, pensó que no había esperanza de que reviviese el cuerpo de su hermano, porque hacía cuatro días que estaba en la tumba (11:39). Entierros en cuevas, tumbas o fosas. Hay en la actualidad millares de tumbas excavadas en las rocas en la tierra de Palestina, recuerdan las décadas pasadas. Tales tumbas fueron excavadas los ricos. No estando en condiciones de proporcionar tal tumba, los pobres entierran a sus muertos en fosas. Algunas de estas tumbas tenían muchas cámaras. Estas se cierran por un rodillo de piedra que baja en un plano inclinado frente a la boca del sepulcro. En las vecindades de la antigua Gádara (Luc. 8:27), existen muchas tumbas actualmente, cavadas en la roca, trayendo a la mente la experiencia de Jesús cuando se encontró a los endemoniados que vivían en sepulcros. Con frecuencia los muertos eran enterrados en fosas cavadas en la tierra, y como en el caso de Débora, la dama de Rebeca, enterrada bajo un encino en Bethel (Gen. 35:8). Las cuevas naturales eran algunas veces usadas, como en el caso de la cueva de Macpela, donde Abrahán, Isaac, Rebeca, Lea y Jacob fueron puestos. (Gen. 49:31); 50:13). Cuando tenían medios para procurárselo, las familias tenían su propio sepulcro. Gedeón fue sepultado en el sepulcro de Joás su padre (Jue. 8:32). Sólo los profetas y los reyes sepultados dentro de los límites de la ciudad, como Samuel, que fue sepultado en su casa en Rama (1 Sam. 25:1), y David (1Reyes 2:10). Un cementerio para la gente pobre estaba localizado fuera de Jerusalén (2 Reyes 23:6). Muchas de las villas tenían cementerios fuera de sus límites, como por ejemplo Nain, donde Jesús revivió al hijo de la viuda (Luc. 7:11-17). Aún existe allí un cementerio. Costumbre de seguir el entierro. En los tiempos bíblicos era una costumbre para los tristes ayunar hasta el tiempo del entierro. Entonces, después del funeral, se les ofrecía pan y vino como un consuelo. Esta era llamada una fiesta de lamentos, que tenía como su propósito, el consuelo de los tristes. El profeta Jeremías se refiere a esta costumbre: "Ni por ellos partirán pan por luto, para consolarlos de sus muertos; ni les darán a beber vaso de consolaciones por su padre o por su madre" (Jer. 16:7). Tal fiesta de lamentación puso fin al período de la más profunda tristeza y rígido ayuno. EXPRESION BÍBLICA DEL LAMENTO ORIENTAL El salmista, los profetas y los apóstoles a menudo hacían uso de la expresión que se refiere al lamento oriental. Algunas de éstas no se pueden apreciar por los occidentales, a menos que el carácter altamente emocional de los orientales se entienda, y también su afición por el lenguaje figurado. El salmista dice: "Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley" (Sal. 119:136). El profeta exclama: "¡Oh, si mi cabeza se tornase en aguas, y mis ojos fuentes de aguas, para que llore de día y noche por los muertos de la hija de mi pueblo!" (Jer. 9:1). Fue a los orientales a los que Pablo dijo: "Llorad con los que lloran" (Rom. 12:15). Será beneficioso para el estudiante de la Biblia leer la Palabra de Dios desde el punto de vista oriental. Usos y costumbres de las tierras bíblicas por Fred H. Wight |
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